FUENTE: El Cordillerano
Eduardo de Marco contó su pesadilla. Hace diez años, perdió contacto con su hija a raíz de una secta que funcionaba en Bariloche (Patagonia, Argentina). Logró recuperarla en Ecuador con la intervención de Interpol y Missing Children. Cómo operan estos grupos que “manipulan a la gente”. “Acepto hablar solo para que mi historia sirva para otras personas”, confesó, según informa Daniel Pardo en El Cordillerano.
“La intención fue alejarla de mí para que sea parte de la secta y así formarla como salvadora de la humanidad. La que venía a reemplazar a Jesús. Eso decían”, recordó Eduardo de Marco sobre el inicio de sus pesadillas en Bariloche hace diez años. “Sólo hablo porque sirve para prevenir. Es un tema muy difícil que me afectó a mí, pero lo más duro es cuando se involucra a menores en estos grupos”, comenzó. Eduardo conoció a Marcela Filliol y se enamoró cuando ella practicaba masajes chinos para recuperar la vitalidad de los órganos que, aclaró, resultaba muy efectiva. Sin embargo, el tratamiento estaba mezclado con una “supuesta espiritualidad”.
“Ingresé a un mundo de supuesto amor, de una visión muy altruista para salvar a la humanidad, tener un hospital de sanación para todo el mundo y cambiar el rumbo”, explicó Eduardo en una entrevista en El Cordillerano Radio (93.7). En su voz, es posible percibir el peso que tiene cada pieza de su historia. “Solo lo hago para generar conciencia”, repitió. Y continuó: “Estas sectas se nutren de personas como yo que estábamos en una búsqueda espiritual”.
El mensaje altruista y la posibilidad de construir una familia en la ciudad lo sedujo. La travesía hacia su peor pesadilla tomó forma cuando, después del nacimiento de Jazmín, su hija, la secta los separó. “El mensaje era que Jazmín tenía que ser parte de la secta y debían formarla como la salvadora de la humanidad”, recordó. Desesperado por esta situación, Eduardo empezó a desfilar por los pasillos del sistema judicial para poder ver a su hija durante 5 años.
“Fue mucho esfuerzo, formé parte de la Asociación Padres Alejados de sus Hijos. Y entendí cómo funciona el tema legal. Apoyan la separación y el destrozo de las familias porque está perfectamente permitido que algunas personas con delirios psiquiátricos y otros mal intencionados armen agrupaciones para reunir gente y dominarlos”, explicó.
Eduardo contó que la líder de la secta trabajaba bajo una copia de una secta norteamericana. Se reunían en una capilla con imágenes de los seres de la hermandad blanca y se ocupaban de canalizar mensajes. Funcionaba en la zona del Llao Llao. “Por supuesto, la que canalizaba era la líder de la secta y manipulaba a todos”, contó. Y recordó una grabación que volvió a escuchar hace pocos días. La grabación decía “que Jesús le entregaba el poder para salvar a la humanidad y terminar el trabajo que él vino a hacer”. Por lo general, lo que sucede es que se genera un vínculo devocional con la líder y ahí comienza la manipulación.
Finalmente, Eduardo pudo recuperar a su hija Jazmín. La secta se había trasladado a Ecuador en donde estuvieron escondidos durante 11 meses. “La recuperamos con la intervención de Interpol y la organización Missing Children. Pudimos hacerlo antes de que falleciera la madre de leucemia”, contó. Eduardo hizo hincapié en la edad de Jazmín en el momento de recuperarla “porque una vez que un niño pasa los 12 o 13 años en una secta es irrecuperable”.
Pablo Salum, quien es conocido por haber vivido una experiencia similar a la de Jazmín cuando era niño, es fundador de la Red LibreMentes y autor de un proyecto de ley de asistencia a las víctimas y familiares de este tipo de organizaciones. “Eduardo me escribió como tantas otras víctimas de estas organizaciones coercitivas”, contó y agregó que los niños son las principales víctimas. “El problema es que no hay ley y la Justicia no entiende la problemática. No existe ley de asistencia, de prevención. No conocen el daño que se genera y cómo se vulneran sus derechos”, opinó.
“Y no es fácil rescatar a una persona”, alertó. Y, además, luego la persona que logra salir tiene que, por sí misma, regenerar su autocrítica, la razonabilidad. “La dependencia emocional al líder y al grupo es absoluta. Ellos toman las decisiones por las personas, es como sacar a un animal que vivió en cautiverio. No tiene mecanismos para ser libre”, explicó. “Yo lo vi luchar a Eduardo. Lloré cuando recuperó a su hija. No abandonó a su hija. Hay muchos padres y madres que abandonan la lucha”, dijo Pablo mientras Eduardo, envuelto en los recuerdos dolorosos del pasado agradeció y se disculpó por la emoción.
“Ella está muy bien”, aseguró Eduardo sobre Jazmín. Se abocó a recuperarla durante cinco años luego del rescate. Leyó libros de psicología, terapia infantil. “Sabemos la importancia de incluir a la madre en la familia, aunque ella ya no esté. Hablamos de ella y eso le da tranquilidad. Tener un espacio de contención emocional le da una herramienta para ir sanando”, explicó. Más allá del dolor que provoca, Eduardo cuenta su historia porque siente que puede servir para otras personas. El amor es más fuerte, repitió durante la entrevista.
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