VISIÓN MÍSTICA DE LA BETA ANA CATALINA ENMERIK LAS ALMAS Y LOS SEPULCROS :
Cuando iba a orar al cementerio por la noche, sentía en tales sepulcros una oscuridad más profunda que la de la misma noche; esto me parecía más negro que lo enteramente negro, como sucede cuando se abre un agujero en un paño negro, que el agujero parece aún más negro que el mismo paño. A veces veía salir de ellos un humo o vaho negro, que me estremecía. También me sucedía que cuando el deseo de ayudar me impulsaba a penetrar en estas tinieblas, me sentía repelida hacia atrás. En estos casos la idea de la santísima Justicia de Dios era para mía como un ángel que me libraba de lo que hay de espantoso en tales sepulcros. En otros veo como una columna sombría de color gris más clara o más oscura; en otros una columna luminosa de un resplandor más o menos intenso; pero en muchos no veo absolutamente nada y esto es lo que más me aflige. Los rayos más o menos claros, más o menos oscuros, son señales que indican el mayor o menor grado de necesidad de las almas. Los que no pueden dar señal algunas son las almas más necesitadas, no tienen quien las socorra ni quien se acuerde de ellas, y como nada pueden hacer por su bien, son las últimas en la comunicación con el Cuerpo de la Iglesia.Cuando me acerco en oración a estos sepulcros suelo oír una voz penosa y confusa que sale de lo profundo y suspira diciendo:-¡Socórreme y sácame de aquí!Entonces experimento claramente en mí la misma angustia que sentiría el que se encontrara enteramente sólo y desvalido. Por estos pobres abandonados pedía yo siempre con mayor fervor y constancia que por otros; entonces veía salir poco a poco de
tales sepulcros solitarios y vacíos una columna de sombra que se iba aclarando mediante el auxilio constante de la oración. Los sepulcros en que veo una columna de sombra más o menos clara son los que contienen cuerpos cuyas almas no están enteramente abandonadas, ni del todo ligadas y por el grado de su tormento o por los sufragios y oraciones de sus amigos vivos, están en cierta relación más o menos consoladora con la Iglesia militante. Estas almas poseen todavía la gracia de dar señal de sí en la comunidad; están en una corriente nueva hacia la luz y hacia la bienaventuranza y no sruegan que les ayudemos, ya que ellas no pueden valerse. Lo que hacemos en su obsequio ellas lo ofrecen a Nuestro Señor por nosotros. Me parecen pobres cautivos que pueden mover la compasión de sus semejantes ya con algún grito, ya con alguna súplica, ya extendiendo las manos fuera de la cárcel.Desde niña, y adolescente, era muchas veces turbada, asustada y maltratada en mi oración en los cementerios, por los espíritus malditos y aún por el mismo demonio.Me cercaban espantosos ruidos y apariciones: con frecuencia era derribada a los sepulcros y sacudida fuertemente; a veces me querían sacar violentamente del cementerio. Pero con la gracia de Dios nunca he llegado a acobardarme ni a ceder al enemigo un palmo de terreno, antes bien redoblaba mis oraciones allí donde era más turbada.¡Cuántas gracias he recibido de las benditas almas del Purgatorio! ¡Ojalá quisieran todos participar conmigo de esta alegría de socorrer a las almas! ¡Quéabundancia de gracias hay sobre la tierra! Sin embargo, ¡cuánto se olvida a las almas y se malogran las gracias, mientras que las almas benditas suspiran por ellas! Allí, enlugares distintos, padeciendo diferentes tormentos, están estas almas llenas de angustia y deseo de ser socorridas y salvadas. Pero, por grande que sea su aflicción y necesidad,ellas alaban a Nuestro Señor y Salvador. Todo lo que hacemos por ellas les causa infinita alegría. Saben bien las almas del Purgatorio que no hay sobre la tierra ningún pensamiento bueno, ningún deseo en favor de ellas que no dé algún alivio a sus penas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario