"La humanidad no encontrará la paz hasta que no vuelva con confianza a mi Misericordia" (Jesús a Sor Faustina)

lunes, 20 de abril de 2020

El beato que jugaba a la PlayStation


Por INFOVATICANA | 07 marzo, 2020
Habla la madre de Carlo Acutis: “Su muerte, su enfermedad, su corta vida, todo fue diseñado por Dios. Él había elegido a Carlo como un ejemplo para los jóvenes de este período en la historia”.
(Javier Lozano/ReL)- El pasado 21 de febrero la Santa Sede anunció el reconocimiento de un milagro por intercesión de Carlo Acutis, un adolescente de 15 años que murió debido a una leucemia en 2006. Pronto será declarado beato por parte de la Iglesia el que es conocido como “ciberapóstol de la Eucaristía” por su incesante trabajo pese a su corta edad para mostrar al mundo a través de internet la belleza de la Eucaristía y de los milagros eucarísticos.

A su beatificación acudirán, Dios mediante, sus padres. Un hecho realmente inusual. Y su madre Antonia Salzano relata ahora más detalles sobre su hijo, su fuerte espiritualidad y también el hecho de que pese a sus enormes virtudes era un niño normal y corriente que iba con sus amigos, jugaba a la Playstation y no era perfecto. Pero amaba profundamente a Dios.

Una de las primeras preguntas que puede surgir versa irremediablemente sobre ser la madre de un futuro beato de la Iglesia Católica. En una entrevista con el National Catholic Register, Antonia explica que tanto ella como su marido sólo son “instrumentos de Dios, y a veces usa incluso los instrumentos más extraños. No me considero tan buena como lo fue Carlo pero supuesto hice todo lo posible para educar a mi hijo. Le dimos la libertad de vivir su fe y algunas buenas reglas morales, pero mi esposo y yo no necesitábamos darle mucho”.

“Estamos muy contentos con la noticia de la beatificación, pero para ser sinceros, esperábamos esto. Hace algunos años, tuve un sueño con Carlo, quien me dijo: ‘Seré beatificado pronto y poco después canonizado’. Cuando se estaba muriendo, en su última semana de su vida soñé con San Francisco de Asís, que es el santo patrón de nuestra familia, y me dijo: ‘Tu hijo Carlo morirá muy pronto, pero será considerado en un lugar muy alto de la Iglesia’. Entonces vi a Carlo en una iglesia muy grande, en lo alto, cerca del techo, y no lo entendí entonces. Por supuesto que ahora sí. Su muerte, su enfermedad, su corta vida, todo fue diseñado por Dios. Él había elegido a Carlo como un ejemplo para los jóvenes de este período en la historia”, relata la madre de este joven.

Desde muy niño Carlo quería visitar las iglesias, entrar en ellas y saludar a Jesús en el Sagrario, y su madre cree que sí que “recibió gracias especiales”. De hecho, Antonia Salzano afirma que su hijo no hablaba demasiado de esto, pero sí le dijo que “cuando estaba frente a la Sagrada Eucaristía sentía su alma ‘elevada’ de alguna manera”.

La sensación que este adolescente tenía muy a menudo –prosigue su madre- “era como estar frente a una fuente que lleva su alma a lo alto. Decía que era como ser transportado. Cristo en la Eucaristía lo capturó. Sí, creo que Carlo tuvo visiones de Jesús y María, pero no les dio mucha importancia. Él lo tenía muy arraigado. Hubo un tiempo, sin embargo, que nos dijo que tenía una visión de mi padre, su abuelo, con quien estaba muy cercano, pero que había muerto. Nos dijo que su abuelo vino a él y le pidió que rezara por él porque estaba en el purgatorio. Entonces, a partir de ahí, Carlo comenzó a orar por las almas del purgatorio, siempre, siempre, siempre rezaba por estas almas y buscaba indulgencias por ellas. Él siempre decía que debemos rezar por las pobres almas del purgatorio, que no debemos olvidarlas y que nos ayudarán mucho”.

