FUENTE: Varios medios
“Aquí cuando un cliente te coge nunca te hará daño”. Ésta es una de las frases grabadas por la Policía a los integrantes de una red de trata y prostitución en Tenerife (Islas Canarias, España), entre cuyos miembros había uno que ejercía de brujo y que intimidaba a las víctimas con vudú. Los cinco integrantes de la trama han sido condenados a penas que suman 99 años de prisión. Lo cuenta Pedro Murillo en el diario El País.
En la sentencia de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife, a la que ha tenido acceso El País, se considera probado que los acusados constituían una trama criminal que captaba a mujeres en Nigeria y las obligaba a trasladarse, en ocasiones a pie, hasta Libia, desde donde cruzaban el Mediterráneo en patera hasta Italia. Después eran trasladadas en avión hasta Madrid y finalmente al sur de Tenerife, donde eran obligadas a ejercer la prostitución para pagar una deuda de 30.000 euros. También fueron llevadas con el mismo fin a Benidorm (Alicante).
Durante el juicio, celebrado el pasado mes de noviembre, testificaron tres víctimas. Los condenados imponían a las mujeres, según indica la sentencia, condiciones claramente abusivas: carecían de descanso semanal, desarrollaban jornadas continuadas entre las ocho de la tarde y las siete de la mañana, carecían de la posibilidad de relacionarse o de desarrollar cualquier actividad lúdica, vivían en una infravivienda hacinadas, donde dormían sobre colchones colocados en el suelo y en condiciones higiénicas “lamentables”. Debían dedicar la totalidad del dinero que ganaban con la prostitución al pago de su manutención y de la deuda que les reclamaban sus explotadores.
La brutalidad a la que eran sometidas las víctimas se evidencia en los pinchazos telefónicos realizados por la Policía Nacional. En las transcripciones, se trata a las mujeres como si fuesen ganado. Una de las cabecillas de la organización, Linda Osagie —conocida en como “Mama Blessing”— era la encargada de alojar en un piso en Madrid a las mujeres y tramitar las solicitudes de asilo antes de enviarlas a los destinos previstos para ser prostituidas. En los pinchazos telefónicos Osagie se pone en contacto con un brujo Vudú nigeriano expresando su preocupación por la resistencia de una de las víctimas. “He gastado mucho dinero, dinero que podría usar para construir una casa de ocho habitaciones, he gastado mucho en ella”, señala Osaige. El brujo le recomienda intimidar más a la víctima.
En la sentencia se explica cómo esos rituales se realizaban tanto a la salida de Nigeria como en España. En esos ritos se utilizaban muestras de su cabello, vello púbico y trozos de uñas de la mujeres afectadas. Las víctimas asumían el compromiso de trabajar para la organización criminal, de pagar la deuda y de no acudir a la Policía, bajo la pena de sufrir “terribles desgracias personales y familiares”. Los investigadores calculan que las víctimas podían recaudar entre 2.500 y 3.000 euros al mes ejerciendo la prostitución.
La sentencia certifica los delitos de trata de seres humanos, prostitución forzada e inmigración ilegal, e impone también a los condenados el pago de 10.000 euros a las víctimas en concepto de indemnización, según leemos en Europa Press. Las mujeres, que eran solicitantes de asilo, vivían en malas condiciones –dormían apiladas en colchones en el suelo–, apenas se les permitía abandonar las viviendas y realizan jornadas desde las 20.00 a las 07.00 horas sin descanso. Contra la sentencia cabe interponer recurso de apelación ante la Sala de lo Penal del Tribunal de Justicia de Canarias.
Más detalles del caso
La cabecilla de la organización criminal que operaba entre El Fraile, Benidorm y Madrid fue condenada a 35 años de prisión. Abienwense Edigin, alias Mamá Osato, está acusada de tres delitos de trata de seres humanos, en concurso con otros tantos de prostitución, y uno más de favorecer la inmigración irregular, según informa Pedro Fumero en el diario La Provincia.
Edigin controlaba una vivienda en el barrio de Arona, Tenerife, en el que vivían jóvenes subsaharianas que eran explotadas sexualmente en las cercanías de los centros comerciales Verónicas, en Playa de las Américas. Las víctimas denunciaron que miembros de la banda las captaban en Nigeria con la promesa de tener un trabajo digno en España. Las obligaban a cruzar medio continente africano, a través del Sáhara, hasta llegar a Libia y, desde ahí, se adentraban en el Mediterráneo en embarcaciones precarias con destino a Italia. Después eran acompañadas hasta Barcelona y, una vez en el país, hasta Benidorm, Madrid o Tenerife.
Los magistrados de la Sección II de la Audiencia Provincial condenan a Linda Osagie (Mamá Blessing) a 25 años de prisión; a Nicholas Owen Yuki (Papá Blessing), a 18 años y seis meses; así como a Blessing Eghosa (Mamá Justice), a 14 años y seis meses. A otro individuo, identificado como Pedro Sule, le imponen nueve años de cárcel, mientras que Joy Osaseri recibe una pena de ocho años y seis meses.
En el juicio una de las víctimas explicó que su prioridad era pagar la deuda de 35.000 euros que le impuso la referida organización. Ante una pregunta de la fiscal, esta denunciante afirmó que “debía pagar 35.000 euros y en la calle no podía decir que no”. En su pueblo de origen en Nigeria era peluquera y tenía familiares a su cargo. En la vista, donde declaró detrás de un biombo, comentó que “estaba bien económicamente”, pero una hermana de Mamá Justice que reside en dicho país subsahariano contactó con ella y le habló de ganar mucho dinero en Europa con esa misma profesión. Le contó que, a cambio, debía pagar una deuda por el traslado, pero que la misma la podía saldar en seis meses. Y, como es habitual, para que no hablara, la sometieron a un ritual de vudú, donde tuvo que beber un líquido procedente de un animal.
Según la afectada, en un piso de El Fraile residían cinco jóvenes. Mamá Osato le explicó cómo tenía que acercarse a los clientes y las tarifas a cobrar. Trabajaba todos los días de la semana entre las siete de la tarde y las siete de la mañana. Lo que ganaba cada jornada (entre 200 y 300 euros) se lo entregaba a la ‘mamy’. Y esta última llamaba de forma diaria a su hermana, Mama Justice, que residía en Madrid, para informarla de la recaudación. Una investigación de agentes de la Policía Nacional de Tenerife permitió desmantelar la organización criminal.
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