"La humanidad no encontrará la paz hasta que no vuelva con confianza a mi Misericordia" (Jesús a Sor Faustina)

jueves, 31 de enero de 2013

Abominación de la desolación: utilizan altar eucarístico para oraciones y ritos brujos y paganos

La Maga Hania profanando el altar eucarístico,
al rezar sobre la parcela del cielo en la tierra
las oraciones de la brujería destinadas a Satán.

Lo impensable, sucede. La realidad supera, muchas veces, a la imaginación. Lo impensable, que el altar eucarístico, el altar en donde se ofrece el Santo Sacrificio del Altar, el altar en donde se renueva el Santo Sacrificio de la Cruz, el altar en donde el Dios de majestad infinita, ante quien los ángeles del cielo se postran en adoración con la frente en el suelo, sin atreverse a mirar a su Dios, por considerarse indignos, ese altar, increíblemente, ha servido para dar culto al más grande enemigo de Dios, el demonio. El altar eucarístico, una parcela del cielo en la tierra, en donde el Dios Tres veces Santo, al que los cielos no pueden contener, desciende para continuar su Encarnación en el Santo Sacramento del Altar, la Eucaristía, ha sido profanado en un lugar de un país sudamericano, porque ha servido para el culto pagano, oficiado por una maga, conocida como "Maga Hania".
El altar eucarístico no es lugar para estas abominaciones paganas; el altar del Santo Sacrificio no es lugar para rendir culto al demonio, quien es el siniestro destinatario del rito de magia; el altar eucarístico no es lugar para el Príncipe de las tinieblas, así como el cielo tampoco es lugar para el ángel caído, y el altar eucarístico no es lugar para la magia, porque es una parcela de cielo, y como en el cielo no hubo, no hay, ni habrá lugar por los siglos infinitos, para el Dragón, tampoco hubo, hay ni habrá en el altar eucarístico, aún cuando algunos se empeñen en darle un lugar.
Reparemos con adoraciones, rosarios, horas santas, misas, penitencias, ayunos, esta verdadera "abominación de la desolación" (Dan 11, 31).

Macedo, fundador de la secta "Pare de sufrir" gana 950 millones de dólares a costas de la buena fe de la gente



Es conocida la frase de Ron Hubbard, fundador de la secta de la Cienciología, según la cual, para ser millonario, sólo había que fundar una iglesia: "Para ganar un millón de dólares, hay que fundar una Iglesia". No sabemos si Edir Macedo, líder de la secta "Iglesia Universal del Reino de Dios" conoció o no a Hubbard personalmente, pero lo que sí sabemos es que lo superó ampliamente, ya que al momento, según la revista Forbes, Macedo acumula ¡más de 950 millones de dólares! ¡Verdaderamente "paró de sufrir"! El único problema es que "paró de sufrir" a costa de la buena fe de millones de incautos, que depositaron su fe en una secta y su dinero en la cuenta bancaria de alguien que no tiene escrúpulos a la hora de manipular la religión en beneficio propio.
A estos tales, que manipulan la religión y las Sagradas Escrituras para enriquecerse, les advertimos con las palabras del Apocalipsis: "¡Fuera los perros, los hechiceros, los impuros, los asesinos, los idólatras, y todo el que ame y practique la mentira!" (22, 15).

por Luis Santamaría 

La revista norteamericana Forbes, especializada en el mundo de los negocios y las finanzas, ha realizado una investigación en la que ha descubierto a los cinco “pastores” más ricos en Brasil, basándose en datos del Ministerio Público de la Unión de Brasil y la Policía Federal. Según la información que ofrece el medio Noticia Cristiana, extractando lo publicado por la revista, algunos de los líderes se han convertido en multimillonarios.
Forbes asegura que quien ocupa el primer lugar en la lista de los pastores más ricos de Brasil es el “obispo” Edir Macedo, fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD, también conocida como Pare de Sufrir). Macedo tiene un patrimonio valorado en 950 millones de dólares, pero Forbes destaca en una nota que el gobierno brasileño estima que esta cantidad podría ser aún mayor.
El segundo es el apóstol Valdemiro Santiago, fundador de la Iglesia Mundial del Poder de Dios, que después de salir de la IURD ha logrado acumular 220 millones de dólares. El pastor Silas Malafaia ocupa el tercer lugar con 150 millones de dólares. La revista cita también al presidente de la Iglesia Victoria en Cristo de las Asambleas de Dios. El misionero R.R. Soares aparece en cuarto lugar, como fundador de la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios; su herencia asciende a 125 millones de dólares. En último lugar aparece la pareja formada por Estevam Hernandes y Sonia, fundadores de la Iglesia Renacer, con 65 millones de dólares. 

El éxito de su autobiografía, organizado
El pasado mes de octubre ya informábamos en este blog del éxito que ha tenido la primera parte de su autobiografía “espiritual” en Brasil. Pero esto ha traspasado las fronteras, y en el diario El Universal leemos que el libro Nada que perder, del “obispo” y fundador de la IURD se convirtió el pasado 13 de enero en el lanzamiento más exitoso en la historia de la cadena de librerías Gandhi y de la editorial Planeta México, con 35.350 ejemplares vendidos en ocho horas. Lo cuenta Alida Piñón.
La biografía del “obispo” brasileño que narra la historia de cómo comenzó a predicar su fe en las calles y las plazas públicas de Brasil, hasta llegar a liderar una secta con presencia en más de 200 países, tuvo un precio de salida de 250 pesos y una tirada de 60.000 ejemplares. Los feligreses que se dieron cita en la sucursal de la avenida Miguel Ángel de Quevedo en el Distrito Federal provenían de distintas partes de la República. La mayoría, organizados desde los templos ubicados en los municipios y colonias, arribaron a la librería en camiones rentados por los propios feligreses.
El lanzamiento incluyó una firma de libros con algunos de los pastores de la secta, en representación de Edir Macedo. La oficina de relaciones públicas de editorial Planeta México informó de que el récord de ventas por lanzamiento lo tiene Brasil con 60.000 ejemplares (y en 90 días llegó a la cifra de 600.000), le sigue Argentina con 40.000, y ante el interés de los mexicanos este país podría situarse en tercer lugar, pues países como Venezuela, Colombia y Portugal registraron 20.000 cada uno.
La cadena de librerías informó que el libro que más éxito ha tenido como lanzamiento es la saga de Harry Potter con 2.000 ejemplares vendidos. La firma de libros que había registrado el mayor número de personas era la del escritor Carlos Fuentes, con 800 personas en dos días. En entrevista, el “obispo” Paulo Roberto Guimaraes, que trajo a México en 2003 la IURD, dijo estar sorprendido por la respuesta de este país.
“La gente está muy interesada en conocer la vida de Edir Macedo, un hombre que a través de la fe puedo librar muchos obstáculos, traumas y problemas, hasta fundar una Iglesia con presencia en 200 países. Es difícil calcular cuántos creyentes hay en México, pero son alrededor de 500.000; estamos en toda la república con cerca de 70 iglesias”, comentó.

Testimonio de ex-mormona: "descubrí que los mormones no tienen argumentos ni respuestas"



por Luis Santamaría 

Yasmin Oré Ramírez, hoy con 28 años de edad, nació y creció en Lima, Perú, en una familia de tradición católica… hasta que una amiga le invitó a los mormones. Entró en el mormonismo buscando gente acogedora, virtuosa y protectora, pero cuando ella intentó extender esa fe descubrió que ni se sostenía en la Biblia ni respondía al anhelo de su corazón.
Recogemos su testimonio en primera persona, tal como lo cuenta a Religión en Libertad y como lo ha transcrito el periodista Pablo J. Ginés, porque explica cuál es el proceso por el que se entra en este grupo, cómo captan nuevos miembros, cómo los entrenan y los envían a calles y casas. En la foto de la izquierda podemos verla con Luis Santamaría, de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES).

