FUENTE: ReL
Esoterismo, chamanismo, espiritismo, médiums, magnetizadores, técnicas para el bienestar... ¿Cómo discernir la charlatanería del ocultismo? ¿Qué objeciones pueden plantearse a estas actividades? ¿Qué papel juega en ellas el demonio? El sacerdote Emmanuel Dumont, de la Comunidad de las Bienaventuranzas, exorcista de la archidiócesis de Lyon (Francia), abordó estas cuestiones en una conferencia el pasado 23 de enero en la iglesia de San Bernardo en Dijon, una parroquia donde tres jóvenes sacerdotes llevan a cabo una dinámica labor evangelizadora. Lo leemos en Religión en Libertad.
“Entidades”, “influencias” y brujería
El padre Dumont alertó de las nefastas consecuencias que pueden arrostrar quienes se entregan sin discernimiento a prácticas de diversas formas de santería. Hoy son muy numerosas, explica, las personas que acuden a las denominadas “terapias alternativas” que prometen poner en marcha “energías”, cuando no directamente “entidades”.
“Estas prácticas inciden sobre su cuerpo y sobre su mente, pero también sobre su vida espiritual”, advierte Dumont, “y por ello uno está obligado a hacer un discernimiento para saber si esa influencia es positiva o negativa, y qué hacer en caso de que sea negativa”. El sacerdote confiesa que con frecuencia tiene que ayudar como exorcista a algunas personas “a liberarse de una 'influencia' tras haber acudido a una de esas 'consultas'“.
Muchas de esas propuestas ocultistas o supuestamente terapéuticas se presentan con un lenguaje ambiguo que mezcla lo aparentemente medicinal o curativo con lo esotérico: “Hay que verificar de qué se trata realmente y llevar a cabo un discernimiento real cuando están vinculadas a espiritualidades no cristianas, como las filosofías orientales o las neopaganas, como el druidismo”. En ocasiones se trata directamente de “brujería”, y Dumont lamenta que ésta sea contemplada cada vez más, incluso por parte de las administraciones públicas, como algo meramente “cultural”.
Falta de discernimiento
¿Qué mueve a tantas personas a acudir a estos remedios? En el campo y en localidades pequeñas es muy socorrido el papel de los “curanderos”, “y a ellos acuden también los católicos, incluso algunos sacerdotes”, buscando un remedio fácil a tal o cual problema de salud. Hay mucha ignorancia e imprudencia en estas actitudes, pero también falta discernimiento, lamenta el padre Emmanuel, y esto por dos causas.
Por un lado, se busca una supuesta “eficacia” que resuelva los problemas “lo más rápidamente posible”. Y si algo parece ofrecer resultados fáciles, tanto corporales como psicológicos, “se considera que ese algo solo puede proceder de la naturaleza o de Dios... Lo asumirán sin plantearse demasiadas preguntas, a menos que tengan dudas”.
Pero hay otro problema más grave: “La imprudencia está ligada al hecho de que no hay rechazo ni discurso más allá de algunas advertencias sobre las influencias sectarias. En su conjunto, ¡incluida la Iglesia!, no hay discurso alternativo, o es muy escaso”. Dumont lamenta que ciertos médicos sean tolerantes con ciertas terapias: “Al ser cada vez más difusas las fronteras entre la medicina y el ocultismo, es normal que la gente, si no se le propone otro punto de vista, deje de pensar”.
El bello rostro del Mal
Aunque el padre Dumont ya está muy curtido, hay algo que sigue asombrándole: “La manera con la que el Mal se disfraza con una máscara hermosa, y la creciente difuminación de las fronteras. En otro tiempo, estas prácticas eran muy marginales, pero hoy las proponen los médicos, los psicólogos… Se combinan con una búsqueda espiritual que va un poco en todas direcciones: en una feria puedes encontrarte con un productor de pollo ecológico, ¡y justo al lado una mesa donde se proponen terapias energéticas! Esta confusión es para mí un signo bastante claro de que el Enemigo pone toda la carne en el asador para impedir una auténtica búsqueda espiritual”.
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