Por Hispanidad Católica - 3 febrero, 2019
Nada menos que el padre Martín de Cochem OFM Cap. escribió sobre el final de Lutero en su Andere History-Buch:
«Justo después de la muerte, su cuerpo olía tan mal que nadie podía acercársele, aunque estaban en mitad del invierno, en el Hornung (febrero). Por lo tanto, lo colocaron lo más pronto posible en un ataúd de plomo y lo llevaron a la Iglesia de San Andrés. Todas las campanas de toda la ciudad sonaron a un tiempo, y la cruz fue llevada delante del féretro. Los condes y toda la gente lo siguieron, y Justo Jonás hizo el sermón funeral. El duque de Sajonia pidió al conde Alberto VII de Mansfeld el cuerpo de Lutero, para que fuera enterrado en Wittenberg. Para tal fin, fue dispuesto con gran pompa y esplendor en un carruaje cubierto con telas negras, y acompañado con mucha gente a Wittenberg. Su afligida monja (su mujer fue una vez monja) con tres hijos lo seguían en una litera, aquellos niños del pueblo, como a un respetable, rodeaban los restos de su señalado profeta.
El hedor del cadáver era tan grande que a nadie se le permitió acercarse, lo cual era entonces una señal de cuán cruelmente su alma debe apestar ante Dios y todos los ángeles. Muchos cuervos de un tamaño inusual volaban sobre el cuerpo, lo que provocó un grito vergonzoso en lugar de una música encantadora».
Otto Zischkin. Revista Ave-Kurier, Diciembre de 1980. Editora Mediátrix, Zischkin & Co. S.L., Viena.
El doctor Tilmann Bredenbach (Collatiónes sacræ, libro 7, cap. XXXIX) nos dice qué eran esas cosas como cuervos:
«Me contaba el venerable señor N., bien conocido por su venerable edad, su doctrina y vida santa, que vivía para el día en que murió el nuevo evangelista Martín Lutero, que en ese tiempo en Geel de Brabante numerosos endemoniados esperaban las liberaciones que, por medio del cuerpo de Santa Dimpna, obraba Dios sobre muchos de ellos desde hacía muchos años. Debido a esto, siempre hay personas poseídas que son llevadas desde diferentes lugares para establecerse allí. Cuando, el día en que Lutero había muerto, muchos poseídos se mostraron tranquilos y calmados, contrariamente a sus costumbres, todo el mundo quedó asombrado y hablaban de todos y cada uno como si hubieran sido curados por los méritos de la bienaventurada Virgen. Pero, desafortunadamente, al día siguiente esta gente pobre comenzó a enfurecerse de nuevo cruelmente y a estar plagada de espíritus malignos más que antes. Cuando fueron convocados por el clero y les preguntaron al mismo tiempo por qué estaban tan tranquilos ayer, pero ahora tan enojados, los demonios dijeron: Nuestro príncipe y archidemonio ordenó que todos los demonios subieran al funeral de nuestro fiel colega y profeta Martín Lutero y lo decoraran con su canto y presencia, porque convenía que quien había seducido a muchos para el Infierno, fuera llevado al Infierno con gran pompa por los demonios».
P. Paulus Deusdedit, editor. Luther: wie er lebte, leibte und starb (Lutero: Así fue su vida, vida y muerte). Ed. Gotthard Media.
(https://www.hispanidadcatolica.com/2019/02/historiadores-dan-fe-del-terrible-olor-que-desprendia-el-cadaver-de-lutero/?fbclid=IwAR2roAbrXdxJhiC0O2sEdyJ9b2uu2RaJ96CbmsyWvnNhI-ciTK4SF9qccNg)
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