»Mi familia era católica, aunque mis padres no estaban entonces casados por la iglesia, por unos problema de partidas de bautismo quemadas o perdidas. Dejaron el tema y se casaron por lo civil. Me dieron una educación católica: hice la secundaria en el colegio Presentación de María, de religiosas, recibí los sacramentos, la comunión y la confirmación. A los 19 años estudiaba derecho, iba a misa e incluso cantaba en el coro, pero mi formación y mi fe era muy superficial.
»Yo había oído hablar de sectas demoníacas y satanistas, y mi papá me prevenía contra los Testigos de Jehová que tocaban a menudo a la puerta. Pero nadie me había hablado de los mormones

La amiga y la acogida
»Yo tenía una amiga en mi colegio de monjas que era mormona. Me dijo: “acompáñame un domingo a ver mi iglesia”. Así que un domingo me salté la misa para ir con ella a ver su iglesia. Y me gustó. La gente era muy acogedora: todos lo eran, las señoras, las chicas de mi edad, los chicos.
»Tenían reuniones para jóvenes en las que hablaban sobre las virtudes. A otros jóvenes quizá les parecería aburrido, pero yo era una chica con pocas amistades. No me gustaba salir de fiesta, las fiestas no me llenaban. En cambio, esta gente, que parecía tan pura, virtuosa e inocente, sí que me llenaba.
»Hoy que soy católica y adulta sé que tenemos que enfrentar el mal que hay en el mundo y en nuestras vidas, pero entonces, con 19 años, yo no quería enfrentarme a la realidad, no quería embarrarme. Yo quería protección, un entorno seguro, un grupo acogedor y virtuoso que me protegiese. Los mormones me ofrecían eso. 

Dos chicos jóvenes hablando de Dios
»Ellos me enviaron dos jóvenes misioneros a visitarme a mi casa y darme charlas dos días por semana. Eran dos chicos de mi edad, de 19 años, uno peruano y otro de EEUU. Yo les decía a mis padres que eran cristianos y amigos de mi amiga y que venían a hablar de Cristo y de Dios. Ellos, demasiado confiados, nos dejaban solos en el salón.
»Yo estaba impresionada de que dos chicos de 19 años, de mi edad, me hablasen de Dios con pasión. Más aún, estaban dedicando 2 años de su vida joven sólo a eso, a hablar de Dios. Me sorprendía y admiraba: no conocía a nadie en la Iglesia católica que hiciese eso. 

Mr. Smith y el “verdadero” cristianismo
»En las primeras charlas, te hablan del Libro de Mormón. Te dicen que la enseñanza plena cristiana se había perdido desde la muerte del apóstol Juan, y que no se ha recuperado hasta que un ángel revela al profeta Joseph Smith, hacia 1830, dónde está el Libro de Mormón con todas las enseñanzas perdidas.
»Usan siempre las mismas citas de la Biblia para apoyar al Libro de Mormón. Los mormones enseñan, según su libro, que Jesús, al resucitar, se apareció y enseñó a los pobladores de América. Eso lo apoyan en la Biblia cuando Jesús dice: “tengo otras ovejas que no son de este redil”. Para justificar que además de la Biblia esté el Libro de Mormón citan Ezequiel 37, 15-17, que habla de “un palo de Judá” y “un palo de José, o Israel”, que Dios ha de unir. Ellos dicen que esos dos palos son dos libros: la Biblia y las escrituras de Mormón. Y sobre el profeta Smith citan Amós 3,7: “el Señor no hará nada sin revelar sus secretos a sus siervos los profetas”.

Hacer preguntas es bueno
»Yo en esa época escribía un diario, que aún conservo. Y apunté una idea que se me pasó por la cabeza: “si ese Libro de Mormón es otro testamento, ¿por qué no hay pruebas arqueológicas, por qué no hay papiros de él o pergaminos de él, como con la Biblia?”. Ellos enseñan que el ángel se llevó el libro de láminas de oro que José Smith había leído y traducido al inglés. Pero ¿por qué Dios hizo algo tan distinto a lo que hizo con la Biblia? Me daba vergüenza preguntarles eso porque ¡ellos eran tan amables!
»A la pregunta de por qué no tenemos los textos que el ángel reveló a José Smith, ellos responden citando a San Pablo: “la fe es certeza de lo que no vemos”, y también citando su propio libro: “hay muchas cosas de Dios que no las vas a ver”.
»En realidad, como comprobé después siendo misionera mormona, a los jóvenes misioneros mormones no les enseñan muchas respuestas a las objeciones. Muy pronto responden a todo con esta frase: “Te invitamos a que ores a Dios esta noche y que Él te hable y verás que es verdad lo que enseñamos”.
»Y oré esa noche. Y no sentí nada, Dios no me dijo nada. Y lo escribí así en mi diario, sinceramente. Pero a ellos, sugestionada o por lo que sea, les dije: “sí, siento que es verdad”. Yo quería pertenecer a ellos. Sólo me pedían ser buena, y yo quería ser buena, y pensaba que la Iglesia verdadera sería simplemente la obediente a las cosas buenas, virtuosas, y parecían ser ellos.
»Era 2005, se acababa de morir Juan Pablo II, salía Benedicto XVI como nuevo Papa, y algunos me decían que si era feo, que vaya aspecto, que cómo iba a seguir yo en la Iglesia Católica. 

Rebautizada mormona
»En fin, en esa fase, después de 4 o 5 charlas, te invitan a bautizarte como mormón. Para eso, te hacen antes una entrevista previa. Has de decir que crees en el Libro de Mormón y que aceptas al profeta Joseph Smith. También te preguntan si has matado a alguien, si has abortado, si has tenido relaciones sexuales. Creo que ellos no quieren aceptar a cualquiera, a gente que ha tenido una vida muy poco virtuosa, excepto si son parientes de alguien. Pueden rechazarte. Me parece que a las personas con inclinaciones homosexuales las rechazan a todas o casi todas, por ejemplo.
»A mí me aceptaron y organizamos mi bautismo mormón. Mi papá no vino: les dijo que éramos católicos “de la Virgen y del Señor de los Milagros”. De mi familia solo vino mi mama ¡y mi madrina del bautismo católico! Hoy digo: ¿qué barbaridad, no? Mi madre lloraba: “hija, pero si yo te di los sacramentos en la Iglesia católica”. Y yo le respondía: “¿prefieres que me vaya de discoteca cada sábado, por ahí?”. Con eso la presionaba. Ellos me veían feliz, y veían que los jóvenes mormones parecían gente buena. Era una falsa elección: o ellos, o el mundo de la noche y las discotecas.
»En el bautismo mormón entras en una piscinita de cuerpo completo, con una túnica blanca. Tú escoges qué hombre te bautiza: yo escogí a los dos misioneros que conocía. Te echan para atrás, como hacen los baptistas y otros protestantes, y te sumergen y dicen: “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, pero, atención, porque ellos no piensan que es un único Dios; para ellos son tres dioses distintos. A Joseph Smith se le aparecieron el Padre y el Hijo en un bosque, hay un dibujo típico que lo ilustra, como dos cuerpos distintos. Cada vez que en el Antiguo Testamento se dice que Moisés vio la cara de Yahvé, o que Dios señaló con su dedo, o dio la espalda al pueblo, etc., ellos interpretan que Dios Padre tiene cuerpo, con dedos, cara, espalda, etc.
»En cuanto empiezas a ir a los mormones te animan a pasar con ellos mucho tiempo. Te hacen estar cómodo, es como tener otra familia. Ellos no creen que Dios habita en ti y te transforma y hace santo. No, ellos creen que por sus propias fuerzas serán perfectos, que ya lo están siendo, porque cada uno va a ser un dios. Y claro, esa perfección es imposible, pero esa es la fachada que intentan dar.
»Son muy exigentes en el control de la sexualidad: cualquier encíclica católica sobre el tema es mucho más humana, más comprensiva. Ellos son más tajantes, te controlan demasiado, como un robot. A las chicas las animan a estudiar, sí, pero lo ideal que plantean es que enseguida se casen y que tengan muchos hijos. 

Muchos manuales para estudiar
»Una vez bautizado, te dan muchos manuales para estudiar, algo que haces cada domingo en su escuela dominical. Mi experiencia, y lo vi con otra gente poco dada a los estudios, es que los primeros meses al menos hay mucho interés y se leen los libros. Ellos ofrecían también un servicio para ayudar a encontrar y ayuda a la gente.
»Enseguida te dan un “llamamiento”, que es un cargo, en mi caso era una función con jóvenes. Un año después me hicieron misionera de barrio: a tus ratos libres acompañas a los misioneros en sus visitas a las personas interesadas, que en su vocabulario se llaman “investigadores”. Los acompañantes sirven para hacerse amigos de los “investigadores” (es decir, las personas no mormonas), invitarles, tender lazos, etc…
»También aprendí a rezar al estilo mormón, siguiendo un tríptico que lo explicaba. Hay que hacer una breve oración al levantarte, otra al acostarte y otra en cada comida. La estructura es siempre igual: “Padre Celestial, te damos gracias por tal cosa, te pedimos tal otra, en el nombre de Jesucristo”. En las comidas, das gracias por la comida. Se dice siempre “Padre Celestial”, no “Padre nuestro”.

