El demonio revela a los exorcistas qué es lo que más le desagrada:
1) La confesión: ¡Qué estúpida invención! ¡Cuánto daño me hace! Me hace sufrir… Aquella sangre… Es mi dolor más atroz. Pero he encontrado sacerdotes que no creen en la confesión y mandan a los cristianos a recibir a Dios en pecado… ¡Cuántos sacrilegios hago cometer!
2) La comunión: Aquí me encuentro desarmado. No tengo fuerzas para luchar. Los que se alimentan de esta carne y beben de esta sangre se hacen fortísimos contra mí, se hacen invencibles a mis seducciones y tentaciones. Parecen diferentes a los otros, parece que tienen una luz especial y me rechazan rápidamente y se alejan de mí y me rechazan como a un perro… ¡Qué tristeza! ¡Qué dolor! Pero yo los persigo ferozmente y muchos van a comer la hostia en pecado… ¡Qué alegría para mí!
3) La adoración al Santísimo: Adorar un pedazo de pan ¡Cuántos insensatos pierden horas y horas, día y noche, de rodillas, adorando un pedazo de pan, escondido en una caja sobre el altar de Dios! ¡Cuánta rabia me dan estas personas! ¡Cuánta rabia me dan estas adoraciones sin razón!
4) El Rosario: Odio el rosario, ese utensilio gastado y podrido de aquella Mujer (se refiere a la Virgen). El rosario es para mí como un martillo que me golpea la cabeza. Es la invención de los cristianos, que no me obedecen y siguen a aquella Mujer. En vez de oírme a mí, que reino en todo el mundo, se van a rezar a aquella Mujer, mi primera enemiga con esa cosa (rosario)! ¡Me hacen tanto daño!
5) Las apariciones de María: Mi gran dolor de este tiempo son las continuas apariciones de esta Mujer en todo el mundo. En todas las naciones se aparece y me persigue, quitando de mis manos tantas almas, millares y millares, por oír sus mensajes, por suerte me defienden algunos obispos y sacerdotes que medio creen.
6) El Papa: Lo que mayormente me destruye es la obediencia a aquel hombre vestido de blanco (el Papa), que manda en nombre del Salvador y Redentor. ¡Obedecer a un hombre que ama a aquella Mujer, que me persigue desde siempre! ¡Qué vergüenza! Parecen ovejas, conejos, asnos… ¡Qué vergüenza! Es odioso a mis seguidores, el Argentino que ama a la Mujer y que propaga el Rosario como su oración preferida.
7) Religiosas contemplativas: Me preocupan mucho aquellas siervas con la cabeza cubierta, que abandonan todo para recluirse dentro de cuatro muros y sacrificar todo por Dios. Día y noche, ellas se mortifican, no duermen lo suficiente, no comen según las necesidades del apetito y del cuerpo, no hablan libremente en todas partes, rezan, cantan… De estas religiosas claustrales tengo miedo, un miedo terrible. Son mis enemigos más terribles y aguerridos, me quitan de las manos muchas almas de toda clase y condición. ¡Qué enemigos tan terribles! Cuando comienzan a rezar por la conversión de un alma, son tenaces.
Bendiciones para todos.
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