"La humanidad no encontrará la paz hasta que no vuelva con confianza a mi Misericordia" (Jesús a Sor Faustina)

domingo, 7 de abril de 2019

La izquierda no sabe qué es el fascismo


Se han publicado hace un tiempo opiniones de alarma ante el auge de políticos de “extremaderecha”, haciendo alusión directa a la presencia de dirigentes como Bolsonaro, Trump, Le Penn, partidos como VOX de España, José Antonio Kast, acá en Chile, entre otros. Todos ellos han sido etiquetados por las corrientes de pensamiento de izquierda como representantes del “neofascismo”, ya que su característica principal es el “rechazo a las minorías”. Sus ideas, argumentan, representan un peligro para la sociedad y la democracia.

Pero antes de entrar en etiquetas ambiguas y poco clara debemos saber qué es finalmente el fascismo, ya que si utilizamos palabras compuestas debemos dejar en claro al lector por qué las hemos escogido. El fascismo es una ideología política estatista, eso debemos remarcarlo y dejarlo absolutamente en claro. Mussolini (creador del partido fascista) decía en la “Doctrina del fascismo” de manera clara y contundente:

“El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo. En la doctrina fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo. Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado.”

Por tanto, estimado lector, el fascismo entrega todo orden de la vida humana en manos del Estado, haciendo suponer a la ciudadanía que el Estado son ellos mismo. Esto es absolutamente falso, el Estado es un aparato político se sustenta que a través del monopolio de la fuerza (policía, militares, impuestos), que, además, de una Carta Magna, garantiza derechos y protección para aquellos que viven dentro de sus límites definidos.

El Estado lo controla la burocracia y el gobierno de turno, no las personas, nosotros elegimos a quien gobierna el Estado, delegamos nuestro poder a un político, y de paso, obligamos a soportar este gobierno a aquellos que hayan perdido en las urnas.

Pero volvamos a lo que nos compete. ¿es neofascismo por ejemplo un Bolsonaro en Brasil? Para que sea neofascismo tendría que poseer algún grado de admiración por la corriente de Mussolini, de lo contrario no podría llevar el concepto de “fascismo”, y, por ende, ser estatista y dirigista, es decir, el Estado ser el encargado de dirigir a la sociedad en su plenitud, esto incluye el ámbito económico.

Pero, ¿qué nos ha dicho Bolsonaro? El recién electo presidente de Brasil ha dado señales contundentes de liberalizar la economía, reducir el Estado y el gasto público. Liberalizar la economía conlleva a restar intervención estatal en esta materia; reducir el Estado, asimismo, significa menos control sobre la vida de las personas, ya que el aumento del Estado se relaciona al aumento de los impuestos, por ende, limita la libertad de acción que posee una persona para consumir o ahorrar. Si Bolsonaro pretende llevar a cabo estas reformas, Mussolini probablemente lo habría expulsado del partido o bien enviado a ejecutar.

Ahora bien, si el neofascismo se relaciona al rechazo de minorías, dígase homosexuales o inmigrantes, etc., bien podríamos llamarle “neomarxismo”, pues recordemos que Cuba ejecutaba y perseguía a los “balseros” que huían hacia EEUU. Tampoco podemos dejar de lado que fue el Estado de la Alemania Democrática (comunista) que construyó un muro en Berlín denominándolo paradójicamente “Muro de protección Antifascista” –¡el Estado intervino la libertad de las personas a circular libremente por el país! -. Y podemos continuar, ya que debemos hacer honor a los hechos históricos, que tanto Lenin, Guevara o incluso el mismísimo Allende, despreciaban la homosexualidad por cuanto (consideraban) no cumplía con los verdaderos ideales socialistas, ya que eran producto de la corrupción que provocaba el Capitalismo.

Por último, el Premio Nobel de economía de 1974, Friedrich Hayek, nos señala que tanto el socialismo como el nazismo tiene un ideal colectivista similar, pues los dos son estatistas y pretenden dirigir la economía de la mano del Estado, sus diferencias se perciben en sus respectivas estrategias de conseguir el poder.

La etiqueta “neofascista” es solo un intento desesperado por desprestigiar a los adversarios, nos recuerda a los tiempos de la “Caza de Brujas”, en que cualquier conducta que no se adecuaba al ideal de determinado grupo, era acusado de “brujo/a” para ser quemado en la hoguera. Hoy, la anatema tiene un nombre distinto, se le denomina “fascismo” y es un arma que la izquierda utiliza para etiquetar a cualquier corriente que entre al debate a oponerse a su visión de mundo.

¿Qué es, por tanto, el fenómeno Bolsonaro, o Kast? Estos movimientos políticos bien podrían denominarse como populismos de derecha, que han nacido en respuesta a un profundo rechazo a los ideales de la izquierda moderna en sus visiones “progresistas”, y que han sido masticadas por la población por una suerte de imposición ideológica a la fuerza. La inmigración descontrolada, los cambios bruscos en los paradigmas sexuales, y culturales en general, la corrupción de los distintos gobiernos de izquierda en Latinoamérica, el devastador efecto en la sociedad venezolana con el gobierno de Nicolás Maduro, ha despertado un rechazo de una considerable masa de la población, la cual se ve representada a través de estos políticos “populares”, que se caracterizan por ser directos y sin tapujos.

Es decir, estamos frente a un populismo anti-izquierda, no ante un movimiento popular racista, homófobo, transmófobo o misógino; estas son solo etiquetas que la izquierda ha sabido construir hábilmente para limitar las opiniones contrarias que le son profundamente incómodas.
(https://misesreport.com/la-izquierda-no-sabe-que-es-el-fascismo/?fbclid=IwAR0JNN2K2Xp7YEpn30l8VJnr1-ajcilDseJDc15jpmEklmXSEiHL2DW_cdg)

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