El yagé o ayahuasca es una bebida que se prepara a partir del compuesto de diferentes plantas (liana Banisteriopsis caapi, Psychotria viridis, Diplopterys cabrerana y Mimosa hostilis), y que actúa poderosamente sobre el sistema nervioso central, estimulando la producción de sustancias como la dopamina, la serotonina y la norepinefrina. Sus efectos son como un fuerte antidepresivo combinado con un potente alucinógeno, lo que genera distorsión de la realidad, y sinestesia (como ver sonidos y escuchar colores). En otras palabras, algo realmente peligroso. Lo cuenta Jorge Martija, psicólogo, en el diario español Información.
Originalmente el yagé lo empleaban, en sus ritos ancestrales, diversas comunidades de la cordillera andina amazónica buscando un significado espiritual. Sin embargo, en la actualidad se ha convertido en una moda, y se consume de forma –digamos– descontextualizada, es decir, imitando el ritual original, pero en otros entornos y por personas de otras culturas.
El perfil típico del consumidor de yagé descontextualizado corresponde al de aquella persona de más de 30 años, con un nivel cultural alto, que necesita encontrar un verdadero sentido a su existencia, y respuestas a preguntas trascendentales, más allá de las que se le ofrecen en el entorno cercano. Cuando una persona con este perfil decide participar en una toma de yagé, se enfrenta a un problema añadido, ya que el ritual no se vive del mismo modo en la selva amazónica que en una sociedad de ritmo frenético, constante competitividad y conectividad saturada por las nuevas tecnologías. Y no es que queramos decir con ello que las tomas de yagé en el contexto original sean sanas para los mismos chamanes.
Además, el peligro se multiplica cuando el consumidor está utilizando antidepresivos, sufre trastorno bipolar o esquizoide, o es sensible a ciertas sustancias que componen el brebaje. También existe el riesgo de una sobredosis o de un síndrome serotoninérgico caracterizado por agitación, confusión, fiebre, vómito, diarreas, temblores, convulsiones... Pensemos que este síndrome puede provocar un coma y, en el 10 % de los casos, la muerte. Además, entre quienes tuvieran predisposición para ello, puede estimular la aparición de una esquizofrenia o crisis psicóticas.
Sus defensores afirman que la ingesta de yagé es una purga, una experiencia catártica y liberadora que puede abrir la posibilidad para una vida más consciente, más plena y satisfactoria. Y si, ciertamente, la búsqueda de respuestas trascendentales resulta apasionante, en ocasiones necesaria, pero podríamos pensar que sería más plausible encontrar esas respuestas a lo largo del camino de la introspección, de la meditación, del acercamiento al otro, y del estudio, en lugar de buscarlo en la toma de un brebaje mágico un sábado por la noche.
(Fuente: Infories.com)
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