FUENTE: Car
Este mes de enero se cumplen 30 años de la muerte de Bhagwan Shree Rajneesh (1931-1990), hoy más conocido como Osho. Para los no iniciados en la meditación y en las filosofías orientales, el gurú indio está de actualidad porque Netflix ofrece desde hace tiempo la serie documental Wild Wild Country. En seis capítulos se cuenta la turbulenta historia de Osho y su comuna de seguidores en un rancho de Oregón (EE.UU.). Lo cuenta Guillermo Rodriguez Lahoz en la revista Car, especializada en temas automovilísticos (de ahí la orientación del artículo, que reproducimos a continuación).
Hace más de treinta años yo era un chaval que leía revistas de coches, y aún recuerdo cómo me impactó la foto de todos aquellos Rolls-Royce aparcados en batería. Bhagwan llegó a poseer más de noventa. Tengo un tío que es indio británico, así que le he preguntado sobre Osho y esto es lo que me ha dicho: “Todos esos se dedican a llevarse la pasta y a cepillarse a las turistas extranjeras que buscan experiencias trascendentales”. Pero mi tío Ranjiti es un escéptico que sólo cree en el whisky Macallan, de modo que quizá no es el experto que estaba buscando.
El documental de Netflix es muy interesante y describe el proceso que llevó a Bhagwan –pasó a llamarse Osho al final de su vida– y sus seguidores a trasladarse desde la India a un rancho de Oregón. Lo más criticable de la serie es que no profundiza en las ideas de Osho, que al fin y al cabo son la clave sobre la que se construyó todo. ¿Cuáles fueron las poderosas razones que hicieron que miles de occidentales, muchos de ellos profesionales de éxito, lo dejaran todo para ir a vivir en su comuna?
Bhagwan nació en 1931 en un pequeño pueblo. Sus padres se casaron con 7 y 10 años, tuvieron 11 hijos y él se crió con su abuelo. Siempre le quiso mucho, un hombre sin formación y ateo que disfrutó de la vida, y que según Osho le dio lo más importante, amor con libertad. “Si tienes eso eres un rey o una reina, ese es el verdadero reino de Dios”.
Nuestro protagonista fue un rebelde con una mente prodigiosa, y en el colegio ponía en aprietos a los profesores con sus reflexiones. Quiso estudiar filosofía por una curiosa razón: “Voy a luchar toda mi vida contra los filósofos, debo saber todo sobre ellos”. Pasaba mucho tiempo meditando y sus padres estaban preocupados. “Pensaban que no iba a ser bueno en nada, y estaban en lo cierto”. En los años sesenta se hizo profesor de filosofía y viajó por la India dando charlas y debatiendo con líderes religiosos. Visitó iglesias, mezquitas o templos hindúes.
Llevaba unas chanclas de madera, vestía con una especie de pareo y solía salir a pasear sin paraguas cuando llovía. “Un hombre que nunca ha andado bajo la lluvia, entre los árboles, no puede entender la poesía”, decía. Fundó una pequeña escuela de meditación a la que acudían estudiantes y profesores. “No dejaré de intentar que la gente despierte”. La esencia de su doctrina estaba en la práctica de la meditación como medio para alcanzar un nuevo nivel de conciencia.
El gurú del sexo
En contra de la religión, sus ideas eran, como poco, controvertidas, y en India le bautizaron con el gurú del sexo: “No quiero ser asociado de ninguna manera con la palabra religión. Toda la historia de la religión apesta. Es la misma historia repetida por todas las religiones del mundo: el hombre explotado en nombre de Dios”. Osho también era avanzado porque defendía los derechos de las mujeres y los homosexuales, en un país como la India y en unos tiempos en los que no estaban tan reconocidos como en la actualidad. En 1980 fue atacado con un cuchillo por un fundamentalista hindú.
En la India daba charlas en estadios donde iban a verle 20.000 o 30.000 personas, y se desplazaba en un Mercedes con chófer. Tras el atentado que sufrió, compraron un Rolls Silver Wraith (derivado del Shadow) limusina blindado. El propio Bhagwan recordaba que esa fue la primera vez que la prensa se acordó de él. En 1978 decía: “He trabajado durante veinte años. Miles de personas han transformado su vida, millones de personas me han escuchado y leído, y The Times of India nunca había publicado un artículo sobre mí. Pero el día que compramos el coche sacaron un gran artículo, ¡sobre el coche, no sobre mí!”.
Osho tenía respuesta para todo, y también una cara bastante dura: “Me preguntan por qué no puedo llevar una vida sencilla, y les respondo que mi vida es absolutamente simple. Tan simple que siempre estoy satisfecho con las mejores cosas. En una frase lo puedo decir: lo mejor. No hay complicación en ello. No me importa cuánto cuesta, quiero calidad, no cantidad. Para ellos, si alguien es un santo, debe vivir en la pobreza. Eso es una especie de masoquismo, debe torturarse a sí mismo. Vivir religiosamente significa vivir con alegría, vivir con meditación. Significa vivir esta vida como un regalo de Dios”.
En busca de una nueva sede en EE.UU. siempre fue conocido entre la gente como “el gurú de los Rolls”. A mediados de 1981 un grupo de sus seguidores encabezados por Sheela, su secretaria personal, viajaron desde India a EE.UU. para buscar un lugar donde asentarse y montar su nuevo “cuartel general”. Eligieron un rancho en una zona desértica de Oregón, a unos 200 km al sur de Portland.
