La Secretaría de Gobernación analiza la posibilidad de otorgarle el registro como agrupación religiosa a la Cienciología, una secta acusada mundialmente de delitos gravísimos, entre ellos asesinato, trata de personas, abusos psicológicos, extorsión y fraude.
Algunos disidentes de la organización, entre ellos Rafael Gómez, piensan que el registro será benéfico, debido a que el gobierno federal podrá vigilar con precisión las actividades de la Dianética, como también se le conoce a esta agrupación. Del otro lado de la moneda, dos de los principales especialistas en sectas en habla hispana, el español Miguel Perlado y la puertorriqueña Myrna García, advierten que será el inicio de una tragedia.
¿Qué tiene la palabra Cienciología que casi con sólo pronunciarla provoca conflictos? Esta respuesta nos remonta al año 1950, cuando el escritor de ciencia ficción estadunidense Ronald L. Hubbard publicó el libro Dianética: la ciencia moderna de la salud mental.
Años después, el novelista fundó su organización, con un credo basado principalmente en una fusión de prácticas orientales y teorías sobre complots extraterrestres.
Al interior de sus paredes la Dianética cuenta historias maravillosas de Hubbard, a quien pintan como un mitológico genio que destacó en casi todas las disciplinas de la vida. Sin embargo, en oposición a esta versión, la leyenda del escritor comenzó a ser cuestionada por su propio hijo Ronald Hubbard Jr., quien escribió una biografía sobre su padre titulada: ¿Mesías o Loco?: “El 99% de todo lo que dijo o escribió mi padre sobre sí mismo es mentira”.
El científico Carl Sagan escribió algo similar en su obra El cerebro de Broca, al revelar que Hubbard inventó el culto para hacerse millonario: “Tenía que inventarse una religión y ganarse la vida con ella”.
Sobre Hubbard se han escrito decenas de biografías y libros especializados que lo pintan como un tenebroso abusador psicológico, rodeado siempre de la sospecha de cometer actos criminales. Más allá de la historia del fundador de la Dianética, desde la década de los ochenta disidentes de la organización comenzaron a hablar de prácticas aterradoras en el interior del culto: extorsión, homicidios, esclavitud y abusos psicológicos.
Sea que la Secretaría de Gobernación conceda o no el registro a la Cienciología, este culto opera a sus anchas en el país desde la década de los sesenta.
Su principal contacto con sus posibles adeptos es ofrecer en la calle un “test de estrés”. La serie animada estadounidense South Park ridiculizó este procedimiento, al caricaturizar cómo los posibles clientes siempre salen con pésimos resultados en el examen, siendo la antesala para lo que vendrá después: una lista interminable de costosísimos cursos. Por cierto, South Park fue demandada en 2006, después de la difusión de este capítulo.
La Dianética se caracteriza por ofrecer cursos, talleres y diplomados a sus adeptos, con títulos relacionados con mejorar el desarrollo profesional y humano. Además, utilizan varias organizaciones fachadas como parte de su estrategia para ganar simpatizantes, entre ellas Entiende Más Logra Más (educación), Narconon (drogas), Soluciones Empresariales (asesoría) y Fundación Latinoamericana El Camino a la Felicidad (desarrollo humano).
Entrevisté a siete disidentes de la organización para el número 1846 de la revista Proceso. Los casos de las víctimas eran tan variados como terroríficos: abuso de menores, extorsión, trata de personas y familias diluidas. Al respecto, la posición oficial de la Cienciología fue cuestionar la ética de los declarantes, así como minimizar los casos.
Desde su posición, cualquier crítica siempre proviene de personas “mal informadas” o bien se trata de“intolerancia religiosa”. Como sea, en la red hay miles de reportajes de medios serios, BBC, Newsweek, Rolling Stone, Televisión Española, Time, por citar algunos, sobre la trágica vida que acompaña a quienes se atreven a salirse del culto, que generalmente sufren, cuando menos, la imposibilidad de ver de nuevo a su familia.
Según el testimonio de los disidentes que entrevisté, la Cienciología viola gran parte de los artículos del la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público en México, pues su fin es primordialmente económico y promueve la intolerancia religiosa.
El caso de la Cienciología es sólo uno entre la variada oferta de sectas que operan en México: Pare de Sufrir, Meditación Trascendental, Osho, Movimiento Gnóstico, Sai Baba, La Luz del Mundo, Ufólogos, Iglesia de Dios Sociedad Misionera Mundial y un infinito etcétera.
Casi todas guardan en común ciertos rasgos: niegan ser sectas, son absolutamente intolerantes a la crítica, pero, sobre todo, se roban la vida de sus adeptos.
Para entender la magnitud de la variedad de las organizaciones que opera en México basta con echar un vistazo a las asociaciones registradas ante la Secretaría de Gobernación. Hay 3 mil 606 matrices y 4 mil 47 derivadas. El gobierno federal ha debido recapacitar en casos donde el registro fue equivocado, siendo el más relevante el culto a la Santa Muerte.
Cuando un adepto cae en una secta casi no hay poder humano que lo convenza de que está siendo objeto de complejas manipulaciones. Los familiares encuentran imposible dialogar con él. Cuando presentan denuncias ante el Ministerio Público generalmente se las echan abajo, alegando que los afectados son mayores de edad o simplemente sus casos se archivan en el olvido.
A pesar de que México es un punto estratégico para la geografía de los movimientos sectarios, escasean especialistas, investigadores y asociaciones que investiguen el fenómeno. Las redes más completas en la materia son: http://victimasectas.com/ y http://www.hemerosectas.org/ de España y Puerto Rico, respectivamente.
Mientras siga el limbo legal que permite que cualquier agrupación cometa abusos contra sus adeptos bajo el pretexto de la libertad de credo, para la sociedad civil no hay más salida que organizarse por sí misma.
Algunas personas piensan que sólo gente débil cae en las redes de las sectas o minimizan el problema, reduciéndolo a un asunto de credo religioso. No es así. Casi cualquier persona bien intencionada puede ser presa de estos abusos y no es cuestión de libertad de fe: pierden familias, pensamiento, dinero e individualidad.
Además de orientar la vida de sus adeptos sin ninguna preparación profesional, las sectas cometen abusos psicológicos y arruinan los destinos de familias enteras.
Por tal motivo es urgente que la Subsecretaría de Población, Migración y Asuntos Religiosos y los órganos legislativos analicen la vigencia de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, para poder monitorear y sancionar con el rigor que se merecen todas las prácticas de abuso sectario.
Juan Pablo Proal (sectas.org)
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