FUENTE: Varios medios
“Me llamo Patricia Aguilar. Tengo 19 años y dicen que he estado en una secta”. Así empieza el libro que cuenta la historia de una adolescente de Elche (Alicante) que dejó su casa y su familia para seguir los pasos de un gurú, Félix Steven Manrique, que la había convencido de que iban a repoblar el mundo. Hágase tu voluntad, escrito por la reportera de El Periódico Vanesa Lozano, cuenta cómo la joven española fue captada y seducida por internet, maltratada y esclavizada por el líder de la secta y rescatada por su familia y la policía peruana en plena selva, año y medio después. Lo leemos en este artículo firmado en dicho diario por Luis Rendueles.
En el 2015, Patricia, entonces una joven de 16 años, se metió en un foro de internet buscando respuestas a la traumática muerte de su tío, un hermano mayor para ella, y a algunos sueños extraños que tenía cuando conseguía dormir. En uno de esos foros echaba sus redes Félix Steven Manrique, que se ofreció a ser su guía espiritual. El tipo decía que había conocido al Dalai Lama, que había leído más de 5.000 libros...
Inquieta, inteligente, triste, enfadada con su familia, con el mundo y con Dios por la muerte de su tío, Patricia se refugió en su habitación y en sus charlas por ordenador con Manrique. Cada vez más frecuentes, cada vez más largas. Traducciones de vídeos, salmos de la Biblia, rezos del Corán, mensajes apocalípticos, Vladimir Putin, Donald Trump, la guerra de Siria. Después de un tiempo, él empezó a pedir que le enviara imágenes sexuales. El hombre, 15 años mayor que ella, la fue convenciendo de que cuando cumpliera los 18 años debía coger dinero de sus padres y reunirse con él en Perú. Entonces Patricia ya sería mayor de edad y no podrían impedirles estar juntos. En esta novela de no ficción se reproducen algunos de los mensajes que se cruzaron el gurú y la adolescente en ese periodo.
Otras 'esposas'
El 7 de enero del 2017, recién cumplidos los 18 años, Patricia se fue de casa de sus padres con 6.000 euros, su teléfono móvil y dos maletas. Cuando llegó a Perú se encontró con que no era la única 'esposa' del gurú, que mantenía relaciones y explotaba a otras dos mujeres, con las que había tenido cinco hijos. En Perú y con su captor, Patricia iba a tener la primera experiencia sexual de su vida. También iba a sufrir por primera vez abusos y malos tratos.
El libro narra la odisea de la joven española con ese grupo y la lucha de la familia de Patricia por rescatarla. Los constantes cambios de casa, de un apartamento en Lima a una chabola en la selva, que fue ordenando el líder del grupo que se hacía llamar el Príncipe Gurdjieff. Las mujeres trabajan para él, que pasaba el día durmiendo y meditando. Cada noche, el gurú elegía a una mujer para que compartiera cama con él. Las otras dormían en el suelo, con los niños.
Sin luz ni agua corriente
Patricia cumplió otra de las misiones que el Príncipe Gurdjieff tenía encomendadas. Se quedó embarazada. Su familia la estaba ya buscando en Perú y el gurú decidió apartarla y dejarla sola en una chacra, en la selva, al cuidado de los otros niños. El resto de mujeres siguieron trabajando para él en restaurantes o tiendas. Allí, en un viejo establo de San Martín de Pangoa, una zona de selva y cultivos de coca, sin agua corriente ni electricidad, con la presencia del resto de niños del grupo, la mayor de 10 años, la joven española acabó dando a luz a una niña, Naaomi. Sus gritos desgarradores hicieron que una vecina de un poblado cercano acudiera a ayudarla.
Días después, los policías peruanos irrumpieron en la selva donde ya habían regresado Manrique y las otras mujeres de la secta. Detuvieron al hombre y liberaron a las mujeres y niños. Desnutridos, enfermos, con piojos, fueron llevados a una comisaría. En un principio, Patricia no se fió, defendió a su captor. La había convencido de que su familia la metería en un psiquiátrico y le quitaría a su bebé.
Félix Steven Manrique cumple actualmente 20 años de condena en una cárcel peruana. Naaomi tiene ya dos años y vive con su madre y con su familia en Elche. A ella va dedicada la carta manuscrita por Patricia que cierra este libro: “Escapé de donde muchos dicen que nunca se puede escapar para darte un futuro mejor”, escribe la joven a su hija. Patricia estudia un módulo de formación profesional y acude a terapia con un psicólogo. Ya no duda de que estuvo en una secta. Ha luchado y vencido contra lo que decía Mark Twain, aquel tipo del que se publicaban exageradas noticias sobre su muerte: “Es más fácil engañar a alguien que convencerle de que ha sido engañado”.
Entrega de un ejemplar al alcalde de Elche
La periodista Vanesa Lozano recogió esta insólita historia en las páginas de un libro publicado por la editorial Alrevés, y un ejemplar de este libro ha sido entregado el pasado 26 de septiembre al alcalde de Elche, Carlos González, por la protagonista de la historia, la joven Patricia. Acompañada de su padre, Alberto Aguilar, la joven fue recibida por el alcalde en el despacho de Alcaldía, quien agradeció el obsequio y destacó la valentía de la joven para contar su historia y para rehacer su vida en el seno de su familia. González dijo que “el libro debe servir a otros jóvenes para que sean conscientes del riesgo que implica el mal uso social de la red de internet”. Lo leemos en El Periòdic.
Patricia Aguilar tiene ahora 21 años, vive en Elche con su familia y ha recuperado sus estudios, en concreto un grado superior. La joven dice tener todavía muy presente su experiencia en Perú, y asegura que con su libro pretende dar visibilidad al tema de las sectas, asunto que, a su juicio, no es muy conocido y no se le da la importancia que realmente tiene. De hecho, el propio libro recoge en su contraportada que “esta es la historia de una joven española que buscaba respuestas en internet a las inseguridades de una adolescente común y acabó encontrando al otro lado de la pantalla del ordenador el horror de la manipulación y la sumisión más absoluta”. Precisamente, el riesgo que para los jóvenes puede conllevar la red de internet es el mensaje didáctico que se desprende de esta historia.
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