La iglesia Mártir de Hoy
TORTURADO
POR CRISTO
Richard Wurm
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TORTURADO
POR CRISTO
Una relación de los sufrimientos y testimonios
de la Iglesia Subterránea en los países tras la Cortina de Hierro.
Traducido y adaptado por
CARLOS A. MORRIS
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INDICE
Presentado al autor
Introducción
Capítulo 1
La ávida sed de cristo de los rusos…………………………………………….7
Capítulo 2
“Nadie tiene mayor amor que este”.…………………………………………28
Capítulo 3
Rescate y liberación para la obra en occidente………………………..42
Capítulo 4
Derrotando al comunismo con el espíritu de amor de cristo……46
Capítulo 5
La invencible y extensa iglesia subterránea…………………………….78
Capítulo 6
Como el cristianismo está derrotando al comunismo……………...96
Capítulo 7
Como los cristianos de occidente pueden ayudar…………………..116
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PRESENTADO AL AUTOR
Richard Wurmbrand, nació en Bucarest el 24 de Marzo de 1909. Fue
un pastor evangélico que paso catorce años en cárceles comunistas de
Rumania, su patria. Fue uno de sus más renombrados dirigentes cristianos, autores y educadores. Pocos nombres son tan conocidos en su
país.
En 1945, cuando los comunistas ocuparon Rumania, e intentaron controlar a las iglesia para sus propios fines, Richard Wurmbrand comenzó de inmediato un efectivo y vigoroso “ministerio subterráneo”
entre sus compatriotas esclavizados y los soldados invasores rusos.
Finalmente fue arrestado en 1948, en compañía de su esposa Sabina.
Ella fue condenada a tres años de trabajos forzados. Richard Wurmbrand pasó tres años de confinamiento solitario, sin ver a nadie, con
excepción de sus guardias comunistas. Después de tres años fue trasferido a una celda común por cinco años más, donde continuaron las
torturas.
Debido a su prestigio internacional como líder cristiano, algunos diplomáticos de las embajadas de los países occidentales comenzaron a
interesarse por su seguridad. Se les informo que había huido de Rumania. Por otro lado Policías Secretos, haciéndose pasar por ex –
compañeros de cárcel, contaron a su esposa como habían presenciado
su entierro en el cementerio de la cárcel. Tanto a su familia en Rumania como a sus amigos en el exterior se les aconsejo que era mejor
olvidarlo, ya que, según estas falsas noticias, estaba muerto.
Después de ocho años fue puesto en libertad e inmediatamente
reanudo su labor en la Iglesia Subterránea. Dos años más tarde, en
1959, fue vuelto a arrestar y sentenciado a veinticinco años de cárcel.
Richard Wurmbrand fue puesto en libertad otra vez en una amnistía
general en 1964, y continuo su ministerio subterráneo. Conscientes
del peligro que significaba para él un tercer arresto. Cristianos de No-
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ruega negociaron su salida de Rumania con las autoridades comunistas. El gobierno comunista había comenzado a “vender” a sus presos
políticos. El precio habitual de rescate por un preso era de 2.000 dólares; pero por el pidieron 10.000 dólares.
En mayo de 1966, mientras prestaba declaraciones ante el SubComité de Seguridad Interior del Senado norteamericano en Washington, se desnudo hasta la cintura para que pudieran ver las dieciocho profundas cicatrices que le habían dejado las atroces torturas a
que fue sometido durante su encarcelamiento. Los periódicos norteamericanos, europeos y asiáticas contaron al mundo su dramática
historia. En el mes de Septiembre de ese mismo año se le advirtió que
el régimen comunista de Rumania había dispuesto su asesinato. Mas,
ni siquiera aquellas amenazas de muerte pudieron silenciar su voz.
Richard Wurmbrand ha sido llamado “la voz de la Iglesia Subterránea”. Líderes cristianos lo han llamado “un mártir viviente” y “el Pablo de la Cortina de Hierro”.
Richard Wurmbrand, encontró el eterno descanso en los brazos de su
Amado Salvador el 17 de Febrero de 2001, Sabina su esposa, se le había adelantado, el 11 de Agosto de 2000.
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INTRODUCCION
Por qué escribo este libro.
Traigo a todos los cristianos libres un mensaje de la Iglesia Subterránea detrás de la Cortina de Hierro.
La Iglesia Subterránea, que tuve el honor de dirigir durante muchos
años, decidió que yo tendría que hacer todo lo posible para llegar al
mundo libre para entregarles a Uds. este urgente mensaje. Por un milagro extraordinario, del que van a leer aquí, logre sobrevivir y llegar.
En este libro entrego el mensaje que me ha sido confiado por la fiel y
sufrida Iglesia Subterránea en los países comunistas.
Con el objeto de que este mensaje de la Iglesia Subterránea reciba toda la consideración que se merece, en primer lugar doy mi testimonio, para luego contar el trabajo que ella realiza.
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LA AVIDA SED DE CRISTO
DE LOS RUSOS
Un ateo encuentra a Dios
ui criado en una familia donde ninguna religión era reconocida. Por lo tanto, en mi niñez no tuve ninguna instrucción
religiosa. A los catorce años era ya un convencido y empedernido ateo. Era el lógico resultado de mi amarga niñez.
Quede huérfano a muy temprana edad y conocí la pobreza
en aquellos difíciles años de la Primera Guerra Mundial. De allí que, a
mis catorce años, fuera un ateo tan convencido como lo son hoy los
comunistas. Había leído libros sobre ateísmo y ello no significaba meramente que no creyese en Dios o en Cristo… odiaba esos conceptos
por considerarlos perjudiciales a la mente humana. Y así crecí sintiendo amargura y resentimiento hacia la religión.
Pero, como llegue a entender mas tarde, había sido elegido por la gracia de Dios, por razones que no alcanzaba a comprender. Esas razones
no tenían nada que ver con mi carácter, pues este era muy malo.
Aun cuando me consideraba un ateo, algo incomprensible dentro de
mí me atraía hacia las iglesias. Me resultaba difícil pasar frente a una
iglesia sin sentir necesidad de entrar. No obstante, nunca podía entender lo que sucedía dentro de esos lugares. Escuchaba los sermones, pero estos no apelaban a mi corazón y no me sentía ni afectado ni
conmovido por ellos. Tenía la absoluta seguridad de que Dios no existía. Aborrecía el concepto errado que tenia de Dios como un amo al
que había que obedecer. Sin embargo, mucho me habría agradado
saber que en algún lugar en el centro de este universo existiera un
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corazón de amor. Había conocido tan pocos de los goces de la niñez y
la juventud, que anhelaba encontrar en alguna parte un corazón que
estuviera latiendo de amor por mí también.
Sabía que Dios no existía, pero me lamentaba que no existiera tal Dios
de amor. En cierta oportunidad, movido por este conflicto espiritual
interior, entre en una Iglesia Católica. Observe la gente arrodillada, y
me di cuenta que estaban murmurando algo. Pensé, me arrodillare
cerca de ellos y tratare de captar lo que dicen, y repetiré sus oraciones a ver si algo sucede. Rezaban una plegaria a la Santa Virgen: “Ave
María, llena eres de gracia”. Repetí esas palabras y otra vez, mirando a
la imagen de la Virgen María, pero no sucedió nada, lo que me causo
gran pesar.
Un día, a pesar de ser un ateo convencido, ore a Dios. Más o menos mi
oración fue así: “Dios tengo el convencimiento absoluto que Tu no
existes, pero por si acaso existieras, cosa que dudo, no es deber creer
en Ti, pero si es Tu obligación revelarte a mí”. Sí, yo era ateo, pero eso
no traía paz a mi corazón.
Durante ese periodo de conflicto interior, como lo vine a descubrir
más tarde en un pueblito situado en las montañas de Rumania, un
carpintero anciano oraba de esta manera: “Mi Dios, te he servido aquí
en la tierra y te pido que me des una recompensa tanto aquí como en
el cielo. La recompensa que quiero es que no muera sin antes haber
traído a Ti a un Judío, puesto que Jesús era Judío. Pero soy pobre y
estoy viejo y enfermo, no puedo salir de aquí en busca de uno de ellos,
y bien sabes que en este pueblo no vive ninguno. Trae, Señor un judío
hasta acá, haré todo lo que este en mi para llevarlo a Cristo”
Algo irresistible me trajo a ese pueblo. Yo no tenía nada que hacer
allá. Existen doce mil pueblos semejantes en Rumania. Sin embargo,
yo viaje a ese pueblo. Viendo el carpintero que yo era judío, me lleno
de atenciones como nunca una hermosa muchacha se vio atendida. En
mi había visto la respuesta a su oración y me obsequio una Biblia. Yo
había leído muchas veces la Biblia, pero solo por interés cultural. En
cambio, la Biblia que me obsequiara aquel anciano me dio la impresión de ser totalmente diferente. Esta parecía no estar escrita simplemente con letras, sino con las llamas de amor de sus ardientes oraciones. Según me confeso mas tarde, el y su esposa habían pasado horas enteras orando por mi conversión y la de mi mujer. Me resultaba
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difícil leerla, pues solo atinaba a llorar cuando comparaba mi vida con
la vida de Jesús; mis impurezas con su pureza; mi odio con su amor.
Mas a pesar de eso me acepto como uno de los suyos.
Al poco tiempo se convirtió mi esposa. Ella atrajo a otras almas a Cristo, las que a su vez atraían a otros a nuestra fe. De esta manera nació
una nueva congregación luterana en Rumania.
Entonces llego el Nazismo. Teníamos mucho que sufrir. El Nazismo
tomo la forma de una dictadura de elementos ultra – ortodoxos que
persiguieron a los grupos protestantes además de los judíos.
Aun antes de mi ordenación formal y de que estuviera preparado para el pastorado, era el líder virtual de una Iglesia recién fundada. Tenía la responsabilidad por ella. Mi esposa y yo fuimos arrastrados varias veces a los tribunales. El terror Nazi fue muy grande, empero era
solamente un anticipo de lo que vendría: el Comunismo. Mihai, mi
hijito, debió adoptar un nombre no judío para poder escapar de la
muerte.
A pesar de todo, la era del Nazismo nos proporcionó una gran ventaja,
pues nos enseñó que los golpes físicos podían ser soportados, puesto
que el espíritu humano, con la ayuda de Dios, puede sobrevivir a las
más horribles torturas. Además nos obligaron a adoptar los métodos
del trabajo cristiano en secreto, que nos sirvieron como entrenamiento para la prueba aún más terrible que estaba por venir y que, sin saberlo, ya se aproximaba.
Mi ministerio con los rusos
El remordimiento de mi pasado ateo me hizo anhelar desde el primer
día de mi conversión el testificar de mi fe a los rusos. Ellos son un
pueblo criado desde la infancia en el ateísmo. Mis deseos de alcanzar
a los rusos para Cristo se han cumplido. Su cumplimiento comenzó en
los años del Nazismo, pues había muchos prisioneros de guerra rusos
en Rumania, entre los cuales podíamos hacer nuestra obra.
Fue una labor conmovedora y dramática. Jamás olvidare mi primer
encuentro con un prisionero ruso, quien me contó que era ingeniero.
Le pregunte si creía en Dios. Si me hubiera dicho “no”, no me habría
importado tanto, pues que cada hombre tiene el derecho de creer o
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no creer. Pero ante mi pregunta si creía en Dios levanto sus ojos sin
comprender y me respondió: “Mis superiores militares no me han
dado ninguna orden para creer. Si tuviera una orden, creería”.
Las lágrimas corrieron por mis mejillas, y sentí como si el corazón se
destrozara dentro de mí. Allí, frente a mi, había un hombre cuya mente estaba como muerta. Un hombre que había perdido el don más
preciado que Dios concede al ser humano: tener su propia personalidad. Era solo un instrumento, con el cerebro lavado, en manos de los
comunistas, dispuesto a creer o no, según se lo ordenaran. No tenia
capacidad de pensar por si mismo. ¡Era un ruso típico después de tantos años de dominación comunista! Después del impacto de ver lo que
el comunismo había hecho con los seres humanos, prometí a Dios dedicar mi vida a esos hombres, para ayudarles a recuperar su personalidad y llevarles a la fe en Dios y en Jesucristo.
No necesite ir a Rusia para alcanzar a los rusos.
A partir del 23 de agosto de 1944, un millón de soldados rusos entraron en Rumania, y poco después los comunistas llegaron al poder en
nuestro país. Entonces comenzó la horrenda pesadilla, ante la cual el
sufrimiento bajo el Nazismo parecía poca cosa.
En ese momento en Rumania, que ahora tiene diecinueve millones de
habitantes, el Partido Comunista tenía solamente mil miembros. Sin
embargo, Vishinsky, Ministro de Relaciones Exteriores de la Unión
Soviética, irrumpió en la oficina de nuestro muy amado rey Michael I,
golpeo en la mesa con los puños y dijo: “Ud. debe nombrar comunistas para el gobierno” Nuestro ejército y policía fueron desarmados y
así, por la violencia, y odiados por casi todos, los comunistas llegaron
al poder. Esto sucedió con la pasiva cooperación de los gobernantes
ingleses y norteamericanos de aquel tiempo.
Los hombres son responsables ante Dios no solamente por sus propios pecados sino también por los de su nación. La tragedia de todos
los países cautivos constituye una responsabilidad en los corazones
de los cristianos ingleses y norteamericanos. Los norteamericanos
deben saber que en algunas oportunidades han ayudado, sin darse
cuenta, a que los rusos nos hayan impuesto regímenes de terror y
muerte. Los norteamericanos deben expiar estas faltas, ayudando a
los pueblos cautivos para que llegue hasta ellos la luz de Cristo.
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El idioma del amor y el idioma de la
seducción son la misma cosa
Una vez que los comunistas estuvieron en el poder, hábilmente pusieron en práctica sus métodos de seducción para conquistarse la iglesia.
El idioma del amor y de la seducción son idénticos. Tanto el que desea
a una joven para hacerla su esposa, como el que solo la desea para
tenerla una noche y después desecharla, dicen: “Te quiero”. Jesús nos
enseñó a distinguir entre el lenguaje de la seducción y el del amor,
como también a discernir a los lobos con piel de oveja de las verdaderas ovejas.
Cuando los comunistas consiguieron el poder, miles de sacerdotes,
pastores y ministros no supieron distinguir entre ambas voces.
Los comunistas convocaron un Congreso de todos los grupos cristianos, en el edificio de nuestro Parlamento. Asistieron unos cuatro mil
sacerdotes y pastores que eligieron nada menos que a ¡José Stalin
como Presidente Honorario de dicho Congreso! Al mismo tiempo él
era el Presidente del Movimiento Mundial Ateo, y un asesino en mesa
de los cristianos. Uno tras otro, obispos y pastores se levantaron en
aquel recinto para declarar que el comunismo y el cristianismo fundamentalmente son lo mismo y que por lo tanto podían coexistir. Un
ministro tras otro ensalzo al comunismo y aseguro al nuevo gobierno
que podría contar con la lealtad de la Iglesia.
Mi esposa y yo estábamos presentes en el Congreso. Ella, que estaba
sentada cerca de mí, me dijo: “¡Richard, levántate y limpia la cara de
Cristo de tanta vergüenza! Están escupiendo en su cara”. Le dije: “Si lo
hago, pierdes a tu esposo”. Ella respondió: “No deseo tener a un cobarde por esposo”.
Entonces me levante y hable a los congresistas, alabando no a los asesinos de cristianos, sino a Dios y a Su Hijo Jesucristo, afirmando que
nuestra lealtad se debía en primer lugar a Él. Los discursos de aquel
Congreso eran difundidos por radio, así es que se pudo escuchar el
mensaje de Cristo en todo el país, proclamado desde la misma tribuna
del Parlamento Comunista. Después tuve que pagar por semejante
temeridad, pero había valido la pena.
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Los dirigentes de las Iglesias Protestantes y Ortodoxa competían entre sí en su afán de ceder al comunismo. Un obispo ortodoxo coloco el
emblema de la hoz y el martillo en sus vestiduras eclesiásticas y solicito a sus sacerdotes que no se dirigieran más a él como “Su Señoría”,
sino como “Camarada Obispo”. En otra oportunidad asistí al Congreso
Bautista en el pueblo de Resita, que se efectuó bajo la sombra de la
bandera roja, donde todos se pusieron de pie al entonarse el himno
nacional de la Unión Soviética. El presidente de los Bautistas declaro
que Stalin no hizo más que cumplir con los mandamientos de Dios, y
lo alabo como un gran maestro de la Biblia.
Algunos sacerdotes, como Patrascoiu y Rosianu fueron más directos,
convirtiéndose en miembros de la Policía Secreta. Rapp obispo auxiliar de la Iglesia Luterana en Rumania, comenzó a enseñar en el seminario teológico que Dios había dado tres revelaciones: una a Moisés,
otra a través de Jesús, y una tercera a través de Stalin que superaba
aun a la anterior.
Debo aclarar que los verdaderos bautistas, por quienes siento un verdadero aprecio, no estaban de acuerdo y mantuvieron intacta su fe en
Cristo, sufriendo mucho a causa de ello. Sin embargo, los comunistas
“eligieron” a sus dirigentes y los bautistas no tuvieron más remedio
que aceptarlos. La misma condición se mantiene hoy en las altas esferas de dirección religiosa.
Aquellos que se convirtieron en siervos del comunismo en lugar de
siervos de Cristo, comenzaron a denunciar a los hermanos que no se
unían a ellos.
Así fue como los cristianos rusos formaron una Iglesia Subterránea
después de la revolución rusa. La ascensión al poder del comunismo y
la traición de fatuos dirigentes de la Iglesia Oficial nos obligó a fundar
también en Rumania una Iglesia Subterránea que fuera fiel a su fe,
que predicara el Evangelio y que ganara a los niños para Cristo. Los
comunistas prohibieron todo esto y la Iglesia Oficial consintió.
