FUENTE: Redacción Médica
Los libros de autoayuda suponen un porcentaje importante de las ventas de libros en España. La compra, muchas veces, la hacen personas que tienen problemas arraigados con su vida y que quieren cambiar. Sin embargo, los profesionales de la Salud Mental alertan de que esto no es tan sencillo. Lo cuenta María García en un artículo publicado en Redacción Médica.
“El libro de autoayuda ha pasado a ser una forma de construcción personal en una sociedad individualista, donde cada vez nos influye menos lo que nos dicen los demás o las normas sociales. Cada uno busca un poco por sí mismo cómo construirse individualmente. Y de ahí viene un poco esa necesidad de leerlos”, razona Manuel Martín Carrasco, vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP).
Pero, ¿pueden llegar a sustituir a un profesional de cara a solucionar problemas como el estrés o la ansiedad? “Evidentemente no”, responde Rosa Ramos Torío, psicóloga especialista en Psicología Clínica y vicesecretaria del Consejo General de Psicología en España. “Normalmente la búsqueda de soluciones a través de la literatura va unida a la instauración de los problemas o estados avanzados de desajuste emocional, por lo que se considera más necesario aún la búsqueda de un profesional competente. En este sentido, utilizar recetas que se ofrecen en títulos sugerentes no solo no ayuda, sino que podría desanimar a la persona a la búsqueda de soluciones eficaces, que son las que nos ofrecen las investigaciones científicas, adecuadas a las distintas clasificaciones con las que trabajamos”, añade.
“Se ha desarrollado mucha literatura orientada al desarrollo personal, a la consecución del éxito en el trabajo y a mejorar las relaciones interpersonales. También existen libros de corte académico que podrían ir orientados a la población en general, pero para afrontar los desórdenes emocionales, como la ansiedad y el estrés, antes debe darse una correcta evaluación clínica, realizada por un profesional de la Salud Mental. Es quien puede determinar, dado su conocimiento, qué técnicas o pautas de intervención son las más adecuadas para cada persona e ir evaluando paulatinamente los resultados de estas orientaciones”, añade la también decana del Colegio Oficial de Psicólogos de Navarra.
Los libros de autoayuda, como explican ambos profesionales, son muy variados. Y por eso, los hay mejores y peores. Están los que venden un camino fácil para metas difíciles de llegar, y los hay que, en determinadas circunstancias, pueden ser útiles. Manuel señala que hay que escoger aquel “que sea sensato, que no pretenda suplantar a la ayuda profesional, que no prometa cosas que son inalcanzables y que ayude a la personas a reflexionar un poco sobre sus circunstancias. Con estas características puede ser útil, sin duda”. “Ahora, creo que el libro de autoayuda como solución para los problemas de ansiedad o de depresión no es el camino”, añade.
Mensajes positivos
Además de los libros de autoayuda, cada vez hay productos más diversos para el consumo, como agendas, tazas o camisetas, con mensajes positivos que vienen a decir que si quieres puedes. Pero no. Ambos profesionales señalan que querer no siempre es poder. Pero Martín apunta que para cambiar aquello que no gusta hace falta esfuerzo personal y “muchas veces ayuda profesional”. Nada que un libro o lema pueda sustituir.
“Todos los mensajes van en esa dirección de 'usted puede sanar su vida', 'conozca sus zonas erróneos', 'desarrolle su inteligencia emocional y dejará de tener problemas', o 'trabaje estas pautas y llegará el éxito profesional'; de descubra usted el filón de consejos que le transformarán en otras personas”, señala la psicóloga.
“Los profesionales de la salud sabemos muy bien lo difícil que resulta cambiar hábitos o manejar los pensamientos defectuosos que se inmiscuyen en la mente de las personas y que generan grandes desajustes en el individuo, así como ajustarse a determinados ambientes que son estresores importantes para desarrollarse de manera adaptativa. Por tanto, delegar en que la persona por sí misma puede producir determinados cambios cuando un problema está muy arraigado es difícil”, concluye Rosa Ramos Torío.
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