FUENTE: Varios medios
Lee Man-hee, fundador de la controvertida secta Shincheonji, que se ha convertido en el principal foco de propagación del coronavirus en Corea del Sur, pidió perdón el pasado 2 de marzo y subrayó su compromiso de cooperar con las autoridades. «Como representante de los seguidores de Shincheonji pido sinceras disculpas al público», dijo Lee, de 88 años, tras haberse postrado de rodillas ante los periodistas congregados en una rueda de prensa convocada por el grupo religioso en Gapyeong, unos 50 kilómetros al noreste de Seúl. Lo cuenta el diario ABC.
«No era nuestra intención, y aun así mucha gente ha resultado infectada», dijo durante el acto, en el que se podían oír de fondo las consignas de los grupos que suelen protestar contra el culto, al que acusan de haber captado a sus familiares y empujarlos a cortar todo tipo de lazos personales fuera de la secta. Varias personas concentradas en la entrada de este complejo que Shincheonji tiene en Gapyeong también exigieron responsabilidades al grupo por ser el gran foco de propagación del coronavirus en Corea del Sur –donde los contagios superan los 4.300 y hay ya 26 víctimas mortales– y por supuestamente no colaborar con las autoridades.
«Haremos todo lo posible, ofreciendo todos nuestros recursos, a la hora de apoyar las medidas del Gobierno para controlar la epidemia», añadió Lee, que aparentemente ha dado negativo tras someterse al test para detectar la presencia del coronavirus, según ha dicho Shincheonji. La rueda de prensa llegó después de que los Gobiernos municipales de Seúl y Daegu (230 kilómetros al sureste de la capital surcoreana), donde se encuentra una sede de Shincheonji que las autoridades consideran el principal semillero para el contagio del virus en el país, hubieran denunciado al grupo por impedir el trabajo de las autoridades.
Daegu y sus alrededores concentraban en aquel momento el 88 % de todos los casos nacionales y eso había forzado al Gobierno surcoreano a activar medidas especiales en la región para evitar el colapso sanitario. En esa sede de la secta en Daegu, ciudad donde viven 2,4 millones de habitantes, se celebraron varios cultos multitudinarios a principios de febrero en los que participó una seguidora de 61 años que se cree que actuó como agente «super contagiador» y pudo infectar a decenas de personas.
Desde que esta mujer dio positivo el pasado 18 de febrero, el número de contagiados se ha multiplicado por 144 en Corea del Sur, segundo lugar más afectado por el coronavirus después de China, origen del agente infeccioso. Al controvertido grupo se le ha acusado de no cooperar a la hora de facilitar rápidamente a las autoridades una lista con todos sus seguidores y aprendices para que se les someta a cuarentena y se les practique un test. El Gobierno consiguió 310.000 nombres en total y ha testado a más de 293.000, al tiempo que unos 4.000 de estos miembros aún no han podido ser localizados.
Cargos por homicidio
Según leemos en un despacho de la agencia Europa Press del mismo día de la comparecencia, el líder de la secta se enfrenta a cargos criminales, entre ellos el de homicidio, por haber obstruido presuntamente los esfuerzos para contener el Covid-19. Lee Man Hee, fundador y líder espiritual de la Iglesia de Jesús Shincheonji, y doce de sus seguidores están acusados de retener los nombres de miembros de la secta que podrían haber resultado contagiados con el virus y por tanto obstruir los esfuerzos de las autoridades sanitarias para contener la propagación.
Los fiscales en Seúl argumentan que la secta violó las leyes relativas a detener la propagación de enfermedades infecciosas y, por tanto, debería ser responsable de las muertes de algunas de las víctimas, según DPA. Tal como informa la agencia Yonhap, el propio Lee ya se ha sometido a la prueba y ha dado negativo, según la iglesia. El 29 de febrero el Ministerio de Justicia informó de que unos 3.600 miembros de la secta entraron en Corea del Sur desde China entre el 1 de julio y el 27 de febrero. Entre ellos, 42 miembros viajaron a la ciudad de Wuhan, epicentro del actual brote de Covid-19 que se ha extendido a nivel mundial.
Los problemas en la vida diaria
La Iglesia Shincheonji de Jesús apenas era conocida hasta hace muy poco. “No supe de su existencia hasta que surgió este problema”, afirma Daniel Chávez, un mexicano de 32 años que vive en Daegu. “Me preocupa, porque no sabes quién es miembro… No sabes si hablas con alguien y está contagiado”, señala Chávez, de 32 años, casado con una surcoreana, padre de dos hijos de nueve y cinco años y propietario de una escuela de español en Daegu. Lo cuenta Paloma Almoguera en el diario español El País.
