FUENTE: Varios medios
He aquí una narración de que lo sucedió con la secta que operaba en El Terrón (Panamá), según cuentan Alexis Sánchez y Pedro Batista en Día a Día. Un joven de 21 años, Obniel González Virola, era el verdadero “mesías” de la secta que en el poblado de El Terrón en la comarca Ngäbe-Buglé, en un culto para sacar demonios mató a una madre embarazada y a sus otros cinco hijos y a otra niña. El pastor se hacía llamar “Set”, el tercer hijo de Adán y Eva y hermano de Caín y Abel. “Set” y el “pastor” Mario González Blanco eran los líderes de la secta que proclamaba: ¡arrepiéntete o mueres!
Audiencia inicial
El 17 de enero tuvo lugar en el Sistema Penal Acusatorio de Changuinola la audiencia contra los integrantes de la “Iglesia de Dios”, que es el nombre que se registra en el expediente que instruye el fiscal Rafael Baloyes. Se les formularon cargos de homicidios agravado, femicidio y privación de libertad a Obniel González, Mario González Blanco, de 60 años; Amadio González Blanco, de 31 años; Marcelo Medina Valdés, de 20 años; Robert Flores Santos, de 22 años; Abdiel González, de 26 años; Abner González, de 23 años; Ariel Ríos Blanco, de 18 años, y Yaniela Rodríguez Blanco, de 21 años. Hay un menor de edad, de 14 años.
El nombre de “Set”, además de ser uno de los hijos de Adán y Eva, también es conocido como una deidad de la fuerza bruta, de lo tumultuoso, lo incontenible. Señor del caos, dios de la sequía y del desierto en la mitología egipcia. En el mundo de ficción de Marvel, Set es un archidemonio del Apocalipsis.
Los acusados llegaron descalzos, sucios y malolientes. Cubrían sus rostros con sus camisas o algún manto y caminaban con la cabeza agachada. En la audiencia que debió ser seguida por los periodistas en otro salón en una pantalla de baja calidad y pésimo sonido, los acusados no mostraron ningún tipo de arrepentimiento. Aunque el fiscal pidió imputar cargos de violación a una menor de 9 años, cuyo cadáver también fue depositado en la fosa común, junto a las demás víctimas, el juez determinó que para tipificar ese delito se deben aportar mayores elementos.
Sucesión de los hechos
En la audiencia había un intérprete Ngäbe-Buglé del Senadis, pero los acusados alegaron que entendían español y no era necesario. Durante la jornada judicial se explicó que los hechos se dieron la noche del sábado 11 y madrugada del domingo 12 de enero. Bellín Valdés Flores, de 33 años, fue sacada de su casa para llevarla al culto. La noche del sábado presentaron como sacrificio inicial un chivo al que le cortaron la lengua y sangre, pero el profesta “Set” alegaba que no era suficiente.
A Bellin y sus cinco hijos los colocaron en el centro y fueron encerrados en un círculo que hacían los miembros de la secta. Jehová le “reveló” a “Set” que la mujer era “hechicera” y había que acabar con su existencia. A la pobre mujer con seis meses de embarazo la golpearon salvajemente en el abdomen con palos, machetes y Biblias hasta matarla. Sus cinco hijos vieron la actuación del pastor y los seguidores de la Iglesia de Dios. A los chicos en ocasiones les ordenaban cerrar los ojos y bajar la mirada para intentar infructuosamente que no se enteraran de lo que sucedía.
A los niños asesinados a golpes y a otros participantes del culto que fueron rescatados, les quemaban con maderos calientes que colocaban en la boca y espaldas. Los muertos eran sacados en hamacas. La población pensó inicialmente que Bellín era transportada de esa manera porque estaba enferma, pero cuando vieron que llevaban también a los niños también en hamacas, descubrieron las atrocidades. Sólo una hija de Bellín pudo salvarse, porque estaba entre el grupo de 15 personas rescatadas por la Policía. Los cuerpos de las víctimas tenían ataduras y traumas en cabeza, estómago y glúteos, reveló el fiscal Baloyes.
En la audiencia, ninguno de los imputados ofreció una versión de los hechos y no mostraban arrepentimiento, expresó el agente del Ministerio Público. En las declaraciones de los testigos se destaca que los imputados dijeron que habían matado porque era un mandato de Jehová y que tenían que matar a más personas porque era un mandato de Jehová. El juez ordenó mantener vigilancia en la zona del Terrón, donde se dieron los hechos y atención psiquiátrica a los involucrados.
