FUENTE: Agência Pública – Eldiario.es
A pesar de las reiteradas recomendaciones de los organismos de salud brasileños sobre evitar el contacto social y las aglomeraciones de multitudes para impedir la propagación del coronavirus, algunos grupos neopentecostales (llamados “megaiglesias”), con miles de grandes templos en todo el país, permanecen abiertos y con algunos servicios completos.
Informan sobre este asunto Alice Maciel, Andrea DiP y Raphaela Ribeiro en la Agência Pública, en un reportaje que ha sido traducido al español por Mary Gómez para Eldiario.es. Y se refieren en concreto a la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD), de Edir Macedo; la Asamblea de la Victoria de Dios en Cristo, de Silas Malafaia; y la Iglesia Mundial del Poder de Dios, de Valdemiro Santiago,
Horario continuo
“La Iglesia Universal permanece abierta”, anunció el portavoz de la IURD, el obispo Renato Cardoso, en un comunicado oficial titulado: “La Iglesia Universal y el coronavirus”, publicado el pasado 17 de marzo en redes sociales. La secta dirigida por el “obispo” Edir Macedo advirtió de que no suspenderá los servicios y que abrirá los templos para orar durante todo el día con los pastores de guardia.
“Desde las nueve en punto de la mañana, desde la primera reunión hasta la última reunión en la noche y todos los horarios intermedios, estaremos abiertos para que puedan entrar, decir sus oraciones, ir al altar, dar su ofrenda, su voto, el diezmo, sus oraciones, sus plegarias, sus peticiones para los miembros de su familia y si quieren hablar con el pastor, los pastores estarán disponibles para ayudar”, explicó Renato Cardoso en el vídeo publicado, quien es yerno de Edir Macedo.
“No sólo aquí en el Templo de Salomón, sino en todos los templos de la Iglesia Universal del Reino de Dios en todo Brasil”, dijo. El pasado 13 de marzo, el gobernador de São Paulo decretó la suspensión de eventos con más de 500 personas. El domingo, sin embargo, estaba lleno el servicio de las 9:30 en el Templo de Salomón, que tiene la capacidad de albergar a casi 10.000 personas.
Medidas de seguridad… que no se cumplen
La IURD anunció tres días después las medidas que tomaría para evitar el contagio con el coronavirus en sus templos: “antes de ingresar al culto, se ofrece a los visitantes alcohol en gel o agua y jabón para lavarse las manos; dentro de los templos se les dice a las personas que se sienten lejos una de la otra, manteniendo al menos una o dos sillas vacías entre ellas; se evitarán las oraciones en las que deben cogerse de las manos. También recomendamos que las personas mayores con problemas de salud permanezcan en sus casas”.
A pesar de ese discurso, la realidad es diferente. El 18 de marzo, Agência Pública llamó de forma anónima al Templo de Salomón preguntando si estaban limitando el número de personas que asistían a los servicios. “Hoy está normal”, respondió el pastor Rodrigo. “Si se llegó a publicar [el comunicado de la iglesia], yo no supe, pero creo que esta semana, Dios pondrá las manos sobre nuestro Brasil, pero no sólo en Brasil, sino en todo el mundo”, predicó por el teléfono. Según él, los fieles se lavan las manos antes de ingresar a las reuniones, reciben el alcohol en gel y se les indica que mantengan distancia entre las sillas.
La “protección de Dios”
En la Catedral Mundial de la Fe, sede de la IURD en Río de Janeiro, el segundo estado con más casos confirmados de coronavirus, la conversación fue la misma. Según el pastor Ronaldo, también todo sigue estando “normal”. “Se debe tener la protección de Dios. Pongámoslo de esta manera, si usted debe trabajar con dinero y recibe un billete, y no tiene la protección de Dios, incluso en ese billete entrará el virus”, señaló. “Entonces, usted debe tener la protección de Dios. Usted entra, pone su mano en la barandilla, y luego tendrá que creer en Dios”, agregó.
