Una secta, sea de la naturaleza que sea, se organiza como un sistema piramidal porque esa estructura establece un modelo de relaciones sociales conocido como "autoritarismo".
Sobre la base de la creencia en la sabiduría de una autoridad o cúpula incuestionable, los demás integrantes del sistema piramidal reducen su participación a la obediencia a una jerarquía y nunca al consenso.
Para evitarse futuras rebeliones, los líderes sectarios afirman una existencia natural de la desigualdad y engañan a sus sometidos con la idea de que son libres, líderes o motores del cambio.
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