Junto con otros comencé una obra secreta. Exteriormente yo mantenía una posición bastante respetable que nada tenía que ver con mi
verdadera obra clandestina, pero que me servía de pantalla para ocultarla. Yo era pastor de la Misión Luterana Noruega y al mismo tiempo
era el representante del Consejo Mundial de Iglesias para Rumania.
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(Cabe destacar que en Rumania no teníamos la más remota idea que
esa organización algún día podría cooperar con el comunismo. Por
aquel entonces se dedicaba a mantener programas de ayuda en nuestro país.) Estos dos títulos me dieron una buena reputación ante las
autoridades, que nada sabían de mi obra clandestina.
La misma tenía dos facetas
La primera era nuestro ministerio secreto ente el millón de soldados
rusos.
La segunda faceta era nuestro ministerio subterráneo al esclavizado
pueblo rumano.
Los rusos – un pueblo de almas “sedientas”
Para mí, el predicar el Evangelio a los rusos es el cielo en la tierra. Yo
he predicado el Evangelio a hombres de muchas naciones, pero nunca
he visto a un pueblo tan sediento del Evangelio como los rusos.
Un sacerdote ortodoxo amigo mío me telefoneo un día para comunicarme que un oficial ruso había acudido a él para confesarse. Como él
no sabía ruso, y yo en cambio sí, le había dado mi dirección. El hombre vino a verme al día siguiente. Él amaba a Dios, aunque nunca había visto una Biblia, ni jamás había asistido a ningún servicio religioso
(pues existen muy pocas iglesias en Rusia). No tenía la menor instrucción religiosa, pero amaba a Dios a pesar de no tener ni el más elemental conocimiento de Él.
Comencé a leerle el Sermón de la Montaña y las parábolas de Jesús.
Después de escucharlas, en un arranque de alegría se puso a danzar
por todo el cuarto, exclamando: “¡Que maravillosa belleza! ¡Como pude vivir sin saber nada de este Cristo!” fue la primera vez que vi a alguien tan cautivado por la persona de Cristo.
Fue entonces que cometí un error. Le leí acerca de la pasión y crucifixión de Jesús, sin haberlo preparado para ello. Él no la esperaba, pues
cuando escucho como Cristo fue abofeteado, como fue crucificado y al
fin murió, cayó en un sillón y comenzó a llorar amargamente. ¡Había
creído en un Salador y ahora su Salvador estaba muerto!
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Al observarle me sentí avergonzado de llamarme cristiano y pastor,
de ser un maestro para los demás y, sin embargo, jamás haber compartido los sufrimientos de Cristo en la forma que este oficial ruso
ahora los compartía. Mirándole, me pareció volver a ver a María Magdalena llorando al pie de la cruz; llorando fielmente aun cuando Jesús
yacía en la tumba.
Luego le leí la historia de la resurrección. Él no sabía que su Salvador
había resucitado de la tumba. Cuando escucho estas maravillosas
nuevas, se golpeó las rodillas profiriendo una palabra bastante grosera, aunque en ese momento la considere aceptable, y aun quizás “sana”. Era su cruda manera de expresarse. Nuevamente se regocijaba,
gritando de alegría: “¡Él vive! ¡Él vive!”, y danzaba, dominado por la
felicidad.
“Oremos”, le dije, pero él no sabía orar, a nuestra manera por lo menos. Cayo de rodillas junto a mí, y las palabras que brotaron de sus
labios fueron: “¡Oh Dios, que magnifico eres!. Si Tú fueras yo y yo fuese tú, nunca te habría perdonado Tus pecados. ¡Eres en realidad magnifico y yo te amo de todo corazón!”
Pienso que todos los ángeles en el cielo se detuvieron en cielo para
escuchar esta sublime oración de un oficial ruso. ¡El hombre había
sido ganado para Cristo!
En un negocio encontré a un capitán ruso con una dama que era también oficial del ejército; compraban una gran cantidad de cosas, pero
tenían dificultades para hacerse entender con el vendedor, ya que él
no entendía ruso. Me ofrecí para actuar de intérprete para ellos, y
trabamos amistad. Los invite a casa para almorzar, y antes de comenzar a comer les dije: “Uds. están en una casa cristiana y nosotros tenemos por costumbre orar”. Ore en ruso. Entonces dejaron los cubiertos sobre la mesa y perdieron el interés en la comida. Comenzaron a
hacer pregunta tras pregunta acerca de Dios, de Jesucristo y la Biblia.
Ellos no sabían nada.
No fue fácil hablarles. Les narre la parábola de un hombre que tenía
cien ovejas y perdió una; pero no me entendieron, porque me preguntaron: “¿Cómo es posible que tenga cien ovejas y que no se las haya
quitado la granja colectiva comunista?” Entonces les dije que Jesús es
un rey. A esto me contestaron: “Todos los reyes han sido hombres
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malos que tiranizaban a su pueblo, y Jesús por lo tanto tiene que haber sido un tirano también”. Cuando les narre la parábola de los obreros de la viña, ellos dijeron: “Bueno, esos hombres hicieron muy bien
en rebelarse contra el propietario de la viña. La viña tiene que pertenecer a la granja colectiva”. Todo era nuevo para ellos. Al relatarles el
nacimiento de Jesús, sus preguntas podrían parecer, en labios de un
occidental, una blasfemia: “¿Era María la esposa de Dios?” Fue entonces que comprendí, al discutir con ellos y muchos otros, que para
predicarles el Evangelio a los rusos, después de tantos años de comunismo, tendríamos que usar un idioma totalmente nuevo.
Los misioneros que fueron a África Central tuvieron dificultades para
traducir las palabras del profeta Isaías: “Si tus pecados fueron rojos
como la grana, como la nieve serán emblanquecidos”. Nadie, en esa
parte de África Central, había visto la nieve. Ni siquiera existía la palabra “nieve”. Por lo tanto tuvieron que traducir: “Tus pecados serán
blancos como la pulpa del coco”.
Así también tuvimos que traducir el Evangelio al lenguaje marxista
para hacerlo comprensible a ellos. Era algo que no podíamos hacer
solos, más el Espíritu Santo lo hizo a través nuestro.
En ese mismo día se convirtieron el capitán y el oficial. Después, ellos
nos ayudaron mucho en nuestro ministerio clandestino con los rusos.
Imprimimos y distribuimos en forma secreta muchos miles de Evangelios y otra literatura cristiana entre los rusos. A través de los soldados rusos convertidos pudimos introducir de contrabando muchas
Biblias y porciones bíblicas en Rusia.
Usamos otra técnica para hacer llegar copias de la palabra de Dios a
las manos de los rusos. Los soldados rusos habían estado peleando
varios años, y muchos de ellos tenían en su patria hijos que no habían
visto en todo ese tiempo (Los rusos tienen un gran cariño por los niños). Mi hijo Mihai y otros pequeños, menores de diez años, iban a las
calles y parques llevando con ellos muchas Biblias y Evangelios y otra
literatura en los bolsillos. Los soldados rusos los acariciaban en la cabeza y les hablaban cariñosamente, pensando en sus propios hijos
que no habían visto por tantos años. Luego les daban chocolates y
dulces a los niños, quienes, a su vez, les daban a cambio: Biblias y
Evangelios, que eran aceptados gustosamente. A menudo, lo que era
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peligroso para nosotros hacer abiertamente, podía ser hecho por
nuestros hijos sin ningún riesgo. Eran nuestros “pequeños misioneros” para los rusos. Los resultados fueron excelentes. Muchos soldados rusos recibieron de este modo el Evangelio, que de otra manera
no hubiéramos podido darles.
Predicando en los cuarteles del ejército ruso
Nuestra labor entre los rusos no solo se limitó a la obra personal, sino
que también tuvimos la oportunidad de realizar reuniones con grupos pequeños.
A los rusos les gustan mucho los relojes. Se los robaban a cuanta persona encontraban. Aun detenían a las personas en la calle con ese fin,
y había que entregárselo. Se les podía ver usando varios relojes al
mismo tiempo, preferentemente en los brazos; y aun en las mujeres
oficiales con relojes despertadores colgando de sus cuellos. Ellos nunca habían tenido relojes antes, y por eso les parecía que nunca tendrían los suficientes. El rumano que deseara tener un reloj tenía que
ir a los cuarteles del Ejército Soviético para comprar uno robado; a
menudo adquiría su propio reloj. Así pues era común ver a los rumanos entrar en los cuarteles rusos; y esto nos proporcionó a nosotros,
los de la Iglesia Subterránea, un excelente pretexto para ir allí también – a comprar relojes.
Elegí la festividad ortodoxa de San Pablo y San Pedro como la primera
fecha para ir a los cuarteles rusos. Pretextando querer adquirir un
reloj fui a la base militar. Con el fin de ganar tiempo, simulaba rechazar uno por encontrarlo muy caro; otro, por ser muy chico y otro más
grande. Como lógica consecuencia, se juntó a mi alrededor un grupo
de soldados que me ofrecieron algo para comprar. En son de broma
les pregunte: “¿Alguno de Uds. se llama Pablo o Pedro?” Algunos respondieron afirmativamente. Entontes les dije: “¿Sabían Uds. que hoy
es el día en que vuestra Iglesia Ortodoxa honra a San Pablo y San Pedro?” (Algunos de los más viejos lo sabían). Continué: “¿Saben Uds.
quienes eran Pedro y Pablo?” Nadie lo sabía, así es que comencé a
contarles acerca de ellos. Uno de los soldados rusos me interrumpió
para decirme: “Tú no has venido a comprar relojes. Has venido para
hablarnos de la fe. ¡Siéntate aquí y háblanos!, pero ¡Ten cuidado! Sabemos de quienes tenemos que cuidarnos. Cuando coloque mi mano
en tu rodilla deberás hablar solamente de relojes. Cuando la retire
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puedes continuar con tu mensaje.” Tenía ya junto a mí a un grupo
bastante numeroso de soldados, a los que seguí contándoles acerca de
Pablo y Pedro, y en especial acerca de Cristo por quien ellos murieron. Al acercarse de cuando en cuando alguno en quien no tenía confianza, el soldado ponía su mano sobre mi rodilla y de inmediato comenzaba a hablar acerca de los relojes. Tan pronto se alejaba, volvía a
predicarles de Cristo.
Con ayuda de soldados rusos cristianos, pude repetir esta visita muchas veces. Muchos de sus camaradas encontraron a Jesús, y miles de
Evangelios fueron repartidos secretamente.
Lamentablemente, muchos de nuestros hermanos y hermanas de la
Iglesia Subterránea que fueron sorprendidos en estas actividades,
fueron brutalmente flagelados. No obstante, jamás traicionaron nuestra organización.
Durante esta labor, tuvimos el gozo de conocer a hermanos de la Iglesia Subterránea rusa, como también escuchar sus experiencias. En
primer lugar, pudimos apreciar en ellos lo que convierte a los hombres en grandes santos. Habían pasado a través de tantos años de
adoctrinamiento comunista. Algunos incluso habían estado en las
universidades comunistas; sin embargo, al igual que el pez que vive
en aguas saladas pero que mantiene dulce su carne, así también ellos
habían pasado a través de las escuelas comunistas manteniendo sus
almas limpias y puras para Jesucristo.
¡Estos rusos cristianos tenían almas tan preciosas! Nos manifestaban:
“Sabemos que la estrella con la hoz y el martillo que usamos en nuestras gorras es la estrella del Anticristo”, y lo decían con gran tristeza.
Su ayuda nos fue inapreciable para poder extender el evangelio entre
otros soldados rusos.
Ellos poseían todas las virtudes cristianas, menos el gozo. Lo demostraban solamente en el momento de la conversión, pero luego desaparecía. Como esto no dejaba de extrañarme, un día le pregunte a uno
de ellos, un bautista: “¿Cómo es posible que Uds. no conozcan el gozo?” Me contesto: “¿Cómo puedo yo estar gozoso cuando tengo que
esconder del pastor de mi iglesia el hecho de ser un ferviente cristiano, que dedico tiempo a la oración y trato de ganar almas para Cristo? El pastor de mi iglesia es un delator de la Policía Secreta. Somos
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espiados el uno por el otro, y son los pastores quienes traicionan a
sus rebaños. El gozo de la salvación existe en lo más profundo de
nuestro corazón, pero esa manifestación externa del gozo que Uds.
poseen no podemos mostrarla nunca más.”
“El cristianismo ha llegado a ser dramático para nosotros. Cuando
Uds., que son cristianos libres, ganan un alma para Cristo, ganan un
miembro para sus iglesias, que lleva una placida existencia. Pero
cuando nosotros ganamos a un hombre sabemos que este puede ser
encarcelado y que sus hijos pueden quedar huérfanos. El gozo de
conquistar un alma para Cristo se mezcla con el sentimiento de que
hay un precio que es necesario pagar.”
Habíamos encontrado un tipo de cristiano enteramente diferente: el
cristiano de la Iglesia Subterránea.
Aquí también hallamos muchas sorpresas
Así como hay muchos que creen que son cristianos, y en realidad no
lo son, así entre los rusos encontramos a muchos que se dicen ateos y
en verdad no lo son.
Conversamos con un matrimonio ruso, ambos escultores. Cuando les
hable de Dios me contestaron: “No, Dios no existe. Nosotros somos
“Bezboshniki”- ateos. Pero permítanos contarle una curiosa experiencia que nos sucedió.
“Una vez, mientras esculpíamos una estatua de Stalin, mi esposa me
pregunto: “Querido, ¿Qué piensas de los pulgares? Si no pudiésemos
oponer el pulgar a los otros dedos, si los dedos de la mano fuesen como los de los pies, no podríamos sostener el martillo, un mazo, o
cualquier otra herramienta, un libro o aun un trozo de pan. La vida
humana sería imposible sin el dedo pulgar. Dime ahora, ¿Quién hizo el
pulgar? Ambos aprendimos el marxismo en la escuela y sabemos que
el cielo y la tierra no fueron creados por Dios, sino que existen por sí
mismos, pues así lo hemos aprendido y así lo creemos. Si Dios no ha
creado el cielo y la tierra, pero solamente hubiese creado el pulgar,
por esa pequeña cosa debería ser aclamado.
Nosotros elogiamos a Edison, a Bell y a Stephen son por haber inventado la bombilla o lámpara de luz eléctrica, el teléfono y el ferrocarril.
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¿No deberíamos entonces elogiar al que invento el pulgar? Si Edison
no hubiese tenido ese dedo no podría haber inventado nada. Si aceptamos que Dios creo el dedo pulgar es justo que lo elogiemos por ello”
El marido se enojó mucho, cosa que a menudo ocurre con los maridos
cuando sus esposas dicen algo acertado. “¡No hables tonterías! Has
aprendido que no hay Dios. Por otra parte, nunca podremos estar seguros que no hay en esta casa algunos micrófonos ocultos que nos
puedan acarrear problemas. Convéncete de una vez por todas que no
hay nadie en el cielo. Dios no existe”
Ella replico: “esto es aún más asombroso. Si en el cielo estuviera el
Dios omnipotente, en el cual estúpidamente creían nuestros antepasados, seria natural que tuviéramos pulgares. Un Dios Todopoderoso
puede hacerlo todo, por lo tanto le sería fácil hacer también pulgares.
Sin embargo, si en el cielo no hay nadie, por mi parte estoy dispuesta
a alabar desde el fondo de mi corazón a ese “Nadie” que ha hecho los
pulgares.”
Por lo tanto, ¡se convirtieron en adoradores de ese “Nadie”! Su fe en
este “Nadie” aumento con el tiempo y creyeron en El no solamente
como el creador de los pulgares, sino de las estrellas, las flores, los
niños, y todas las cosas bellas de la vida.
Si, se repetía lo sucedido en Atenas, cuando San Pablo encontró a los
adoradores del “Dios desconocido”.
Esta pareja se sintió inmensamente feliz al decirles que sus creencias
eran correctas, que en el cielo realmente hay “Alguien”, Dios que es
Espíritu: espíritu de amor, sabiduría, verdad y poder; que los amo
tanto que envió a Su Hijo unigénito para morir por ellos en la cruz.
Hasta ese momento habían creído en Dios, sin siquiera saberlo. Tuve
el gran privilegio de llevarles un paso más adelante – a la experiencia
de la salvación y redención.
Cierto día vi a una oficial rusa en la calle. Me acerque a ella y le dije:
“Comprendo que es mala educación dirigirse a una dama a quien no
se conoce, pero yo soy pastor y mis intenciones son honestas. Deseo
hablarle de Cristo”.
20
Me pregunto: “¿Ama Ud. a Cristo?” Le conteste: “Si desde lo más profundo de mi corazón”. Entonces ella me abrazó y besó una y otra vez.
Era una situación bastante embarazosa, siendo yo pastor, así que, con
la esperanza que los transeúntes nos creyeran parientes, la bese también. Ella exclamo: “¡Yo amo a Cristo también!”
La lleve a mi casa, y allí descubrí para mi asombro que ella no sabía
nada de Cristo, absolutamente nada, excepto el nombre. Y sin embargo le amaba. No tenía idea que Él era el Salvador, ni tampoco sabía el
significado de la salvación. Ignoraba donde y como Él había vivido y
muerto. No conocía Sus enseñanzas, Su vida o Su ministerio. Para mi
ella era una curiosidad psicológica. ¿Cómo se puede amar a alguien,
de quien solo se conoce el nombre?
Cuando se lo pregunte, me explico: “De niña me enseñaron a leer por
medio de grabados. La “a” era una abeja, la “b” era una bandera, la “c”
era una campana, y así sucesivamente. Cuando ingrese a la escuela
secundaria, se me enseño que era deber sagrado defender la patria
comunista. Además se me enseño la moral comunista, pero yo no sabía que era un “deber sagrado” o “moral”; necesitaba un grabado para
esto. Sabía que mis antepasados habían tenido un cuadro que representaba todo lo que era bello, digno de elogio, y verdadero en la vida.