El culto mormón
»El domingo hay una reunión de unas tres horas. La llaman “reunión sacramental”. Se juntan todos los miembros de una zona. No hay un oficiante sino un par de conferenciantes o discursante, los que les toque ese día. Uno habla del ayuno, otro del diezmo (un tema muy insistente). Otro día pueden hablar del bautismo de los muertos o del “sellamiento”, como llaman al matrimonio. Al final, siempre alguien “da testimonio”, pero eso no consiste en contar su experiencia sino simplemente en exponer, de una forma muy repetitiva, que dé seguridad, semana tras semana, que crees en Joseph Smith, en el Libro de Mormón y en su iglesia.
»Después me tocó ser misionera en el extranjero. Es algo que todos han de hacer: 2 años los hombres; uno y medio, las mujeres. Se realiza poco antes de acabar tus estudios. Te mirarían muy mal si no lo haces. Normalmente uno se casa después, a las chicas les animan a casarse con jóvenes que ya han misionado, porque son más maduros en la fe.
»Los misioneros mormones son, sobre todo, esos chicos y chicas jóvenes. También hay adultos ya jubilados que van como misioneros unos años al extranjero. Y hay además matrimonios mayores, a veces pre-jubilados, que pueden ser presidentes de misión. No hay misioneros “de por vida”. Tampoco hay “pastores”. Lo más parecido es el “obispo”, pero no se mantiene con los diezmos, sino con un oficio. Los diezmos son para mantener las “capillas” (centros locales) y el resto va todo a la central a Estados Unidos. Por eso no hay escándalos de pastores con vehículos o gustos lujosos. 

Pagar las misiones a tu hija
»En 2006, yo llevaba ya un año y medio de miembro, y mi novio era un mormón peruano que ya había sido misionero. Quedamos en que yo haría la misión y quizá luego nos casaríamos. El me animó a ir a la misión. Es caro: parte lo pagas tú, otra parte tus padres y otra la iglesia. Yo tenía ahorrados como 500 euros, mucho para Perú, que gasté en esto. Mis padres debían comprometerse a 100 euros mensuales. Mi madre lloraba: les quitaban a la hija y además había que pagar por ello. Y había que comprar mucha ropa y materiales, gastos que impacientaban a mi mamá. “Es una vez en la vida”, le decía yo.
»Primero me mandaron a Colombia casi un mes a formarme. Era como un internado donde estábamos muchos muchachos y muchachas de Perú, Colombia, Venezuela… Nos enseñaban cómo convencer a la gente, con unos vídeos, cómo hablar, qué hacer si te sale mal. Era muy pesado, pero yo estaba contenta. Te enseñaban las escrituras que hemos comentado y cómo responder las preguntas de los “investigadores” (la gente no mormona).
»Los mormones no quieren que les refutes mucho; el mormón da sus citas, y si le hacen preguntas dicen lo de “récelo y verá que es verdad”. Ellos dicen que no tienen que perder tiempo refutando doctrinas. Apenas intentan tapar dudas con la Biblia o el Libro de Mormón. Nos enseñaban a hablar sólo de Joseph Smith, de la nueva revelación completa, del Libro de Mormón.
»Nos explicaban que la enseñanza cristiana se pervirtió con Constantino en el siglo IV, que se corrompió el cristianismo. Luego aprendí que esto lo tomaron de otros protestantes. Allí nos enseñaron que Calvino y Lutero apenas “prepararon” el camino para la recuperación del cristianismo, que llega con Joseph Smith. 

La compañera inflexible
»Llegué de misionera a Guayaquil, Ecuador, en marzo de 2007. Me pusieron una compañera chilena, de mi edad, muy reglista y exigente, que no admitía ningún decaimiento ni cansancio. Era hija de mormones, con nueve hermanos, crecida en familia mormona, no como yo. Los misioneros van en parejas, a todas horas excepto al baño. Espanta peligros, pero también “tentaciones”.
»Cada día a las 6,30 de la mañana nos levantábamos a estudiar lo que hablaríamos en la calle. A las 9,30 salíamos, tratábamos a la gente, de pie, caminando, con el calor de Guayaquil. Un descanso para almorzar, y seguir hasta la noche. De noche nos arrodillábamos y rezábamos pidiendo más “investigadores”. Si nos peleábamos entre nosotras, ese era un momento para pedirnos perdón. Aunque los lunes era día de descanso y otros misioneros hacían turismo, ella me ponía a estudiar. Y así, siendo misionera en Guayaquil, se quebró mi confianza en la fe mormona. 

La anciana católica resistente
»La primera “caída” fue por una señora de unos 75 años, que era muy católica, aunque uno de sus hijos era evangélico y el otro era obispo mormón. Este obispo nos insistía y mi compañera se había encaprichado con conquistarla, y le llevaba postres y la visitábamos mucho.
»Cuando un católico se pone muy firme, nos habían enseñado en que hay que insistir en que la Iglesia católica ya no era de Cristo, que no lo era desde Constantino, que todo era malo desde entonces: las imágenes, la Virgen, el bautismo de niños, etc.
»Y mi compañera insistía tanto que yo recordé mi propio pasado católico y me emocioné. Y se lo dije a ella, a la compañera chilena, llorando: “si convenzo a esta señora siento que estoy traicionando algo mío”, dije. Mi compañera quedó de piedra. “Es normal, hace poco que eres miembro, eres de familia católica, yo hablaré con la señora”, respondió ella. No sirvió de nada: la señora llegó a la entrevista bautismal por insistencia de su hijo y sin convencimiento, pero como dijo que no pensaba ni dejar de fumar (algo importante), la rechazaron. Y la dejamos. 

Evangélicos y testigos, ¡mucha Biblia!
»El caso es que descubrí que casi no teníamos argumentos ni respuestas. Los testigos de Jehová nos ponían cabeza abajo, no aceptaban ni a Joseph Smith ni su libro y no estábamos preparadas para refutarles nada. Y también los evangélicos nos refutaban y yo pensaba: ¿somos misioneras, entrenadas, pero no sabemos responder cosas supuestamente básicas de la Biblia? Y empecé a dudar. Esa era mi segunda “caída”, ver que no teníamos respuestas. Y lloré otra vez: “estoy dudando de la fe”.
»La misión, que debía reforzar mi fe mormona, la estaba destruyendo. Y me preguntaba: “¿estaré haciendo bien al querer cambiarles su fe?, ¿tengo derecho a cambiar su vida? ¡Si hasta yo dudo!”.
»Yo ya me había empezado a fijar en cosas: que los mormones casi no usan la Biblia, que habían tenido poligamia en un pasado reciente, que había doctrinas ocultas. Y yo me di cuenta que me gustaban y me emocionaban las campanas en las iglesias católicas, y ver la gente que salía en procesión, devota del Divino Niño. Y la Virgen. Me preguntaba: “¡cómo voy a decir que esto es malo y pagano!”.
»Y en un encuentro con el obispo mormón le dije: “siento que miento cuando hablo”, y dije que quería dejar la misión. Pedí a mi compañera: “Dile al presidente de la misión que me vuelvo a mi país, que me siento un robot”. 

Defendiendo al Papa
»El presidente de la misión intentó disuadirme para que no marchase. Pero yo no le dije simplemente “añoro a mi familia” o “estoy cansada”. Yo defendí a la Iglesia católica. Le dije que ya no quería hablar mal de la Iglesia católica, que yo pensaba bien del Papa, y que en la Iglesia católica hay santos y gente buena. Y eso le enfadó.
»Él me insistió, que la Iglesia y el Papa son la Ramera de las escrituras, que mis sentimientos venían del demonio, que si volvía al catolicismo mi vida sería un desastre en todos los sentidos. Durante una semana cada noche mi compañera me intentaba convencer; le daban instrucciones de cómo convencerme. Y le dije: “sal de mi cuarto que me confundes”. Y esos días, después de varios años, empecé a rezar a la Virgen, a pedirle que me protegiera, porque mi compañera se ponía muy sectaria y tenía miedo de que llegara a pegarme. Me dije: “en cuanto llegue a Perú con mi familia lo del mormonismo se va a acabar”. Ya sabía que no podría encajar.

De vuelta a casa: un año de insistencia
»Al final me pagaron el vuelo a Perú. Y fui a mi casa. Allí los mormones me enviaron a mi novio, a los amigos, a mi mejor amigo. Yo dudaba. ¿Volver? Pero ahora ellos me daban miedo, no seguridad. Ya mi hermano me había dicho: es una secta. Insistieron casi un año. Pero yo ni les recibía, ni a mi antiguo novio: no quería recaer por amistad. Mis papás me dijeron: corta con todos ellos. Mis padres cobraron la fuerza que antes no habían tenido.
»Estuve un buen tiempo aislada en mi casa, sólo con Internet, leyendo de gente que salía de sectas. Hablé con el párroco de mamá, pero sólo me dijo: “bienvenida, no te sientas mal”. No me dio más formación. Yo necesitaba una atención especial, acababa de salir de un grupo muy cerrado e intenso.
»Mis padres se estaban convirtiendo, avivando su fe católica en las catequesis del Camino Neocatecumenal, pero tampoco ellos me daban respuestas. Yo creía que la Iglesia católica era verdadera, y que la evangélica también lo era, porque leía muchos testimonios de ex-mormones en Internet que eran evangélicos. No había ningún “carisma” católico que me limpiase de mi experiencia mormona. Pero los pastores evangélicos tampoco me inspiraban confianza.