Varios cambios de nombre
Liborio Miranda, secretario del congreso Ngäbe Buglé, sostiene que “la iglesia Luz del Mundo se desvincula y tira un comunicado negando que ellos son los de Santa Catalina”. Además, afirma que “el encargado de la Luz del Mundo en Panamá respondió que ellos no eran responsables de los hechos”. Agregó que “hace 4 meses uno de los jóvenes que pertenecen a la secta viajó a México a una conferencia de La Luz del Mundo y cuando regresó llegó con ese estilo de imposiciones y desde ese entonces comenzó todo y él mismo uno de los integrantes de la secta donde asesina niños y adultos y tenía más de 15 personas atadas”. Lo cuenta Pablo Castillo Miranda en El Siglo.
La etnia se encuentra en estado de alerta, según Miranda, al tiempo que acusa a los dirigentes de la denominada secta de cambiarse el nombre varias veces sin definir las razones de los cambios. “La iglesia se llamaba Luz del Mundo, luego se cambió y en su letrero aparece Iglesia de Dios, y ahora aparece que era Nueva Luz de Dios con una doctrina de imposiciones, pero eran lo mismo, Luz del Mundo”, afirmó.
El testimonio de la madre de la niña asesinada
Dina Blanco se disponía a preparar la cena cuando una mujer de la comunidad la visitó en su humilde casa con una orden: llevar a su familia a orar a una secta distinta al culto católico con el que había bautizado a sus hijos. “Vas a las buenas o las malas”, aseguró que le dijo la mujer. Dina la identificó como Olivia y, según afirman residentes de esta aldea, sería la esposa del que señalan como el líder de la secta y la persona que reclutó a las familias para el ritual que tendría un final fatal.
Tal como informa Associated Press, Dina pidió a su hijo César, de 15 años, que dejara de cortar la leña para ir al rito. También convenció a su padre, un cincuentón que vive con ella, de que la acompañara. Además, llevó a su sobrina Noemí, a la que está criando, y a su hija Inés, de 9 años, que sufría de epilepsia. Al parecer la mujer de 24 años no sintió desconfianza porque ya había asistido a ese templo improvisado a orar y nada le había sucedido. Sin embargo, esta vez fue distinto y lo que vivió fue un infierno: la secta mató a su hija junto con una mujer indígena que tenía varios meses de embarazo y a cinco de sus hijos menores.
En días pasados, en los informes generales oficiales, se mencionó que la embarazada y sus hijos habían fallecido junto con un vecino adulto –siete muertos en total–, pero el relato que Dina dio a The Associated Press reveló que fue su hija, y no un vecino, quien murió con la mujer y sus pequeños. Una fuente de la Fiscalía General, que pidió el anonimato, por no estar autorizada a hablar de la investigación en proceso, confirmó la información y corroboró que la niña Inés Urriola Blanco era una de las fallecidas. Los detalles revelados por Dina son los primeros que ofrece alguna de las 14 personas rescatadas el 14 de enero.
Las autoridades judiciales han dicho que entre los detenidos por el crimen figura el suegro de la mujer embarazada, pero no han dado su nombre ni el de los otros miembros. Versiones coincidentes de los aldeanos apuntan a que el hombre se llamaría Mario González y sería esposo de Olivia –quien llamó a Dina a orar y también estaría detenida– y papá de Josué –pareja de la víctima embarazada–, Josafat y Otniel. Estos dos últimos, según los habitantes de El Terrón, se autoproclamaron profetas y “ungidos” para matar y expulsar a los no creyentes de la comunidad en la comarca Ngabé buglé en las selvas del Caribe panameño.
“Mario González es la cabeza de las malas anomalías y a las que metió a sus hijos”, dijo el aldeano Diómedes Blanco González. “Agredir y matar a su propia familia”. Dina dijo que antes había asistido a ritos en ese templo improvisado, un galpón con un altar de tablas en un escampado apartado de la escuela y de las casas de paja y tablas de los aldeanos. Refirió que nada le había pasado y que un pastor, que no era Mario González, oraba con ellos y a las 9 de la noche los enviaba para su casa.
Lo que pasó aquella noche
La cosa fue diferente en esta ocasión. “Fuimos porque íbamos a orar, aunque la forma en que me trató la señora Olivia no me gustó”. Asegura que, al llegar, los miembros de la secta les exigieron que mantuvieran siempre los ojos cerrados, los llevaron dentro del galpón con piso de tierra e hicieron que se agarraran las manos con los demás aldeanos que estaban ahí. “Sentí algo en mi cabeza y no sé qué fue lo que me pasó. Caí de rodillas”, relató. “Desperté y me seguían exigiendo que no abriera los ojos. Escuchaba los tambores, el acordeón, gritos, llantos; estaba amarrada”.
