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martes, 10 de marzo de 2020

La más exitosa mentira de Marx fue llamar «ciencia» a sus creencias místicas

El marxismo es sin lugar a dudas para sus creyentes la única verdad, la todopoderosa verdad revelada de una dialéctica material incuestionable
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Por Guillermo Rodríguez González Actualizado Mar 4, 2020
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El marxismo es, en su sentido más estricto, una religión. (Foto: Flickr)
Hace ya tiempo había tomado yo nota delque la crítica socialista de Bakunin a Marx fue perfectamente acertada en sus predicciones. Empleando similares conceptos a los de Marx de conflicto de clases, concluía que una dictadura del proletariado daría lugar a una nueva clase opresora y a una nueva opresión. Lo que no previó, porque ningún socialista podría preverlo sin por ello dejar de ser socialista, es que esa nueva clase caería finalmente por la inherente inviabilidad del totalitarismo económico en una sociedad compleja.

En lugar de ello, temió que tal totalitarismo pudiera llegar a ser el permanente fin de la historia en lugar de dar lugar a su superación dialéctica por un comunismo superior especialmente si ya no hay, según Marx, lucha de clases más que contra los remanentes de la burguesía capitalista derrotada.

Bakunin adelantó la gris realidad del totalitarismo marxista y la hegemonía de una clase al mando de la dictadura en nombre del proletariado. Diljas hubo de experimentarlo para llegar a aceptarlo mientras la mayoría de los marxistas no lo aceptó ni lo sufrió en carne propia.

¿Es religión el marxismo, como he sosteniendo más de una vez? Pues en tanto aceptemos que la mejor definición de religión sería la creencia del hombre en una innegable realidad que le trasciende y a la cual se subordina encontrando significados transcendentes para sí mismo y para otros al “religarse” con ella mediante ritos específicos, no queda la menor duda que el marxismo sería por definición una religión. Por lo demás el marxismo es sin lugar a dudas para sus creyentes la única verdad, la todopoderosa verdad revelada de una dialéctica material incuestionable que trasciende toda religión revelando la auténtica naturaleza de todo lo existente y profetizando el fin de la historia.

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Claro que a muchos les confunde el que los marxistas coloquen a toda religión en el terreno de la superestructura ideológica como mera mistificación de los intereses de la clase dominante, que proclamen ateísmo y persigan desde el poder la religión, en la medida de lo posible. Pero eso lo único que nos revela es que se trata de una religión totalitaria tan completa que no se limita a la negación y exterminó de cualesquiera otras, a las que califica de falsas y supersticiosas, sino que se siente obligada a autodenominarse ciencia, definiendo a la ciencia como todo lo contrario de lo que la ciencia es.

En la definición marxista de ciencia, ciencia para el creyente marxista es a la vez, dialéctica material y verdad última e incuestionable. Cuando a eso sumamos su definición polilogista de superestructura ideológica, y tomamos nota del que no sería raro para una religión proclamarse como única verdadera negando toda otra como superstición, lo que hace Marx es un truco de prestidigitador con los significados para definir como “científicas” un conjunto de afirmaciones sin prueba alguna. Y pasar su dogmática por teoría de una ciencia histórica, la que por lo demás se ha revelando falsa hasta el último detalle. Pero que subsiste porque al reclamar para sí la naturaleza de verdad incuestionable, última y definitiva, pertenece al terreno de la religión en la que el creyente puede aferrarse a su creencia contra toda evidencia.

En una religión con tiempo lineal, una tesis en creatología (teología de la creación) generalmente debe tener correspondencia en escatología (teología del fin de los tiempos). La gran pregunta de la creatología cristiana es saber por qué realizó Dios la creación. Y la respuesta agustiniana, adoptada por la iglesia ortodoxa oriental, católica romana, así como las principales denominaciones protestantes y evangélicas, es que fue por infinita bondad. Diferentes grupos heréticos, desde los primeros tiempos del cristianismo, han dado respuestas alternas entre las que destaca la idea que Dios creó al mundo por su propio sentimiento de insuficiencia y necesidad de desarrollarse. La filosofía de Plotino parte de ahí y postula que la creación es la ruptura de una unidad original ansiosa de desarrollarse, que en su separación debería tender a restablecer tal unidad original, pero ya en plenitud final, una vez desarrolladas las partes.

Las consecuencias políticas de esa creatología y escatología de la alienación han incluido la agitación revolucionaria comunista desde muy temprano, relacionando la inevitabilidad del triunfo de la revolución comunista con el profetizado segundo advenimiento. La hegeliana idea de la superación de la alienación del hombre de Dios como un descubrimiento por parte de la especie humana de su naturaleza divina es la clave de la posibilidad de una creatología y escatología potencialmente atea y/o materialista. Desarrollando esa potencialidad, el marxismo obtiene de su dialéctica material de la historia la misma fe revolucionaria que herejías cristianas –con las que comparte tradición y ritos– obtenían de su interpretación de las profecías del fin de los tiempos, con la ventaja de no sufrir competencia de otras interpretaciones de unos textos sagrados de los que ha prescindido. Con motivos tan claros como los de la descalificación de Marx a sus antecesores socialistas que calificaría despectivamente de utópicos, la generalidad de los marxistas ha preferido ignorar la larga historia del comunismo, una historia comprometedora para ellos en más de un sentido, y así, el común de marxistas y filomarxistas suelen ignorar que primera revolución comunista en tomar el poder y gobernar de manera efímera no fue la comuna de París, sino la revolución anabaptista de 1534 en Münster.

Con esta columna, que intenté redactar para que fuera razonablemente interesante por sí misma, doy completa respuesta a varios comentarios, objeciones y argumentos interesantes que me han enviado algunos lectores sobre un par de columnas recientes en que me refería al marxismo como religión, sin agotar a quien esto lea con la detallada cita de las mismas.
(https://es.panampost.com/guillermo-rodriguez/2020/03/07/la-mentira-de-marx-fue-llamar-ciencia-a-sus-creencias-misticas/?fbclid=IwAR2GadSWqU7tYad3vuPq9t4lWwCM-Wza5WkzqY27CaKCAM4VnsatwWaASdY)

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