"La humanidad no encontrará la paz hasta que no vuelva con confianza a mi Misericordia" (Jesús a Sor Faustina)

viernes, 26 de abril de 2019

El problema de Venezuela (y América Latina) tiene nombre: secta comunista-socialista


La lección es que el socialismo ya no es revolucionario; sino que reduce la libertad económica y política.
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Por Escritor Invitado  Actualizado Abr 22, 2019
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El caos reciente es el producto del incremento de las medidas de corte socialistas. (Foto: EFE)
Por Harold Vásquez y Osmel Brito *



El desastre económico, político y social de Venezuela es el resultado de conducir una nación en la ruta al socialismo. Existen dos caminos para alcanzar este objetivo: la vía de la revolución, propuesta por Karl Marx, y el camino progresivo, propuesto por los Fabianos—corriente inglesa que predica la transición del capitalismo al socialismo—a través del esfuerzo gradual y reformista de las democracias. La incursión al socialismo por la vía revolucionaria quedó desacreditada tras el fracaso de los experimentos revolucionarios en la Unión Soviética, China comunista, y Camboya; tragedias que resultaron en la muerte de casi 100 millones de personas—más del total de muertes causadas por la Primera y Segunda Guerra Mundial combinadas. Sin embargo, en vez de replantear sus ideas, los teóricos y políticos promotores del socialismo buscaron un nuevo enfoque, basado la toma del poder por la vía democrática para luego realizar reformas progresistas que conduzcan sus naciones a la utopía socialista. Así son popularizadas las ideas de la Sociedad Fabiana, creada a finales del siglo XIX, y de otros movimientos políticos más recientes, como el socialismo democrático, el socialismo del siglo XXI y el socialismo “millennial”.

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El socialismo es la propiedad común de los medios de producción con el objetivo de emplearlos para el uso y no la generación de beneficios. Hoy día, salvo algunas excepciones, no existen regímenes socialistas totalitarios, sino que los países se sitúan en una escala continua entre economías extremadamente socialistas y de libre mercado dependiendo de las reformas políticas y económicas que han implementado. En este proceso, no tan obvio, muchos analistas argumentan erróneamente sobre casos exitosos y no exitosos del socialismo.

Por ejemplo, Nelson Espinal expone que hay países latinoaméricanos que han abrazado proyectos de corte socialistas y que, con excepción de Nicaragua y Venezuela, fueron capaces de prosperar, desconociendo que esos proyectos han presentado algunos de los síntomas que hoy están exacerbados en Venezuela: corrupción, inflación, y gasto público descontrolado. El aparente éxito del socialismo en países como Ecuador y Brasil fue debido al incremento de los precios de las materias primas; una vez este boom acabó, también terminó el “éxito” socialista. Decir que Chile abrazó un proyecto socialista es desconocer que la constitución chilena es de bases liberales y no contiene una lista de “derechos sociales”.

Del mismo modo, a pesar de haber nacionalizado una veintena de empresas desde el 2006—a un costo que supera el 3.5% del PIB—Bolivia es referido como otro caso de éxito socialista . Sin embargo, la expansión del gasto aún no se refleja presiones de devaluación debido a que el Banco Central de Bolivia mantiene fija la tasa de cambio a costa de sus reservas, las cuales se han reducido en un 50 % en los últimos 4 años.
(https://es.panampost.com/editor/2019/04/25/el-problema-de-venezuela-y-america-latina-es-el-socialismo/?fbclid=IwAR0VF7rfkNbwW4XI4Uw1dc64c-kkwZCObFPq9pvjzX--THFG37pRG_0CQEo)

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