por Luis Santamaría
La prensa colombiana continúa haciendose eco de la polémica
en torno a la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional,
una controversia en la que se mezclan las disputas políticas, las
acusaciones de opacidad financiera y de crímenes, la defensa del grupo y
muchas cosas más. Reproducimos a continuación un largo reportaje de la
revista Semana sobre la secta y su líder.
Cuando María Luisa Piraquive tenía siete años tuvo un sueño muy peculiar. “Soñé
que era el fin del mundo y que el Señor Jesucristo estaba apartando las
almas para el Cielo y para el Infierno. Veía dos montones de cuerpos de
personas muertas y yo estaba al lado de él observando. De repente se
dirigió a mí y me dijo: ‘Ayúdame a escoger las almas para el reino’”.
Cierto o falso, la propia María Luisa incluyó ese relato en su autobiografía y es uno de los detalles con que quiere demostrar a su feligresía que ella es la elegida de Dios para representarlo en la Tierra.
El libro circula entre los devotos de la secta que ella lidera, que
tiene un nombre difícil de recordar (Iglesia de Dios Ministerial de
Jesucristo Internacional) y es conocida como la iglesia del MIRA (el movimiento que se convirtió en una sorpresa de la política colombiana en la última década).
Un imperio con una reina
Un imperio con una reina
Pero lo del sueño no es una simple delegación de funciones. Va más allá. “Nosotros somos un imperio y tenemos una reina”, explicaba Iván Darío Moreno Piraquive, uno de los hijos de María Luisa, en una charla con pastores de Florida, Estados Unidos. “¿Qué pasa si el rey está demente? No importa… es el rey”, decía, hablando en inglés con acento marcado. “No importa si mata, no importa si es adúltero… él es el rey. ¡Dios respalda las decisiones de la reina!”, decía a los pastores de las 19 iglesias de ese estado. Y concluía con cierto desdén: “Al que no le guste, no tiene que estar aquí”.
Para algunos puede parecer un chiste. Pero deja de serlo si se tiene
en cuenta que esta mujer ha construido una suerte de imperio en la
Tierra. Cuando la iglesia del MIRA nació, en 1972, la pobreza era
proverbial. En ese entonces ella sobrevivía en un barrio popular en la
zona de las Ferias, en Engativá, haciendo bordados, y con su esposo, Luis Eduardo Moreno, que a sus 38 años no había podido sentar cabeza.
Hoy, 40 años después, la secta es toda una ‘empresa de Dios’ –como María Luisa la llama– con 850 sedes en 45 países.
De ella surgió el MIRA (Movimiento Independiente de Renovación
Absoluta) que es hoy la octava fuerza política del país con tres
senadores, una representante a la Cámara, un gobernador, siete
diputados, 22 concejales y más de 300 ediles. Y tienen una fortuna,
producto del pago de diezmos y ofrendas, difícil de calcular, entre
otras cosas, porque las iglesias no declaran renta en Colombia.
Las lujosas casas en las que viven ‘la hermana María Luisa’ –como la
llaman en su iglesia– y cada uno de sus cinco hijos en Florida dan una
idea de la dimensión de la ‘empresa’. Cada casa puede costar en el
mercado entre 2 y 3 millones de dólares.
Una vida muy lujosa
Una vida muy lujosa
Otros datos recogidos por Semana, con fuentes que conocen de
cerca a la familia, permiten ver cómo se maneja el dinero. Uno de los
hijos de María Luisa, por ejemplo, recibía una mesada mensual de 40
millones de pesos cuando estaba en la universidad, según contó un
compañero de esa época. Un novio de Perla Moreno, otra de las hijas de María Luisa, cuenta que ella llegó a darle 20.000 dólares en un mes, en efectivo, de lo que recogía en las iglesias de Florida, para que gastara.
“Yo la acompañé a hacer el recorrido para recoger las ofrendas y
los diezmos. En esa época eran como cuatro o cinco iglesias. Ella iba y
cogía la plata que estaba guardada en unos buzones en el púlpito. La vez
que más recogimos fueron 120.000 dólares porque unos ‘hermanos’ le
entregaron 50.000 dólares”, dijo el hombre, que pidió reserva de su identidad, a Semana.
