"La humanidad no encontrará la paz hasta que no vuelva con confianza a mi Misericordia" (Jesús a Sor Faustina)

martes, 18 de febrero de 2020

El entonces arzobispo de Sevilla: la Iglesia Palmariana, “un fenómeno de superstición y de histeria colectiva”.

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FUENTE: ABC

La familia de Charles Manson todavía no había irrumpido en la mansión de Polanski para perpetrar su tristemente conocida masacre, del mismo modo que ni Neil Armstrong ni nadie habían pisado el satélite de la Tierra. Sin embargo, algo raro, algo lunático, se percibía en el ambiente ya en 1968, el año del mayo francés, de la muerte de Martin Luther King y del asesinato de Bobby Kennedy, pero también de la «aparición de la Virgen María, un toro con cuernos verdes y un hombre ahorcado» en la finca de La Alcaparrosa, a un kilómetro de El Palmar de Troya. Lo cuenta Lucía M. Cabanelas en el diario español ABC.

Peregrinaciones, un altar y varios milagros se sucedieron tras esa visión de cuatro niñas en la aldea sevillana, sentando las bases de la iglesia palmariana, un imperio religioso que se expandió por el mundo, rompió con el Vaticano y nombró a sus propios papas. Medio siglo después de su génesis y su posterior perversión, envuelta en escándalos, abusos sexuales y anécdotas inverosímiles, el documental «El Palmar de Troya» se adentra en la inexplorada congregación que el Arzobispo de Sevilla definió en su día como «un fenómeno de superstición y de histeria colectiva».

A través de cuatro capítulos de cincuenta minutos, esta producción original de no ficción que Movistar+ emite semanalmente a partir del 6 de febrero construye «la compleja historia de una de las sectas más cerradas y dañinas». Cuenta para ello con recreaciones «basadas en los testimonios de los entrevistados» y archivos inéditos, entre los que se incluyen audios de los éxtasis del autoproclamado primer Papa de la orden, Clemente Domínguez, además del testimonio de adeptos reclutados cuando eran niños y de otros como el ex convicto Ginés Hernández (el ex papa Gregorio XVIII) y Nieves Triviño, su mujer y ex monja de El Palmar.

ABC de Sevilla entrevistó al ya ex papa, al que acusaron de robar el «papamóvil», pero que se defendió diciendo que «el BMW» era suyo. Tal y como recoge Javier Macías, Ginés Hernández se casó con Nieves Triviño e incluso posó desnudo junto a ella en Interviú. Toda una estampa en la que aparecían como Adán y Eva, con la ex monja mostrándole la manzana del pecado... Con el tiempo, confesó que la iglesia palmariana era un montaje y una farsa.

Domínguez, fundador de la orden cismática de la Iglesia junto con el abogado Manuel Alonso –con quien se rumoreó que mantuvo relaciones–, convenció a los adeptos de la validez de la causa de la secta al aparecer con llagas en las manos por la crucifixión, una cruz en la frente e incluso la lanzada que le infligieron en el abdomen a Cristo.

Los estigmas del primer Papa de El Palmar de Troya, conocido en Sevilla como «La voltio», no fueron su única excentricidad. En 1972, Clemente Domínguez, que según contó su secretario en Telecinco «llegó a gastar entre 100 y 200.000 euros en salir de fiesta una noche», viajó junto a sus adeptos a Alba de Tormes, el pueblo natal de Santa Teresa de Jesús, donde llamó «ramera» a la Santa, le acusaron de intentar robar sus reliquias e insultó a las monjas y a Juan Pablo II. «Tenían que habernos dejado matarles porque insultar a la Santa es como hacerlo a nuestra madre», dijo uno de los vecinos que persiguió al fundador de la orden y a su séquito de obispos, obligados a huir después de que los albenses volcaran (e incluso quemaran) sus vehículos.