Los que sabían de sectas
»Y un día mi madre me dio un folleto sobre sectas de los Apóstoles de la Palabra, un apostolado católico muy basado en la apologética, en la defensa de la fe. Busqué su dirección. “Viven aquí en la esquina”, me dijeron. Llegué en bici, y allí estaban las Hermanas de los Apóstoles. Mi historia les asombró. “Nunca nos había llegado alguien con esta necesidad. Ven con nosotras los sábados”, me invitaron. Y fui a sus charlas: entendí la enseñanza católica sobre las imágenes, Dios, la naturaleza de Cristo, me dieron libros, todo bien explicado. Y ahora, cuando venían los mormones, ya no los rehuía: los enfrentaba, les sacaba la Biblia, les refutaba.
»Hoy, mirando al pasado, creo que lo que mas me ayudó fue la presencia de la Virgen María, que he reconocido después. Al volver al catolicismo, vi películas sobre ella, le recé… María, creo, es lo que más me ha alegrado recuperar, y ella me ha atraído a través de sus imágenes.
Publiqué mi testimonio en algunas webs católicas, y conocí por Internet a quien hoy es mi esposo. Él también había estado cerca de los mormones por un amigo suyo y a mí me ayudó con argumentos y amistad. Él es español, de León. Después de tres años de novios “cibernéticos” nos casamos en Lima y ahora vivimos en Madrid. Somos catequistas de niños de Primera Comunión en la parroquia de San Romualdo. Y les damos pequeñas enseñanzas de una fe razonable, para defender la fe de la Iglesia de todo tipo de ataques.

La invalidez del bautismo mormón: comentario canónico



"El bautismo mormón es inválido" 
(Congregación para la Doctrina de la Fe)

por Luis Santamaría 

Continuamos con los comentarios a la Respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la validez del bautismo de los mormones. Y después del comentario teológico escrito por el P. Luis F. Ladaria, publicamos ahora el comentario canónico del P. Urbano Navarrete. Hasta ahora no se encontraban en Internet en español, sino en papel en diversos boletines oficiales de Obispados, y en la revista Relaciones Interconfesionales (nº 62, septiembre-diciembre 2001), que es de donde los hemos copiado.
Además, para los que deseen profundizar en este interesante asunto desde los parámetros del Derecho Canónico, recomendamos un amplio artículo académico escrito por el P. Jorge de Salas, vicario judicial de la Diócesis de Estocolmo, titulado “La invalidez del bautismo y sus implicaciones canónicas en el matrimonio. Sobre la Respuesta de la CDF a una duda acerca del bautismo conferido por la ‘Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días’, 5.VI.2001″ (PDF), y publicado en la revista Fidelium Iura.


Respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe a una duda acerca de la validez del bautismo administrado por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

URBANO NAVARRETE

1. Persistencia de la duda
La Congregación para la Doctrina de la Fe ha dado respuesta negativa a la duda de si el bautismo otorgado en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, conocidos como Mormones, pueda considerarse válido.
La respuesta supone afrontar una norma pastoral y administrativa de la Iglesia católica no clara y unitaria al respeto.
En un anterior artículo (L. Ladaria, La cuestión de la validez del bautismo administrado en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, L’Osservatore Romano, 16-17 de julio de 2001) ya se han expuesto las razones histórico-doctrinales que fundamentan dicha respuesta. Me limito a ilustrar los efectos pastorales, administrativos y judiciales que pueden derivarse en la Iglesia católica, especialmente en el campo matrimonial.

2. Efectos pastorales y jurídicos de la «Respuesta»
La Respuesta, prescindiendo de otras consideraciones, tiene un valor pastoral y canónico de gran alcance.
Ante todo se realza la decisión final de dar unidad a la norma pastoral, administrativa y judicial en la Iglesia respecto de los Mormones, especialmente en caso de pregunta sobre la admisión en la Iglesia católica o en caso de solicitud de matrimonio con un católico. Por los efectos canónicos que ello comporta, su aplicación reviste carácter estrictamente obligatorio para todos los que tienen responsabilidad administrativa o judicial en la Iglesia.
No se trata, en efecto, de una decisión solamente doctrinal, sino de una medida de gran relieve canónico, especialmente en el campo matrimonial. Hay que hacer notar que la decisión de la Congregación para la Doctrina de la Fe no establece una presunción, en el sentido técnico del término, como «conjetura probable sobre una cosa incierta» (canon 1584); pero afirma una verdad cierta que debe regir la actividad administrativa y judicial de toda la Iglesia en los casos en los que se ha de tener presente el bautismo de los Mormones en relación con la Iglesia. Basta que conste con certeza que un bautismo ha sido administrado en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, para creerlo inválido a todos los efectos, sin ulteriores investigaciones. Por tanto, de ahora en adelante, en la problemática relativa al bautismo de los Mormones, la duda sobre el bautismo puede versar solamente sobre el hecho de haber sido administrado en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, pero no sobre la invalidez del mismo, si consta que ha sido administrado en ella.

3. Catecumenado y sacramentos de la iniciación
La Respuesta supone que los Mormones a todos los efectos de la práctica pastoral, administrativa y judicial de la Iglesia no deben ser considerados miembros de una “comunidad eclesial no en plena comunión con la Iglesia católica”, sino sencillamente como no bautizados. Luego si un mormón quiere hacerse católico no pueden serle aplicadas las normas sobre la admisión en la Iglesia de los cristianos no católicos, sino sencillamente las normas para los no bautizados en absoluto que piden el bautismo en la Iglesia y se preparan para recibirlo, es decir, las normas de los catecúmenos(cf cánones 606, 788, 1183.1).
Es de notar que en este caso la catequesis tiene que ser mucho más intensa y esmerada, en cuanto se trata en primer lugar de corregir y desarraigar los errores, muy graves, que subyacen en los mismos términos que la Iglesia emplea. Si la Conferencia Episcopal, según el canon 788.3, ha emanado estatutos para ordenar el catecumenado, será necesario adaptarlos pastoralmente a los catecúmenos procedentes de los mormones, en cuanto es completamente necesario para ellos una catequesis muy específica que tenga en cuenta los errores doctrinales en que el catecúmeno ha podido incurrir. Obviamente el catecumenado bien hecho prepara a la recepción de los sacramentos, especialmente a los sacramentos de la iniciación (cánones 851.1°; 866).
Propiamente porque según la Respuesta los Mormones son considerados no bautizados, no gozan del favor que el derecho concede a los miembros a una comunidad eclesial no católica de poder asistir al bautismo, junto con un padrino católico, en calidad de testigo del bautismo (canon 874,2). Por el mismo motivo no se puede aplicar a los Mormones los cánones que regulan la communicatio in sacris acerca de los sacramentos de la penitencia, de la eucaristía y de la unción de los enfermos a los cristianos no católicos (cánones 844-845), puesto que los Mormones son considerados como no bautizados.