Allí se trasladaron sus seguidores –conocidos como rajneeshees–, que en poco más de un año construyeron casas, carreteras, edificios, una central eléctrica y un pequeño aeropuerto. Hasta pizzería y tienda de ropa, aunque la oferta de colores era más bien limitada. Llegaron a vivir allí varios miles. Según las leyes de EE.UU. un grupo de al menos 150 personas –muchos seguidores eran estadounidenses– pueden fundar una ciudad, y la llamaron Rajneeshpuram. El flujo de dinero era constante y no solo de sus seguidores americanos, porque también había comunas en India, Australia, Italia, Alemania, Holanda, Suiza y Portugal.
Bhagwan llegó a la comuna al volante de un Rolls Camargue azul, el cupé diseñado por Pininfarina sobre la base mecánica del Shadow. Cuando los rajneeshees comenzaron a instalarse en Oregón, los habitantes de aquella zona veían pasar los camiones con casas prefabricadas, y en los periódicos locales se leía: “El gurú de los ricos ha comprado un rancho en Antelope”. Antelope era un pequeño pueblo que estaba a unos 30 km de la comuna. Los informativos locales contaban cómo sus seguidores se reunían a las dos de la tarde para ver pasar a su líder en un Rolls-Royce. Cubrían su coche de flores, y sus seguidoras lloraban de emoción cuando las miraba y las sonreía. Él les decía cosas como: “Si amas una flor no te la lleves. Porque entonces morirá y dejará de ser lo que tu amas. Si amas una flor, déjala ser. El amor no es posesión. El amor es una cuestión de estima, de apreciación”.
El gurú hablaba pausadamente, con una mirada hipnótica y apenas parpadeaba. En el video Hacer el amor, una experiencia sagrada, da instrucciones de todo tipo a los amantes, tanto respecto a “ir limpio al amor como quien va a un templo”, como a no tener prisa. Sin embargo sus detractores consideraban que Bhagwan fascinaba a sus seguidores con su brillante intelectualización de la religión, y que manipuló la unión sexual tántrica (mística) hasta transformarla en la promiscuidad sexual que se practicaba en su comuna. Eso sí, a sus seguidores se les veía muy felices.
El tío contaba estas cosas vestido con una especie de túnica, alguno de sus extravagantes gorros y un reloj repleto de diamantes, correa incluida, que le regalaron sus seguidores de Hollywood. También defendía sus Rolls: “La gente está celosa, y piensan que esos coches no encajan con la espiritualidad. No veo donde está la contradicción. Sentado en un Rolls he meditado. De hecho, en un carro tirado por bueyes es muy difícil meditar, un Rolls es lo mejor para el crecimiento espiritual”.
Le preguntaban que por qué tantos Rolls y respondía lo que se le ocurría: “Sin ellos nadie escribiría sobre lo que está ocurriendo aquí”. En otra ocasión proclamó: “Soy un gurú rico, bendecidos sean los ricos”, o “No tengo ni un Rolls, pertenecen a mis sannyasins. Soy el hombre más pobre del planeta, ni siquiera tengo un Honda”. Pero mientras Bhagwan pasaba el tiempo entre sus Rolls y sus entregadas seguidoras, el futuro se tornaba incierto. Y es que el enfrentamiento entre los habitantes de la zona, personas tradicionales de la América profunda, con los hippies de los ropajes rojizos, era inevitable. Ver a gente bailando sin música o abrazándose continuamente les asustaba. Un video con cámara oculta grabado por un alemán en un centro de terapia en la India, en el que aparecía un grupo de gente desnuda, llorando y gritando como posesos, tampoco ayudó a calmar los ánimos.
Un conflicto inevitable
Relatar la evolución del conflicto ocuparía mucho espacio y no es nuestro objetivo. Pero ocurrieron cosas como que los rajneeshees compraron casas en el pueblo, incluyendo el bar. De un día para otro, en la plancha dejaron de hacerse huevos con beicon y empezaron a freír plátanos. Entendemos que esto puede ser demasiado para un veterano de guerra que no sale de casa sin su sombrero y su revólver. Entonces, los granjeros comenzaron a poner en sus pick up pegatinas de rezaban: “Mejor muerto que rojo”, un lema que hacía referencia a la ropa de los rajneeshees pero que también se usó como rechazo al comunismo durante la Guerra Fría. Si los seguidores de Osho creyeron que podían doblegar al Gobierno de Ronald Reagan, calcularon mal sus fuerzas.
Bajo la dirección de Sheela, la extremista secretaria del líder, perpetraron una intoxicación masiva con salmonela en varios restaurantes para evitar que los habitantes de Antelope fueran a votar. También compraron unos cien fusiles de asalto como medida de “autoprotección” y comenzaron a hacer prácticas de tiro. Todo estaba yendo demasiado lejos y las autoridades pensaban que acabarían en un enfrentamiento armado, así que a mediados de 1983 el fiscal general del Estado de Oregón se puso en marcha contra la comuna. Estaba fresco en la memoria el suicidio colectivo de una secta en Guayana en 1978, donde murieron más de 900 personas, la mayoría estadounidenses.
Las autoridades americanas condenaron a Sheela a cuatro años y a Bhagwan le declararon culpable por violar las leyes de inmigración, al pactar matrimonios entre americanos y extranjeros para que lograran la residencia. No obstante, le ofrecieron suspender la condena si abandonaba el país, de modo que en 1985 volvió a India. Sobre si Bhagwan estaba al corriente de los delitos cometidos por Sheela, hay versiones para todos los gustos.
Tres décadas después de la muerte del gurú, la comuna de Oregón se ha convertido en un centro cristiano para jóvenes que defienden la abstinencia sexual, pero las ideas de Osho siguen vivas. En el documental su abogado se emociona al recordarlo: “Él fue un regalo, la verdad está en él. Sigue siendo el maestro entre los maestros”. Los libros de Osho se siguen editando con éxito y la organización que lleva su nombre cuenta con el espectacular Osho International Med
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