Relató que uno de los miembros de la secta se le acercó –estima que sería la noche del lunes o madrugada del martes 14 de enero– para decirle que su hija estaba muerta y que “las aves de los cielos se encargarían de su cuerpo”. Su papá, su hijo y su sobrina lograron escapar. “Es odio. Para mí es un odio que había”, dijo Dina, quien tenía el labio superior hinchado, moretones en el tórax y abdomen y una herida que cicatrizaba en la espalda. Cuando fue rescatada ni siquiera podía hablar porque tenía la garganta inflamada.
Los aldeanos tardaron en percatarse de lo que ocurría. Se enteraron cuando algunos de los indígenas que lograron escapar con golpes y quemaduras advirtieron de que algo pasaba. Un hombre dice que vio el martes por la mañana a miembros de la secta llevando en hamacas a los muertos desnudos para enterrarlos en una fosa distante. Los aldeanos se reunieron con palos y machetes para ir al rescate, pero por la tarde llegó la policía. “Es el dolor más grande que a mí me da”, dijo Dina sobre la muerte de Inés. “Era una niña con discapacidad a la que le dediqué mucho tiempo, que compraba pastilla de tres dólares para su enfermedad. Ahora no la tendré en casa”, dijo, y se largó a llorar sin cesar.
Investigaciones posteriores
El director del Instituto de Medicina Legal, José Vicente Pachar, dio a conocer el pasado 23 de enero que según los resultados arrojados por los exámenes de necropsia, las siete víctimas de la masacre en Alto Terrón pudieron haber fallecido el día anterior a la llegada de los estamentos de seguridad. “Al parecer el incidente fue el día anterior y eso permitió que se pudiera reconocer las lesiones que eran evidentes, los traumas contundentes, la demostración de agresión sexual”, explicó Pachar, tal como cuenta Nimay González en Telemetro.
Añadió que en esa región del país los funcionarios de Instituto de Medicina Legal tienen que trabajar con las herramientas que tengan a su alcance; sin embargo, en esta ocasión la médico forense que está a cargo logró recabar todos los elementos necesarios. “Allá hay que trabajar con lo que está a mano, pero ella fue utilizando su experticia y su pericia, aportó los elementos científicos para establecer las causas de la muerte y las circunstancia del deceso”, destacó.
Por otra parte, los dos últimos pacientes que estaban ingresados en el hospital regional de Veraguas, traídos desde la apartada comunidad de Alto El Terrón, por quemaduras producidas con tizón en la boca, lengua y otras partes del cuerpo, fueron dadas de alta el 22 de enero, según informa el diario Crítica. El doctor Saúl Jované, director del hospital, confirmó que las personas salieron del centro hospitalario y deberán asistir a citas determinadas para terapias para que puedan superar las secuelas delas lesiones producidas
Trasladados por miedo
Residentes de El Terrón fueron trasladados por recomendación de un cacique a tres casas de seguridad, según informa TVN. Y es que los moradores se enteraron de que sólo fueron detenidos 10 miembros de la secta, cuando señala que son 12. Aseguran que dos de los integrantes se mezclaron con las víctimas. Otro de los temores de los residentes de El Terrón es que varios pueblos cercanos a ellos también han sido influenciados por esta secta. Piden que se mantenga la seguridad en la comunidad y que se instalen teléfonos o internet para mantenerse comunicados.
Y es que se había recomendado que las víctimas no regresaran a la comunidad de El Terrón y se mantuvieran en el distrito de Santiago, recibiendo atención profesional. “Esto no puede quedar impune, ya que hubo muchas víctimas, niñas, niños, muchas mujeres que les fueron violados sus derechos”, expresó Adorinda Ortega, del Instituto Nacional de la Mujer. Durante los últimos días, las víctimas han estado en hoteles bajo protección del Ministerio Público, y ahora se busca dónde albergarlos para que reciban atención.
Según Mi Diario, al menos cuatro presuntos integrantes de la secta que aterrorizó a la comunidad de Alto Terrón podrían estar prófugos, ocultándose entre las montañas. Estas son las nuevas revelaciones que se han dado por parte de la comunidad, que sigue resguardada por unidades de la Policía Nacional, quienes se encuentran realizando operativos. Entre tanto, el pasado 21 de enero el equipo del Misterio de Salud que se encuentra en el lugar hizo la evacuación urgente de un menor de ocho meses de nacido al Hospital Luis “Chicho” Fábrega con serios problemas respiratorios. Su madre, Mélida Virola, dijo que la comunidad aún está preocupada y con temor.
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