Claudio de Castro | Feb 26, 2020
En estos días de ayuno y oración, me gusta recordar esta historia sorprendente que una vez te conté y aún hoy me mueve a reflexionar en nuestras vidas.
Hace algunos años solía entrar por las noches en sitios católicos para intercambiar opiniones y compartir anécdotas edificantes. Una noche se me ocurrió sugerir: “¿Qué tal si cada uno cuenta un relato de algo que lo haya impactado en su vida y que tenga que ver con nuestra fe?”
A todos les encantó la idea y uno a uno fuimos compartiendo nuestras experiencias. El último participante fue una mujer. Contó la historia que a continuación leerás. Fue tan impresionante que a través de los años no he podido olvidarla y la comparto cada vez que puedo.
“Era un domingo. Celebraríamos la primera comunión de mi hija pequeña. Salimos temprano en familia hacia la iglesia. En el camino, mientras conducía el auto, por un motivo que aun no comprendo recordé haber leído sobre las indulgencias que dispensa la Iglesia “en virtud del Poder de atar o desatar que le fue concedido por Cristo” (Catecismo 1478).
Sabía que la indulgencia es “la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados” y pensé: “Durante la Primera Comunión se puede pedir Indulgencia plenaria. Voy a ofrecerla por aquella alma que esté más necesitada de oraciones en el Purgatorio, por la que nadie se acuerde”. Y así lo hice.
Terminó la ceremonia religiosa y regresamos felices a casa. Cuando introduje la llave en la cerradura de la puerta una brisa me envolvió y escuché con claridad una voz suave que cerca de mi oído me decía: “Gracias”.
Sabemos de la ciudad celestial, la eternidad, que: “Nada manchado entrará en ella”. (Apocalipsis 21, 27) ¿Qué ocurre entonces si mueres en pecado venial con el alma manchada, sin una pureza absoluta? ¿Existe el Purgatorio?
El Catecismo de nuestra Santa Madre Iglesia nos dice: “Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo. La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados.” (1030 – 1031)
Hay místicas que han visto el purgatorio
La santa Biblia hace referencias claras al Purgatorio, en varios pasajes:
“… la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el día, que ha de revelarse por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquél, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa. Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego.” (1 Corintios 3, 13-15)
Tus oraciones, sacrificios ofrecidos por ellas, las ayuda enormemente.
Es conocido el caso de una mujer que murió y se salvó por las oraciones de un anciano devoto que en la cabaña de una montaña se enteró de la muerte trágica de esta mujer, sintió compasión por ella y ofreció a Dios sus oraciones por su salvación.
En estos días santos, de oración, ayuno y sacrificios, POR FAVOR, acuérdate de nuestras hermanas, las Benditas Almas del Purgatorio. Ellas esperan ansiosas tus oraciones para verse libres de su purificación y poder emprender su camino al cielo. Es un acto de caridad que agrada a Dios.
¿Qué puedo hacer por las Almas Benditas del Purgatorio para ayúdalas y que gocen de la dicha eterna? Hay tantas cosas a nuestro alcance, sobre todo durante la CuARESMA. Rezar es la principal.
Reza cada día el santo Rosario ante el sagrario.
Ofrece la santa Misa por ellas.
Ofrece sacrificios.
Ofrece la Santa Comunión.
!Dios te bendiga por tanta bondad!
(https://es.aleteia.org/blogs/la-gran-aventura-de-mi-vida/no-nos-olviden-las-almas-benditas-del-purgatorio-un-testimonio-impactante/?fbclid=IwAR1vmG38ghVUg9GZ-tw42JhOr2-ONefmJ1ahTOXSmBea8MEZIG-x4ZxHKzQ)
No hay comentarios:
Publicar un comentario