Antonieta dos Santos, de 55 años, de São Paulo, asiste todas las semanas al Templo de Salomón y vive con sus hijos, esposo y madre de 90 años. Dice que está tomando algunas precauciones, como lavarse las manos y lavar la ropa cuando llega antes de acercarse a la madre anciana, por lo que no cree que sea tan peligroso si continua con esa rutina. “En la iglesia, son cautelosos. Fue una gran sorpresa para mí que tuvieran recipientes gigantes, como si fueran una copa de champán gigante, para lavarte las manos en uno y en otro vierten agua en nuestras manos, luego hay otra persona delante de nosotros con alcohol en gel”, señaló.
Antonieta dice que es consciente del riesgo, en especial porque es diabética y sufre de hipertensión, pero dice que, si la iglesia permanece abierta, ella asistirá a los servicios. Su hija, Tainá Campos, de 19 años, por lo general no asiste al Templo, pero como no tiene clases, fue con su madre. Dice que el pastor comenzó a predicar diciendo una oración para terminar con el coronavirus. “Dijo que debemos ser cuidadosos y precavidos, pero para que no perdamos la fe y no dejemos de ir a la iglesia, no habló de ninguna medida preventiva”.
Medidas insuficientes
Para Expedito Luna, epidemiólogo y profesor del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad de São Paulo, no es suficiente restringir los servicios a menos personas ni crear un programa de turnos. Explica que la enfermedad se puede transmitir tanto por contacto con personas infectadas como por contacto con superficies que tienen el virus, es decir, tocar lo que una persona infectada ha tocado.
Luna señala que las investigaciones muestran que el coronavirus puede sobrevivir durante algunas horas en algunas superficies, como el plástico y el metal, por ejemplo. “El virus permanece en las superficies, por lo que es necesario desinfectar a cada persona en los lugares públicos, como lo están haciendo en los hospitales”.
“En el hospital, las personas enfermas con coronavirus u otra enfermedad, no pueden evitar tener que estar allí, por lo que se utiliza este tipo de medida. Creo que las iglesias no deberían ser tratadas de manera diferente a un cine o a una escuela. ¿Cuál es la diferencia?”, pregunta el epidemiólogo. “Son aglomeraciones innecesarias de personas que podrían evitarse”, añade.
De las “coronadudas” a la “coronafe”
Edir Macedo, fundador y líder de la secta, ha estado predicando a sus seguidores que el coronavirus sólo afecta a aquellos que no tienen fe. “Mira, todos están hablando del coronavirus y el mundo entero está arrodillado ante esta maldición, esta plaga llamada coronavirus. Muchas personas están hospitalizadas, muchas personas están en cuarentena y, la mayoría de las personas (porque en el planeta hay 7.500 millones de personas y unos pocos miles de personas han muerto a causa de esta plaga), pero lo peor de todo es que la mayoría de las personas no sabe que la mayor plaga no es el coronavirus, es la ‘coronaduda’, y para usted poder enfrentar el coronavirus, lo que es el coronavirus, usted que no ha sido afectado por el coronavirus, debe tener el antídoto que se llama ‘coronafe’”, dijo el líder de la IURD en un vídeo publicado en su cuenta de Instagram.
“Coronafe”, explica, “es esa confianza, esa certeza de que Dios está con usted y que nunca, nunca, nunca le fallará a aquellas personas que han creído en él, que han depositado su fe en él. La ‘coronafe’ es sólo para aquellos que creen con todas sus fuerzas, con toda su alma, con todo su corazón, con todo su pensamiento, en lo que está escrito en la Palabra de Dios”.
El líder de la secta también ha llegado a publicar un vídeo en el que dice que el coronavirus no es más que una estrategia de Satanás y los medios de comunicación para inducir el pánico en la gente. “Amigo mío, amiga mía, no te preocupes por el coronavirus. Porque ésta es la táctica de Satanás, o una táctica más de Satanás. Satanás trabaja con el miedo, el terror. Trabaja con las dudas. Y cuando la gente está aterrorizada, asustada, con dudas, la gente se vuelve débil, frágil y susceptible. Cualquier viento que sople será una neumonía para ellos”, señalaba en el vídeo. El “obispo” eliminó la publicación después de que el patólogo Ben Schmidt eliminara una declaración que había publicado en Youtube. Edir Macedo había utilizado el testimonio del experto para aliviar la gravedad de la pandemia.
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