FUENTE: Religión en Libertad
María Laura Mainetti es oficialmente mártir y será beatificada próximamente tras haber sido asesinada en junio del año 2000 por tres chicas adolescentes durante un ritual satánico en Italia. Antes de morir, esta religiosa de las Hijas de la Cruz perdonó a sus asesinas, a las que años antes había enseñado en catequesis. Lo cuenta J. Lozano en Religión en Libertad.
El pasado 19 de junio, la Santa Sede publicó el decreto de la Congregación para las Causas de los Santos en el que se reconocía el martirio por odio a la fe esta monja, que en el momento de su asesinato era la superiora de la comunidad en Chiavenna, además de haber ayudado durante años a jóvenes con problemas. De hecho, este fue el gancho que utilizaron las jóvenes adolescentes para asesinarla y realizar con ella este rito satánico. Ambra Gianasso, Milena De Giambattista y Veronica Pietrobelli tenían 17 y 16 años. Tras cumplir condenas que no superaron los ocho años de cárcel fueron puestas en libertad.
En total, la hermana María Laura Mainetti recibió 19 puñaladas, un error de las jóvenes, cuyo objetivo inicial es que fueran 18, seis puñaladas por cada una de ellas para conformar el número 666. Antes habían logrado reducir a la religiosa mediante un golpe en la cabeza con un ladrillo. Mientras la mataban ella perdonó a las adolescentes. En realidad, la víctima ideal que deseaban las asesinas era el sacerdote Ambrogio Balatti, pero finalmente desistieron porque era un hombre corpulento y temían no poder reducirlo. Por ello, finalmente decidieron ir a por esta monja siempre dispuesta a ayudar a los jóvenes.
Una trampa y un ritual satánico
Precisamente, fue este el ardid que utilizaron las asesinas. Ambra fue la que materializó la trampa contra la monja. Llamó por teléfono al convento y preguntó por la hermana María Laura sabiendo que ella ayudaba a personas en dificultades. Ahí empezó el engaño. Se presentó como Erica y dijo a la monja que tenía un problema, que estaba embarazada y que estaba planteándose abortar, y quería pedirle ayuda. Sin pensárselo, pese a que eran las 10 de la noche, María Laura Mainetti salió en su ayuda y quedó con ella en un parque para auxiliarla y animarla a seguir adelante con aquel supuesto embarazo. Una vez en el lugar, la religiosa recibió el golpe en la cabeza con el ladrillo. Ya aturdida, las jóvenes empezaron a apuñalarla de una en una, pasándose el cuchillo para completar el ritual satánico. Mientras la mataban sonaba música de Marilyn Manson.
Durante el juicio, las tres asesinas adolescentes confesaron que, mientras mataban a la hermana María Laura, ella dijo: “Señor, perdónalas”. En una audiencia en 2008 a las hermanas de la congregación de esta religiosa, Benedicto XVI quiso recordar especialmente a sor María Laura, de la que dijo que “fiel al don total de sí, sacrificó su vida rezando por quien la golpeaba”.
Una vida de entrega
Esta religiosa italiana nació en Colico el 20 de agosto de 1939. Fue la décima hija de una pareja de Valtellina y quedó tempranamente huérfana de madre. Teresina interpretó como el plan de Dios para su vida las palabras de un sacerdote durante una confesión, que la llevaron a desear una “vida toda entregada en el amor”. Así, en 1957 comunicó a su familia que quería ser monja y se dedicó a la educación, la formación y la asistencia espiritual y material de niños y adolescentes. Y así murió, intentando ayudar hasta el extremo.
En la misa que el obispo de Como, monseñor Óscar Cantoni, celebró en Chiavenna por los 20 años del asesinato de esta monja mártir, dijo durante la homilía que “veinte años nos separan de su dramática muerte y su mirada llena de ternura para todos, su deseo de testimoniar el amor personal de Jesús ante los pequeños, los pobres, los humildes, sigue fascinando a cuantos han tenido la fortuna de acercarse a ella o la conocieron a través del testimonio de quienes en estos años han mantenido viva su memoria”.
De este modo, el prelado pidió unirse a “a esta acción de gracias para poder recibir aquellos dones de vida evangélica que han sido ampliamente reconocidos en Sor Laura, tan necesarios hoy para cada uno de nosotros si es que queremos ser, como ella, pan maduro para la vida del mundo”. “Sor María Laura es venerada por el pueblo de Dios de todas las edades. Su sacrificio es el resultado final de una existencia enteramente entregada” como hizo “Jesús, su amado esposo”, agregó el obispo.
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