FUENTE: El Independiente
Desde drogas al uso a psicofármacos obtenidos de forma ilegal. La cuestión es utilizar sustancias que dobleguen la voluntad de sus miembros y conseguir así abusar de ellos. Según el psicólogo experto en sectas Miguel Perlado, así lo hacen más del 60 % de las sectas. «Emplean lo que llaman ‘sus propios remedios’ y así consiguen abusar más fácilmente de sus adeptos». Así comienza un reportaje firmado por Cristina Castro en El Independiente.
El experto, que acaba de publicar ¡Captados! Todo lo que debe saber sobre las sectas, habla de cómo han evolucionado los grupos sectarios y cómo funcionan para conseguir sus objetivos. Asegura, además, que ahora hay más que antes. «Todavía se sigue identificando la secta con un desvío de la religión. Sin embargo el concepto se ha extendido muchísimo a estos ámbitos, los formatos han cambiado. Hay propuestas muy variadas que van desde la autoayuda al coaching o el yoga esotérico o incluso las hay que son una estructura empresarial», explica el psicólogo, que añade que «en éstas el gurú no tiene por qué ser una persona, puede ser un producto con el que se adquiere un grado de compromiso importante».
No son quizás tan llamativas –no te exigen vivir en un retiro o entregar todos los bienes desde un principio– pero «tienen varios grados de control y van aumentándolo poco a poco». El punto en común a todas ellas, asegura, es «aprovecharse de la vulnerabilidad emocional de alguien y simplificar a través de un programa muy seductor», explica Perlado, que cree que «cualquiera es susceptible de pasar por uno de esos momentos de vulnerabilidad, que puede ser una crisis personal, la soledad o una mudanza a una nueva ciudad, y caer en una secta».
Perlado también advierte de que no todas las sectas de hoy son meramente físicas, algunas se originan dentro del entorno digital. «Es un fenómeno emergente y utiliza todas las redes sociales para expandirse». Pueden ser desde negocios multinivel a cursos de energía o yoga o foros donde se aúnan personas con algún problema común. «Aunque no todo queda en la red, también hacen encuentros personales donde se estrechan lazos», afirma Perlado, que en su libro advierte sobre el auge de estos nuevos gurús de internet para los que el tiempo «dirá cómo evolucionan las formaciones sectarias online».
Entes camaleónicos y escurridizos
Otra de las cosas que tienen en común todas las sectas es que son «entes camaleónicos, escurridizos y siempre al borde de la línea. No delinquen porque explotan a sus adeptos para que lo hagan ellos, por eso son muy difíciles de controlar», indica Perlado. En España no hay un registro oficial de sectas como en otros países (Alemania o Francia los tienen) aunque el psicólogo duda de su efectividad. «Estos grupos son escurridizos, cambian rápidamente de nombre, de ubicación… y tener un registro puede ser un arma de doble filo porque puede suponerse que si un grupo no figura ahí, no es una secta».
Y esta dificultad es la culpable de que las sectas continúen siendo un «problema silenciado», según el autor: «Cuando alguien sale sufre un proceso de vergüenza y culpa pero también hay silencio por parte de las propias organizaciones sociales e instituciones públicas. Porque muchas sobre el papel son legales».
Por ello uno de los objetivos del libro de Perlado es precisamente identificar posibles situaciones de adhesión sectaria para poder ayudar a la víctima. «Hay muchas señales que nos pueden advertir. Que alguien se aísle, que utilice expresiones nuevas, que diga que es más feliz pero no acepte ninguna crítica», afirma el autor, que aconseja mantener el diálogo con el afectado, tratar de establecer una relación de confianza y estimular progresivamente su pensamiento.
Sacar a alguien de un movimiento sectario puede llegar a ser hacerlo de su relación de pareja. «Una pareja puede ser una secta. Puede parecer forzar los términos pero en una relación de abuso puede haber una dinámica sectaria. Esto ocurre cuando hay un fuerte componente doctrinal. Si lo hay, más allá de las bofetadas físicas hay bofetadas morales», concluye Perlado.
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