La multiplicación de infecciones ha disparado la búsqueda de miembros de la organización, que tienden a no querer identificarse como tal, ni siquiera entre sus familiares y allegados. Alarmadas por el brote, las autoridades surcoreanas pidieron a Shincheonji un registro completo de sus cerca de 250.000 fieles en todo el país. “Pero parece claro que la lista que dieron al Gobierno era incompleta y no pudieron localizar a todos”, señala Paul Cha, profesor de Estudios Coreanos de la Universidad de Hong Kong.
De momento, el Gobierno asegura que ya conoce los nombres de todos los integrantes y que ha sometido a una prueba de coronavirus a más de 100.000. El viceministro de Salud surcoreano, Kim Gang-lip, afirmó que estaba intentando todavía obtener una lista de unos 90.000 miembros en formación del grupo. Una búsqueda que es sentida como una persecución, una suerte de caza de brujas, por algunos. Un portavoz del grupo en la red social Facebook se muestra reacio a hacer declaraciones pero implora: “Por favor, ten en cuenta los hechos, no solo lo que escuchas por ahí”. “Muchos no quieren que su pertenencia sea revelada públicamente. Porque el hecho es que son víctimas de covid-19 (la enfermedad causada por el coronavirus), no la causa del problema”, considera Francis Jae-yong, director del Instituto para la Religión y la Cultura Cívica de la Universidad Kyung Hee, en Seúl.
Un grupo controvertido
Shincheonji, que se define como un grupo cristiano, nunca ha tenido buena fama entre la comunidad protestante en Corea del Sur, que supone alrededor del 20 % de la población de un país que preconiza la libertad religiosa (un 10 % más son católicos y el 17 % budistas). Aunque el colectivo tiene vínculos con el protestantismo, “la mayoría lo considera una secta, no un grupo cristiano”, señala Cha. Fundada en 1984 por el surcoreano Lee Man-hee, que proclama ser un enviado de Jesucristo, Shincheonji tiene más de 1.000 iglesias en Corea del Sur. Según un ex miembro, Advent Kim, que ahora ayuda a familias afectadas, “el grupo enseña que está bien mentir sobre su fe para proteger a la organización. Lavan a todo el mundo el cerebro para obedecer órdenes”, dijo a medios surcoreanos.
Si las órdenes son ocultarse, Kim no espera que aparezcan todos. Sobre todo, cuando sus presuntas prácticas, como despreciar los tratamientos médicos, asistir al menos dos veces por semana a ceremonias masivas y dedicarse al proselitismo, han sido criticadas por propiciar, en teoría, los contagios colectivos.
La policía todavía investiga si miembros chinos de la secta procedentes de Wuhan, el punto de origen del coronavirus, asistieron a un funeral por el hermano del fundador de Shincheonji en Corea del Sur entre finales de enero y comienzos de febrero. Si se confirma que sí y que alguno estaba contagiado, podría perjudicar al Gobierno de Moon Jae-in, criticado en algunos sectores del país por sus reticencias a prohibir las llegadas de viajeros procedentes de China (sólo impuso la medida a los provenientes de Hubei, provincia a la que pertenece Wuhan), como sí hicieron otros países, entre ellos EE.UU. o Corea del Norte.
La crisis sanitaria puede pasar factura a Moon en las elecciones legislativas del próximo abril. Más de un millón de surcoreanos han firmado una petición para impugnar al presidente, de ideología progresista y demasiado cercano para algunos a China, país del que depende mucho la maltrecha economía surcoreana. “Los adversarios de Moon creen que está utilizando a la secta para inclinar la balanza a su favor. Mientras, sus partidarios parecen contentos con criticar el papel que la religión ha podido jugar en la epidemia”, anota Francis Jae-yong. Más de 920.000 personas han suscrito por su parte una misiva dirigida al Gobierno para que disuelva Shincheonji.
Desde Daegu, Chávez no entra en discusiones políticas o religiosas, pero cree que localizar a los miembros de Shincheonji es crucial para frenar los contagios. “Hay muchas personas enfermas que no quieren ir al hospital y lo transmiten a otros, quizás no intencionadamente”, dice el hombre, que ha tenido que cerrar su escuela temporalmente y sólo sale de su vivienda para que sus pequeños den un paseo o reponer la despensa. “La policía les está buscando, y espero que encuentre a todos”, concluye.
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