Mi abuela siempre se inclinaba delante de él, diciendo que ese cuadro
representaba a un hombre llamado Cristo. ¡Yo amaba ese nombre,
llego a ser tan real para mí, que el solo pronunciarlo me llenaba de
gozo!”
Escuchándola recordé que en la epístola a los Filipenses se dice que al
nombre de Jesús se doblara toda rodilla. Quizás el Anti-Cristo llegue a
poder borrar del mundo por algún tiempo el conocimiento de Dios.
No obstante, el solo nombre de Jesús encierra gran poder y conducirá
a la luz.
Con gran gozo ella encontró a Cristo en mi hogar, ahora Aquel cuyo
nombre amaba moraba en su corazón.
Cada una de las circunstancias que vivía con los rusos estaban llenas
de poesía y de profundo significado.
Una hermana que difundía el Evangelio en las estaciones del ferrocarril, dio mi dirección a un oficial que demostró interés.
21
Una tarde llego a mi casa. Era un teniente ruso, alto y de buen parecer.
Le pregunte: “¿En qué puedo servirle?”
Me contesto: “He venido buscando la luz”
Comencé a leerle las partes más esenciales de las Sagradas Escrituras
y entonces coloco su mano sobre la mía y dijo: “Le ruego con todo mi
corazón no me conduzca al error. Pertenezco a un pueblo mantenido
en la oscuridad. Por favor, dígame. ¿Es esta la auténtica Palabra de
Dios?” Le asegure que si era. Me escucho por horas – y acepto al Señor
Jesús como su Salvador.
En materia de religión no hay nada de superficial en los rusos. Ya sea
que luchen en contra de ella o estén a su favor, buscando a Cristo, ponen siempre toda su alma en ello. Por esta razón en Rusia cada cristiano es un misionero, ganador de almas. A esto se debe que no haya
en el mundo otro país tan maduro y fructífero para el evangelio. Los
rusos son por naturaleza uno de los pueblos más religiosos de la tierra. El curso del mundo puede ser cambiado radicalmente si nos ocupamos activamente de darles el Evangelio.
Es trágico que esta tierra de Rusia y su pueblo estén tan hambrientos
de la Palabra de Dios y que sin embargo parezca como si todos los
hayan olvidado o descartado.
En un tren un oficial ruso iba sentado frente a mí. Le había hablado de
Cristo solo unos pocos minutos, cuando el me interrumpió con una
verdadera ola de argumentos ateos. Marx, Stalin, Voltaire, Darwin, y
otras citas contrarias a la Biblia fluyeron de su boca. No me daba
oportunidad para contradecirle. Hablo durante casi una hora para
convencerme que no había Dios. Cuando termino le pregunte: “Si no
hay Dios, ¿Por qué reza Ud. cuando tiene problemas?” Reacciono como un ladrón sorprendido robando y me contesto: “¿Cómo sabe que
rezo?” No le permití que se escapara. “Yo le hice una pregunta a Ud.
primero. Le pregunte ¿Por qué reza? Por favor, ¡contésteme!” Inclino
su cabeza y reconoció: “En el frente de batalla, cuando los alemanes
nos rodeaban todos rezábamos. No sabíamos cómo hacerlo, solo atinábamos a decir: “Dios y espíritu maternal”” – en realidad, ante los
ojos de Aquel que escudriña los corazones, estoy seguro que era esa
una buena oración.
22
Nuestro ministerio con los rusos ha dado mucho fruto.
Recuerdo a Piotr (Pedro). Nadie sabe en qué prisión rusa murió. ¡Era
tan Joven! Tendría quizás unos 20 años. Llego a Rumania con el ejército ruso. Se convirtió en una reunión secreta y me pidió que lo bautizara.
Después del bautismo le pregunte cual era el versículo de la Biblia
que más le había impresionado y había influido en el para venir a
Cristo.
Dijo que había escuchado atentamente cuando en una de nuestras
reuniones secretas yo había leído en el capítulo 24 de Lucas la historia de Jesús que encontró a los dos discípulos que iban hacia Emaús.
Cuando estaban cerca del pueblo, “Hizo como que iba más lejos”. Piotr
dijo: “Me pregunto por qué Jesús dijo eso. No había duda que deseaba
estar con sus discípulos. ¿Por qué, pues, dijo que desea ir más lejos?
Le explique que Jesús es cortes. Quería tener la seguridad de ser bien
recibido. Al darse cuenta que así era, entro gozosamente en la casa de
ellos. Los comunistas son descorteses. Procuran penetrar por la violencia dentro de nuestros corazones y mentes. Nos obligan a escucharles desde la mañana hasta la noche. Lo hacen a través de sus escuelas, radioemisoras, periódicos, revistas, carteles, películas, reuniones ateas. Hay que escuchar continuamente su propaganda atea, quiérase o no. Jesús, en cambio respeta nuestra libertad. Golpea suavemente la puerta. “Jesús me ha ganado por su cortesía”, dijo Piotr. Este
evidente contraste entre el comunismo y Cristo lo había convencido.
Él no ha sido el único ruso que se impresiono por esta faceta del carácter de Jesús (Yo, como pastor, jamás había pensado en ello de esa
manera).
Después de su conversión, Piotr arriesgo muchas veces su libertad y
aun su vida, por pasar de contrabando literatura y ayuda de la Iglesia
Subterránea rumana y rusa. Finalmente fue apresado. Sé que en 1959
todavía estaba en la cárcel. ¿Ha muerto? ¿Está hoy en el cielo o continua la buena batalla en la tierra? No lo sé. Solo Dios sabe dónde se
encuentra hoy.
23
Al igual que él, muchos otros no solo se convirtieron. Nunca deberíamos detenernos en nuestra obra, al ganar un alma para Cristo. Solo
hemos hecho la mitad del trabajo. Cada alma ganada para Cristo debe
ser transformada en un ganador de almas. Los rusos no solamente se
convertían, sino que llegaban a ser “misioneros” en la Iglesia Subterránea. En su trabajo por Cristo, actuaban con valor y temeridad,
siempre aclarando que era tan poco lo que podían hacer por Cristo,
en vista de que El murió por ellos.
Nuestro ministerio subterráneo a una nación esclavizada
La segunda faceta de nuestra obra era nuestro trabajo misionero subterráneo entre los propios rumanos.
Muy pronto los comunistas se quitaron sus máscaras. Al principio
usaron la seducción para ganar a los dirigentes cristianos, pero luego
comenzó el terror. Miles fueron arrestados. Ganar un alma para Cristo
comenzaba a ser una cosa dramática para nosotros también, como lo
había sido por tanto tiempo para los rusos.
Yo mismo estuve más tarde en prisión junto a otras almas a las cuales
Dios me había ayudado a ganar para Cristo.
Estaba en la misma celda con uno de ellos, que había dejado a sus seis
hijos, y que ahora estaba en prisión por su fe cristiana. Su mujer y sus
hijos se hallaban desamparados y hambrientos. Probablemente nunca
más los vería. Le pregunte: “¿Siente Ud. algún resentimiento hacia mí
por haberle traído a Cristo, considerando que su familia ahora está en
la miseria?” Me dijo: “No tengo palabras para expresarle mi gratitud
por haberme traído a este maravilloso Salvador. No quisiera que hubiera sido de otra manera”.
Predicar a Cristo bajo las nuevas condiciones no era tarea fácil. Logramos imprimir varios folletos, pasándolos a través de la severa censura de los comunistas. Presentábamos al censor un folleto que tenía
en su portad el retrato de Carlos Marx, el fundador del comunismo.
Llevaba el título “La religión, Opio de los Pueblos”, u otros parecidos.
Este los consideraba literatura comunista y colocaba el sello aprobatorio en ellos. Después de unas pocas páginas llenas de citas de Marx,
Lenin y Stalin, con las cuales agradábamos al censor, dábamos el
mensaje de Cristo.
24
La Iglesia Subterránea lo es solamente en parte. Al igual que un témpano una pequeña parte de su obra es visible. Íbamos a las reuniones
comunistas y distribuíamos esos folletos “comunistas”. Estos, al ver el
retrato de Marx, competían por comprarlos. Para cuando llegaban a
las páginas que realmente nos interesaban y se daban cuenta que hablaba de Dios y de Jesús, estábamos muy lejos.
Resultaba, en cierto modo, difícil predicar entonces. Nuestro pueblo
estaba muy oprimido. Los comunistas les quitaron todo a todos. Al
agricultor le quitaron tierras y ovejas. Al peluquero o sastre le quitaron su pequeño negocio. No solamente sufrían los “capitalistas”, sino
también los pobres. Casi todas las familias tenían algún familiar en
prisión, y la pobreza era extrema. Por eso la gente preguntaba: “¿Cómo es que un Dios de amor permite el triunfo del mal?”
Tampoco les hubiera sido muy fácil a los primeros apóstoles predicar
a Cristo el Viernes Santo, cuando Jesús moría en la cruz, pronunciando las palabras: “Dios mío, Dios mío ¡porque me has desamparado?”
Pero el hecho de que nuestro trabajo fuera realizado probaba que era
de Dios y no de nosotros. La fe cristiana tiene una respuesta para tales preguntas.
Jesús nos contó la historia del pobre Lázaro, oprimido en su tiempo
como nosotros éramos oprimidos, aunque al final los ángeles lo llevaron al “seno de Abraham”.
Como la Iglesia Subterránea trabajo
parcialmente en forma abierta
La Iglesia Subterránea se reunía en casas particulares, en los bosques,
en los sótanos; dondequiera que pudiera hacerlo. Allí, en secreto, a
menudo se preparaban los trabajos que se harían en forma abierta.
Bajo el régimen comunista pusimos en práctica un plan de reuniones
de predicación en plena calle, pero con el tiempo llego a ser demasiado peligroso. Sin embargo, por ese medio llegamos a muchas almas
que de otro modo no habríamos podido alcanzar. Mi esposa era muy
activa en esto. Algunos cristianos se reunían silenciosamente en las
esquinas y comenzaban a cantar. Al escucharlos, mucha gente se
reunía para oír el hermoso canto, y entonces mi esposa aprovechaba
25
para entregarles el mensaje. Abandonábamos el lugar antes que llegara la policía.
Una tarde, mientras me encontraba en otro lugar, mi esposa entrego
el mensaje delante de miles de trabajadores, a la entrada de la gran
fábrica Malaxa, en la ciudad de Bucarest. Les hablo de Dios y de la salvación. Al día siguiente muchos obreros de la fábrica fueron fusilados
después de rebelarse en contra de las injusticias de los comunistas.
¡Habían escuchado el mensaje muy a tiempo!
Éramos una Iglesia Subterránea, pero al igual que Juan el Bautista,
hablábamos abiertamente de Cristo a los hombres y gobernantes.
En cierta oportunidad, en las escalinatas de uno de nuestros edificios
públicos, dos hermanos se abrieron paso hasta donde se encontraba
nuestro Primer Ministro Gheorghiu Dej. En los pocos instantes que
tuvieron testificaron a el de Cristo instándole a que se arrepintiera de
sus pecados y persecuciones. Los hizo encarcelar por su temerario
testimonio. Años más tarde, cuando el mismo Ministro Gheorghiu Dej
estaba muy enfermo, la semilla del Evangelio que aquellos hombres
habían sembrado años atrás, y por la cual habían sufrido enormemente, dio su fruto. En su hora de necesidad, el Primer Ministro recordó
las palabras que le habían dicho y que eran como la Biblia afirma: “viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos”. Ellas penetraron la dureza de su corazón, y se entregó a Jesucristo. Confeso sus
pecados, acepto a su Salvador y comenzó a servirle en su enfermedad.
Al poco tiempo murió, pero fue para estar con su recién encontrado
Salvador, porque dos cristianos estuvieron dispuestos a pagar el precio. Ellos son un típico ejemplo de los cristianos valerosos en los países comunistas de hoy.
Así, la Iglesia Subterránea no solamente trabaja en reuniones secretas, haciendo actividades clandestinas, sino también en forma abierta,
con valentía proclamando el evangelio en las calles y a los dirigentes
comunistas. Había un precio, pero estábamos dispuestos a pagarlo. La
Iglesia Subterránea sigue dispuesta a pagarlo hoy también.
La Policía Secreta persiguió mucho a la Iglesia Subterránea, porque
reconocía que esta era la única resistencia efectiva que quedaba, y
precisamente una clase de resistencia, la espiritual que si no era combatida terminaría por socavar su poder ateo. Reconocieron, como solo
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el diablo puede hacerlo, que representaba una amenaza inmediata
para su seguridad. Sabían que si un hombre cree en Cristo jamás llegara a ser un objeto sumiso, sin voluntad propia. Sabían que podían
encarcelar a los hombres, pero no podrían encarcelar su fe en Dios.
Por eso luchaban tanto en su contra.
Pero la Iglesia Subterránea también tiene sus simpatizantes o miembros aun en los gobiernos comunistas y la Policía Secreta.
Dimos instrucciones para que algunos cristianos ingresaran a la Policía Secreta y se pusieran el uniforme más odiado y despreciado por
nuestro país, y de esta manera pudieran comunicarnos sus actividades. Por eso varios hermanos de la Iglesia Subterránea se enrolaron,
manteniendo oculta su fe. No es fácil sufrir el desprecio de la familia y
amigos por usar el uniforme comunista, sin poder decirles su verdadera misión. Pero lo hicieron. Tan grande era su amor por Cristo.
Cuando fui secuestrado en plena calle y mantenido por años en el más
estricto secreto, un médico cristiano se hizo miembro de la Policía
Secreta. Como médico de esta tenía acceso a las celdas de los prisioneros y de este modo esperaba poder encontrarme. Todos sus amigos
lo despreciaron, creyendo que se había hecho comunista. Lucir el uniforme de los torturadores es un sacrificio mucho mayor por Cristo
que usar el uniforme de prisionero.
El médico me encontró en una mazmorra oscura y subterránea y pudo comunicar que aún me encontraba vivo. ¡Fue el primer amigo que
pudo verme durante esos terribles primeros ocho años y medio! Gracias a él se supo que yo estaba vivo y cuando se libertaron a presos
políticos a raíz de la amnistía concedida después de la conferencia
entre Eisenhower y Kruschev, en 1956, los cristianos clamaron por mi
libertad también. Entonces me libertaron por un poco de tiempo.
Si no hubiese sido por la valerosa acción de aquel medico cristiano al
enrolarse en la Policía Secreta con el propósito específico de localizarme, jamás hubiera sido liberado. Es posible que todavía estuviera
en la cárcel (o en la tumba).
Aprovechando su posición en la Policía Secreta, estos miembros de la
Iglesia Subterránea nos advirtieron de peligro muchas veces, y fueron
de gran ayuda. La iglesia Subterránea todavía cuenta con la ayuda de
27
esos miembros suyos infiltrados en la Policía Secreta. Algunos ocupan
altas posiciones en los círculos comunistas, ocultando su fe. Un día, en
el cielo, podrán hacer pública su proclama de Cristo, a quien ahora
sirven en secreto.
Sin embargo, muchos miembros de la Iglesia Subterránea fueron descubiertos y encarcelados. Entre nosotros también teníamos nuestros
propios “Judas”, que informaban a la Policía Secreta. Los comunistas
usaron los golpes, las drogas, las amenazas y el chantaje con el fin de
lograr que nuestros ministros y laicos informaran sobre sus hermanos.
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2
“NADIE TIENE MAYOR
AMOR QUE ESTE”
rabaje en forma oficial y también oculta, hasta el 29 de febrero de 1948. Era domingo, un hermoso domingo. En ese
día en camino hacia la iglesia, la Policía Secreta me secuestro. Muchas veces me había preguntado el significado de lo
que era “los que hurtan a hombres” o “secuestradores”, que
se mencionan en la Biblia (1 Tim. 1:10). Los comunistas se encargaron de enseñarnos.
En esos días muchos fueron raptados de ese modo. Frente a mí se detuvo un furgón de la Policía Secreta, saltaron cuatro hombres a la calle y me arrojaron al interior del vehículo. Fui encerrado por muchos
años. Por ocho años y medio y nadie supo si estaba vivo o muerto. La
Policía Secreta hizo que algunos de sus miembros se hicieran pasar
por prisioneros recién libertados para visitar a mi esposa. Le dijeron
que habían visto mi funeral. Le destrozaron el corazón.
Miles de fieles de todas las denominaciones cristianas fueron encarcelados durante esa época. No solamente los ministros fueron encarcelados, sino también simples miembros, y jóvenes que habían testificado su fe. Las cárceles estaban repletas, y en Rumania como sucede
en todos los países comunistas, estar en prisión significa ser torturado.
Las torturas eran a veces horribles. Prefiero no hablar mucho de
aquellas que experimente en carne propia. El solo recordarlas me hace pasar noches enteras sin dormir. Es demasiado doloroso.
T
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En otro libro: “Cristo en Prisiones Comunistas”, relato muchos detalles de nuestras experiencias con Dios en la cárcel.
Un pastor cuyo nombre era Florescu, fue torturado con cuchillos y
hierros al rojo vivo. Lo golpearon salvajemente. En seguida introdujeron enormes ratas hambrientas a través de un caño en su celda. No
podía dormir porque tenía que defenderse. Tan pronto se descuidaba
y cabeceaba, las ratas lo atacaban.
