FUENTE: Varios medios
Lawrence Ray, un informante y testigo de los federales que contribuyó al arresto de Bernie Kerik, ex comisionado del NYPD, fue detenido bajo cargos de tráfico sexual, tal como informó el pasado 11 de febrero la Oficina del Fiscal Federal para el Distrito Sur de Nueva York. Según la denuncia, el acusado adoctrinó a un grupo de universitarias con el propósito de la explotación sexual. Los fiscales lo acusan de abusar de varias estudiantes de Sarah Lawrence College, una institución privada a la que asistió su hija en Bronxville, condado de Westchester. Lo leemos en Telemundo 47.
Ray fue detenido el 11 de febrero por la mañana en Nueva Jersey. Las fuerzas del orden informaron de que se encontraba con una de sus víctimas en un apartamento en el momento de su arresto. El fiscal federal Geoffrey Berman señaló que Ray vivía con algunas de las víctimas, primero en los apartamentos dentro del campus de la universidad y luego en Manhattan, así como Pinehurst, Carolina del Norte y otras ciudades.
La excusa de una “terapia”
En el transcurso de casi una década, entre 2010 y el presente, Ray sometió a las víctimas mediante la manipulación sexual, psicológica y física, según la acusación. Los fiscales federales señalan que Ray conspiró con otros acusados para encubrir sus crímenes y lavar dinero obtenido de lo que describen como una ‘secta sexual’ integrada por al menos cinco jóvenes. Las ganancias suman casi 1 millón de dólares.
Los investigadores afirman que Ray se mudó en 2010 a una vivienda mixta dentro del campus con su hija y sus compañeros en su segundo año en la universidad. En cuestión de meses, el ex policía comenzó un supuesto programa de terapia con la promesa de ayudar a los universitarios con sus problemas psicológicos. “El núcleo de la conducta criminal de Ray está su capacidad de controlar y manipular a sus víctimas”, dijo el fiscal Berman.
Tras ganarse su confianza, el acusado interrogó a los universitarios en sesiones extenuantes y los sometió a un abuso verbal y físico extremo. Ray acusó al grupo de dañar el apartamento y su propiedad, y de herir y envenenar a su familia. Las fuerzas del orden dijeron que todo era falso; sin embargo, obtuvo confesiones de las víctimas mediante tácticas de terror como privación del sueño, humillación psicológica y sexual, abuso verbal, amenazas de violencia física y amenazas de acciones legales.
Ray obligó a siete jóvenes a admitir su culpabilidad por acciones que no cometieron y usó esas confesiones como chantaje para obligarlas a prostituirse. La investigación también reveló que el acusado alejó a los estudiantes universitarios de sus padres y los sometió a “abusos casi indescriptibles”. “Es indignante, me enoja. Aquel que no sienta enojo es porque no tiene alma”, dijo William Sweeney, subdirector del FBI.
Acusaciones por varios delitos
Ray enfrenta cargos de extorsión, conspiración para cometer extorsión, tráfico sexual, trabajo forzado, uso del comercio interestatal para promover actividades ilegales y lavado de dinero, entre otros. Se enfrenta a cadena perpetua si es hallado culpable. Tras el anuncio de las acusaciones en una conferencia de prensa, Ray negó las acusaciones a NBC 4 New York y afirmó que los federales lo estaban incriminando.
Por su lado, la universidad hizo la siguiente declaración: “Sarah Lawrence College ha recibido la noticia sobre las acusaciones (...) Los cargos establecidos son graves, de gran escala, perturbadores e indignantes. Como siempre, la seguridad y el bienestar de nuestros estudiantes y exalumnos es una prioridad”. La institución dijo que el año pasado, después de que New York Magazine publicara una serie de acusaciones sobre Ray, se ordenó una investigación interna sobre los presuntos incidentes que tuvieron lugar en el campus en 2011. “La investigación no confirmó tales acusaciones de forma específica”, señaló la universidad.
La institución también dijo que cooperará con la investigación aunque los fiscales no se han puesto en contacto. Los funcionarios federales dijeron que el artículo de New York Magazine publicado en 2019 fue impulsó la pesquisa. Ray alguna vez fue amigo cercano del ex comisionado Kerik y su testimonio ayudó en su arresto al exponer detalles sobre un acuerdo ilícito con la firma DiTomasso’s, la cual le obsequió costosas renovaciones en su apartamento de Riverdale.