4. Matrimonio
a) Cuestión previa
En el ámbito del matrimonio, la decisión de la Congregación para la Doctrina de la Fe tiene una gran importancia, tanto en el campo administrativo como en el judicial. Tal motivo suscita una cuestión previa: ¿esta decisión también se aplica a los matrimonios celebrados antes de su publicación o solamente los matrimonios celebrados después? Ciertamente la Respuesta no es una ley ni una interpretación auténtica de una ley positiva dudosa, que afectaría solamente al futuro (cánones 9 y 16). Se trata de una decisión que presupone una duda relativa a la doctrina sobre el valor del bautismo de los Mormones. Ahora bien, el bautismo era el mismo tanto antes como después de la Respuesta. Los estudios al respeto han llevado a la certeza moral que tal bautismo es no válido, aunque la materia remota y próxima y las palabras de la forma tomaron materialmente los de la Iglesia Por tanto, la Respuesta se aplica a los matrimonios celebrados por los Mormones sea antes o después de su publicación.
b) Admisión al matrimonio
Supuesto lo anterior, la primera consecuencia que debe ser subrayada es que el matrimonio de los Mormones contraído entre ellos o con otra persona válidamente bautizada no es matrimonio sacramental (canon 1055), y por lo tanto las propiedades esenciales del matrimonio, la unidad y la indisolubilidad, no consiguen la “peculiar estabilidad por razón del sacramento” que es propio del matrimonio cristiano (canon 1056). En otras palabras, el matrimonio contraído entre pertenecientes a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días o con una parte bautizada no es matrimonio rato ni tampoco rato y consumado, aunque «si los cónyuges han realizado de modo humano el acto conyugal apto de por sí para engendrar la prole, al que el matrimonio se ordena por su misma naturaleza» (cf. canon 1061).
Para celebrar el matrimonio de un católico con un mormón, el párroco deberá estar particularmente atento para no aplicar las normas de los matrimonios mixtos, relativas al matrimonio «entre dos personas bautizadas, una de las cuales haya sido bautizada en la Iglesia católica o recibida en ella después del bautismo y no se haya apartado de ella mediante un acto formal, y otra adscrita a una Iglesia o comunidad eclesial que no se halle en comunión plena con la Iglesia católica» (canon 1124). El matrimonio en este canon está ciertamente prohibido sin la licencia del Ordinario del lugar, quien, cumplidas las condiciones prescritas, puede concederla si hay causa justa y razonable; pero el matrimonio sería válido aunque se haya celebrado sin tal licencia ya que la prohibición no constituye una ley invalidante (cf. cánones 1125-1126).
Deben, en cambio, ser aplicadas las normas relativas a los matrimonios a los que se opone el impedimento de disparidad de culto, según el canon 1086: «es inválido el matrimonio entre dos personas, una de las cuales fue bautizada en la Iglesia católica o recibida en su seno y no se ha apartado de ella por acto formal, y otra no bautizada» (§ 1). Los mormones son considerados no bautizados, por lo que el matrimonio de uno de ellos con un católico sin la dispensa del impedimento, concedida por la autoridad competente –el Ordinario del lugar– es inválido, no ilícito. El Ordinario del lugar no debe conceder la dispensa si no consta el cumplimiento de las condiciones de que tratan los cánones 1125-1126; sin embargo la omisión de este requisito previo no hace nula la concesión de la licencia (§ 2). Además, hay que hacer notar en razón de la Respuesta que no es de aplicación a los Mormones el caso previsto en el § 3: «Si al contraer el matrimonio una parte era comúnmente tenida por bautizada o su bautismo era dudoso, se ha de presumir, conforme al canon 1060, la validez del matrimonio, hasta que se pruebe con certeza que uno de los contrayentes estaba bautizado y el otro no». Hoy no hay duda sobre la no validez del bautismo de los Mormones, por lo que el caso previsto en esta norma de por si no se pone cuando se trata de un matrimonio entre un católico y un mormón.
c) Forma de celebración
Supuesta la dispensa del impedimento de disparidad de culto, es particularmente delicada la celebración de tal matrimonio por cuanto afecta a la forma canónica y litúrgica.
Por una parte no hay duda que la forma canónica es obligatoria para la validez del matrimonio entre un católico y un mormón (canon 1117); sin embargo, el Ordinario del lugar puede dispensar, observando las condiciones prescritas en el canon 1127.2. Deberá tener bien presente que, aunque socialmente quizás los Mormones puedan ser considerados cristianos, en el foro eclesiástico son considerados no bautizados y por lo tanto en la dispensa de la forma canónica se deberán aplicar los criterios que la Conferencia Episcopal haya establecido para la dispensa de la forma en los matrimonios entre un católico y un no bautizado (cánones 1128 y 1127.2).
En cuanto a la forma litúrgica, hay que tener presentes las diferencias que ya el canon 1118 o los libros litúrgicos establecen entre el matrimonio de un católico con un bautizado no católico, y el matrimonio de un católico con un no bautizado. Según el canon 1118 el matrimonio entre católicos o entre una parte católica y otra parte bautizada no católica se debe celebrar en la iglesia parroquial; con licencia del Ordinario del lugar o del párroco puede celebrarse en otra iglesia u oratorio (§ 1); sin embargo, el Ordinario del lugar puede permitir la celebración del matrimonio en otro lugar conveniente (§ 2); en cambio, la celebración en una iglesia no es obligatoria, sino permitida, si se trata de un matrimonio entre una parte católica y otra no bautizada (§ 3). Luego, el matrimonio de un católico con un mormón, prescindiendo de la norma que antes se haya seguido, después de la Respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe, debe ser aplicada la norma del § 3 del canon 1118.
d) Privilegio paulino
Es doctrina católica que «el matrimonio rato y consumado no puede ser disuelto por ningún poder humano, ni por ninguna causa fuera de la muerte» (canon 1141), mientras los matrimonios no ratos aunque consumados, en determinados supuestos, pueden ser disueltos por la potestad concedida por Cristo a la Iglesia. La Respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe tiene una relevancia particular en este punto. Dado que el bautismo de los Mormones es considerado no válido a todos los efectos administrativos y judiciales, por cuanto atañe a su eventual comprensión, su matrimonio es tratado como todos los matrimonios que no son ratos aunque consumados. En primer lugar puede tener aplicación el privilegio paulino, si se cumplen las condiciones requeridas.
La primera condición para que pueda ser aplicado el privilegio paulino es que el matrimonio haya sido celebrado entre dos no bautizados. En el caso de los Mormones las posibilidades son dos: que el matrimonio haya sido celebrado entre dos mormones o entre un mormón y otro no bautizado. Para simplificar, tomamos solamente en consideración la boda entre dos Mormones.
La segunda condición es el bautismo de uno de los cónyuges. Repetimos que en el caso presente no se trata, a pesar de las apariencias, de la admisión en la plena comunión de la Iglesia de un cristiano miembro de una comunidad eclesial que no está en plena comunión con la misma, sino de la conversión y bautismo de un no bautizado, con la particular dificultad que hemos subrayado al hablar del catecumenado, que en este caso viene agravada por el hecho de que se trata de una persona casada con un cónyuge que está en los errores de los Mormones, de los que el cónyuge bautizado ha debido librarse para aceptar la verdad de la fe cristiana.
Superado el catecumenado y recibido el bautismo, puede ser aplicado el privilegio paulino si solicita el así llamado “discessus” (o separarse) del cónyuge que queda mormón. Tal “discessus” se averigua si «no quiere cohabitar con la parte bautizada o cohabitar pacíficamente sin ofensa del Creador, a no ser que ésta, después de recibir el bautismo, le hubiera dado un motivo justo para separarse» (canon 1143.2). También sobre este punto, el caso de un cónyuge mormón que se bautiza de por sí parece que debe comportar peculiares dificultades para el cónyuge bautizado, especialmente si es ferviente creyente y practicante de la doctrina de los Mormones, quiere cohabitar pacíficamente con la parte bautizada sin ofensa del Creador. Un simple pagano, en efecto, generalmente tiene ignorancia más que errores arraigados en materias religiosas, especialmente relativas al cristianismo; en cambio, un mormón tiene un conjunto de errores, generalmente muy arraigados, expresados más con términos tomados de la Revelación y de la teología cristiana. Una pastoral esmerada deberá acompañar de modo muy peculiar a la parte bautizada, iluminándola sobre la posibilidad de solución que le ofrece el privilegio paulino, si realmente la vida con el cónyuge no bautizado se pone muy difícil por el ejercicio de la vida cristiana.
Para que el cónyuge bautizado pueda contraer válidamente nuevo matrimonio, se debe siempre interpelar a la parte no bautizada si quiere recibir el bautismo; o si al menos quiere cohabitar con la parte bautizada pacíficamente, sin ofensa al Creador (canon 1144.1). En el caso de los Mormones, por cuanto concierne a la pregunta de si quiere recibir el bautismo, será pastoralmente necesaria una explicación profunda, y también una verdadera catequesis, sobre el sentido del nuevo bautismo, esencialmente diferente del recibido en su Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días. En la práctica no parece fácil que se puedan dar casos en los que, por un lado, la parte bautizada tenga fundamento suficiente para intentar un eventual futuro matrimonio cristiano y, por otro lado, que el cónyuge no bautizado también se decida a recibir el bautismo de cara a esta eventualidad. Por lo común el no bautizado responderá negativamente. También la pregunta de si quiere cohabitar pacíficamente con la parte bautizada, sin ofensa al Creador, por lo general responderá negativamente. Todavía más diverso el caso, también entre los Mormones, que de cara a la posibilidad de que goza el cónyuge bautizado de contraer segundo matrimonio, el cónyuge no bautizado acepta las condiciones de cohabitar pacíficamente, respetando las exigencias religiosas del otro. En esta hipótesis, probablemente poco frecuente, se requiere una atención pastoral muy atenta hacia la parte bautizada para sostenerla en su convivencia conyugal que sin duda no será fácil, a causa de la diversidad de la fe y de los sentimientos religiosos.
Obviamente tal interpelación puede ser omitida cuando conste al menos «por un procedimiento sumario y extrajudicial, que no pudo hacerse o que hubiera sido inútil» (canon 1144.2). Si la parte no bautizada contesta negativamente a la interpelación o ésta ha sido omitida legítimamente, «la parte bautizada tiene derecho a contraer nuevo matrimonio con otra parte católica» (canon 1146) y el primer matrimonio será disuelto en el mismo momento de la celebración del segundo (canon 1143.1).
El Ordinario del lugar, observado la normativa de los matrimonios mixtos, puede conceder que la parte bautizada pueda contraer matrimonio, aplicando el privilegio paulino, con una parte no católica, bautizada o no bautizada (canon 1147). En el caso de los Mormones, difícilmente será aconsejable conceder la dispensa del impedimento de disparidad de culto porque la parte bautizada pueda contraer un segundo matrimonio con otro mormón. La convivencia conyugal con uno que profesa los mismos errores de los que el neófito con mucha dificultad ha logrado librarse comportaría peligros no indiferentes para su fe y para la práctica de su vida cristiana.
Actualmente los Mormones no admiten la poligamia. Para que el privilegio de que goza el no bautizado que tenga al mismo tiempo más mujeres no bautizadas, según el cual, si recibe el bautismo en la Iglesia católica, puede retener una cualquiera, apartando a las otras (canon 1148), no puede tener aplicación a los Mormones. En cambio, puede serles aplicable el otro privilegio previsto en el derecho (canon 1149), según el cual en caso de dos cónyuges no bautizados, si uno de ellos, recibido el bautismo en la Iglesia católica, no puede establecer la cohabitación con el otro cónyuge a causa de la cautividad o de la persecución, puede contraer otro matrimonio, aunque la otra parte hubiera recibido entre tanto el bautismo, quedando firme que después del bautismo de los dos no se haya dado la consumación de su matrimonio.
e) Disolución del matrimonio “en favor de la fe”
Hay matrimonios celebrados entre dos no bautizados que, aunque uno de ellos se bautiza, no cumplen las condiciones del privilegio paulino. Además hay matrimonios celebrados entre un bautizado y un no bautizado a los que no se puede aplicar el privilegio paulino, ya que tiene como punto de partida un matrimonio celebrado entre dos no bautizados. Tales matrimonios, en determinados supuestos, pueden ser disueltos por la potestad suprema del Romano Pontífice. En el caso de los Mormones, aplicando la Respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe, hay que verificar si se trata del matrimonio entre dos Mormones o de un matrimonio entre un mormón y un bautizado ya sea o no católico. Dado que es cierto que el bautismo de los Mormones no es válido, si hay certeza de que el matrimonio entre dos Mormones y el matrimonio de un mormón con un bautizado no es rato y es susceptible de ser disuelto como los otros matrimonios entre dos no bautizados o bien entre un bautizado y un no bautizado, hay que verificar las condiciones requeridas.
Después de la Respuesta no puede haber duda que, por los casos que puedan presentarse, a los matrimonios de los Mormones se deben aplicar las Normas de la Congregación para la Doctrina de la Fe relativas a la disolución del matrimonio “en favor de la fe”. Por economía procesal será oportuno que en las Curias diocesanas los casos de los Mormones han de ser instruidos con particular diligencia, especialmente en lo que concierne a la prueba del bautismo recibido en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, punto clave para tener la certeza que la persona en cuestión no ha sido bautizada válidamente. Los otros elementos de prueba son aquellos requeridos en las Normas para todos los casos.
f) Causas de nulidad
La Respuesta podría dar lugar a algunas causas de nulidad de matrimonios celebrados entre Mormones y católicos, ya sea de matrimonios celebrados después de la publicación de la misma. La causa principal de tales nulidades sin duda viene constituida por la no difícil confusión entre las dos clases de matrimonios mixtos: entre un católico y un inscrito en una comunidad eclesial no en plena comunión con la Iglesia católica (canon 1124) y entre un católico y uno bautizado (canon 1086). Como hemos señalado antes, el matrimonio entre católicos y otros bautizados no católicos está prohibido sin licencia del Ordinario del lugar, pero es válido aunque se celebre sin tal licencia, mientras el matrimonio entre un católico y un no bautizado no sólo está prohibido, sino que la prohibición comporta un impedimento que, si no interviene la dispensa, hace nulo el matrimonio. Por tanto, si un matrimonio entre un católico y un mormón hubiera sido contraído en el pasado o lo fuera en el futuro como matrimonio entre católico y bautizado, y por lo tanto sin la despensa del impedimento de disparidad de culto, tal matrimonio deberá ser sanado en raíz, si se verifican las condiciones requeridas, o de otro modo será susceptible de una causa de nulidad. Dejando otros capítulos de nulidad, no parece que sean causas específicas en los matrimonios entre católicos y Mormones que pudieran ser fundamento de una nulidad particular.