Los comunistas querían obligarle a denunciar a sus hermanos en la
fe, pero el resistió firmemente. Por ultimo trajeron a su hijo, de catorce años, y comenzaron a azotarlo en su presencia, advirtiéndole que
el castigo continuaría hasta que entregara la información pedida. El
pobre hombre ya casi había perdido la razón. Resistió todo lo que pudo, pero al final cuando no podía más, se dirigió a su hijo: “Alejandro,
debo decirles lo que quieren. ¡No puedo soportar que te sigan torturando!” Su hijo le respondió: “¡Papa, no cometas conmigo la injusticia
de tener por padre a un traidor. Sopórtalo. Si me matan, moriré gritando: Jesús y mi patria!” Los comunistas, enfurecidos por tal respuesta, se lanzaron sobre el muchacho y lo mataron a golpes. Murió
alabando a Dios, mientras su sangre salpicaba las paredes de la celda.
Después de ver aquello, nuestro querido hermano Florescu nunca
pudo ser el mismo de antes.
Se nos engrillaban las muñecas con esposas cuya cara interior tenia
puntas agudas. Si nos manteníamos totalmente quietos, las puntas no
nos herían; pero al tiritar de frío en aquellas heladas celdas, nuestras
muñecas eran destrozadas por los clavos.
Los cristianos eran colgados de los pies y golpeados en forma tan salvaje que sus cuerpos cimbreaban en el aire a causa de los golpes. Se
introducía a los cristianos en “celdas refrigeradas” tan tremendamente heladas que el hielo cubría las paredes. Yo mismo fui lanzado casi
desnudo a una de ellas. Los doctores de la cárcel nos observaban a
través de una mirilla, para avisar a los guardias ante los primeros síntomas de congelamiento. Entonces nos sacaban para revivirnos mediante el calor. Tan pronto como dábamos señales de recuperación,
nos metían nuevamente en la celda. Nos deshelaban para luego prácticamente congelarnos, hasta que estábamos casi al borde de la muerte, y este proceso se repetía una y otra vez. Aun en la actualidad no
puedo abrir un refrigerador sin estremecerme.
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Los cristianos éramos puestos en cajas de madera solo un poco más
grandes que nuestros cuerpos. Esto nos dejaba sin espacio para movernos. Docenas de clavos agudos traspasaban las cajas por todos lados. Mientras permanecíamos de pie y sin movernos, no pasaba nada.
Si la fatiga nos vencía, al buscar apoyo nuestros cuerpos eran perforados por aquellas púas. Si nos movíamos, o si nos temblaba un
músculo, allí estaban aquellos horribles clavos.
Lo que los comunistas han hecho a los cristianos sobrepasa toda posibilidad de comprensión humana.
He visto comunistas cuyas caras, al torturarnos, parecían brillar con
alegría satánica, mientras exclamaban: “¡Somos el diablo!”
No luchamos contra carne y sangre sino contra “principados y potestades del mal”. Vimos que el comunismo no emana del hombre sino
del diablo. Es una fuerza del mal, que solamente puede ser combatida
con una fuerza espiritual mayor, el Espíritu de Dios.
A menudo pregunte a nuestros torturadores: ”¿No tienen Uds. piedad
en sus corazones? Por lo general respondían con citas de Lenin: “No
puedes hacer tortillas sin quebrar los huevos. No puedes cortar la
madera sin que vuelen las astillas” Yo insistía: “Conozco esa cita de
Lenin; pero hay una diferencia. La madera no siente nada cuando se le
corta, pero Uds. están tratando con seres humanos”. Pero todo era en
vano; son materialistas. Para ellos no existe más que la materia; el
hombre no es más que madera; o como las cáscaras de huevos. Esta
creencia los hace descender a las más increíbles profundidades de la
crueldad.
La crueldad del ateísmo es difícil de creer. Cuando un hombre no tiene fe en que lo bueno será recompensado y que lo malo será castigado, no tiene motivo para comportarse como un ser humano. No hay
algo que lo detenga de caer en las profundidades del mal que cada
hombre lleva en sí. Los torturadores comunistas podían decir: “No
hay Dios. No hay Mas Allá, ni hay castigo para el mal. Podemos hacer
lo que nos dé la gana”.
Uno de ellos llego a declarar: “Doy gracias a Dios en quien no creo,
que haya vivido hasta esta hora en que puedo expresar todo el mal
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que hay en mi corazón.” Expresaba ese mal en la increíble brutalidad
y tortura que infligía a los prisioneros.
Siento pena si un cocodrilo se come a un hombre, pero no se lo puedo
reprochar. Es un cocodrilo, no un ser humano. Por ello no se puede
reprochar a los comunistas. El comunismo ha destruido todo sentimiento de moral en esas mentes. Se vanaglorian de no tener piedad
en sus corazones.
Aprendí de ellos. En vista de que no dejan lugar en sus corazones para
Jesús, decidí no darle el más mínimo lugar a Satanás en el mío.
Yo he testificado ante el Sub-Comité de Seguridad Interior del Senado
de los Estados Unidos. Allí he descrito todas las cosas más espantosas,
como por ejemplo, como los cristianos son amarrados a cruces durante cuatro días y cuatro noches. Las cruces eran colocadas en el suelo,
donde cientos de reclusos tenían que hacer sus necesidades fisiológicas, encima de sus rostros y cuerpos. Luego levantaban las cruces
nuevamente y los comunistas se burlaban, diciendo: “Miren a su Cristo! ¡Que hermoso es! Que magnifica fragancia trae del cielo.” Descubrí
como un sacerdote, al borde de la locura a causa de las torturas, fue
obligado a consagrar su orina y excrementos humanos y darlo en comunión a los cristianos. Esto ocurrió en la prisión rumana de Pitesti.
Pregunte al sacerdote, después, porque no prefirió la muerte antes de
participar de esa farsa. Me respondió: “No me juzgue, por favor, he
sufrido más de lo que sufrió Cristo.” Todas las descripciones bíblicas
del infierno y las penas del infierno de Dante son nada en comparación con las torturas en las prisiones comunistas.
Esto es solamente una pequeña parte de lo que sucedió un domingo, y
muchos otros domingos, en la prisión de Pitesti. Otras cosas sencillamente no pueden contarse. Sé que mi corazón fallaría si tuviese que
volver a repetirlas. Son demasiado terribles y obscenas para ponerlas
por escrito. Todo esto es lo que tuvieron que sufrir sus hermanos en
Cristo, y aun sufren.
Uno de los héroes realmente más grandes de la fe fue el pastor Milán
Haimovici.
Las prisiones rumanas estaban tan colmadas que los guardias ni siquiera nos reconocían por nuestros nombres. En muchas oportunida-
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des, cuando venían a buscar a los que habían sido sentenciados para
recibir azotes por haber quebrantado algún reglamento carcelario, el
pastor Milán Haimovici se presentaba para recibir el castigo en lugar
de alguno de los otros. Con esto gano el respeto de los demás prisioneros no solo para sí, sino también para Cristo, a quien representaba.
Si yo siguiera contando todo los horrores y las atrocidades cometidas
por comunistas y los sacrificios de los cristianos, sería algo de nunca
acabar. No solo las torturas fueron conocidas, sino también los hechos
heroicos. El heroísmo de aquellos en prisión, inspiro aún más a los
hermanos que todavía vivían en libertad.
Una de nuestras obreras era una jovencita de la Iglesia Subterránea.
La Policía Secreta había descubierto que ella repartía secretamente
Evangelios y que enseñaba a los niños acerca de Cristo. Decidieron
arrestarla, pero para hacer el arresto lo más doloroso y terrible posible, postergaron la detención por algunas semanas, esperando al
mismo día en que contraería matrimonio. En el día de su boda, ya se
había puesto su traje nupcial. Para cualquier mujer es el día más maravilloso y alegre de su vida. Repentinamente se abrió la puerta de su
casa, precipitándose al interior la Policía Secreta. La novia, al verlos,
extendió los brazos para ser esposada. Las esposas le fueron colocadas rudamente en sus muñecas. Mirando a su amado beso las cadenas, exclamando: “Agradezco a mi Novio celestial esta joya que me
obsequia en el día de mi boda. Le agradezco que me haya considerado
digna de sufrir por El”. Fue sacada de allí en medio del llanto de su
novio y de los presentes. Todos sabían perfectamente la suerte que
aguardaba a las jóvenes cristianas en manos de los comunistas. Después de 5 años fue puesta en libertad, destruida y físicamente arruinada, aparentando tener treinta años más de los que tenía. Su novio la
había esperado. Ella se limitó a decir que era lo menos que podía haber hecho por su Cristo. Tan magníficos cristianos están en la Iglesia
Subterránea.
Como es un “lavado de cerebro”
Probablemente los occidentales han oído del empleo del “lavado de
cerebro” en la guerra de Corea y ahora en Vietnam. Yo pase a través
de esta experiencia personalmente. Es una tortura horrible.
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Durante años se nos obligó por diecisiete horas al día a escuchar lo
siguiente:
¡El Comunismo es bueno!
¡El Comunismo es bueno!
¡El Comunismo es bueno!
¡El Cristianismo es estúpido!
¡El Cristianismo es estúpido!
¡El Cristianismo es estúpido!
¡El Cristianismo es estúpido!
¡Déjelo!
¡Déjelo!
¡Déjelo!
¡Déjelo!
Diecisiete horas al día – por semanas, meses y años.
Muchos cristianos me han preguntado como pude resistir el lavado de
cerebro. Existe un solo método de resistencia: el “lavado de corazón”.
Si su corazón esta limpiado por el amor de Jesucristo, y en él hay
amor hacia Él, Ud. puede resistir cualquier tortura. ¿Qué no haría una
novia amorosa por su prometido? ¿Qué no haría una madre amante
por su hijo? Si Ud. ama a Cristo, como lo hizo María, quien tuvo en sus
brazos a Jesús cuando era bebe; si Ud. ama a Jesús como una novia
ama a su prometido, entonces puede resistir tales torturas.
Dios no nos juzgara por lo que fuimos capaces de soportar, sino por lo
que fuimos capaces de amar. Puedo testificar y declarar que los cristianos en las prisiones comunistas fueron capaces de amar. Ellos podían amar a Dios y a los hombres.
Las torturas y brutalidades en la cárcel continuaron sin cesar. Cuando
caía inconsciente o estaba demasiado confuso para poder dar alguna
esperanza de confesión a mis torturadores, era devuelto a mi celda.
Allí quedaba, tendido solo y medio muerto hasta lograr recuperar algo de mi energía, para poder comenzar de nuevo su labor conmigo.
Muchos morían en estas circunstancias, pero en mi caso, sin saber
cómo ni por qué, siempre lograba recuperar algo de mis fuerzas. En
los años siguientes, a mi paso por varias diferentes cárceles me quebraron cuatro vértebras y muchos otros huesos. Me cortaron, quema-
34
ron, y me causaron profundas heridas en diferentes partes del cuerpo
que me dejaron dieciocho cicatrices permanentes.
En Oslo, los médicos que me examinaron y vieron esas cicatrices y los
restos de la tuberculosis pulmonar que sufriera a causa de tan prolongado martirio, declararon que el hecho de estar vivo hoy, constituía ni más ni menos que un milagro. De acuerdo a sus conocimientos
y sus libros médicos, yo debería haber muerto hace muchos años. Sé
muy bien que es un milagro. Es que Dios es un Dios de milagros.
Breve libertad – Nuevo Arresto
Llego el año 1956. Ya hacía ocho años y medio que estaba en la cárcel.
Había perdido mucho peso, porque se me privaba de comida, pero
había ganado muchas cicatrices a raíz de haber sido brutalmente flagelado y golpeado. Además había sido objeto de burlas, amenazas,
interrogatorios hasta el cansancio y abandono. Nada de eso dio los
resultados que mis captores esperaban. Profundamente descorazonados, por una parte, y preocupados por otra, por las protestas que
mi prisión suscitaba, me pusieron en libertad.
Se me permitió volver a mi antiguo puesto en la iglesia pero por solo
una semana. Alcance a predicar dos sermones; luego me llamaron para advertirme que no podría seguir predicando ni tomar parte en ninguna actividad religiosa. ¿Qué había dicho? Yo había aconsejado a mis
feligreses que tuvieran “paciencia, paciencia y más paciencia”. “Eso
significa que Ud. está diciendo que tengan paciencia, pues los americanos vendrán a libertarlos, me grito la policía.” Yo también había dicho que tal como la rueda gira, los tiempos cambian. “Ud. les está diciendo que el gobierno comunista dejara de existir, y esas son calumnias contrarrevolucionarias”, me gritaron de nuevo. Y ese fue el fin de
mi ministerio público.
Probablemente las autoridades creyeron que yo tendría temor de
desafiar sus órdenes y volver a mi evangelización subterránea. Estaban muy equivocados en eso. Secretamente regrese a mi trabajo anterior, con el apoyo de mi familia.
Volví a testificar ante grupos de fieles que se mantenían ocultos, yendo y viniendo como un fantasma, bajo la protección de quienes podía
confiar. Tenía ahora mis cicatrices para darle mayor fuerza a mi men-
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saje respecto a la maldad de la forma de pensar atea, y para alentar y
estimular las almas que flaqueaban, a confiar en Dios y ser valientes.
Yo dirigía una red secreta de evangelistas que se ayudaban mutuamente para difundir el Evangelio bajo las propias narices de los comunistas. Después de todo, si el hombre en su ceguera no es capaz de
ver la mano de Dios obrando en lo que le rodea, menos podrá ver la
de un evangelista.
Finalmente el incesante interés de la policía por conocer mis actividades y movimientos dio resultados. Fui descubierto una vez más y
vuelto a detener. Es posible que la publicidad que se dio a mi caso haya tenido algo que ver con el hecho de que por alguna razón mi familia no fue arrestada conmigo. Había estado ocho años y medio en la
cárcel y después de tres años de relativa libertad volvía a la cárcel por
otros cinco años y medio.
Mi segundo periodo fue mucho peor en muchos aspectos que el primero.
Mi condición física empeoro casi inmediatamente. No obstante, el
trabajo oculto de la Iglesia Subterránea continúo en la clandestinidad
de las prisiones comunistas.
Hicimos un acuerdo: nosotros predicábamos
y ellos nos golpeaban
Estaba estrictamente prohibido predicar el Evangelio a otros reclusos. De antemano se sabía que el que fuera sorprendido haciéndolo,
seria brutalmente flagelado. Varios de nosotros decidimos pagar ese
precio a cambio del privilegio de predicar, y aceptamos por ello sus
condiciones. Fue un acuerdo tácito: Nosotros predicábamos y ellos
nos golpeaban. Nosotros éramos felices predicando; ellos lo eran golpeándonos. De esta manera todos estábamos satisfechos.
La escena siguiente sucedió más veces de las que puedo recordar: Un
hermano estaba predicando a los otros reclusos, cuando los guardias
entraron sorpresivamente interrumpiéndolo en la mitad de una frase.
Lo arrastraron fuera, llevándolo a lo largo del corredor hasta la pieza
que usaban como cámara de torturas. Después de lo que parecía ser
un castigo interminable lo trajeron de vuelta y lo lanzaron sangrante
y magullado al suelo del calabozo. Se alzó lentamente, se arregló las
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ropas y dijo: “¿Qué estábamos diciendo, hermanos, cuando fuimos
interrumpidos?”, y continuo ¡predicando!
¡He visto cosas maravillosas!
A veces los predicadores eran simples laicos. Hombres comunes inspirados por el Espíritu Santo, que a menudo predicaban maravillosamente. Ponían todo el corazón en sus palabras, pues predicar en esas
condiciones punitivas no era cosa para ser tomada a la ligera. Pronto
aparecerían nuevamente los guardias, quienes se llevaban al predicador para golpearlo hasta dejarlo medio muerto.
En la cárcel de Guerra un cristiano llamado Grecu fue sentenciado a
morir a golpes. La sentencia fue cumplida a través de un lento procedimiento que duro varis semanas. Se le daba un golpe con una cachiporra de goma en la planta de los pies. A los pocos minutos se le volvía a golpear en la misma forma, y después de unos momentos recibía
otro golpe. De igual manera fue golpeado en los testículos. Luego un
doctor le aplicaba una inyección. Una vez que se recobraba, se le daba
muy buena comida para restaurar sus fuerzas, y entonces era vuelto a
golpear, hasta que por fin murió a consecuencia de ese lento pero
cruel trato. Uno de los que llevo a cabo esta tortura, llamado Reck, era
miembro del Comité Central del Partido Comunista.
En ciertos momentos Reck repetía al prisionero ciertas palabras que
los comunistas solían decir a los cristianos: “Yo soy Dios. Tengo sobre
ti poder de vida o muerte. Ese que está en el cielo no puede decidir
esto. Todo depende de mí. Si así lo quiero, puedes vivir; pero también
si quiero te matamos. ¡Yo soy Dios!” Así se burlaba de los cristianos.
En tan horrible situación nuestro hermano Grecu dio a Reck una respuesta muy acertada.
Un cristiano fue sentenciado a muerte. Antes de que fuera del mismo
Reck, le dijo: “Ud. no sabe la verdad que ha dicho. Ud. es un dios. Cada
gusano es potencialmente una mariposa, y llegara a serlo si se desarrolla perfectamente. Ud. no fue creado para ser un verdugo, un asesino; Ud. fue creado para llegar a ser semejante a Dios. Jesús en su
tiempo dijo a los judíos: “Uds. son dioses”. La vida de Dios Padre está
en su corazón. Muchos que han sido iguales que Ud., muchos perseguidores como el Apóstol Pablo, en cierto momento de su vida han
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descubierto que es vergonzoso para el hombre cometer atrocidades,
cuando puede hacer cosas mucho mejores. Así se han transformado
en co-participes de la Naturaleza Divina. Créame, Sr. Reck, su verdadera vocación es ser un dios, semejante a Dios, y no un torturador.
En ese momento Reck no presto mucha atención a las palabras de su
víctima, tal como Saulo de tarso no le dio importancia al hermoso testimonio de Esteban, que fu asesinado en su presencia. Pero aquellas
palabras comenzaron a trabajar en su corazón, y Reck comprendió
más tarde cuál era su verdadera vocación.