Por eso, cuando los senadores Carlos Baena y Alexandra Moreno Piraquive,
del MIRA, renunciaron a usar coche blindado, escoltas y teléfonos
celulares del Estado, pocos creyeron que se tratara de un gesto de
austeridad. Cada uno de ellos llegó con un grupo de guardaespaldas
privados de la empresa de seguridad de la secta, que cuenta con 300 vigilantes y 14 escoltas.
Como si todo lo anterior fuera poco, se ha creado un grupo en Facebook, con más de 2.000 seguidores, que se llama Postulemos a la doctora María Luisa Piraquive al Premio Nobel de Paz
y en la página de la Fundación de su iglesia, de la cual ella también
es presidenta, aparecen fotografías de misiones de ayuda a Camerún y a
Bolivia, y la construcción de colegios dotados con dormitorios en
lugares recónditos de Colombia.
Ese poder que ha acumulado María Luisa y su iglesia explica en parte la reacción airada de muchos devotos que se lanzaron a marchar a las calles a defender a ‘la sierva’
–como también le dicen– en el escándalo que se desató recientemente
cuando el país conoció un video en el cual ella decía que una persona
sin un ojo o coja o manca no podía ser pastor en su iglesia.
¿Quién es?
¿Quién es?
María
Luisa nació en 1948. Ese dato es significativo porque su familia vivía
en Sáchica, Boyacá, una región particularmente azotada por la violencia
partidista de la época. Y más aún, teniendo en cuenta que su padre, Obdulio Piraquive,
era teniente de la Policía. Don Obdulio era el dueño de la tienda de la
plaza y llegó a ser alcalde del pueblo, que tiene 3.800 habitantes.
María Luisa pasó parte de su niñez con una tía paterna y a los 13 años se fue a Bogotá con sus hermanas Cecilia, Beatriz, Elizabeth, Hermencia y Rosalba,
y se puso a trabajar en una fábrica de confecciones en la que todas
demostraron ser muy hábiles bordando cubrelechos. Cuando cumplió los 17
años, en 1966, se casó con Luis Eduardo Moreno y seis años después
crearon juntos la iglesia del MIRA.
Luis Eduardo había nacido en Pereira, su madre era empleada
doméstica, se graduó como bachiller técnico en Tolima, hizo las
prácticas en Paz del Río (Boyacá) y a los 19 años llegó a Bogotá, sin
empleo. Personas que lo conocieron dicen que era un personaje raro,
nunca le dio un regalo a su esposa, ni siquiera la felicitaba el día del
cumpleaños y forraba con papel blanco las ventanas para que de afuera
no vieran a sus hijas ni ellas tampoco se dieran cuenta ‘del mundo’.
Según cuenta ‘la hermana María Luisa’, pasaban dificultades
económicas. Ella bordaba cien cubrelechos cada semana y con la tela que
sobraba hacía edredones para vender a los vecinos. Entre tanto, Luis
Eduardo saltaba de iglesia en iglesia sin lograr encajar en ninguna.
Hasta cuando les sonó la flauta.
El catolicismo comenzó a perder el monopolio de la fe en el país y
una de las iglesias que más pegaron fueron las pentecostales. En medio
de la crisis, según cuenta María Luisa, empezaron a tener revelaciones y profecías. “Un
domingo a la una de la madrugada mientras orábamos y cantábamos al
Señor (ella y la mamá de Luis) sobrevino la manifestación del Espíritu
Santo, no solo comencé a hablar en lenguas sino también a saltar como
una pelota de caucho”, dice en su libro.
Entre otras cosas, estaban muy influenciados por la magia popular
(agüeros, herraduras, sábila, collar de ajos) que rondaba en la familia
y por una vecina, que los visitaba con frecuencia, que era dada a la
adivinación.
Como explica William Mauricio Beltrán, doctor en Estudios de América Latina: “La
acogida de que goza el pentecostalismo en América Latina depende de
rasgos muy similares a los del catolicismo popular: ambos ofrecen
milagros y participan de un mundo encantado -que incluye la creencia en
el poder de los demonios, en maldiciones que actúan en este mundo y en
el poder de conjuros y oraciones-”.
Y sobre esa piedra, la de las profecías, construyeron su secta. Desde
1972 hasta 1996, año en que murió de manera sorpresiva Luis Moreno, el
líder, la iglesia crecía al ritmo de muchas otras que se pusieron de
moda en los años setenta en Colombia.