Otro de los casos más turbios en los se vio envuelta la secta fue cuando, hace ya casi cuatro décadas, un palmariano se mutiló los genitales. Además del cercenamiento, el novicio cubano, de 26 años, intentó suicidarse y se clavó las púas de un cilicio en los ojos, tal y como recoge Macías.

A pesar de que los truculentos ejemplos sobre la mala praxis de la orden fundada por Clemente Domínguez, que se definía como «un miserable pecador», se suceden, la serie documental no pretende ser «una enumeración de aberraciones de la secta de El Palmar», tal y como reconoció el director, Israel del Santo, sobre esta radiografía de los 50 años de vida de una congregación casi impenetrable, con más adeptos en Irlanda o Alemania que en Sevilla. «Se lo curran para ver cuál es el caso más turbio. Cuando crees que lo tienes todo, aparece otro con un caso más sorprendente todavía», asegura a ABC.

«Una de las cosas que se manifiesta bien en la serie es la gradualidad de esa turbidez. Lo más duro llega desde el final de Clemente hasta Ginés, cosas que tienen que ver sobre todo con un abuso psicológico, porque el abuso sexual que siempre se ha comentado en El Palmar no es una sola violación sino más un control mental y condicionamiento. Es lo que dice uno de los psicólogos del documental, que me parece que lo explica perfectamente: ‘El consentimiento sexual solo se puede dar en libertad y ahí no son libres’. Eso es muy turbio», cuenta, por su parte, el subdirector de «El Palmar de Troya», Daniel Boluda.

«La serie es una tragicomedia, con muchas situaciones divertidas, pero que nos va a llevar a un sitio en el que a nadie le hubiera gustado estar», explica Del Santo, cuyo trabajo de investigación duró más de tres años. Uno de los puntos más difíciles de la elaboración de esta producción, que continúa la apuesta de Movistar+ por la no ficción después del éxito de «ETA, el final del silencio», de Jon Sistiaga, fue el acceso a testigos de primera mano que conocieron e incluso fueron seguidores u obispos de esta organización que se hace llamar «Orden de los Carmelitas de la Santa Faz».

Gente que ha hecho un esfuerzo notable y ha vencido el miedo. «Algunos entrevistados son activistas de El Palmar, los hay enfadados después de haber estado tantos años ahí, pero otros sienten vergüenza porque no entienden cómo les engañaron», cuenta Boluda, para quien la moraleja de este trabajo es que esto «le pudo haber pasado a cualquiera».

A través de los testimonios de los entrevistados, entre los que se encuentran los profesores de las niñas a las que supuestamente se les apareció la Virgen en marzo de 1968, un vidente que tras una aparición fue enviado a advertir a Clemente de que cesara la estafa o sufriría un accidente –que terminó produciéndose y le hizo perder los ojos– y teólogos católicos, «El Palmar de Troya» se cuela donde nadie antes lo había hecho antes con profundidad, reconstruyendo la totalidad de la historia, desde sus orígenes en Utrera hasta la actualidad, con fieles en lugares de Canadá y otras partes del mundo.

Tampoco acaparó especial interés la muerte del padre Tobías, un obispo palmariano irlandés que fue expulsado de la orden y falleció durante una ceremonia. «No tratamos ese caso. Tenía una depresión muy heavy», concede Boluda. Un controvertido suceso que, a pesar de no aparecer en el documental, sí está reflejado en el libro A Pope of their Own, de Magnus Lundberg, que asegura que sufrió abusos sexuales que le provocaron daños mentales.

Su familia denunció la muerte del hombre, de 49 años, incrédulos ante el modo de actuar de la secta, que no llamó a ninguna ambulancia y cuyo certificado de defunción firmó el médico de la propia congregación. Aunque pidieron explicaciones, no pudo comprobarse si la causa del deceso del padre Tobías había sido un repentino infarto, como se dijo, porque su cuerpo ya había sido enterrado en la cripta de la basílica.

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