@ElentirVigo ENSab 17·11·2018 · 7:11 5
Ver a activistas de ultraizquierda con banderas comunistas presentándose como los protectores del colectivo LGTB, como está ocurriendo a menudo en muchos países, es una paradoja histórica.
Os indico a continuación algunos hechos que muchos parecen ignorar:
En “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado” (1884), uno de los padres del comunismo, Friedrich Engels, hablaba de la degradación de los hombres en la antigua Grecia, afirmando que “cayeron en la abominable práctica de la sodomía”.
La homosexualidad ha estado perseguida en las siguientes dictaduras comunistas: Albania (hasta 10 años de prisión), Alemania Oriental, Bulgaria (hasta 3 años de prisión), China, Corea del Norte, Cuba, Etiopía, Hungría, Laos, Mongolia, Polonia, Rumanía, Somalia, la URSS (hasta 5 años de prisión) y Yugoslavia.
En las cárceles soviéticas, los homosexuales sufrían todo tipo de vejaciones. Los presos homosexuales eran obligados a dormir al lado de las letrinas, a realizar las peores tareas de la prisión, a comer por separado de los demás presos, y a ofrecer favores sexuales a otros presos o guardias para evitar palizas y violaciones. Según señala Nicolás Márquez en “El libro negro de la nueva izquierda” (2016), “entre 1934 y 1980 fueron condenados cerca de cincuenta mil homosexuales” al Gulag, la red soviética de campos de concentración.
El comunista Maxim Gorki, uno de los máximos ideólogos de la URSS, escribió lo siguiente en el artículo “Humanismo proletario”, publicado en los diarios comunistas soviéticos Pravda e Izvestia el 23 de mayo de 1934: “En la tierra donde el proletariado gobierna valientemente y con éxito, la homosexualidad, con su efecto corruptor sobre los jóvenes, se considera un delito social punible bajo la ley. En contraste, en la ‘tierra cultivada’ de los grandes filósofos, eruditos y músicos, se practica libremente y con impunidad. Ya hay un dicho sarcástico: ‘Destruid la homosexualidad y el fascismo desaparecerá’”.
En su edición de 1952, la Gran Enciclopedia Soviética afirmaba: “El origen de la homosexualidad está vinculado a las condiciones sociales cotidianas; para la abrumadora mayoría de las personas que se entregan a la homosexualidad, estas perversiones se detienen tan pronto como la persona se encuentra en un ambiente social favorable… En la sociedad soviética con sus costumbres sanas, la homosexualidad como una perversión sexual se considera vergonzosa y criminal. La legislación penal soviética considera la homosexualidad como punible, con la excepción de aquellos casos en los que la homosexualidad es una manifestación de un marcado trastorno psíquico”.
En su “Diccionario de la homofobia” (2015), Louis-George Tin explica que en la versión China del Gulag soviético, denominada Laogai, fueron recluidos “decenas de millares de homosexuales, con frecuencia asimilados a otras categorías sospechosas de traición (los extranjeros, los mestizos, los católicos, los intelectuales occidentalizados) y siempre tratados muy duramente”. El escritor chino-francés Jean Pasqualini, un superviviente del Laogai, relató en su libro “Prisonnier de Mao” (1974) la ejecución de dos prisioneros homosexuales en el campo de Qinghe en 1960, asesinados de un tiro en la cabeza, por mantener relaciones entre ellos. El trato a los prisioneros homosexuales en el Laogai chino era parecido o incluso peor que en las prisiones soviéticas.
Uno de los más conocidos dirigentes de la dictadura comunista cubana, el Che Guevara, mostraba un especial odio por los homosexuales, a los que consideraba “pervertidos sexuales”. En 1960 Guevara fundó el campo de trabajo de Guanahacabibes, destinado a “reeducar” a colectivos que la dictadura comunista consideraba contrarios a su “ética revolucionaria”, entre ellos los homosexuales, que sufrieron maltratos, violaciones e incluso ejecuciones en ese recinto, presidido por un gran letrero que -al estilo de Aushcwitz- afirmaba: “El trabajo os hará hombres”.
En 1965, en una entrevista concedida al reportero estadounidense Lee Lockwood, el dictador comunista cubano Fidel Castro afirmó: “Nunca hemos creído que un homosexual pueda personificar las condiciones y requisitos de conducta que nos permitan considerarlo un verdadero revolucionario. Una desviación de esa naturaleza choca con el concepto que tenemos de lo que debe ser un militante comunista”. En 1984 dos antiguos partidarios de esa dictadura, Néstor Almendros y Orlando Jiménez Lea, elaboraron un documental titulado “Conducta impropia” sobre la represión a los homosexuales en Cuba, en el que recogieron los testimonios de docenas de personas que fueron encerradas en campos de confinamiento en esa isla a causa de su orientación sexual.
En enero de 2016, el estalinista Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR, socio ruso del Partido Comunista de España) reclamó multar los comportamientos homosexuales y castigar a quien confiese en público su homosexualidad. Uno de los diputados del PCFR, Ivan Nikitchuk, tachó a los homosexuales de gente “enferma y loca”.
A la vista de estos hechos, ver a comunistas con camisetas del Che Guevara y presentándose como defensores de los homosexuales es el colmo del contrasentido. Y eso por no hablar de los que se dicen fans de Fidel Castro, de Stalin o de Mao.
(https://www.outono.net/elentir/2018/11/17/la-persecucion-comunista-a-los-homosexuales-9-hechos-que-algunos-callan-y-muchos-ignoran/)
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