Sin embargo, Antonia insiste en que “no hay que mirar a Carlo como alguien perfecto. Era un hijo de su tiempo. Jugaba con su PlayStation… Pero también entendió que estas cosas, como el ordenador o la Play, podrían acabar ejerciendo una especie de ‘tiranía’ sobre su alma”. Por ello, él mismo llegó a la conclusión de que no debía jugar más de una hora a la semana a su Play, por ejemplo.

Era consciente de sus imperfecciones. Sabía que era muy hablador, sobre todo en clase, motivo por el cual le corregían a menudo sus profesores. También era una persona muy divertida, hacía caricaturas, pero “también supo que tenía que moderar esto para hacerlo en el momento adecuado”. Igualmente, le encantaba comer, a veces demasiado, y quiso imponerse a sí mismo más templanza para comer y disfrutar de la comida. Estos son sólo algunos ejemplos que muestran que Carlo Acutis era un adolescente con muchas preocupaciones y problemas parecidos a las demás personas de su generación.

Sobre las virtudes de su hijo, Antonia señala que “Carlo era consciente, muy consciente, de las luchas de los demás. Era como si pudiera ver qué pecados llevaban las personas con ellas, y siempre trataba de ayudarlos, a sus amigos, con sus luchas con la pureza y experimentando con las drogas. Siempre trató de ayudarlos. Había muchos de sus amigos, personas que lo conocían, que presenciaron esto. Era un líder cuando hablaba, porque cuando hablaba, estaba lleno de Dios. Él siempre decía que trataba de vivir en la presencia de Dios. Tenía una forma especial de acercarse a las personas, creo, debido a esto”.

“Jesús fue su primera prioridad. A Carlo también le gustaba hacer las cosas a su alrededor más bellas. Cuando era pequeño e íbamos al mar llevaba sus gafas de bucear con él y se convertía en un juego el ‘ir a buscar’ basura en el fondo del mar. A menudo llevaba a los perros a pasear por el parque y recogía la basura que había allí. Pequeñas cosas para mejorar su rincón del mundo”, recuerda su madre.

Por otro lado, Antonia informa también que “muchas personas se convirtieron debido a su ejemplo o sus conversaciones. Realmente vivió lo que predicó, un testigo. Así es como él también se acercó a su sufrimiento”.

“La muerte es el comienzo de una nueva vida”, era la frase que decía este adolescente. Y su madre cuenta que “él creía que los sacramentos eran la misericordia de Dios para permitir nuestra capacidad de llevar nuestros sufrimientos. Antes de morir, me dijo: ‘Mamá, me gustaría dejar este hospital, pero sé que no lo haré con vida. Sin embargo, te daré señales de que estoy con Dios’. Carlo sabía que su vida se había vivido plenamente. Él dijo: ‘Muero feliz, porque no pasé mi vida desperdiciando mi tiempo en cosas que no agradaban a Dios’. Siempre estaba tratando de sonreír, tratando de no quejarse. Cuando su médico le preguntaba si estaba sufriendo, él decía: ‘Sé que hay otros que están sufriendo más’.

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Su madre prosigue este testimonio contando que “al final de su vida era incapaz de moverse, estaba muy débil. Y lo que hacía era preocuparse por las enfermeras que tendrían que levantarlo, porque era demasiado pesado para ellas”.

Ante el momento de que tuviera que afrontar la muerte de un hijo, un día Carlo le dijo a su madre: “’El Gólgota es para todos. Nadie escapa de la cruz’. Me convenció de esto: si soy un buen católico, ¿cómo puedo tenerle miedo? Cuando murió Carlo tenía amigos míos que estaban muy enfadados con Jesús. Ellos dec: “Tengo un abuelo que tiene 90 años. ¿Por qué Jesús llevaría a Carlo antes que él? Sin embargo, Carlo estaba listo. Tener una vida larga no significa que esto sea algo bueno, uno puede vivir mucho tiempo y vivir mal. Dios, sin embargo, escribe derecho con renglones torcidos. Carlo me enseñó a mirar esto a través de los ojos de la fe”.

Publicado en Religión en Libertad por Javier Lozano.
(https://infovaticana.com/2020/03/07/el-beato-que-jugaba-a-la-playstation/?fbclid=IwAR2zMLFlo9nNmlIXpl2nqwKIBHsu8o132Dew9Za7kyVDXXcbbozAL34q3fg)

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