Kerik estuvo en prisión por cuatro años por cargos de corrupción. El ex comisionado fue aclamado como un héroe por su liderazgo durante los ataques del 11 de septiembre, aunque después cayó en desgracia cuando se convirtió en el primer comisionado del NYPD en ser encarcelado por delitos federales. Sus problemas legales empañaron la carrera de otros funcionarios prominentes, en especial el de su mentor, el ex alcalde Rudy Giuliani.
“No he hablado con Larry Ray en más de 19 años. Sólo desearía que el FBI y el Departamento de Justicia se dieran cuenta del tipo de estafador que era antes de convertirlo en su testigo superestrella contra mí”, dijo Kerik a News 4 en un comunicado. “Ignoraron sus mentiras, engaños e inconsistencias en su afán por destruirme a mí y a mi familia. Con suerte, esta acusación será el final de su reino de terror sobre todos los que ha estafado, manipulado o engañado, en especial para los jóvenes que hirió”.
Así se destapó el caso
El escándalo salió a la luz en abril del año pasado tras un reportaje publicado en la revista The Cut, dedicada a la escena cultural, política y social de Nueva York. Bajo el título de “Los chicos robados de Sarah Lawrence”, la historia desgranaba cómo el padre de una alumna de esta institución había formado una secta tras mudarse en 2010 al campus de esta institución, donde estudiaba su hija. Ray acababa de salir de prisión, donde había ido a parar por un conflicto relacionado con la custodia de sus dos hijas, tal como explica BBC Mundo.
La mayor de ellas les había hablado a sus amigos de su padre, diciéndoles que había sido encarcelado de manera injusta. Así que cuando les preguntó si podía quedarse con ella, nadie puso objeciones. Una vez en la universidad, Ray se labró una imagen paternal con sesiones de “terapia” con las que aseguraba ayudar a los amigos de su hija. Según contaron algunos jóvenes a la revista, usó estas sesiones para conocer detalles íntimos sobre sus vidas privadas y sus problemas de salud mental.
A instancia suya, muchos acabaron alejados de sus padres. A algunos los persuadió para que se mudaran con él a un apartamento en Manhattan, donde los convenció de que estaban “rotos” y que necesitaban su ayuda. En aquel departamento, los jóvenes supuestamente eran sometidos a interrogatorios grupales intensos, donde eran presionados para confesar cosas que no habían hecho o traumas de la infancia que nunca habían ocurrido. Los acusaba falsamente de atentar contra él intentando envenenarlo o dañando sus cosas.
Presuntamente, utilizó tácticas que incluyen la privación del sueño, la humillación sexual y la violencia física. En una ocasión, después de acusar a un chico de dañar algo suyo, Ray blandió un cuchillo y lo amenazó con desmembrarlo, forzando así una confesión falsa, según la fiscalía. Según el reportaje de The Cut, Ray manipuló a sus dos hijas, sobre todo a la mayor, para que acusaran falsamente a su madre de abusos.
En una evaluación psicológica encargada por la defensa de su ex esposa y que cita la revista, Ray es descrito como “literalmente imposible de evaluar” por ser “capaz de manipular y controlar casi toda situación en la que se encuentre, incluso una entrevista psicológica con un examinador forense, sin importar cuán experimentado pueda ser este examinador”.
La evaluación decía, según The Cut, que Ray podía llegar a ser tan “encantador” como un niño, pero que era “calculador, manipulador y hostil”. Uno de los jóvenes aseguró a la publicación que fue manipulado para tener relaciones sexuales con otra estudiante mientras Ray miraba y que a veces éste participaba o invitaba a alguien más. Según The Cut, otra joven acabó prostituyéndose para pagarle a Ray lo que supuestamente le debía por haber roto cosas suyas. Según las autoridades, este recaudó más de 500.000 de dólares de ella. Otro obtuvo el dinero de sus padres para lo mismo, amenazando con suicidarse si no se lo daban.
Otros jóvenes fueron obligados a realizar trabajos no remunerados, según la fiscalía. En total, se le acusa de obtener alrededor de 1 millón de dólares de al menos cinco víctimas. Se cree que este dinero fue lavado a través de un negocio de dominios de internet. “Durante la mayor parte de la última década, alegamos que no hubo límite para el abuso que recibieron las víctimas de Ray y que no hay forma de cuantificar el daño que pudo haberles causado para los años venideros”, dijo el director adjunto del FBI, William Sweeney.
“Se supone que la universidad es un momento de autodescubrimiento e independencia recién obtenida. Pero, como se alega, Lawrence Ray explotó ese momento vulnerable en la vida de sus víctimas a través de una dirección de conducta que conmociona la conciencia”, dijo el fiscal federal de Manhattan, Geoffrey Berman.
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