Original italiano publicado en L’Osservatore Romano

Joseph Ratzinger: el bautismo mormón es inválido




 por Luis Santamaría

Publicamos la Respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el dicasterio vaticano encargado de velar por la integridad de la fe católica, además de los excelentes artículos que publicó en su día L’Osservatore Romano con sendos comentarios firmados por el P. Luis F. Ladaria y por el P. Urbano Navarrete, desde los puntos de vista teológico y canónico respectivamente.
Por eso, tras reproducir el brevísimo documento oficial, presentamos el comentario teológico escrito por el P. Ladaria. Más adelante haremos lo mismo con el comentario canónico del P. Navarrete. Hasta ahora no se encontraban en Internet en español, sino en papel en diversos boletines oficiales de Obispados, y en la revista Relaciones Interconfesionales (nº 62, septiembre-diciembre 2001), que es de donde los hemos copiado. 

CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE
RESPUESTA A UNA DUDA sobre la validez del bautismo conferido por «La Iglesia de Jesucristo de los Santos del Ultimo Día», conocida como «Mormones»

Pregunta: ¿Es válido el bautismo conferido en la comunidad llamada «La Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días», conocida generalmente come «mormones»?
Respuesta: No.
El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en la audiencia concedida al infrascrito Cardenal Prefecto, aprobó y ordenó publicar la presente Respuesta, decidida en la Sesión Ordinaria de esta Congregación.
Sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, 5 de junio de 2001.

+ Joseph Card. RATZINGER 
Prefecto
+ Tarsicio BERTONE, S.D.B. 
Arzobispo emérito de Vercelli
Secretario