Una magnifica lección que aprendimos de las flagelaciones, torturas y
carnicerías de los comunistas fue que el espíritu es el amo el cuerpo.
A menudo, cuando éramos torturados, sentíamos el castigo, pero este
parecía como algo distante y alejado del espíritu, que estaba como
sumergido en la consideración de la gloria de Cristo y su presencia en
nosotros.
Junto con la inmunda sopa que se nos proporcionaba diariamente,
una vez a la semana se nos daba un trozo de pan. Decidimos ofrendar
nuestro diezmo, un en tales circunstancias. Cada diez semanas, uno
de nosotros daba ese pan a uno de nuestros hermanos más debilitados, como “diezmo” al maestro.
Un cristiano fue sentenciado a muerte. Antes de que fuera ejecutado
se le permitió ver a su esposa. La despidió con estas palabras: “Debes
saber que muero amando a los que me matan. No saben lo que hacen.
Lo último que te pido es que tú también los ames. No les guardes rencor en tu corazón porque matan a quien amas. Nos encontraremos
otra vez en el cielo”. Estas palabras impresionaron profundamente al
funcionario que presencio aquel último encuentro, que me las repitió
algún tiempo después en la prisión, donde él era uno más entre los
nuestros, pues se había convertido.
En la prisión de Tirgo-Ocna había un joven prisionero llamado Matchevici, a quien habían encarcelado a los 18 años. Debido a las torturas, la tuberculosis había hecho presa a su cuerpo. De algún modo su
familia llego a conocer su grave estado de salud y le envió cien frascos
de estreptomicina que representaba la diferencia entre la vida y la
muerte. El comisario Político de la prisión ordenó traerlo a su presencia y mostrándole el paquete, le dijo: “Aquí tengo el remedio que pue-
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de salvarte la vida, pero tú no puedes recibir encomiendas enviadas
por tu familia. Personalmente, me agradaría ayudarte, pues eres muy
joven y no me gustaría verte morir aquí en la cárcel. ¡Ayudémonos
mutuamente! Dame los informes que te pido relacionados con las actividades de tus compañeros aquí en la cárcel y así podré justificar
ante mis superiores el entregarte el paquete”.
Matchevici no demoro en responder: “No quiero permanecer vivo y
tener vergüenza de mirarme en el espejo por estar viendo allí reflejada la cara de un traidor. No puedo aceptar sus condiciones; prefiero
morir”. El funcionario le estrecho la mano, diciéndole: “Te felicito, no
esperaba otra respuesta de parte tuya. Pero deseo hacerte otra proposición. Algunos de los presos son informantes nuestros. Alegan ser
comunistas, y los denuncian a Uds. esos hombres juegan un doble papel y no tenemos ninguna confianza en ellos. Quisiéramos saber hasta
qué punto son sinceros. Para Uds. son traidores que les causan mucho
daño con sus informaciones. Comprendo que no quieras traicionar a
tus camaradas, pero proporciónanos los datos que te solicito y podrás
¡salvar tu vida! Matchevici le respondió con la misma prontitud de
antes: “me considero discípulo de Cristo. Él nos enseñó a amar a nuestros enemigos. Quienes nos traicionan nos causan un inmenso daño,
pero no puedo devolver mal por mal. Les tengo mucha lastima y ruego a Dios por ellos; pero no quiero tener nada que ver con los comunistas.” Después de su entrevista con el Comisario Político, Matchevici
regreso a la misma celda que compartía con nosotros. Lo vi morir alabando a Dios. El amor fue aún más poderoso que el ansia de vivir.
Si un hombre pobre es un gran amante de la música, está dispuesto a
dar hasta su último cobre por escuchar un concierto. Aunque por ello
se quede (en lugar de guede) sin dinero, no se siente frustrado, pues
ha escuchado cosas maravillosas.
No me siento frustrado por haber perdido tantos años en la prisión,
donde he visto cosas maravillosas. Yo mismo he sido entre los más
insignificantes y débiles en la cárcel, pero he tenido el privilegio de
vivir con grandes santos, héroes de la fe, comparables a los cristianos
de los primeros siglos, que estaban dispuestos a morir por Cristo. La
belleza espiritual de estos hombres no puede ser descripta.
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Las cosas que relato aquí no han sido excepcionales. Por el contrario,
lo sobrenatural se ha transformado en natural para los cristianos de
la Iglesia Subterránea.
La Iglesia Subterránea es la iglesia que ha vuelto a su primer amor.
Antes de caer en la prisión yo amaba a Cristo. Hoy, después de haber
visto a la “Novia de Cristo” – su Cuerpo Espiritual – en la prisión, puedo decir que amo a la Iglesia Subterránea tanto como amo a Cristo
mismo. He visto su belleza y espíritu de sacrificio.
Lo que sucedió a mi esposa y mi hijo
Fui separado de mi esposa. Ignoraba lo que podía haberle sucedido
después de mi arresto. Solo después de muchos años vine a saber que
también había sido detenida. Las mujeres cristianas sufren mucho
más que los hombres en la cárcel. Las jóvenes han sido violadas por
los guardias. La mofa, al escarnio y la obscenidad son espantosas. Se
les obligaba a trabajos forzados en la construcción de una canal, exigiéndoles el mismo rendimiento que a los hombres. Prostitutas eran
nombradas capataces, y en su afán de maltratar a las cristianas competían entre sí. Mi esposa ha tenido que comer hierba para poder sobrevivir. Ratas y culebras eran devoradas por aquellas desdichadas y
hambrientas mujeres. Una de las diversiones favoritas de los guardias, en los domingos, consistía en arrojar al Danubio a las mujeres
para luego sacarlas en medio de las risotadas, mofándose de sus
cuerpos mojados, para volver a lanzarlas de nuevo, vez tras vez. Mi
esposa fue arrojada al Danubio de la misma forma.
Mi hijo quedo vagando por las calles cuando sus padres fueron detenidos. Desde muy niño Mihai había sido muy religioso y se interesaba
en las cosas de la fe. Luego, al quedar solo, a la edad de 9 años, paso
por una crisis en su vida cristiana. Se convirtió en un ser amargado e
inseguro de su religión. A esa edad tenía problemas que generalmente
otros niños no conocen. Debía pensar en la manera de poder ganarse
la vida.
Como era un crimen ayudar a las familias de los mártires cristianos,
dos damas que lo ayudaban fueron arrestadas y flageladas tan brutalmente que, hasta hoy, después de quince años, aún están inválidas.
Una señora que arriesgo su vida para dar alojamiento a Mihai fue sen-
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tenciada a ocho años de cárcel, por haber concedido ayuda a familiares de los recluidos. Le sacaron los dientes a puntapiés. Le quebraron
los huesos, y nunca más podrá trabajar. También ella será una inválida toda su vida.
“¡Mihai, cree en Jesús”!
A los once años Mihai comenzó a ganarse la vida como obrero. Los
sufrimientos habían producido cierta vacilación en su fe. Pero dos
años después del encarcelamiento de mi esposa, le fue permitido visitarla. Fue a la cárcel comunista donde se encontraba y por fin la vio,
detrás de rejas de hierro. Estaba sucia, delgada, con las manos encallecidas y vestía un raído uniforme carcelario. El niño casi no la reconoció. Sus primeras palabras fueron: “¡Mihai, cree en Jesús”! Enfurecidos, los guardias la separaron de Mihai y se la llevaron. Lloro al ver
a su madre arrastrada por el suelo. Ese minuto fue el instante de su
conversión. Comprendió que, si Cristo puede ser amado aún bajo tales
circunstancias, Él es el verdadero Salvador. Dijo más tarde al respecto: “Si el cristianismo no tuviera en su favor ningún otro argumento,
salvo el que mi madre crea en él, eso es suficiente para mí”. Aquel fue
el día en que acepto a Cristo de todo corazón.
En la escuela debía mantener una constante lucha por su existencia.
Era un buen alumno, y como recompensa se le obsequio una corbata
roja, símbolo de membresía de los Jóvenes Pioneros Comunistas. Con
valentía afirmo: “Jamás usare la corbata de los que arrojaron en prisión a mis padres”. Esto significo la expulsión de aquella escuela. Después de perder un año, volvió a ingresar en ella, ocultando el hecho de
ser hijo de presos cristianos.
Más tarde, debía escribir una composición contraria a la Biblia. Lo
que escribió fue: “Los argumentos en contra de la Biblia no tienen
fuerza, y sus citas son falsas. No hay duda que el profesor jamás la ha
leído. La Biblia esta en armonía con la ciencia.” Nuevamente fue expulsado, lo que significo perder dos años de estudio.
Finalmente se le permitió ingresar al seminario, donde se le enseño la
“Teología Marxista”. En este Seminario todo se explicaba de acuerdo a
las normas de Kart Marx. Mihai protestaba públicamente de esto.
Otros estudiantes se le unieron en su propuesta, lo que dio como resultado una nueva expulsión, sin que pudiera terminar sus estudios.
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Cierta vez, en la escuela, cuando un profesor daba una charla atea, mi
hijo se levantó y le contradijo, haciéndole notar la responsabilidad
que asumía al conducir a tantos jóvenes al error. La clase entera se
puso de su lado. Solo se necesitaba que uno tuviese el valor de protestar, para que los demás se le unieran. Para poder educarse, constantemente trataba de ocultar el hecho de ser hijo de Wurmbrand, el
preso cristiano. Sin embargo, varias veces fue descubierto, volviéndose a repetir la escena ya familiar. Era llamado a la oficina del rector,
para ser expulsado.
Mihai también sufrió mucho a causa del hambre. En los países comunistas no es raro que los familiares de los presos cristianos vivan
prácticamente al borde de la muerte por inanición, ya que es un delito
contra el Estado ayudarles.
A propósito de esto les relatare solamente un caso de los muchos que
conozco personalmente. Un hermano fue encarcelado a causa de sus
labores en la Iglesia Subterránea. Sus seis hijos y su esposa quedaron
abandonados. Sus dos hijas mayores, de 17 y 19 años, respectivamente, no pudieron obtener trabajo. En los países comunistas el único que
da trabajo es el Estado, y este no lo proporciona a los hijos de los
“criminales” cristianos. ¡Les ruego que no juzguen esta historia desde
el habitual punto de vista moral; acepten solamente los hechos! Las
dos hijas de ese mártir cristiano también cristianas se prostituyeron
para mantener a sus hermanos menores y a su madre enferma. El
hermano, de catorce años, enloqueció al saberlo y hubo que internarlo en un manicomio.
Años después volvió el padre al hogar y al conocer lo sucedido rogó al
cielo: “¡Dios mío, llévame nuevamente a la cárcel; no puedo soportar
todo esto!” Su oración fue escuchada y nuevamente está en prisión
por el crimen de haber testificado de Cristo a los niños. Sus hijas ya no
son prostitutas, se les ha proporcionado trabajo, al aceptar convertirse en informantes de la policía. Como hijas de un mártir cristiano se
les recibe con honor en los hogares. Todo lo que escuchan lo repiten a
la Policía Secreta. No se limite Ud. a decir que todo esto es horrible e
inmoral. Por supuesto que lo es, pero pregúntese a sí mismo si Ud. no
tiene parte de culpa en estas tragedias, y que tales familias cristianas
sean abandonadas sin ayuda de Uds. que son libres.
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RESCATE Y LIBERACION PARA
LA OBRA EN OCCIDENTE
ase catorce años en prisión. Durante todo ese tiempo jamás
vi una Biblia o ningún otro libro. Me había olvidado como
escribir. A causa del hambre espantosa, las drogas y las torturas, me había olvidado de las Sagradas Escrituras. Sin
embargo, precisamente el día en que cumplía catorce años
de cárcel, vino a mi mente el versículo: “Sirvió Jacob por Raquel y recordé como luego había servido otros siete años más con gusto, ¡Un
total de 14 años!”
Poco tiempo después fui puesto en libertad, gracias a una Amnistía
General que se concedió en el país, en la que mucho tuvo que ver el
peso de la opinión pública norteamericana.
Volvía a ver a mi esposa otra vez. Me había aguardado esperanzada
por espacio de catorce años.
Comenzamos nuestra nueva vida en medio de una extrema pobreza,
porque cuando alguien es detenido se le quita absolutamente todo
cuanto posee.
A los sacerdotes y pastores que recuperaban su libertad les era permitido obtener pequeñas iglesias. Se me entrego una de estas en el
pueblo de Orsova. El Departamento Comunista de Cultos me dijo que
la iglesia tenia treinta y cinco miembros, advirtiéndome que jamás
podría aumentar ese número a ¡treinta y seis! Asimismo se me dijo
que me debía convertir en Agente de la Policía Secreta, informándoles
de las actividades de cada miembro; y asegurarme de que la juventud
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no se acercara a la iglesia. De esta manera los comunistas usan a la
Iglesia como un medio de control.
Sabía que si comenzaba a predicar, muchos vendrían a escuchar. Por
esta razón, ni siquiera intente trabajar en esa iglesia oficialmente
“aceptada”. Volví a mi labor en la Iglesia Subterránea, compartiendo
tanto el peligro como la hermosura de ese trabajo.
Durante mis años de prisión, Dios había obrado en una forma maravillosa. La Iglesia Subterránea ya no se encontraba olvidada ni abandonada. Los cristianos norteamericanos y de otras partes del mundo
habían comenzado a orar por nosotros y a enviarnos su ayuda. Cierta
tarde, mientras tomaba una corta siesta en casa de un hermano, en
una ciudad de provincia, me despertó para decirme: “Han llegado
hermanos del extranjero”. En el Occidente había creyentes que no nos
habían olvidado. Cristianos de todas las posiciones habían organizado
una obra secreta de ayuda material a las familias de los mártires cristianos y estaban empeñados en introducir de contrabando tanto esa
ayuda como también literatura cristiana.
En la otra habitación encontré seis hermanos que habían venido con
ese fin. Después de una larga conversación me dijeron que habían oído que en esa dirección encontrarían a alguien que había pasado catorce años en las prisiones comunistas, y que les gustaría conocerlo.
Les respondí que yo era esa persona. Entonces me dijeron: “Esperábamos encontrar a un ser triste y melancólico. No puede ser Ud., pues
lo vemos lleno de gozo”. Les asegure que yo era el que buscaban, y
que mi gozo era el resultado de su visita, pues con ello nos dábamos
cuenta que ya no vivíamos en el olvido. Comenzó a llegar ayuda regularmente para la Iglesia Subterránea. Por vías secretas obtuvimos
muchas Biblias y otra literatura cristiana y ayuda para los familiares
de los mártires cristianos. Con la inapreciable ayuda de todos ellos,
nosotros los miembros de la Iglesia Subterránea podíamos trabajar
mucho mejor.
No solo nos daban la Palabra de Dios, sino que éramos estimados y
amados. Nos trajeron palabras de consuelo.
Durante aquellos largos años de lavado de cerebro habíamos escuchado incansablemente: “Nadie los ama, nadie los ama, nadie los
ama.” Pero ese día veíamos a cristianos norteamericanos e ingleses
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que arriesgaba sus vidas en su afán de demostrarnos que nos amaban. Actuando de acuerdo a nuestras instrucciones, montaron un sistema de operaciones secretas que les permitía entrar en las casas rodeadas por la policía, sin que esta lo supiese.
El valor exacto que tenían las Biblias introducidas en esa forma no
puede ser comprendido ni valorado por los creyentes norteamericanos, ingleses y de otros países occidentales que prácticamente “nadan” en Biblias.
Mi familia y yo no hubiéramos podido sobrevivir sin la ayuda material
que obtuvimos de parte de nuestros hermanos extranjeros. De la
misma manera, muchos otros pastores clandestinos y mártires, en los
países comunistas, recibieron ayuda. Puedo testificar – por lo sucedido con nosotros – la tremenda ayuda moral y socorro espiritual que
nos ha proporcionado la Misión Cristiana Europea, de Gran Bretaña.
Para nosotros sus hombres eran como ángeles enviados por Dios.
Debido a la renovada labor de la Iglesia Subterránea, existía el grave
peligro que se me detuviera una vez más. En esos momentos dos organizaciones cristianas, la Misión Noruega para los Judíos y la Alianza
Cristiana Hebrea, pagaron por mí un rescate de 10.000 dólares. Podía
ahora salir de Rumania.
Por qué salí de Rumania comunista
A pesar del inminente peligro no hubiera salido, si no hubiese recibido órdenes de los dirigentes de la Iglesia Subterránea para que aprovechara la oportunidad de abandonar mi país y convertirme en “La
voz” de la Iglesia Subterránea para el Mundo Libre. Deseaban que me
dirigiese a Uds., los occidentales, en nombre de ellos, a fin de que les
relatase sus sufrimientos y necesidades. Llegue al Occidente, pero mi
corazón permanece con ellos. Si no hubiese comprendido la urgente
necesidad que Uds. tienen de escuchar, conocer y saber de las tribulaciones y necesidades, como también del valeroso trabajo de la Iglesia
Subterránea, nunca habría abandonado Rumania, “Esta es mi Misión”.
Antes de abandonar el país fui llamado dos veces a las oficinas de la
Policía Secreta. Me informaron que habían recibido el dinero de mi
rescate (Por causa de la crisis económica que le trajo el comunismo,
Rumania vende a sus ciudadanos por dinero). Me dijeron: “Váyase al
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Occidente y predique a Cristo cuanto quiera, pero no nos toque a nosotros. ¡No diga absolutamente nada en contra nuestra! Vamos a indicarle con franqueza lo que puede sucederle si habla de lo que ha pasado aquí. Por 1.200 dólares podemos contratar a un gánster para
que lo mate, o podemos secuestrarlo.” (Compartí la misma celda con
el obispo ortodoxo Vasile Keul, que fu raptado en Australia y traído a
Rumania. Le habían arrancado las uñas. También he estado con otros
que fueron raptados de Berlín. Además, recientemente varios rumanos han sido secuestrados desde Italia y Paris). También me dijeron:
“Podemos además destruir su reputación, haciendo correr la historia
de sus relaciones ilícitas con una chica o de algún robo o cualquier
otro delito cometido en su juventud. Los occidentales, especialmente
los norteamericanos, son muy crédulos y fáciles de engañar.”
