"La humanidad no encontrará la paz hasta que no vuelva con confianza a mi Misericordia" (Jesús a Sor Faustina)

miércoles, 4 de abril de 2018

A pesar de la prohibición de la Iglesia Católica, doce millones de mexicanos adoran al ídolo demoníaco "Santa Muerte"

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A pesar de constituir un pecado mortal de superstición y de estar prohibido su culto por parte de la Iglesia Católica, se calcula que unos doce millones de mexicanos adoran al ídolo demoníaco llamado "Santa Muerte" o "San La Muerte". Grandes desgracias, en esta vida y en la otra, les espera a quienes perseveran en este impío, blasfemo y diabólico culto, detrás del cual está Satanás en persona.

La Iglesia católica la prohíbe, pero sus devotos se estiman en millones. Los que creen en ella le ofrendan tequila, dulces y ramos de flores, y a cambio le piden trabajo, amor, dinero y protección. Es la Santa Muerte, la santa a la que no se le puede pedir hacer daño, sólo justicia, y que es una las figuras más populares del México actual, según relata el medio mexicano Expreso. Los seguidores de la Santa Muerte le rinden devoción en altares levantados en todo el país y en sus propias casas. También le llaman la ‘Niña Blanca’, o ‘La Chiquita’, pero es una calavera vestida de mujer. Tiene un aspecto tenebroso, pero bajo esa sombra de espanto sus fieles buscan consuelo y ayuda.

Considerar una imagen de la muerte como una santa “es un absurdo”, ha dicho el cardenal Norberto Rivera, ex arzobispo primado de México. “Todo cristiano, se supone, está a favor de la vida y no de la muerte”. Según algunos, en 2016, durante su visita a México, el papa Francisco condenó su culto diciendo: “hay tantos que seducidos por la potencia vacía del mundo, exaltan las quimeras y se revisten de sus macabros símbolos para comercializar la muerte”.

Pero la Iglesia católica, dice este medio, está perdiendo la batalla contra la Santa Muerte, famosa por ser adorada por narcotraficantes, aunque en realidad es venerada por todo tipo de personas, desde obreros, policías, doctores y hasta maestros. “Cada vez que (los periodistas) vienen a entrevistarnos, están buscando delincuentes pero no los encuentran”, aclara Enriqueta Vargas, la ministra de uno de los santuarios de la Ciudad de México.

“Ha logrado tener entre diez y 12 millones de devotos en sus 12 años de existencia pública”, asegura Andrew Chesnut, autor de Devoted to Death, primer libro que se publica en inglés sobre este culto. Antes de 2001, se adoraba a la Santa Muerte en la clandestinidad de los hogares de sus seguidores, que montaban santuarios dedicados a la siniestra figura en sus armarios. Sin embargo, desde que Enriqueta Romero reveló el primer santuario público dedicado a la Santa en el barrio de Tepito, en la Ciudad de México, no tardaron en aparecer seguidores por todo el país, en Centroamérica y en ciudades estadunidenses con fuerte presencia de población latina, como Los Ángeles y Houston. Chesnut incluso afirma haber hallado indicios del culto a la Santa Muerte en Japón, Australia y las Filipinas.

“No hay ningún otro movimiento religioso de reciente aparición capaz de competir con este crecimiento vertiginoso”, concluye Chesnut. Si bien, fue en 2001 cuando se erigió el primer altar a la Santa Muerte en el corazón de Tepito, en la Ciudad de México, este rito poco aceptado en la modernidad posa sus orígenes en el México prehispánico.

En la antigüedad, el equilibrio de la vida no podía darlo sino la muerte. Figura en la filosofía prehispánica como una divinidad: Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl –dios y diosa de la muerte, protectores del Mictlán– en la cultura azteca, o Ah Puch, dios del Xibalbá o inframundo, en la cultura maya. Como todas las energías que dialogan sobre el cosmos, la muerte fue un referente para ofrendar al menos desde hace unos tres mil años. Y el hecho mismo de venerarla tan frecuentemente resultaba un recordatorio para no temer a su carácter desconocido.

A pesar de que recientemente se ha disparado en popularidad, a la Santa Muerte se le ha hecho referencia en la cultura mexicana desde tiempos de la colonia española. Cuando los colonizadores católicos trataron de evangelizar a los nativos de México, trajeron imágenes de la parca femeninos como una representación de la muerte. Sin embargo, las culturas maya y azteca ya tenían deidades de la muerte. Y así la figura esquelética fue adoptada en la cultura como una especie de santa muerte híbrida.

Ella también es mencionada dos veces en los registros históricos de la Inquisición A finales del siglo XVIII, los indígenas adaptaron imágenes españolas de La Parca en la Santa Muerte provocando que los inquisidores católicos españoles destruyeran sus incipientes capillas. Después de eso, su veneración se mantuvo en la clandestinidad hasta que antropólogos encontraron a algunos de sus devotos en la década de 1940

Un aspecto peculiar sobre la cultura ancestral mexicana que interesa en el mundo, es el hecho de poseer a la muerte en la cotidianidad. La capacidad de reírnos y aceptarla con alegría como un destino, forma parte de una tradición milenaria que llevamos los mexicanos en la sangre. No sorprende pensar, por ejemplo, que los días 1 y 2 de noviembre se celebran a los muertos con flores y colores folclóricos.

Pero el culto a la Santa Muerte fue más allá del papel metafórico-espiritual. El siglo XX fue testigo del nacimiento de un sincretismo extraordinario, donde el culto a la muerte y el catolicismo mostraron una versión alterna de una de tantas prácticas paganas de la época. La adoración de un esqueleto al que llamaban “muerte” fue santificado al igual que un santo católico, ocultándose por siglos del señalamiento cristiano. Tuvo un segundo aire en los años sesentas, pero con las reformas creadas a la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, en los años 90’s, se popularizó oficialmente como un fenómeno religioso.

Contrario a lo que muchos piensan, la figura de la Santa Muerte es un símbolo de justicia, más no de venganza. La imagen que de ella se ha difundido en miles de réplicas de todos tamaños sostiene en sus manos una balanza de equidad. Su fin primordial es el de interceder a favor del milagro. Sus creyentes piden principalmente por amor, dinero, buena suerte y protección.

Hoy en día alrededor de 5 millones de devotos mexicanos de la Santa Muerte portan su imagen en distintas formas peculiares. Collares, pulseras o tatuajes; en camisetas, en las paredes de sus casas, en la música y por supuesto en altares de todos tamaños. Y aunque el número de creyentes ha bajado considerablemente en los últimos años, y con la aparición de San Judas Tadeo –también, un santo de los milagros–, la muerte sigue siendo un símbolo en la psique colectiva de México, hoy y siempre.
(Fuente: Infories.com)

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