La cuestión de la validez del bautismo administrado en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
LUIS F. LADARIA
La Congregación para la Doctrina de la Fe ha dado respuesta negativa a una “Duda” acerca de la validez del bautismo administrado en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, mejor conocida como Mormones. Puesto que esta decisión cambia la práctica del pasado de no denegar la validez de tal bautismo, parece conveniente explicar los motivos que han llevado a ella y el consiguiente cambio de práctica.
Una tal explicación aún se hace más necesaria, si se tiene presente que los errores de índole doctrinal no han sido suficientes para denegar la validez del sacramento del bautismo. En efecto, ya en la mitad del siglo III el papa Esteban I, oponiéndose a las decisiones de un sínodo africano del año 256, recuerda que tiene que ser mantenida la antigua práctica de imponer las manos en señal de penitencia, pero no de rebautizar al hereje que viene a la Iglesia católica. Así aprovecha al que lleva el nombre de Cristo por la fe y la santificación, que quienquiera haya sido bautizado en el nombre de Cristo, en cualquier parte que sea, ha conseguido la gracia de Cristo (1). El mismo principio se mantuvo en el sínodo de Arles del 314 (2). Es bien conocida la lucha de San Agustín contra los donatistas. El obispo de Hipona afirma que la validez del sacramento no depende ni de la santidad personal del ministro, ni de su pertenencia a la Iglesia.
También los no católicos pueden administrar válidamente el bautismo. Se trata siempre del bautismo de la Iglesia católica, que no pertenece a los que se separan de ella, sino de la Iglesia de la que se han separado (3). Esta validez es posible porque Cristo es el verdadero ministro del sacramento: Cristo es el único quien realmente bautiza, aunque bautice Pedro o Pablo o Judas (4). El concilio de Trento, confirmando esta tradición, ha definido que el bautismo administrado por los herejes en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, con la intención de hacer lo que hace la Iglesia católica, es verdadero bautismo (5).
Los documentos más recientes de la Iglesia católica mantienen la misma doctrina. El Código de Derecho Canónico prescribe que no tienen que ser bautizados de nuevo los que han sido bautizados en comunidades eclesiales no católicas (a no ser en caso de duda acerca de la materia o la forma o la intención del ministro o del bautizado) (6). Ligado a este problema está inevitablemente el de quien puede ser ministro del bautismo en la Iglesia católica. Según el mismo Código, en caso de necesidad puede bautizar cualquiera, con recta intención (7). El Código de Derecho Canónico retoma los elementos fundamentales de la doctrina tridentina y señala más explícitamente cuál es la recta intención requerida: «en caso de necesidad, cualquiera, incluso un no bautizado, conque tenga la intención requerida, puede bautizar utilizando la fórmula bautismal trinitaria. La intención requerida es de querer hacer lo que hace la Iglesia cuando bautiza. La Iglesia encuentra la motivación de esta posibilidad en la voluntad salvadora universal de Dios y en la necesidad del bautismo para la salvación» (8). En razón de la necesidad del bautismo para la salvación, la Iglesia católica ha tenido la tendencia de reconocer siempre esta recta intención al administrar este sacramento, también en el caso de una falsa comprensión de la fe trinitaria, como por ejemplo en el caso de los arrianos.
Teniendo en cuenta esta arraigada norma de la Iglesia, aplicada sin ninguna duda a la multiplicidad de comunidades cristianas no católicas después de la llamada Reforma del siglo XVI, se explica fácilmente que cuando en los Estados Unidos de América apareció el movimiento religioso de Joseph Smith hacia 1830, en el que se aplicaron correctamente la materia y las palabras de la forma del bautismo, éste fuera creído válido según el criterio del bautismo de otras muchas comunidades eclesiales no católicas. Joseph Smith y Oliver Cowdery, según su doctrina, reciben el sacerdocio aarónico en 1829. Considerados tanto el estado de la Iglesia en los Estados Unidos en el siglo XIX como los medios de comunicación social de la época, aunque el nuevo movimiento religioso consiguiera un número considerable de adictos, el conocimiento que las Autoridades eclesiásticas pudieron tener de los errores doctrinales que se mostraron en aquel nuevo grupo necesariamente estuvo muy limitado durante todo el siglo. En los casos prácticos que pudieron presentarse, se aplicaba la respuesta del Santo Oficio de fecha 9 de septiembre 1868 para las comunidades cristianas del Japón que quedaron aisladas y sin sacerdotes en tiempo de la persecución de principios del siglo XVII. Según esta respuesta, 1) los dudosos que han sido bautizados válidamente, deben ser considerados cristianos; b) el bautismo tiene que ser considerado válido en orden a la validez del matrimonio (Gasparri, Fontes, IV, n. 1007).
En el siglo XX la Iglesia católica adquirió un conocimiento más profundo de los errores trinitarios que bajo los mismos términos contiene la doctrina propuesta por Smith y por lo tanto cada vez más fue apareciendo la duda sobre la validez del bautismo administrado por los Mormones, aunque la forma material de las palabras coincida con la empleada por la Iglesia. De ello se sigue que insensiblemente se creó una práctica no uniforme, en cuanto que los que tuvieron algún conocimiento personal de la doctrina de los Mormones creyeron inválido su bautismo, mientras la práctica común siguió aplicando el principio tradicional de la presunción de validez de tal bautismo, faltando una norma oficial al respeto. En los últimos años, en solicitud de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos ha emprendido un estudio profundo sobre esta delicada cuestión para llegar a una conclusión definitiva. Por su parte la Congregación para la Doctrina de la Fe ha sometido a nuevo examen el material llegado de los Estados Unidos, y por lo tanto se ha podido solucionar la duda propuesta.
¿Qué razones empujan ahora a esta posición negativa con respecto a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, que parece en contraste con la actitud de la Iglesia católica a lo largo de los siglos?
Según la doctrina tradicional de la Iglesia católica son cuatro los requisitos para que el sacramento del bautismo sea válidamente administrado: la materia, la forma, la intención del ministro y la recta disposición del sujeto. Examinamos brevemente cada uno de los cuatro elementos en la doctrina y en la práctica de los Mormones.
I. La materia. Sobre este punto no existe ningún problema. Se trata del agua. Los Mormones practican el bautismo por inmersión (9), que es uno de los modos de la celebración del bautismo (aplicación de la materia) que también la Iglesia católica acepta.
II. La forma. Hemos visto cómo en los textos magisteriales sobre el bautismo hay una referencia a la invocación de la Trinidad. La fórmula trinitaria es necesaria para la validez del sacramento (10). La fórmula usada por los Mormones podría parecer a primera vista una fórmula trinitaria. Dice textualmente: “habiendo sido encargado por Jesucristo, yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (11). Las semejanzas con la fórmula usada en la Iglesia católica son, a primera vista, evidentes, pero en realidad son solamente aparentes. No hay, en efecto, coincidencia doctrinal de fondo. No hay una verdadera invocación de la Trinidad porque el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, según la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, no son tres personas en las que subsiste la única divinidad sino tres dioses que forman una divinidad. Cada uno es diferente del otro, aunque existen en armonía perfecta (12). El mismo término divinidad tiene un contenido solamente operativo, no sustancial, porque la divinidad ha tenido origen cuando los tres dioses decidieron unirse y formar precisamente la divinidad para obrar la salvación del hombre (13). Esta divinidad y el hombre comparten la misma naturaleza y son sustancialmente iguales. Dios Padre es un hombre exaltado, natural de otro planeta, que ha adquirido su status divino por una muerte parecida a la humana, camino necesario para la divinización (14). Dios Padre ha tenido parientes, y esto se explica con la doctrina del retroceso infinito de los dioses que inicialmente fueron mortales (15). Dios Padre tiene una mujer, la Madre celeste, con la que comparte la responsabilidad de la creación.
Engendran dos hijos en el mundo espiritual. Su primogénito es Jesucristo, igual a todos los hombres, que adquirió su divinidad en una existencia pre-mortal. También el Espíritu Santo es hijo de padres celestes. El Hijo y el Espíritu Santo han sido engendrados después del principio de la creación del mundo por nosotros conocido (16). Cuatro dioses son directamente responsables del universo, tres de ellos ha establecido una alianza y forman así la divinidad.
Como fácilmente se ve, a la coincidencia de los nombres no corresponde de ningún modo un contenido doctrinal que pueda reconducirse a la doctrina cristiana sobre la Trinidad. Las palabras Padre, Hijo y Espíritu Santo tienen para los Mormones un sentido completamente diferente del cristiano. Las diferencias son tan grandes, que no se puede considerar tampoco que esta doctrina sea una herejía surgida por un falso entendimiento de la doctrina cristiana. La enseñanza de los Mormones tiene una matriz completamente diferente. No nos encontramos frente al caso de la validez del bautismo administrado por herejes, ya afirmada desde los primeros siglos cristianos, ni del bautismo administrado en comunidades eclesiales no católicas, contemplado en el canon 869.2.
III. La intención del ministro celebrante. Tal diversidad doctrinal, que concierne la misma noción de Dios, impide que el ministro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días tenga la intención de hacer lo que hace la Iglesia católica cuando administra el bautismo, es decir, de hacer lo que Cristo ha querido hacer cuando ha instituido y mandado el sacramento del bautismo. Eso todavía se pone mucho más evidente si se piensa que en su concepción el bautismo no ha sido instituido por Cristo, sino por Dios, y empezó con Adán (17). Cristo ha mandado sencillamente la práctica de este ritual; pero no se trata de una novedad. Es claro que la intención de la Iglesia al administrar el bautismo es ciertamente ejecutar el mandato de Cristo (cf. Mt 28,19), pero al mismo tiempo administrar el sacramento que el propio Cristo ha instituido. Según el Nuevo Testamento hay una diferencia esencial entre el bautismo de Juan y el bautismo cristiano. El bautismo de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, que tendría su origen no en Cristo sino al principio de la creación (18), no es el bautismo cristiano, que más bien niega su novedad. El ministro mormón, que debe ser necesariamente “sacerdote” (19), aunque formado severamente en la misma doctrina, no puede tener otra intención si no de hacer lo que hace la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, que es muy diferente con respecto a lo que entiende la Iglesia católica cuando bautiza, es decir, la administración del sacramento del bautismo instituido por Cristo, que significa la participación en su muerte y resurrección (cf. Rom 6,3-11; Col 2,12-13).
Podemos notar otras dos diferencias, no tan fundamentales como la anterior, pero tienen su importancia:
A) Según la Iglesia católica, el bautismo borra no solamente los pecados personales sino también el pecado original, y por tanto también los niños son bautizados para la remisión de los pecados (cf. los textos esenciales del concilio de Trento, DS 1513-1515). Esta remisión del pecado original no es aceptada por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días, que niega la existencia de tal pecado y por tanto bautiza solamente a las personas que tienen uso de razón, como mínimo a los ocho años, excluidos los minusválidos mentales. En efecto, la práctica de la Iglesia católica de otorgar el bautismo a los niños es una de las principales razones por la que los Mormones dicen que la Iglesia apostató en los primeros siglos y por lo que los sacramentos en ella celebrados son todos inválidos.
B) Si un fiel bautizado en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días ha renegado de su propia fe o ha sido excomulgado y desea volver, tiene que ser rebautizado (20).
También referido a estos últimos elementos, está claro que no se puede considerar válido el bautismo de los Mormones; no siendo un bautismo cristiano, el ministro no puede tener la intención de hacer lo que hace la Iglesia católica.
IV. La disposición del sujeto. El bautizando, que tiene ya uso de razón, ha sido instruido con reglas muy severas según la doctrina y la fe de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días. Se debe retener, por tanto, que no se puede pensar que el bautismo recibido sea diferente de lo que se le ha enseñado. No parece posible que tenga una disposición equivalente a la que la Iglesia católica requiere para el bautismo de adultos.
Resumiendo podemos decir: el bautismo de la Iglesia católica y de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días difieren esencialmente, ya sea por la fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, en el nombre por el que el bautismo es administrado, ya sea por la referencia a Cristo que lo ha instituido. Por todo esto se comprende que la Iglesia católica lo deba considerar inválido, lo que vale decir que no puede considerar verdadero bautismo, el rito así llamado por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días.
Es igualmente necesario subrayar que la decisión de la Congregación para la Doctrina de la Fe es una respuesta a una cuestión particular relativa a la doctrina sobre el bautismo de los Mormones, y obviamente no indica un juicio sobre las personas que se adhieren a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días. Además, Católicos y Mormones a menudo se han encontrado para trabajar juntos sobre una serie de problemas del bien común de toda la humanidad. Se puede esperar que a través de ulteriores estudios, el diálogo y la buena voluntad, sea posible progresar en la comprensión recíproca y en el mutuo respeto.