Habiéndome amenazado, me permitieron llegar hasta el Occidente.
Tenían gran confianza en el lavado de cerebro que había soportado.
En el Occidente viven ahora muchos que sufrieron esa experiencia y
que se mantienen silenciosos. Algunos de ellos aun elogian al comunismo, después de haber sido torturados por este. Por eso los comunistas estaban seguros que yo tampoco hablaría.
Así, en diciembre de 1965, pude salir de Rumania con mi familia. La
última cosa que hice antes de salir fue visitar la tumba del coronel
que había ordenado mi arresto y mis años de tortura. Puse flores en
su tumba. Lo hice como un símbolo de mi decisión de dedicarme a
compartir las alegrías de Cristo con los comunistas, que tan vacíos
están espiritualmente.
Odio el comunismo, pero amo a sus hombres. Odio el pecado, pero
amo al pecador. Yo amo a los comunistas con todo mi corazón. Pueden asesinar a los cristianos, pero no pueden eliminar el amor que
estos sienten aun por quienes les arrebatan la vida. No siento amargura ni rencor en contra de ellos, ni contra mis torturadores.
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DERROTANDO AL COMUNISMO CON
EL ESPIRITU DE AMOR DE CRISTO
os judíos tienen una leyenda que cuenta que, cuando sus
antepasados fueron salvados de Egipto, y los egipcios se
ahogaron en el Mar Rojo, los ángeles se unieron a los cánticos de triunfo entonados por los israelitas. Dios les dijo:
“Los judíos son hombres y puede regocijarse de su escape,
pero de parte de Uds. espero más comprensión. ¿No los amo acaso a
ellos también? ¿Cómo es que Uds. no comprenden mi pesar por su
trágico destino?
Cuando Josué sitiaba a Jericó, levanto sus ojos y vio a un hombre delante de él, con la espada desenvainada. Josué le dijo: “¿Eres de los
nuestros, o de nuestros enemigos? (Josué 5:13).
Si aquel Ser visto por Josué hubiese sido solo un hombre la respuesta
habría sido: “Estoy con Uds.”; “Estoy con vuestros adversarios”, o
simplemente: “Soy neutral”. Estas son las únicas respuestas humanas
posibles. Sin embargo, el Ser que Josué encontró era de otro mundo y,
por lo tanto, al preguntársele si estaba “con” o “en contra” de Israel,
dio una respuesta completamente inesperada, y difícil de comprender: “No”.
¿Qué significa ese “no”?
Venia de un mundo donde los seres no están en pro ni en contra, sino
donde todo y todos son comprendidos, observados con compasión y
profundamente amados.
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Existe un nivel humano. En este, el comunismo debe ser combatido
sin misericordia. En este plano debemos también combatir a los comunistas, ya que ellos son los que mantienen y apoyan esta ideología
cruel y salvaje.
Pero los cristianos son algo más que simples hombres, son hijos de
Dios, con-participes de la Naturaleza Divina.
Por tanto, las torturas sufridas en las prisiones comunistas no me han
hecho odiar a los comunistas. Son criaturas de Dios. ¿Cómo puedo
odiarlos? No obstante, tampoco puedo ser amigo de ellos. La amistad
significa una identificación total, y yo no puedo identificarme plenamente con ellos. Ellos odian el concepto de Dios; en cambio yo amo a
Dios.
Si me preguntara: “¿Esta Ud. a favor o en contra de los comunistas?”;
mi respuesta seria bastante compleja. El comunismo representa la
amenaza más grande que afronta la humanidad. Estoy completamente opuesto a ella, y quiero combatirla hasta hacerla desaparecer. Pero
en espíritu estoy sentado en lugares celestiales junto a Jesús. Estoy en
la esfera de ese “no” en la cual, a pesar de todos sus crímenes, los comunistas son comprendidos y amados. En aquellas esferas existen
seres celestiales juntos que tratan de ayudar a todos en las metas de
la vida humana; lo que significa llegar a ser semejante a Cristo. Por lo
tanto, mi meta es predicar el Evangelio a los comunistas, darles las
buenas nuevas de la vida eterna.
Cristo, que es mi Señor, ama a los comunistas. El mismo ha dicho que
ama a todo hombre y que prefiere dejar noventa y nueve ovejas justas, antes que permitir que se pierda la que erró el camino. Sus apóstoles y todos los grandes maestros de la cristiandad han enseñado
este amor universal, en Su nombre. San Macario dijo: “Si un hombre
ama apasionadamente a todos los hombres, pero dice no amar a uno
solo, no es cristiano, porque su amor no es total.” San Agustín enseña:
“Si toda la humanidad hubiera sido justa y un solo hombre pecador,
Cristo habría venido a sufrir en la cruz por él. Tanto ama a cada individuo.” La enseñanza cristiana es muy clara. Los comunistas son
hombres y Cristo los ama.
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También los ama el hombre cristiano. Amamos al pecador, aunque
odiamos el pecado. Conocemos el amor de Cristo por los comunistas,
porque nosotros también los amamos.
En las cárceles comunistas he visto cristianos arrastrando con los pies
cadenas de 25 kgrs.; torturados con atizadores al rojo y en cuyas gargantas habían forzado cucharadas de sal para luego negárseles el
agua. Hambrientos, azotados, sufriendo frío y orando con fervor por
los comunistas. ¡Esto es humanamente inexplicable! Es el amor de
Cristo que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu
Santo.
Más tarde, los comunistas que nos habían torturado, también cayeron
en prisión. Bajo el régimen comunista, los mismos comunistas, aun
jefes y gobernantes, van a parar a menudo a la cárcel, al igual que sus
adversarios. En esos momentos, torturados y torturadores compartíamos una misma celda. Mientras los no creyentes demostraban todo
su odio contra sus ex inquisidores y los golpeaban, los cristianos los
defendían aun a riesgo de ser golpeados y acusados de ser cómplices
con los comunistas. He visto a cristianos que daban el ultimo trozo de
su pan (nos daban en aquel tiempo solo una tajada por semana), y la
medicina que podría salvar sus vidas, a alguno de sus torturadores,
comunistas enfermos, que en ese momento era compañero de prisión.
Las últimas palabras de Juliu Maniu, cristiano y ex Primer Ministro de
Rumania, que murió en prisión, fueron: “Si los comunistas son derrocados en nuestro país, será deber sagrado de todo cristiano salir a la
calle y defenderlos, a riesgo de su propia vida, de la justa furia de las
multitudes a quienes han tiranizado.”
En los primeros días después de mi conversión, sentía como si no pudiera vivir mucho más. Caminando por las calles, al cruzarme con
hombres y mujeres que pasaban por mi lado, experimentaba una sensación de dolor físico, como si una puñalada me perforara el corazón.
Tan quemante era para mí el interrogante: “¿Estarán salvados o no? Si
un miembro de mi congregación cometía un pecado, yo lloraba por
horas enteras. El íntimo deseo de que todas las almas se salven ha
permanecido en mi corazón, del cual los comunistas no están excluidos.
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En las celdas de confinamiento solitario no nos era posible orar como
antes. Estábamos increíblemente hambrientos; nos habían drogado
hasta convertirnos en idiotas. Estábamos tan débiles que parecíamos
esqueletos. La oración del Padre Nuestro era demasiado larga para
nosotros; no podíamos concentrarnos lo suficiente como para recitarla. La única oración que podía repetir una y otra vez era: “Jesús, te
amo”.
Y luego, un día glorioso, obtuve la respuesta de Jesús: “¿Me amas?
Ahora yo te demostrare cuanto yo te amo a ti”. En ese instante sentí
que una llamarada quemaba mi corazón, como las llamas que coronan
al sol. Los discípulos que iban camino a Emanas dijeron que sentían
arder sus corazones cuando Jesús hablaba. Esa fue la sensación que
sentí y experimente. En ese momento conocí el amor de Aquel que ha
dado su vida en la cruz por todos nosotros. Ese amor no puede excluir
a los comunistas, por graves que sean sus pecados.
Ellos han cometido y continúan cometiendo atrocidades, pero como
dicen las Sagradas Escrituras: “Las muchas aguas no podrá apagar el
amor, ni lo ahogaran los ríos. Porque fuerte es como la muerte el
amor; duros como el sepulcro los celos.” Tal como la sepultura insiste
en quedarse con todos, pobres y ricos, jóvenes y ancianos, hombres
de todas las razas, naciones e ideologías; santos y criminales, así también el Amor lo barca todo. Cristo, Amor encarnado, jamás cesara en
Sus esfuerzos por ganar también a los comunistas.
Un pastor fue arrojado en mi celda. Estaba medio muerto, la sangre le
corría por la cara y el cuerpo. Había sido brutalmente golpeado; otros
reclusos comenzaron a insultar a los comunistas. Con voz lastimera y
quebrada les dijo: “¡Por favor, no los maldigan! ¡Guarden silencio, deseo orar por ellos!”
Como podíamos estar gozosos aun en prisión
Al recordar ese periodo de catorce años en prisión, a veces pasamos
tiempos muy felices. Tanto los carceleros como los otros reclusos a
menudo se extrañaban ante la alegría que solíamos demostrar los
cristianos a pesar de las más terribles circunstancias. No podíamos
dejar de cantar, aunque fuéramos golpeados por hacerlo. Me imagino
que hasta los ruiseñores cantarían, aunque supieran que después de
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cantar morirían. Los cristianos aun expresaban su gozo bailando.
¿Cómo podían ser felices en tan trágicas condiciones?
Con frecuencia, en la cárcel meditaba en las palabras de Jesús a sus
discípulos: “Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis”.
Los discípulos acaban de volver de una gira por Palestina, durante la
cual habían visto y presenciado muchos horrores. Palestina era un
país oprimido. En todas partes se podía apreciar la terrible miseria.
Ellos encontraron enfermedades, plagas, hambre y dolor. Visitaron
hogares en que padres y esposas lloraban a los ausentes, arrastrados
a la prisión por sus ideas. Aquello no tenía nada de hermoso.
Sin embargo, Jesús les dijo: “Bienaventurados los ojos que ven lo que
vosotros veis”. Hablo así, porque ellos no solo habían visto la miseria
y el sufrimiento; habían visto al Salvador; al Realizador del Ultimo
Bien, La meta a que la Humanidad debe llegar. Por primera vez en su
vida algunos gusanos, gusanos que se arrastran por las hojas, comprendieron que después de esa miserable existencia, pasan a una vida
hermosa, en la forma multicolor de una mariposa, que vuela de flor en
flor. Esa felicidad era nuestra también.
A mi derredor había varios Job, algunos sufriendo aún más que el
mismo Job, pero yo sabía el final de esa historia, como recibió el doble
de lo que había tenido antes. Tenía a mi derredor a hombres como el
pobre Lázaro, hambriento y cubierto de llagas. Pero sabía que los ángeles los llevarían al seno de Abraham. En el pobre y sucio mártir cerca de mí, vi al espléndidamente coronado santo de mañana.
Al observar a hombres como estos, no como son, sino como serán,
también podía descubrir en los perseguidores, al igual que Saulo de
Tarso, a los futuros Pablo. Algunos de estos ya se han transformado.
Funcionarios de la Policía Secreta ante quienes testificamos de nuestra fe, se hicieron cristianos y se consideraban felices de sufrir después en prisión, por haber encontrado a Cristo.
En los carceleros que nos flagelaban veíamos al carcelero de Filipos,
que primero azoto a San Pablo y después se convirtió. Soñábamos en
que pronto nos preguntarían: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” En
aquellos que, en medio de burlas y mofas miraban a los cristianos cubiertos con inmundicias y excrementos cuando eran levantados en
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sus cruces, veíamos a la multitud en el Gólgota, que después habría de
golpear sus pechos por el temor de haber pecado.
Fue precisamente en la cárcel donde comenzamos a comprender que
había esperanza para los comunistas, que algún día serian salvos. En
ese lugar fue donde nos dimos cuenta de nuestra responsabilidad para con esos hombres. Cuando éramos torturados por ellos, aprendimos a amarlos.
Gran parte de mi familia ha sido asesinada. ¡En mi propia casa el asesino se convirtió! Era también el lugar más apropiado. Así también nació en las prisiones comunistas la idea de una Misión Cristiana para
ellos.
Dios ve las cosas de manera diferente a como nosotros las vemos, de
la misma manera que nosotros las vemos diferentes de cómo las ve
una hormiga. Desde nuestro punto de vista humano, ser atado a una
cruz, manchado y sucio de excremento es algo terrible. Sin embargo,
la Biblia, ha hablado de los últimos sufrimientos de los cristianos, se
refiere a ellos como “Leve tribulación”. Para nosotros, pasar catorce
años en prisión es un periodo muy largo. La Biblia lo califica solo como “momentáneo” que “produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria. Esto nos da derecho a pensar que los
crueles crímenes de los comunistas, inexcusables para nosotros los
hombres, contra los cuales con toda justicia debemos luchar hasta el
fin, son menos graves ante los ojos de Dios. Tal tiranía comunista que
dura ya medio siglo, puede ser ante Dios, para quien mil años son como un día, solo un instante de extraviado error. Esos hombres aún
tienen la posibilidad de la salvación.
La Jerusalén Celestial es una madre, y como madre nos ama. Las puertas del cielo no están cerradas para los comunistas. Tampoco la luz
está apagada para ellos, puesto que pueden arrepentirse como cualquiera de nosotros y debemos llamarlos al arrepentimiento.
Solo el amor puede cambiar a los comunistas (amor que no puede ser
confundido con complicidad con el comunismo. A menudo estos dos
términos son confundidos por muchos dirigentes religiosos). El odio
ciega.
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Hitler era anti-comunista, pero odiaba de una manera tal como los
comunistas odiaban también. Por lo tanto, en lugar de conquistarlos,
contribuyo a que ellos conquistaran un tercio del mundo.
Con amor planeamos en la prisión un trabajo misionero entre los comunistas y de este modo pensamos, antes que nada, en los gobernantes y jefes comunistas.
Algunos dirigentes y directores de misiones parecen haber estudiado
muy poco la historia de la iglesia. ¿Cómo se ganó Noruega para Cristo? Por medio de la conversión del rey Olaf. Rusia conoció el Evangelio cuando el rey Rurik fue ganado por él. Convertido el rey Esteban,
toda Hungría siguió sus pasos. Lo mismo sucedió en Polonia. En África, las tribus se convierten cuando sus jefes son ganados por Cristo.
Hemos levantado misiones para convertir al hombre común, que llega
a ser muy buen cristiano pero que tiene poca, o ninguna influencia
para cambiar el estado de cosas imperante.
Debemos ganar a los gobernantes y estadistas, a las personalidades
políticas, económicas científicas y artísticas. Estos son los verdaderos
arquitectos del alma de un país. Ellos son los que moldean el alma de
los hombres. Ganándolos, atraeremos a las gentes que ellos guían e
influyen.
Desde el punto de vista misionero los comunistas tienen una ventaja
que no poseen otros sistemas sociales, pues están más centralizados.
Si el Presidente de los EEUU se convirtiera al mormonismo, no por
ello Norteamérica seguiría sus pasos. Pero si Mao Tse-tung se convirtiera al cristianismo, o Breshnev, o Ceaushescu, todos sus países podrían ser alcanzados. Tan grande es el impacto de sus dirigentes.
Sin embargo, ¿puede un dirigente comunista convertirse? Seguramente que sí, puesto que viven una existencia infeliz e insegura, al
igual que la de sus víctimas. Casi todos los gobernantes comunistas
rusos terminaron en prisión, o fueron ejecutados por sus propios camaradas. Lo mismo sucede en China. Tenemos el caso de ministros
del interior como Pagoda, Viejo, Vería, quienes parecían concentrar
todo el poder en sus manos, pero que terminaron sus vidas, como el
último de los contrarrevolucionarios, con una bala en la nuca.
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Recientemente Zeppelín, ministro del interior de la Unión Soviética, y
Rankovic, de igual cargo en Yugoslavia, fueron destituidos de sus cargos y arrojados como trapos sucios.
Ataque espiritual contra el Comunismo
Nadie es feliz bajo el régimen comunista, ni siquiera aquellos que más
se benefician con él. Aun estos tiemblan, pues en cualquier noche
pueden ser arrastrados al furgón de la Policía Secreta, debido a que la
línea política del Partido ha cambiado.
Personalmente he conocido a muchos dirigentes comunistas. Son
hombres que viven tensos, cansados, abrumados; solamente Jesús
puede darles descanso.
El ganar a los gobernantes comunistas para Cristo puede significar
salvar al mundo de la destrucción nuclear y salvar a la Humanidad del
hambre, ya que los hombres, en estos momentos, en lugar de alimentar a los pueblos, gastan enormes fortunas en la adquisición de costosos armamentos. Ganar a los gobernantes comunistas puede constituir el fin de la tensión internacional. Ganar a los gobernantes comunistas llenara a Cristo y a los ángeles de regocijo. Puede significar el
triunfo de la Iglesia. En lugares como Nueva Guinea o Madagascar en
los cuales el trabajo misionero ha sido duro, se hará fácilmente si nos
ganamos a los gobernantes comunistas, y ello dará nuevo impulso al
cristianismo.
He conocido personalmente a muchísimos comunistas convertidos.
Yo mismo fui en mi juventud un ateo militante. Los comunistas y los
ateos convertidos aman mucho más a Jesús, pues han pecado mucho.