Pero lo que llama la atención es que entre los 5.000 cultos registrados en el Ministerio del Interior (cada semana piden pista 85 más)
este es, sin duda, uno de los más exitosos. Y sobre todo, de todas las
iglesias cristianas o evangélicas grandes, ésta es la única ‘hecha en
Colombia’.
Además, mientras otras iglesias, que trataron de incursionar en la política (como el Partido Nacional Cristiano de Claudia de Castellanos, o el C4 de Jimmy Chamorro)
quedaron por fuera de la competencia, la del MIRA no sólo fue capaz de
pasar la dura prueba de la reforma política de 2003, que acabó con casi
60 partidos políticos, sino que cada elección fue aumentando su votación
hasta alcanzar los 324.000 votos en 2010.
El día clave: la sucesión en el liderazgo
El día clave: la sucesión en el liderazgo
¿Cuál es la diferencia? La secta era una antes de la muerte de ‘el
hermano Luis’ –de un infarto en 1996– y otra muy distinta después:
cuando comenzó el reinado de ‘la hermana María Luisa’. Hasta ese
momento, a María Luisa Piraquive le tocó quedarse detrás de bambalinas. A
pesar de todos sus ruegos para subirse al púlpito, su esposo nunca se
lo permitió. Y tampoco le gustaba la idea de expandirse. “Esto es para los más cercanos –decía Luis, según recuerdan feligreses antiguos–. No inviten a tanta gente”.
En los primeros años de la secta pasaron tiempos tan difíciles, que
hasta les tocó vivir arrimados en una casa amiga. Pero en los años 80 la
situación se fue componiendo (“la iglesia ya tenía 800 fieles y entonces nuestra situación económica mejoró”, dice María Luisa en su biografía) y en los años 90 llegaron las vacas gordas, según lo deja entrever ella misma: “El
Espíritu Santo le hizo una promesa a mi esposo que le daría un dinero y
le prohibió contar cuál era el medio que utilizaría para dárselo; al
cumplirse esta promesa, él adquirió tres casas y unos automóviles”.
Cuando comenzó a prosperar la ‘empresa de Dios’ se produjo la sorpresiva muerte de Luis Eduardo Moreno. Y María Luisa, a pesar de la oposición de muchos, tomó el poder. Una amiga de los dos recuerda ese momento: “El
día del velorio de don Luis ella se paró en el púlpito y dijo que el
Espíritu Santo había dicho que ella debía tomar las riendas de la
iglesia. Y echó de la misma a muchos de los seguidores de don Luis que
eran personas humildes”.
María Luisa hizo una reingeniería total de su iglesia. Escribió dos libros, su autobiografía Vivencias y la cartilla para los pastores El pastorado de la iglesia, en los que queda claro que: 1) ganar mucho dinero no es pecado, 2) la iglesia decide participar en política porque va a ‘gobernar’, y 3) se crea un culto a la personalidad en el cual la figura de la ‘hermana María Luisa’ es lo más cercano a Dios y todo lo que esté en contra de ella es el diablo.
El salto al mundo financiero y político
El salto al mundo financiero y político
Las palabras ‘dinero’ y ‘negocio’ se convirtieron en una especie de obsesión para ella. “Al
morir él, me sentí autónoma y le dije al Señor: Tú ordenaste que el
dinero de la iglesia sea multiplicado. Como mi esposo nunca lo hizo, por
miedo a que la gente pensara que él era ambicioso, yo sí voy a
obedecerte”. La secta se convirtió en una máquina de hacer plata. “Una vez, solo en Bogotá, se recogieron 1.000 millones de pesos en un mes”, les dijo hace nueve años a los medios de comunicación Óscar Jaír Bedoya, sobrino de María Luisa Piraquive.
Él contó en ese entonces que recogían las ofrendas y los diezmos y
los llevaban a la casa del hijo de María Luisa y allí los metían en
máquinas para contar billetes. “Los billetes que no recibía la
máquina porque estaban viejos o averiados, eran mi paga. Cada semana me
tocaban como 3 millones de pesos”.
María Luisa y sus hermanas comenzaron a frecuentar cirujanos plásticos,
a trasladar sus residencias a Estados Unidos y a crear todo un
conglomerado de negocios. En los registros de Florida figuran en
negocios de bienes raíces, lavado de coches, editoriales y asuntos
aeroportuarios. Todas ellos creados después de 1997, es decir, tras la
muerte de Luis.