NOTAS
1. Cf. DS 110-111.
2. Cf. DS 123.
3. Cf. San Agustín, De baptismo 1, 12,19.
4. Cf. San Agustín, In Joh. Ev. Trac. VI, 1,7. Cf. CCC 1127.
5. Cf. DS 1617.
6. Cf. CIC 869.2.
7. Cf. CIC 861.2.
8. CCC 1256. Evidentemente la necesidad del bautismo de la que se habla no se entiende en sentido absoluto. Cf. ib. nn. 1257-1261.
9. Cf. Doctrine and Covenants (DC) 20:74.
10. A los textos ya mencionados puede unirse también el concilio Lateranense IV (DS 802).
11. Cf. DC 20:73.
12. Joseph F. Smith, ed., Teachings of the Prophet Joseph Smith (TPJS), Salt Lake City: Desert Book, 1976, p. 372.
13. Encyclopedia of Mormonism (EM), New York: Macmillan, 1992, cf. vol. 2, p. 552.
14. Cf. TPJS, p. 345-346.
15. Cf. TPJS, p. 373.
16. Cf. EM, vol. 2, p. 961.
17. Cf. Book of Moses 6:64.
18. James E. Talmage, Articles of Faith (AF), Salt Lake City: Desert Book, 1990, cf. p. 110-111.
19. Cf. DC 20:38-58.107:13.14.20.
20. Cf. AF, p. 129-131.

Original italiano publicado en L’Osservatore Romano

martes, 29 de enero de 2013

Puerta del Cielo, Secta ufológica de muy alta peligrosidad



 

“Puerta del Cielo” o “Heaven’s Gate” es una secta ufológica fundada en la década de los ‘70 por Marshall Applewhite y Bonnie Nettles.
Applewhite convenció a 39 de sus seguidores que debían suicidarse a fin de alcanzar una utópica e irracional “fase post-humana” (sic). Esta fase evolutiva de la especie humana se lograría ascendiendo al cielo (físico, no el el cielo espiritual de la religión cristiana) mediante una nave espacial que ellos creían que se encontraba detrás del cometa Hale-Bopp. Para poder “subir” a la nave que los conduciría al cielo físico –el espacio fuera de la tierra-, debían suicidarse, puesto que no existía otro método para escapar de la tierra.
El delirio de los fundadores de la secta “Heaven’s Gate” llegó al extremo de auto-proclamarse los profetas enviados por Dios para anunciar la Segunda Venida de Cristo. Sin embargo, el relato original de la secta debió ser modificado a causa del fallecimiento de Bonnie Nettles por neoplasia hepática: ya no debían anunciar la venida de Cristo, sino que debían escapar de la tierra –en peligro inminente de catástrofes, según ellos- en una nave espacial, para así asegurarse un lugar en el cielo, lo cual estaría acompañado de una etapa evolutiva de la raza humana llamada “fase post-humana”.
El evento que aceleró el suicidio en masa fue la aparición del cometa Hale-Bopp: la fecha del suicidio colectivo fue establecida por el fundador de la secta, Applewhite, quien determinó que sería el 25 de marzo de 1997, día en que el cometa se encontraría en su punto más cercano a la tierra. La aproximación del cometa a la tierra fue entonces interpretada como la “señal celestial” que daba luz verde al suicidio en masa.
Los integrantes de la secta, algunos de los cuales ingresaron a mediados de los ’70, renunciaban a sus bienes materiales, llevaban una vida privada de placeres, al tiempo que todo era compartido con la comunidad.
Todos creían a pie juntillas los delirios ufológicos y apocalípticos del fundador de la secta, Marshall Applewhite: para los integrantes de la secta, los ovnis eran conducidos por seres que trataban de llevar a la humanidad a realizar un suicidio colectivo en el momento oportuno; por medio de este suicidio, las almas entrarían en una fase de hibernación que duraría hasta que el alma fuera injertada en un representante del nivel sobrehumano, quien pilotaría la nave escondida tras Hale-Bopp.
A pesar de lo extravagante del relato, originado en el delirio psicopático propio de los fundadores de sectas, los integrantes de la Puerta del Cielo creyeron hasta el fin tales teorías bizarras y peligrosas, y para demostrar su convicción y su “felicidad” previa al estadio de sobre-humano, se filmaron unos a otros días antes del suicidio, dejando mensajes póstumos en los que expresaban su alegría por el paso que estaban a punto de dar.
El suicidio se llevó a cabo  el 26 de marzo de 1997 en una mansión ubicada en la localidad del municipio “Rancho Santa Fe”, al norte de San Diego, en el estado de California. Los suicidas emplearon un cóctel compuesto por el barbitúrico llamado fenobarbital, mezclado con jugo de manzana y vodka. Tras su muerte, la policía y los detectives encontraron todos los cadáveres -39 en total, 21 mujeres y 18 hombres- acomodados en camarotes, cubiertos con mantas púrpuras; todos sin excepción portaban además un mismo uniforme negro con un distintivo que decía: “Puerta del Cielo – Equipo de salida” (sic). equipaje y dinero como “derechos de alquiler” para su cuerpo, al cual lo consideraban sólo como un “contenedor” temporal del alma, al tiempo que “vehículo” necesario para realizar el viaje supra-estelar. Algunos, luego de beber el cóctel, se colocaron bolsas plásticas en sus cabezas para provocar asfixia.
Lo peor de todo es que sólo cuatro meses después del suicidio colectivo, surgió un “continuador” del delirio sectario, Chuck Humphrey, seguidor de la secta durante 22 años, quien se ha auto proclamado su sucesor, sin cambiar en nada la antigua doctrina suicida, tal como se revela por sus declaraciones: “Mientras esté todavía aquí, tengo encomendado compartir mi información sobre el Próximo Nivel con todos aquellos que quieran tener la oportunidad de sobrevivir al desastre que se avecina”, escribe Humphrey en sus recién diseñadas páginas de Internet. Estas muestran gráficamente cómo se produce la transformación de uno de sus miembros en extraterrestre.
De hecho, el único superviviente del ritual suicida, Rio Diangelo, sobrevivió porque eso fue lo que decidió el líder de la secta, Applewhite, con el objetivo de continuar con el delirio sectario después de su muerte.
Los fundadores de sectas, no contentos con el daño hecho en vida, dejan sucesores para que continúen provocando daños de todo tipo a la especie humana.


Documental sobre la secta "Puerta del cielo":
"El informe final"