FUENTE: Portaluz
Continúa la pandemia del Covid-19 y, con ella, una parte importante de la población mundial está obligatoriamente confinada en sus casas. Como consecuencia, la sensación de miedo puede llevar a muchas personas a ser más vulnerables al engaño no sólo de las sectas, sino también a la acción de los “profesionales” de lo oculto: videntes, médiums, adivinos, astrólogos, echadores de cartas, quiromantes… Así comienza el artículo que ha escrito en Portaluz Luis Santamaría, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES).
Noticias de impacto: los que habrían “acertado”
Muchos medios de comunicación se hicieron eco, en los primeros días de la crisis mundial del coronavirus, de los videntes que –lejos de toda ética– afirmaban haber avisado en 2019 de lo que está sucediendo ahora. Noticias de un impacto considerable, que no sólo atraen la atención de los lectores, sino que sirven para publicitar a estas personas y lograr que crezca su clientela, ávida de saber cuál será el futuro más inmediato en estos momentos de incertidumbre, tanto para cada individuo como para la sociedad entera.
Ante el posible escepticismo de la audiencia, estos medios de comunicación habían preparado las “pruebas” del “acierto” de los videntes: grabaciones de audio y vídeo que “demuestran” que la pandemia habría sido prevista unos meses atrás. Una de las más divulgadas fue la predicción de la española Luz Arnau, que habría dicho en octubre de 2019 en un programa radiofónico –dedicado a temas paranormales y esotéricos– que en 2020 moriría “muchísima gente” por causa de “algún virus o alguna de estas pandemias que ha asolado a la humanidad en la historia”.
Otra vidente de España a la que se atribuyó algo semejante fue la conocida como Nube de María, autodenominada “guía espiritual” que en diciembre de 2019 habría anunciado para el año siguiente una época “de pérdidas, de angustia, de incertidumbre y de miedos”, y que “os voy a parar 40 días”. También en España se ha publicado que la vidente Aramís Fuster, muy conocida por sus apariciones en televisión durante años, dijo en 2009 que “va a haber una hecatombe importante a nivel mundial”.
Una depuración energética mundial
Otras figuras del mundo de la adivinación han aprovechado la ocasión para continuar cosechando popularidad –y aumentar su cartera de clientes–, y esto en diversos países. Por hacer un repaso rápido, la astróloga colombiana Deseret Tavares afirma que lo predijo el año pasado y que “aún falta lo peor”. Lo cierto es que Tavares, muy conocida en ciertos círculos, lleva mucho tiempo anunciando catástrofes… y esta vez, sí, la ha habido. También Mhoni Vidente, una figura popular en los medios de comunicación de México, anunció en agosto de 2019 que en el mes de septiembre vendría “una gripe muy extraña”. Ahora se ha apresurado a presentar el vídeo como “prueba” de que ya avisó de ello… aunque haya medio año de diferencia.
En Colombia, la “psíquica” Ayda Valencia se basa en una “colega” norteamericana que habría predicho en un libro el coronavirus que estamos sufriendo y explica que esto tiene razones astrológicas: “Saturno es el juez, el verdugo que viene a pedir cuentas… Marte es la muerte y es la guerra. Entonces, ¿qué es lo que viene? Una depuración energética a nivel mundial en la que se van a perder muchísimas vidas, pero que también te invitan a ti a que te replantees en qué estás, qué estás haciendo, para dónde vas”.
Susana Sánchez, “metafísica” de México, en lugar de hacer una interpretación de acuerdo con la influencia de los astros en los acontecimientos del mundo, afirma que “este tipo de vaticinios tiene que ver con ‘canalización’ del otro plano. Obviamente, reciben información del otro plano, por alguna razón son ‘elegidos’ porque son buenos canales para pasar este tipo de información”.
La falsedad de estas “predicciones”
Lo primero que hay que desechar es todo el montón de afirmaciones genéricas que, sin dar detalles ni fechas, predecían para un futuro indeterminado una desgracia o una crisis a gran escala. Por supuesto que es una práctica común en muchos adivinos, que en un momento u otro “acertarán”, ya sea por causas médicas –como es nuestro caso–, económicas, bélicas o de cualquier otro tipo.
Baste como ejemplo un texto del célebre Nostradamus (1503-1566) que se está haciendo viral estas semanas en las redes sociales. Como sucede siempre ante cualquier acontecimiento importante, se ha rescatado un fragmento de su libro Las Centurias que se interpreta como anuncio preciso del coronavirus. La obra del visionario francés siempre se utiliza, con una explicación simbólica en la que todo es posible, para seguir apuntalando la percepción de que la adivinación es un fenómeno real.
Pero aún nos queda un problema: ¿qué pasa con los videntes de los que se ha aportado una “prueba” audiovisual? ¿No son estas grabaciones la demostración definitiva de que, entre muchos farsantes y estafadores, hay videntes verdaderos que anunciaron la pandemia del Covid-19? Es lo que piensan muchas personas, creyendo que “algo habrá de verdad”.
Y la realidad se impone, siempre que vayamos más allá de la superficialidad de lo que leemos o nos cuentan. En concreto, es falso que las dos videntes españolas antes citadas –Luz Arnau y Nube de María– predijeran con exactitud lo que está pasando. Una web española dedicada a desenmascarar bulos y falsedades por Internet, Maldita.es, ha demostrado que las grabaciones que supuestamente demostrarían los “aciertos” de las adivinas… son falsas, ya que se realizaron a posteriori.
¿Se puede predecir el futuro?
Desde el punto de vista racional, está claro que la astrología y, por extensión, cualquier tipo de adivinación, no tiene fundamentos y es imposible predecir el futuro. Como señalaron cerca de dos centenares de científicos en un manifiesto publicado en 1975 –entre ellos se encontraban 18 premios Nobel–, “en la Antigüedad las personas creían en las predicciones y consejos de los astrólogos porque la astrología formaba parte de su visión mágica del mundo”.
Pero ahora, desde nuestro conocimiento científico de la realidad, sabemos que es “un error imaginar que las fuerzas ejercidas por las estrellas y los planetas en el momento del nacimiento pueden de alguna forma condicionar nuestro futuro”. Entonces, ¿por qué cree la gente en la astrología? “En esta época de incertidumbre, muchos anhelan la comodidad de tener una guía en la toma de decisiones. Les gusta creer en un destino predeterminado por fuerzas astrales más allá de cualquier control. Sin embargo, somos nosotros los que debemos enfrentarnos al mundo y darnos cuenta de que nuestro futuro depende de nosotros, y no de las estrellas”.
La valoración creyente
Junto con la razón, don de Dios, los creyentes contamos con el don de la fe. Si desde parámetros naturales es imposible adivinar el futuro… ¿se puede aceptar desde el punto de vista sobrenatural? El Catecismo de la Iglesia Católica, al explicar en qué consiste el primer mandamiento y lo que abarca, ofrece una valoración detallada de este tema en los nn. 2115-2116, partiendo de que “Dios puede revelar el porvenir a sus profetas o a otros santos”. Sólo Dios conoce el futuro. Por ello “la actitud cristiana justa consiste en entregarse con confianza en las manos de la providencia en lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad malsana al respecto”.
Por eso, la Iglesia afirma con claridad que “todas las formas de adivinación deben rechazarse”. Y detalla los medios más extendidos, que son igualmente negativos: “el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone ‘desvelan’ el porvenir… la consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a ‘médiums’”.
¿Qué problema tienen estas prácticas? Que “encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos”. Por eso, desde el punto de vista de la fe cristiana, “están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios”.
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