En su autobiografía, María Luisa no ahorra palabras para dejar claros
los muchos problemas que había entre ella y ‘el hermano Luis’, al punto
de que dice que él la aborrecía, que le decía que no volviera a la
iglesia y que quería separarse. Sin duda la Fiscalía podría encontrar
allí algunas posibles explicaciones a la denuncia que en su momento
interpuso Iván Darío Moreno Piraquive, en la que pedía investigar a su mamá por la muerte de su padre.
El joven pidió que exhumaran el cuerpo porque, según la denuncia, María
Luisa no había permitido hacer la necropsia porque a su esposo “lo iba a resucitar el Espíritu Santo”.
La fórmula mágica de su crecimiento
La fórmula mágica de su crecimiento
Bajo el reinado de María Luisa el reino se expandió. Hace diez
años, por ejemplo, tenían 400 iglesias y hoy tienen más del doble. Poco
a poco sofisticaron la fórmula y la multiplicaron por el mundo.
A la persona que llega nueva a la secta la sientan en la banca de
adelante del recinto. En la mayoría de los casos llega con un problema
complicado. El que le lee la profecía se para detrás de ella y al oído
le habla como si fuera Dios en persona diciéndole cuál es su problema y
qué va a pasar con ella. “En la profecía te dicen cosas que te
enganchan porque a veces corresponden a tu realidad. Y cuando no son
ciertas de todas maneras el supuesto profeta te dice ‘no te preocupes
que Dios te ayudará’ y la gente cae”, le contó a Semana una persona que estuvo varios años en la iglesia.
Y por último están las ofrendas y los diezmos. A nadie lo obligan a darlos, pero el espíritu de comunidad se va haciendo tan fuerte que la mayoría termina entregándolo. “No
es obligatorio, pero si tú no das te dicen o te hacen sentir que Dios
te va a castigar. Yo escuché a María Luisa decir que no preguntáramos
qué se hacía con la plata porque eso era malicia que ponía el diablo y
que murmurar cosas no era propio de un buen hermano”, concluye la fuente.
La mayoría de los testimonios a los que Semana tuvo acceso muestran que las personas llegan en medio de alguna crisis y se les cuelan en los recónditos laberintos de su mente.
Una vez están enganchados les ponen el mundo en blanco y negro: la
iglesia y la hermana María Luisa son Dios y el que los ataca es el
diablo. Y si alguien se atreve a juzgarla a ella, “Dios lo castiga”. Como lo dice la misma pastora Piraquive en el video que destapó la polémica sobre la discriminación en su iglesia: “El
minusválido sabe que no puede pasar al púlpito. No irá a ponernos una
demanda porque sabe que sería ridículo y podría hacerlo, pero ¿al final
qué? Dios le castiga y le pone la mano”.
Eso ya está estudiado en la psicología: “Mucha de la adoración de
los líderes está basada en los miedos de sus seguidores y esos miedos
los convierten luego en castigos y leyes”, explica el psiquiatra Rodrigo Córdoba.
El infierno
El infierno
Para María Luisa no fue fácil quedarse con el poder de la secta. Le
tocó enfrentar varias guerras internas. Tal vez la más dura de ellas
cuando sus propios hijos, Iván Darío y Perla, intentaron darle un golpe de Estado,
empezaron a recorrer todas las iglesias de Florida diciendo que Perla
era la ungida e Iván Darío era el Cristo. Pero fracasaron.
Una amiga de la familia, de nombre Mónica, la mantuvo al tanto
del complot. Cuando Mónica le contó cómo Perla e Iván estaban yendo de
iglesia en iglesia, María Luisa dijo: “Yo hubiera agarrado por ahí un
palo y los hubiera cacheteado en presencia de toda la iglesia… El
diablo me tiene miedo… Yo soy una fiera”.
En todas estas peleas el político Carlos Baena ha sido fiel a María
Luisa. Y por eso, ella lo tiene como su consentido. En el prólogo de la
autobiografía escrito por él, dice: “En la iglesia hemos entendido
que (María Luisa) tiene una sonrisa indicativa, si nos sonríe es porque
Dios está contento con nosotros, si no nos sonríe, es porque algo está
andando mal”. Eso explica en parte el privilegiado lugar que le ha dado ella a Baena. Al punto de que, según los correos que Semana
publicó, y que muestran una guerra a muerte entre los senadores
Alexandra Moreno Piraquive y el propio Baena, la madre de la primera
prefirió al segundo.