El trabajo misionero debe ser estratégicamente planificado. Desde el
punto de vista de la salvación, todas las almas son iguales; pero desde
el punto de vista de la estrategia misionera no lo son. Es mucho más
importante ganarnos a un hombre influyente, que convertido podrá
atraerse a muchos otros miles, que hablarle a un salvaje, en la selva,
asegurándole la salvación a él solamente. Por estas razones Jesús decidió terminar su ministerio no en un poblado cualquiera, sino en Jerusalén, capital espiritual del mundo en esa época. Por la misma razón Pablo se esforzó mucho por llegar a Roma.
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La Biblia habla de que: “La simiente” de la mujer “herirá en la cabeza”
a la serpiente. Nosotros nos hemos limitado a hacerle cosquillas, sin
otro efecto que provocar su risa. La cabeza de la serpiente esta en alguna parte entre Moscú y el Pekín, no en Túnez o Madagascar. El
mundo comunista debe convertirse en el principal punto de preocupación de los principales jefes de la Iglesia y los directores de misiones, como también en el pensamiento de cada cristiano consiente.
Debemos dejar de lado toda labor rutinaria. Esta escrito: “Maldito el
que hiciere indolentemente la obra de Jehová”.
Se necesita un ataque espiritual frontal de la Iglesia contra el comunismo.
La guerra se puede ganar solamente con la ofensiva; nunca con una
estrategia defensiva. Lamentablemente, hasta este momento, la iglesia ha estado siempre en una actitud defensiva, lo que ha significado
perder un país tras otro a favor del comunismo.
Esto debe cambiar inmediatamente en la Iglesia en su totalidad. Se
dice en los Salmos que Dios “quebranto las puertas de bronce y desmenuzo los cerrojos de hierro”. La Cortina de Hierro es poco para El.
La iglesia primitiva trabajo secretamente en la clandestinidad y triunfo. Debemos aprender a trabajar nuevamente así.
Hasta que llego el comunismo nunca comprendí la razón por la que en
el Antiguo Testamento a muchas personas se les llama por su apodo:
Simón llamado Níger, Juan llamado Marcos, y así sucesivamente. Nosotros también nos vemos obligados a usar nombres secretos en
nuestro trabajo en los países comunistas.
Tampoco comprendía porque Jesús, deseado celebrar la ultima cena,
no dio la dirección exacta del lugar en que aquella se realizaría; sino
que dijo: “Id a la ciudad y os saldrá al encuentro un hombre que lleva
un cántaro de agua; seguidle” Ahora se la razón. Nosotros también
usamos un código secreto para el reconocimiento de personas en el
trabajo de la Iglesia Subterránea.
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Si accedemos a trabajar en esta forma – adoptando los métodos de los
prisioneros cristianos – podemos cumplir un trabajo efectivo para
Cristo en los países comunistas.
Pero cuando encontré algunos dirigentes de la Iglesia Occidental, que
en lugar de amar a los comunistas, caso que habría llevado a la organización, mucho antes a un trabajo en esos países, halle que su política estaba de parte de los comunistas. No encontré la compasión del
Buen Samaritano hacia las almas perdidas en la casa de Karl Marx.
El hombre realmente no cree en las oraciones de su Credo, sino solamente en aquello por lo cual está dispuesto a morir.
Los cristianos de la Iglesia Subterránea han demostrado que están
dispuestos a morir por su fe. Continúo ahora con una obra que puede
significarme un nuevo encarcelamiento en un país comunista; nuevas
torturas y la muerte. Ello, debido a que estoy al frente de una Misión
Secreta detrás de la Cortina de Hierro, aceptando todos sus riesgos.
Yo creo en lo que escribo.
Tengo derecho a preguntar: ¿Estarían dispuestos a morir por su fe los
dirigentes de la Iglesia en América, que hoy hacen amistad con los
comunistas? ¿Qué les impide abandonar sus posiciones de prestigio
en el occidente, y transformarse en pastores oficiales en el Este,
cooperando en ese lugar con los comunistas? La prueba de esa fe no
ha sido dada aun por ningún dirigente de la Iglesia Occidental.
Las palabras han surgido de la necesidad de los hombres de hacerse
entender en las cosas que le son comunes como cazar y pescar, y después en las cosas cuya producción es necesaria para la vida, y para
expresar sus sentimientos en relación con los demás. Pero no existen
palabras que puedan expresar adecuadamente los misterios de Dios y
las alturas de la vida espiritual.
Asimismo, no existen palabras que puedan describir las profundidades de la diabólica crueldad. ¿Puede Ud. describir, o expresar en palabras las emociones de un hombre a punto de ser lanzado vivo dentro
de un horno por los nazis, o que ve a su hijo sufrir tan cruel destino?
Es igualmente inútil pretender describir lo que han sufrido y aún sufren los cristianos bajo el régimen comunista.
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Estuve en prisión con Lucretiu Patrascanu, el hombre que trajo el
comunismo al poder a Rumania. Sus camaradas recompensaron sus
esfuerzos metiéndolo en la cárcel aunque estaba mentalmente sano, y
lo recluyeron en un manicomio, hasta que se volvió loco. El mismo
trato sufrió la ex – secretaria de Estado, Ana Pauker.
Los cristianos también a menudo reciben este tipo de tratamiento.
Además les aplicaban electro-shocks y se les colocan chalecos o camisas de fuerza.
El mundo está horrorizado por los sucesos acaecidos en las calles de
ciertas ciudades chinas. A la vista de todos, la Guardia Roja ejecuta
actos de terror. ¡Ahora trate de imaginar lo que les sucede a los cristianos en una cárcel china, donde nadie puede ver lo que allí ocurre!
Hemos tenido noticias referentes a la suerte que corrió un renombrado evangélico chino y otros cristianos que se negaron a renunciar a su
fe: les cortaron las orejas, la lengua y las piernas.
Con todo, la peor cosa que los comunistas hacen no es el torturar, ni
aun el asesinar a los hombres y envenenar a la juventud y la niñez.
Han colocado a sus hombres en puestos estratégicos dentro de las
iglesias, para que efectúen la destrucción a sus organizaciones. No
solo enseñan a la juventud a no creer en Dios y en Cristo, sino que
también les enseñan a odiar a esos nombres.
¿Cómo podemos expresar la tragedia de los mártires cristianos que,
de vuelta a sus hogares después de años de prisión, son recibidos con
desprecio por sus hijos que entre tanto se han convertido en ateos
militantes?
Este libro no está escrito con tinta, sino
con la sangre de tantos corazones heridos
Pero al igual que en los tiempos de Daniel, cuando aquellos tres jóvenes al ser arrojados en un horno fueron salvados del fuego y salieron
sin ni siquiera haber sido chamuscados; así también hoy, los cristianos que han vivido en las prisiones comunistas salen de ellas sin ni
siquiera sentir amargura en contra de los comunistas.
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Si Ud. pisa una flor, esta le recompensa con su perfume. De la misma
manera, los cristianos torturados por los comunistas recompensan
con amor a sus torturadores. Hemos llevado a Cristo a muchos de
nuestros carceleros. Estamos dominados por un solo anhelo: dar a los
comunistas, que tanto nos han hecho sufrir, lo mejor que poseemos:
la salvación, que llega al hombre a través de nuestro Señor Jesucristo.
No tuve el privilegio del que gozaron muchos otros hermanos en la fe,
de morir en el martirio. Fui puesto en libertad y hasta puede salir de
Rumania al Occidente.
En Occidente encontré a muchos dirigentes cristianos con sentimientos totalmente opuestos al que predomina en la Iglesia Subterránea,
detrás de las Cortinas de Hierro y de Bambú. Muchos cristianos occidentales no tienen amor por los comunistas. Prueba de ello es que
nada hacen por la salvación de esos hombres. Tienen misiones destinadas a evangelizar judíos, a los musulmanes y a los budistas. Tienen
misiones para persuadir a los cristianos de una denominación para
que se cambien a otra, pero no tienen misiones para evangelizar a los
comunistas. Sencillamente no los aman. Si los amaran, hace ya mucho
tiempo que habrían establecido misiones destinadas a ese fin, como
Carey, que por amor a los hindúes, y Hudson Taylor, por amor a los
chinos, crearon misiones en aquellos territorios.
Pero, lo que es peor es que no solo no aman a los comunistas, ni hacen
nada para ganarlos para Cristo, sino que por complacencia, negligencia e incluso, por sus actuaciones, que pueden tildarse de complicidad, algunos dirigentes de la Iglesia Occidental ayudan a los comunistas a inmiscuirse en las labores de las iglesias occidentales y obtener
aun el liderazgo dentro de ellas. Así logran que los cristianos no adviertan los peligros del comunismo.
Al no amar a los comunistas y no hacer nada para ganarlos para Cristo (bajo el pretexto de no estar autorizados para ello, como si los primeros cristianos hubiesen pedido permiso a Nerón para predicar el
Evangelio), tampoco aman a sus propios rebaños, porque si no ganamos a los comunistas para Cristo, ellos conquistaran el Occidente,
arrasando con el cristianismo.
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Las ignoradas lecciones de la historia
En los primeros siglos, el cristianismo floreció en el Norte de África.
De allí surgieron San Agustín, San Cipriano, San Atanasio y San Tertuliano. Pero los cristianos de allí se olvidaron únicamente de un deber:
ganar para Cristo a los mahometanos.
El resultado fue que los musulmanes invadieron todo el norte de África y por siglos desterraron al cristianismo. Aun hoy, ese territorio
pertenece a los musulmanes. Las misiones cristianas lo llaman “el
bloque de inconvertibles”.
¡Aprendamos de la Historia!
Durante la Reforma, los intereses religiosos de Huss, Lutero y Calvino
coincidieron con los intereses de los europeos en liberarse del yugo
papal, que en ese tiempo era un poder opresor, político y económico.
De la misma manera hoy el interés de la Iglesia subterránea de expandir el Evangelio, tanto a los comunistas, como a sus víctimas, coincide con el vital interés de todos los pueblos libres, o sea, continuar
existiendo en libertad.
No hay fuerza política que pueda derrocar al comunismo. Los comunistas tiene poder nuclear, y atacarlos militarmente significaría empezar una nueva guerra mundial, con cientos de millones de víctimas.
Además, muchos gobernantes occidentales han sido víctimas del lavado de cerebro de la propaganda, y por lo tanto no desean el derrocamiento de los gobiernos comunista. Esta opinión la han expresado
con frecuencia. Desean eliminar las drogas, el gansterismo, el cáncer y
la tuberculosis, pero no al comunismo, que ha causado muchas más
víctimas que todas las anteriores juntas.
Ilya Ehrenburg, el escritor soviético, dice que si Stalin no hubiera hecho otra cosa durante toda su vida más que escribir los nombres de
sus inocentes víctimas, no habría tenido el tiempo suficiente para
terminar su trabajo antes de su muerte. Khrushchev dijo en el Vigésimo Congreso del Partido Comunista: “Stalin líquido a miles de comunistas inocentes y honestos… de ciento treinta y nueve miembros
y candidatos del Comité Central, que fueron elegidos en el décimo
séptimo Congreso, noventa y ocho, es decir el 70% fueron más tarde
arrestados y ejecutados.”
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¡Imagínense lo que hizo con los cristianos!
Khrushchev acuso a Stalin, pero siguió haciendo lo mismo. Desde
1959, la mitad de las iglesias que todavía permanecían abiertas en
Rusia Soviética fueron clausuradas.
En China hay una nueva ola de barbarie, peor que la del periodo stalinista. La iglesia ha cesado completamente de existir en forma abierta.
En Rusia y Rumania se efectúan nuevos arrestos. Recientemente hemos recibido noticias de arrestos en masa de los cristianos en Rusia.
Por medio del terror y el engaño, en los países comunistas que cuentan con un total de un billón de habitantes, toda una generación de
jóvenes está siendo criada y educada en el odio hacia todo lo occidental, especialmente el cristianismo.
Es común observar en Rusia a funcionarios comunistas estacionados
frente a las iglesias, observando para ver si hay niños. Quienes son
sorprendidos entrando, son golpeados y sacados fuera. ¡Los frutos
destructores del cristianismo occidental son cuidados y criados sistemáticamente.
Solo existe una fuerza capaz de derrocar al comunismo. Es la misma
fuerza que permitió a Estados Cristianos ocupar el lugar del pagano
Imperio Romano, la fuerza que convirtió en cristianos a los salvajes
teutones y vikingos y la que permitió derrocar a la sangrienta inquisición. Esta fuerza es el poder del Evangelio, representada en la actualidad por la Iglesia Subterránea que trabaja en todos los países comunistas.
Mantener y ayudar a esta Iglesia no es solo identificarse con los hermanos que sufren; significa la diferencia entre la vida y la muerte para sus países y sus iglesias. Además de la manutención de esta iglesia,
el interés de los cristianos libres deberá ser el convertirla a la política
de los gobiernos libres.
La Iglesia Subterránea ya ha ganado a muchos gobernantes comunistas. El Primer Ministro rumano, Gheorghiu Dej, que murió convertido
después de confesar sus pecados y cambiar su vida pecaminosa, fue
uno de ellos. En esos países hay comunistas que son miembros del
gobierno y que a su vez son cristianos ocultos. Esto puede extenderse.
Entonces podremos esperar un cambio en la política de algunos go-
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biernos, no como los cambios introducidos por Tito y Gomulka, que
permitieron que siguiera la dictadura de un partido ateo y cruel, sino
una vuelta hacia el cristianismo y la libertad.
Ahora existen excepcionales oportunidades para ello.
Los comunistas, que muy frecuentemente son tan sinceros en sus
creencias como lo son los cristianos con las suyas, están experimentando una grave crisis.
Creyeron que el mundo comunista crearía una hermandad entre las
naciones. Ahora en cambio, ven como los países comunistas se pelean
unos contra otros como perros.
Realmente creyeron que el comunismo crearía un paraíso terrenal,
como autentica replica de lo que ellos llaman el ilusorio paraíso celestial. Por el contrario, sus pueblos están hambrientos. El trigo debe
importarse desde los países capitalistas.
Los comunistas han creído en sus dirigentes. Ahora han leído en sus
propios periódicos que Stalin fue un asesino en masa y que
Krushchev era un tonto. Casi lo mismo se dice de sus héroes nacionales, Rakosi, Gero, Ana Pauker, Rankovici y otros. Los comunistas ya no
creen en la infalibilidad e sus superiores. Son como católicos sin un
Papa.
En el corazón de los comunistas existe un vació que solo puede llenarse con Cristo. En todo hombre existe un vacío espiritual que solo
puede ser llenado por Jesús. Esto es también cierto de los comunistas.
En el Evangelio hay un poder de amor que puede atraerlos a ellos
también. Lo he visto obrar. Sé que puede hacerse.
A pesar de que los cristianos han sido escarnecidos y torturados por
los comunistas, han olvidado lo que les han hecho a ellos y a sus familias. Hacen lo imposible para ayudar a los comunistas para que superen la crisis y así pueden encontrar el camino hacia Cristo. Para este trabajo necesitan nuestra ayuda.
Y no solo por esto, sino también porque el amor cristiano es siempre
universal, no admite parcialidad.
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Jesús dijo que el sol de Dios sale para los buenos y los malos. Lo mismo es cierto en cuanto al amor cristiano.
Los dirigentes cristianos occidentales que muestran simpatía o mistad a los comunistas, se justifican diciendo que Jesús nos enseñó a
amar incluso a nuestros enemigos. Pero Jesús nunca dijo que deberíamos amar solo a nuestros enemigos, olvidándonos de nuestros
amigos.
Demuestran su amor bebiendo y comiendo con aquellos cuyas manos
están manchadas con la sangre de los cristianos, en lugar de mostrarles las buenas nuevas de Cristo. Al mismo tiempo olvidan a los que
son oprimidos por los comunistas. A ellos no los aman.
Desde los últimos siete años las Iglesias Católica y Evangélica de Alemania Occidental han entregado 125 millones de dólares para ir en
ayuda de hambrientos y necesitados. Los cristianos norteamericanos
dan aún mucho más.
Hay pueblos que sufren hambre, pero no puedo imaginar a nadie más
hambriento y más merecedor de esta ayuda que mandan los cristianos libres. Si las iglesias inglesas, alemanas, norteamericanas y escandinavas pueden levantar tal cantidad de dinero para ayuda, esta
debería ir, antes de nada, a los mártires cristianos y sus familiares.
¿Sucede así en la actualidad?
Yo fui rescatado por organizaciones cristianas, y esto prueba que los
cristianos pueden obtener su libertad de la misma manera. Sin embargo, soy el único rescatado en esta forma. Este hecho hace culpables a las organizaciones cristianas occidentales del abandono del
cumplimiento de su deber, en casos similares.
Los primeros cristianos se preguntaban si la nueva Iglesia era solo
para los judíos, o era también para los gentiles. La pregunta recibió
respuesta. Aunque en otra forma, el problema se ha vuelto a presentar en el siglo veinte. El cristianismo no es solamente para occidente.
Cristo no pertenece únicamente a Norteamérica, Inglaterra y otros
países democráticos. Cuando fue crucificado, una de sus manos señalaba el occidente, y la otra el oriente. Él quería ser Rey no solo de los
judíos, sino también de los gentiles, el Rey de los comunistas, tam-
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bién, no solamente del mundo occidental. Jesús dijo: “Id por todo el
mundo y predicad el Evangelio a toda criatura.”
El derramo su sangre por todos, y todos deben escuchar y creer en su
Evangelio.
Lo que nos anima a predicar el Evangelio en los países comunista es
que allá, todos los que se convierten al cristianismo, están llenos de
amor y fervor.
Jamás he conocido a un solo cristiano ruso que sea indiferente o tibio.
Los que antes han sido jóvenes comunistas pueden transformarse en
excepcionales discípulos de Cristo.
