FUENTE: Clarín
Una pareja argentina adepta a la teoría del polémico médico Ryke Geerd Hamer (llamada Nueva Medicina Germánica) no dejó que sus mellizos recibieran atención convencional. Uno de los niños, que tenía una afección respiratoria, murió. Lo cuenta Nora Sánchez en el diario Clarín. En 2013, tuvieron mellizos con síndrome de Down. Uno de ellos sufrió falta de oxígeno durante el nacimiento y su salud era delicada. Aun así, los padres se negaron a que recibieran atención médica convencional o a que fueran vacunados.
Eran seguidores de los preceptos del polémico médico alemán Ryke Geerd Hamer, quien predicaba que las enfermedades responden a un trauma emocional y que, una vez resuelto el conflicto, las personas se curan solas. En consecuencia, uno de los niños murió y el otro sufrió graves consecuencias de salud por el descuido. Después de seis años de devenir judicial, el caso fue investigado por la Fiscalía de la Ciudad. Y ahora, la pareja fue condenada a tres años de prisión en suspenso por abandono de persona.
Cómo empezó todo
Los padres tienen estudios terciarios, son de clase media y viven en el barrio de Balvanera. Sus mellizos nacieron en diciembre de 2013, ambos con síndrome de Down. Según consta en la causa judicial, nunca realizaron los controles prenatales y llegaron a último momento al Instituto Médico de Obstetricia, donde también obstruyeron el trabajo de los médicos.
A las dos horas de nacer uno de los bebés tuvo convulsiones y le diagnosticaron hipertensión pulmonar severa. También le detectaron una encefalopatía hipóxico isquémica, que es una lesión causada por falta de oxígeno y un limitado fluido de sangre al cerebro durante el nacimiento. Esto suele dejar secuelas motoras y neurológicas. A pesar de todo, los padres jamás llevaron a los niños a los controles médicos ni siguieron el calendario nacional de vacunación. A medida que iban creciendo, tampoco los alimentaban en forma apropiada: sólo eran amamantados.
El gurú: Hamer
La razón es que la pareja creía en la teoría del médico alemán Ryke Geerd Hamer, que postulaba que todas las enfermedades, incluso el cáncer, son la respuesta a un shock traumático. Y que una vez que se resuelve el conflicto emocional, el cuerpo sana. A su corriente se la llamó Nueva Medicina Germánica. Sus preceptos fueron refutados y él tuvo complicaciones legales cuando los padres de un niño con cáncer no permitieron que recibiera tratamiento.
Hamer llegó a decir que existía una conspiración sionista para silenciarlo y evitar que “los no judíos” se curaran con su teoría. Le quitaron la licencia para ejercer la medicina en 1986, pero él siguió divulgando su pseudociencia y tratando pacientes en forma ilegal hasta su muerte, en 2017, de un accidente cerebrovascular.
Cómo empeoraron los niños
En noviembre de 2014, la abuela fue a visitar a los mellizos y notó que uno de ellos tenía fiebre y se agitaba al respirar. Cuando se lo dijo a los padres, éstos se lo llevaron a una habitación. La abuela fue a pedir ayuda a la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema y se inició una causa en la Justicia Civil. Los hermanos fueron evaluados en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, donde los médicos resolvieron internarlos con consiga policial.
También elaboraron un informe, según el cual los mellizos presentaban un cuadro de desnutrición crónica de tercer grado. Aunque tenían casi un año de edad, su talla era la de un bebé de cinco meses. También sufrían retraso neuromadurativo y una disminución generalizada del tono muscular. No estaban vacunados ni habían recibido estimulación.
Uno de ellos tenía una cardiopatía congénita y una patología pulmonar severa. El 5 de diciembre de 2014 lo trasladaron a terapia intensiva porque respiraba con dificultad. Los padres seguían oponiéndose a la atención médica, por lo que el 29 de diciembre de ese año un juez civil les quitó la patria potestad y se la dio a la abuela materna.
Uno de los niños murió
El 24 de abril de 2015, el niño más afectado murió por insuficiencia respiratoria causada por una infección pulmonar aguda. Y el caso fue derivado a un Juzgado Penal nacional, que años después se declaró incompetente. Por eso en 2018 se hizo cargo del caso la Justicia porteña. “Nosotros recibimos el caso y en poco tiempo llegamos a un juicio y condena. Son los beneficios que tiene el sistema acusatorio de la Justicia de la Ciudad, que permite a nuestros fiscales hacerse cargo de la investigación. Y como jefe de fiscales considero que esa independencia es fundamental para investigar sin trabas”, explica el Fiscal General de la Ciudad, Juan Bautista Mahiques.
El caso estuvo a cargo del fiscal Walter López, titular de la Fiscalía en lo Penal, Contravencional y de Faltas Nº 17, que reconstruyó la historia. “A los 11 meses de edad, los chicos mantenían un cuadro febril, tos y uno de ellos (el que falleció) respiraba con mucha dificultad. Estaban con bajo peso y necesitaban un cuidado especial”, recuerda López. En la causa se pudo probar que “los padres no creían en la intervención de la medicina convencional y entendían que los niños, que se encontraban enfermos, se iban a curar solos”.
Acusación y condena
Los padres fueron acusados de abandono de persona agravado por el vínculo. Este delito consiste en poner en peligro la vida o la salud de una persona incapaz de valerse sola. Tiene una pena prevista de 2 a 6 años de prisión. Si la víctima sufre un daño grave en el cuerpo o su salud, la pena es de reclusión o prisión de 3 a 10 años. Y si muere, de 5 a 15 años. Si el autor es el padre, el hijo o el cónyuge de la víctima, la pena se eleva en un tercio.
El fiscal solicitó una pena de cumplimiento efectivo, pero finalmente el 20 de diciembre de 2019 un tribunal presidido por el juez Norberto Tavosnanska resolvió condenar a los padres a tres años de prisión de suspenso “por pena natural”. Este principio, previsto por el Código Penal, se aplica cuando el imputado sufrió un daño físico o moral grave que torna desproporcionada la aplicación de determinada sanción.
Como parte de la condena, los padres deberán asistir al taller “Reflexiones sobre niñez y adolescencia”, de la Dirección General de Convivencia en la Diversidad de la Subsecretaría de Derechos Humanos porteña. Además, la Dirección de Medicina Forense del Poder Judicial de la Ciudad les realizará un diagnóstico psicológico para determinar si necesitan un tratamiento. Y si lo requieren, deberán realizarlo. También deberán atravesar un proceso de revinculación con el hijo sobreviviente, con la intervención del equipo interdisciplinario que determine el Juzgado Civil que les hará un seguimiento.
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