"La humanidad no encontrará la paz hasta que no vuelva con confianza a mi Misericordia" (Jesús a Sor Faustina)

lunes, 11 de mayo de 2020

John Nevil Maskelyne, el mago profesional que desenmascaró el espiritismo en el siglo XIX.


FUENTE: Yahoo Noticias

Desde que, en 1848, las hermanas Kate y Maggie Fox (dos adolescentes estadounidenses de 11 y 14 años de edad), se inventaran como un divertimento que tenían la capacidad de hablar con los espíritus, el negocio de las sesiones de espiritismo afloraron en gran parte del planeta y fueron cientos los supuestos médiums que decían tener poderes para contactar con el más allá. Así comienza el artículo de Alfred López que ha publicado Yahoo Noticias.

Era un mundo totalmente desconocido para la inmensa mayoría de la población y, por tal motivo, eran numerosísimos las personas que caían en el engaño de quienes decían tener esa mágica capacidad. La fascinación por lo desconocido provocó que el oficio de médium se convirtiera, en algunos lugares, como uno de los mejores pagados durante la segunda mitad del siglo XIX e inicios del XX. Pero al igual que aparecían supuestos espiritistas que abrían sus consultas en infinidad de poblaciones, también surgían escépticos que se dedicaban a desenmascarar a todos aquellos farsantes y demostrar que el espiritismo era un fraude.

Curiosamente, la mayoría de esos escépticos profesionales provenían del mundo de la magia y el ilusionismo, pudiendo encontrar que uno de los más importantes desenmascaradores de supuestos médiums fue el mismísimo Harry Houdini, uno de los ilusionistas y escapistas más importantes de la historia de la magia. Houdini se dedicó a perseguir y desenmascarar a un gran número de impostores que decían tener ‘poderes sobrenaturales’ o que podían hablar con el más allá, a lo largo del primer cuarto del siglo XX.

Pero unas décadas atrás hubo otro mago profesional, llamado John Nevil Maskelyne, que también se dedicó a demostrar que el espiritismo era un fraude y que, además, está considerado como el primero que empezó a hacerlo. En sus años de juventud, Maskelyne era un aficionado a la magia e ilusionismo, al mismo tiempo que se ganaba la vida como aprendiz en un taller en el que se reparaban todo tipo de artilugios mecánicos. En cierta ocasión, un desconocido y enigmático hombre llevó a arreglar una máquina (la cual no dijo para qué servía) pero que tenía un pequeño propulsor que golpeaba sobre una superficie.

Tiempo después se enteró de que aquel tipo era alguien que se dedicaba a los espectáculos de ilusionismo y que dicho artilugio lo usaba para hacer creer a los espectadores que podía contactar con los espíritus y que estos contestaban a sus preguntas mediante golpes en la mesa (evidentemente, esos golpes eran realizados a distancia por la máquina que Maskelyne había reparado). A partir de aquel momento el muchacho decidió que se dedicaría a desenmascarar a todos aquellos tramposos y farsantes que se lucraban con el engaño de poseer supuestos poderes con los que contactaban con los espíritus.

Maskelyne formaba parte de una pequeña asociación local de aficionados a la magia en Cheltenham (población de Inglaterra en la que nació y residía) y junto a algunos de sus compañeros empezaron a asistir a los espectáculos de los médiums con el fin de ponerlos en evidencia delante de los espectadores y descubrir los trucos que usaban para engañar a la audiencia. En los siguientes años se dedicó a estudiar uno por uno aquellos espectáculos y a intentar averiguar cuáles eran los artilugios que eran usados por los falsos espiritistas en sus números, llegando a realizar réplicas con las que desmontaban el engaño.

Cuando tenía 24 años de edad (en 1865), llegaron hasta Cheltenham los ‘hermanos Davenport’, dos célebres magos estadounidenses que en los últimos años se habían hecho inmensamente famosos por realizar un truco en el que ambos eran atados de pies y manos, introducidos en una especie de armario en el que había varios instrumentos musicales y que, según estos, lograban con el poder de sus mentes que sonara música tocada por las manos invisibles de los espíritus. Un espectáculo representado en las principales capitales de América y Europa y que había tenido como espectadores incluso a los más altos dignatarios (como presidentes, reyes y representantes de la aristocracia y la clase alta).

John Nevil Maskelyne asistió a la representación, que tuvo lugar el 7 de marzo de 1865. Se sentó entre el público junto a algunos de sus compañeros de la asociación de magia y se pusieron a observar todo lo que ocurría en el escenario. En un momento dado el joven se levantó de su butaca y dijo en voz alta que ya sabía cuál era el truco que los hermanos Davenport utilizaban para hacer que los instrumentos musicales se movieran y sonasen.

Tras el revuelo inicial (por la interrupción que había hecho en medio del espectáculo), Maskelyne se comprometió a fabricar una réplica de aquel armario y en el plazo de tres meses demostraría a todos los allí presentes cómo lograban los Davenport que las manos invisibles de los espíritus tocasen los instrumentos musicales. Y así fue. El 19 de junio de aquel mismo año, Maskelyne realizó una representación en Cheltenham calcada a la de los hermanos Davenport. Lo hizo con la ayuda de su amigo George Albert Cooke (que sería su socio y compañero de espectáculos a lo largo de varias décadas).

Maskelyne y Cooke demostraron a todos los presentes cómo los Davenport habían utilizado artilugios mecánicos y no ayuda de los espíritus para hacer sonar los instrumentos. A lo largo del siguiente medio siglo, John Nevil Maskelyne se dedicó a desenmascarar a cientos de falsos médiums, demostrando al público (con réplicas que realizaba de esos trucos) que se trataba de burdos engaños. Varios fueron los libros que publicó, siendo posteriormente estudiados y utilizados por el Harry Houdini en su etapa como desenmascarador de falsos médiums, mentalistas y otro tipo de farsantes con supuestos poderes.

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