En uno de los correos (del 24 de abril pasado) Alexandra se queja por
la posición de Baena en el debate sobre el matrimonio entre
homosexuales. “Hola mami. Qué pena decirle pero francamente Carlos
Alberto ya se pasó. Él como vocero de Mira tenía que dar argumentos
contra eso y no lo hizo. Simplemente nos tapa la boca diciendo que acaba
de hablar con su merced (…) Sinceramente yo no sé él para quien
trabaja, si para Dios o para el diablo”. La madre de la senadora al parecer no movió un dedo, pues seis meses después, su hija renunció a su curul.
María Luisa Piraquive es un personaje muy particular. Y eso se
refleja en los tremendos dramas que cada uno de sus hijos ha tenido que
vivir porque ella ha querido controlar hasta las decisiones más íntimas
de sus vidas. El caso más conocido es el de Iván, a quien, como
él mismo dijo, echó de la casa por ser homosexual, y luego lo recobró en
una versión moderna del hijo pródigo: a su regreso le dio una casa de 800.000 dólares y dos coches Audi, según cuentas familiares.
Su hijo mayor César no se pudo casar con su novia porque, según le decía María Luisa, “tú no eres la mujer para mi hijo, Dios me dice eso”. De ese noviazgo hoy queda una hija de 12 años que, aunque ha pedido, no ha podido conocer a su papá.
A Perla le ocurrió algo parecido. Su mamá no le dio el visto bueno al
novio, del cual quedó embarazada, y la hizo casar con otro hombre. ‘La
hermana María Luisa’, según relata quien dice ser el papá del niño, le
quitó la patria potestad de su hijo y se la dio al esposo que ella
impuso.
El caso de Alexandra, la senadora, y Carlos Eduardo, sus otros
dos hijos, también es singular. Según denunció Iván Darío, Carlos
Eduardo no es hijo de María Luisa sino de Alexandra, pero quedó
registrado como hijo de la primera para guardar las apariencias dentro
de la secta. Otro miembro de la familia le dijo a Semana que la historia es cierta. La senadora no contestó las llamadas.
Si todo eso es cierto, ¿por qué los hijos dejaron que ‘la hermana
María Luisa’ se interpusiera en sus vidas de esa forma? Hay quienes dicen que les da miedo. Pues, a pesar de ser la ‘ungida de dios’, por momentos su familia parece vivir en el mismo infierno.
Todavía no es claro qué va a ocurrir con María Luisa Piraquive y su iglesia. Desde el punto de vista legal hay
varias investigaciones en curso en la Fiscalía: desde el posible
homicidio de su esposo, hasta sospechas de lavado de activos. El
MIRA pasa por su peor momento. Sus dos cabezas más reconocidas están
divididas. La Corte Constitucional acaba de negarle un recurso de manera
que el umbral en las elecciones de marzo será de cerca de 450.000
votos, algo que puede dejar por fuera de la contienda a este movimiento
político.
Por no hablar de los líos que enfrenta uno de sus pastores en
Argentina, o la investigación que tiene contra la espada y la pared al
equipo del gobernador de Cáqueta.
Sin duda, el escándalo tiene un impacto en la imagen de seriedad que
se había granjeado el MIRA entre la opinión política. Y también puede
verse estropeada la imagen de redentora que María Luisa Piraquive venía
labrándose. Por ahora la familia guarda silencio. Ninguno de ellos ha
respondido a las llamadas de los medios de comunicación.
¿Qué pasará con sus fieles? A pesar de que durante dos semanas les
han caído rayos y centellas, eso no ha quebrantado el apoyo de las bases
de su iglesia. De hecho, luego de que se destapó el escándalo, en
algunas iglesias los pastores coincidieron en decirle a la feligresía: “La
iglesia tendrá su propio avión para que se traslade la hermana María
Luisa a visitar los países del mundo. ¿Y cuál es el problema? ¿Cuál es
el pecado? Dios le había prometido ese avión. Alabado sea Dios”. Y el aplauso que se oye es atronador.