Cristo ama a los comunistas y desea liberarlos del comunismo, tal
como ama a los pecadores y desea liberarlos del pecado. Algunos dirigentes cristianos occidentales adoptan una actitud totalmente contraria, de conformidad con el comunismo. Favorecen el pecado, ayudan
al triunfo del comunismo, impidiendo de esta manera la salvación no
solo de los comunistas sino también la de sus víctimas.
Lo que encontré cuando fui liberado
Cuando, de nuevo estuve en libertad, conversaba con mi esposa, ella
me consulto sobre mis planes futuros. Le conteste que, “mi ideal es
vivir como recluso espiritual.” Mi esposa me dijo que ella había pensado lo mismo.
En mi juventud había sido muy dinámico, pero la prisión, especialmente los años de confinamiento solitario, me habían transformado
en un ser meditativo y contemplativo. Se habían acallado todas las
tormentas en mi corazón. No me importaba el comunismo, ni siquiera
lo notaba. Estaba en los brazos del Novio Celestial. Oraba por los que
nos atormentaban, y podía amarlos con todo mi corazón.
Había tenido muy pocas esperanzas de ser libertado, pensé que jamás
lo seria, pero cuando a veces se me ocurría pensar en lo que haría si lo
fuera, siempre se me ocurría retirarme a algún lugar desierto, para
continuar una vida de dulce unión con el Novio Celestial.
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Dios es “la Verdad. La Biblia es “la verdad acerca de la Verdad”. La
teología es “la verdad acerca de la verdad de la Verdad. Y los cristianos viven estas muchas verdades sobre la Verdad, y debido a ello, carecen de la “Verdad”. Hambrientos, golpeados y drogados nos habíamos olvidado de la teología y la Biblia.
Habíamos olvidado las verdades acerca de la Verdad y así vivíamos en
“La Verdad” directamente. Esta escrito: “El Hijo del hombre vendrá a
la hora que no pensáis.” Ya no podíamos pensar. En nuestras más negras y amargas horas de torturas, el Hijo del Hombre aparecía entre
nosotros; las murallas parecían brillar cual diamantes y las celdas se
iluminaban. En algún lugar, lejos de nosotros, estaban los torturadores, en un mundo físico. Pero, el espíritu se regocijaba en el Señor. No
habríamos cambiado este gozo por todos los palacios reales del mundo.
¿Luchar contra algo o alguien? Nada estaba más lejos de mi mente
que eso. No deseaba pelear en ninguna guerra, ni siquiera una guerra
justa. Deseaba más bien construir templos vivientes al Señor Jesucristo. Deje la prisión con la esperanza de vivir años de tranquila contemplación.
Sin embargo, desde el mismo día después de mi liberación, me encontré frente a aspectos del comunismo más crueles que todas las torturas de la prisión. Uno tras otro me tropecé con grandes predicadores
y pastores y aun con obispos de diferentes iglesias que simplemente
confesaron, con gran pesar, ser delatores de sus propios rebaños. Les
pregunte si estaban dispuestos a renunciar a su trabajo aun a costa de
ser encarcelados. Todos contestaron “no”, y explicaron que no era el
temor por sus propias personas lo que los hacia negarse. Me contaron
sobre las nuevas prácticas en las iglesias que no existían antes de mi
arresto, pues el negarse a ser espías significaba la clausura de la iglesia.
En todas las ciudades existe un representante del gobierno, que controla los “cultos” y es miembro de la Policía Secreta comunista. Tiene
derecho de llamar a cualquier sacerdote o pastor para preguntarle
quienes han asistido a la iglesia, quien comulga frecuentemente,
quien es más ferviente y quien es ganador de almas, y lo que la gente
dice en sus confesiones, etc. Si uno no contesta, se le despide y un
nuevo “ministro” viene a ocupar su lugar, siempre que esté dispuesto
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a decir más que usted. Cuando el representante del gobierno no tiene
un sustituto (lo que casi nunca sucede), simplemente se clausura la
iglesia.
La mayoría de los ministros daban informaciones a la Policía Secreta,
con la diferencia que algunos lo hacían de mala gana, tratando de
ocultar ciertas cosas, mientras que otros se habían acostumbrado a
hacerlo y sus conciencias ya no se los reprochaba. Incluso otros se
habían entusiasmado tanto en hacerlo, que hablaban más de la cuenta.
Escuche confesiones de hijos de mártires cristianos que habían sido
obligados a proporcionar informes sobre las familias que los habían
acogido con cariño. Lo hacían bajo la amenaza de perder la oportunidad de proseguir sus estudios.
Fui al Congreso Bautista, realizado bajo el emblema de la bandera roja. Los comunistas ya habían decidido quienes serían los dirigentes
“elegidos”.
Yo sabía que a cargo de las iglesias oficiales había individuos nombrados por el partido comunista. Solo entonces me di cuenta que estaba viendo lo que Jesús llamo “la abominación desoladora en el lugar
Santo.”
Siempre ha habido buenos y malos pastores y predicadores, pero
ahora, por primera vez en la historia de la Iglesia, el Comité Central de
un partido – ateo jurado – cuyo objetivo y propósito principal y declarado es arrasar con la religión, decide quienes serán los hombres que
guíen a la Iglesia. ¿Guiarles con qué propósito? Seguramente para
arrancar de raíz la religión.
Lenin escribió: “Toda idea religiosa, toda idea de Dios, el mero entusiasmo ante la idea de Dios, es una vileza indescriptible y peligrosa; es
un contagio abominable. Millones de pecados, hechos inmundos, actos de violencia y contagio físico, son menos peligrosos que la sutil y
espiritual idea de un Dios”.
Los partidos comunistas de la zona de influencia soviética son leninistas. Para ellos la religión es peor que el cáncer, la tuberculosis o la sífilis. Y ellos son los que eligen a los guías espirituales. Y con ellos, com-
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prometiéndose en mayor o menor grado, cooperan los dirigentes de
la iglesia oficial.
He visto como el ateísmo envenena las mentes de niños y jóvenes sin
que las iglesias oficiales puedan hacer nada para contrarrestarlo. En
ninguna iglesia de Bucarest, nuestra capital, se efectúan reuniones de
jóvenes o existe escuela dominical para niños. Los hijos de los cristianos se educan en la escuela del odio.
Entonces, al ver todo esto, odie al comunismo, como no lo había aborrecido bajo sus torturas.
Lo odiaba, no por lo que me había hecho a mí, sino por el daño que
hace a la gloria de Dios, al nombre de Cristo y a las almas de un billón
de seres que estaban bajo su dominio.
Campesinos de todo el país vinieron a visitarme y me contaron como
se llevaba a cabo la colectivización. Vivian ahora como hambrientos
esclavos en lo que antes eran sus propias tierras y viñedos. No tenían
pan. Sus niños no tenían leche ni fruta – y esto en un país, cuyas riquezas naturales pueden compararse a las de la antigua Canaán.
Muchos hermanos me confesaron que el régimen comunista los había
convertido a todos en mentirosos y ladrones. El hambre los obligaba a
robar en lo que antiguamente eran sus propios campos, pero que
ahora pertenecían a la colectividad. Después tenían que mentir para
ocultar el robo.
Muchos obreros me hablaron del terror implantado en las fábricas y
de la explotación del factor humano, en niveles jamás soñados por el
capitalista. Los trabajadores no tenían derecho a la huelga.
Los intelectuales tenían que ir en contra de sus convicciones más íntimas, y enseñar que Dios no existe.
La vida entera y los sentimientos de los seres humanos de una tercera
parte del mundo han sido destruidos y falseados.
Algunas jovencitas vinieron para quejarse de que habían sido llamadas a la Organización de Jóvenes Comunistas, para ser amonestadas y
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amenazadas por haber besado a un joven cristiano, dándoles el nombre de jóvenes a los cuales, ¡si podían besar!
Vivíamos en una atmósfera horriblemente falsa y fea.
Entonces encontré a los luchadores de la Iglesia Subterránea – camaradas de antaño – algunos de los cuales nunca han sido descubiertos y
otros que empezaban a luchar de nuevo, después de ser liberados.
Me llamaron nuevamente a su lado. Fui a sus reuniones secretas, en
las que se cantaban himnos de libros que habían sido escritos a mano.
Recordé a San Antonio el Grande. Había estado treinta años en el desierto. Había abandonado el mundo, llevando una vida de ayuno y de
oraron pero cuando supo de la lucha entre San Atanasio y Arius sobre
la divinidad de Cristo, abandono su vida contemplativa y fue hasta
Alejandría para cooperar en el triunfo de la verdad. Recordé a San
Bernardo de Clairveaux – monje de un monasterio en la cima de una
montaña. Pero supo del ridículo objetivo de las Cruzadas, de los cristianos que asesinaban árabes, judíos y seres de otras religiones, con el
fin de apoderarse de una tumba vacía. Entonces abandono su monasterio, dejando las alturas para predicar en contra de las Cruzadas.
Decidí hacer lo que todo cristiano debe hacer: seguir el ejemplo de
Cristo, del apóstol Pablo y de los grandes santos.
¿Qué clase de lucha seria?
Los cristianos en prisión siempre han orado por sus enemigos y les
han dado un hermoso testimonio. El deseo de nuestros corazones era
de que fueran salvos, y nos regocijábamos cada vez que ello sucedía.
Pero odiaba el diabólico sistema comunista y deseaba fortalecer a la
Iglesia Subterránea, la única fuerza que puede derrocar esta terrible
tiranía, por medio del poder del Evangelio.
No pensaba solo en Rumania, sino en todo el mundo comunista.
Sin embargo, he encontrado mucha indiferencia en el occidente.
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Escritores de todo el mundo protestaron cuando dos escritores comunistas: Siniavski y Daniel – fueron sentenciados a prisión por sus
propios camaradas. En cambio, ni siquiera las iglesias protestan
cuando los cristianos son encarcelados por su fe.
¿Quién se preocupa por el hermano Kuzyck, sentenciado porque cometió el “crimen” de distribuir literatura cristiana “venenosa”; entre
ella, los libros devocionales de Torrey y porciones de la Biblia? ¿Quién
conoce el caso del hermano Prokofiev, condenado por haber distribuido sermones impresos? ¿Quién sabe algo del judío – cristiano Grnvald, sentenciado en Rusia por delitos similares y a quien los comunistas le arrebataron su pequeño hijo, de quien jamás se volvió a tener noticias? Recuerdo muy bien lo que yo sentí cuando fui separado
de mi Mihai. Por ello sufro con los hermanos Grunvald, Iivanonko, la
abuela Shevchuk, Taisya Tkachenko, Ekaterina Vecasina, Georgi
Vekasin, el matrimonio Pilat, de latvia y así interminablemente,
¡nombres de santos y héroes de la fe en pleno siglo veinte! Me inclino
reverentemente para besar sus cadenas, como lo hacían los prisioneros cristianos con sus camaradas cuando eran arrojados a las fieras.
Algunos dirigentes de las iglesias occidentales sencillamente no se
preocupan de nuestros mártires de hoy. Sus nombres no encuentran
lugar en sus listas de oración. Mientras ellos eran torturados y condenados, los dirigentes bautistas rusos y los Superiores de la Iglesia Oficial Ortodoxa eran recibidos en Nueva Delhi, en Ginebra y otras conferencias, en medio de grandes honores. Allí aseguraron a todo el
mundo que en Rusia existe amplia libertad religiosa.
Un dirigente del Consejo Mundial de Iglesias besó al Arzobispo bolchevique Nikodim, cuando este dio tales seguridades. Luego se sentaron juntos en un magnifico banquete mientras los santos en prisión
comían una inmunda mezcla de repollo y entrañas de animal, como
yo la he comido en el nombre de Jesucristo.
Las cosas no podían seguir así. Por eso la Iglesia Subterránea decidió
que yo debería salir del país, si se presentaba la oportunidad de hacerlo, para relatar e informar a Uds., los cristianos, todo lo que está
sucediendo.
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He decidido denunciar al “comunismo”, aunque amo al “comunista”.
Creo que no es correcto predicar el Evangelio sin denunciar al comunismo.
No son pocos los que me dicen: “Limítese al Evangelio solamente.”
Esto me recuerda las palabras de la Policía Secreta, que también me
dijo que predicara a Cristo sin mencionar al comunismo. ¿Será que
aquellos que me insisten en que me “limite a predicar el Evangelio”
están inspirados por el mismo espíritu que mueve a la Policía Secreta
Comunista?
No entiendo bien lo que quieren decir con eso de limitarse solo al
Evangelio. ¿Fueron los sermones de Juan el Bautista exclusivamente
evangelizadores? Juan no se limitó a decir: “Arrepentíos, porque el
reino de los Cielos está cerca”; dijo también: “Tu, Herodes, eres perverso.” Fue decapitado, no por atenerse a una enseñanza abstracta.
Jesús no se “limito” tampoco al Sermón de la Montaña sino que también predico lo que podría ser considerado por algunos de los dirigentes de la iglesia de hoy como un mensaje negativo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!... ¡generación de víboras!” Fue por
tal predicación que lo crucificaron. Los fariseos no se habrían preocupado por el Sermón de la Montaña, porque no les afectaba tan personalmente.
Al pecado debe llamársele por su nombre. Hoy el comunismo es el
pecado más peligroso del mundo. Por lo tanto, debe ser denunciado.
La Iglesia Subterránea lo denuncia, a riesgo de perder la libertad y la
vida. Menos aún podemos callarnos en el occidente.
He decidido denunciar al comunismo, pero no en el sentido que lo
hacen aquellos conocidos como “anti-comunistas.” Hitler era anticomunista y sin embargo fue un tirano. Odiamos el pecado, pero
amamos al pecador.
Por qué sufro en el Occidente
Sufro más en el occidente que cuando vivía entre los comunistas.
Mi sufrimiento consiste en primer lugar en que deseo ardientemente
volver a conocer la inexplicable belleza de la Iglesia Subterránea; la
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iglesia que cumple aquella cita del latín: Nudis Nudum Christi seguí
(Desnudos sigan al Cristo desnudo).
En el terreno comunista, el Hijo del Hombre y sus seguidores no tienen donde reposar sus cabezas. Los cristianos de esas regiones no
construyen casas. ¿Para qué, si serán confiscadas al ser arrestados sus
dueños? El solo hecho de tener una casa nueva sería motivo suficiente
para ser encarcelado, pues los comunistas desean quedarse con la
casa. Allá no es posible enterrar a su padre, o despedirse de sus familiares antes de seguir a Cristo. ¿Quién es su madre, su hermano o su
hermana? Usted es, en este respecto, como Jesús. Madre y hermanos
son para usted solamente los que cumplen la voluntad de Dios. ¿Pueden los lazos sentimentales valer algo, cuando es muy común que una
novia denuncie a su prometido, los niños a sus padres y las esposas a
sus maridos? Lo único que permanece es la unión espiritual.
La Iglesia Subterránea es pobre y sufrida, pero no tiene miembros
tibios.
Un servicio religioso en la Iglesia Subterránea es similar al que se
efectuaba en la Iglesia Primitiva, hace ya mil novecientos años. El
predicador no tiene estudios avanzados de teología. No conoce la hemolítica, pero tampoco Pedro la conocía. Cualquier profesor de teología habría dado a Pedro una pésima nota por su sermón en el día de
Pentecostés. Los versículos de la Biblia no son muy conocidos en los
países comunistas, porque las Biblias son escasas. Además, es seguro
que el predicador haya pasado muchos años en la cárcel sin siquiera
ver una Biblia.
Cuando expresan su fe en un Padre, esto tiene gran significado, porque encierra un verdadero drama. En prisión, diariamente ruegan a
este Padre Todopoderoso por un pedazo de pan, y en cambio reciben
repollo con inmundicias. No obstante, creen en Dios como en el Padre
amantísimo. Son como Job, que aseguraba que continuaría creyendo
en Dios aunque Él lo matara. Se parecen a Jesús, que llamo “Padre” a
Dios cuando al parecer lo había abandonado en la cruz.
Quienquiera que haya conocido la belleza espiritual de la Iglesia Subterránea, no se conformaría con el vacío y frialdad que se encuentra
en algunas iglesias occidentales.
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Sufro más en el occidente de lo que sufrí en la cárcel comunista, porque ahora contemplo con mis propios ojos que la civilización occidental está muriendo.
Oswaldo Spengler escribió en su libro La Decadencia de Occidente:
“Ustedes están muriendo. Veo en ustedes todas las características del
estigma de la decadencia. Puedo probar que vuestra gran riqueza y
gran pobreza, vuestro capitalismo y socialismo, vuestras guerras y
revoluciones, vuestro ateísmo, pesimismo, cinismo e inmoralidad;
vuestros matrimonios destruidos, y el control de la natalidad, los están desangrando desde los cimientos y aniquilando vuestras mentes.
Les puedo probar que estas eran las mismas características que marcaron el comienzo del fin para antiguas civilizaciones de Alejandría,
Grecia, y la neurótica Roma.”
Esto fue escrito en 1926. Desde entonces la democracia y la civilización han muerto en más de la mitad de los países europeos, incluso
Cuba. El resto del Occidente duerme.
Pero existe una fuerza que no duerme: el comunismo. Mientras los
comunistas en el oriente mantienen su virulencia. Los comunistas occidentales simplemente no creen lo que se les dice acerca de las
crueldades, miserias y persecuciones desatadas en los países comunistas. Esparcen incansablemente y con celo su credo político en todas partes, en los salones de la sociedad, en clubes de intelectuales, en
escuelas, universidades, en los barrios de gente pobre y en las iglesias. Nosotros, los cristianos, estamos en la Verdad, pero mostramos
poco valor en su defensa. Los comunistas, en cambio de todo corazón
apoyan la mentira.
Mientras tanto los teólogos occidentales se preocupan de nimiedades.
Me recuerda que mientras las tropas de Mohamed II rodeaban Constantinopla, en 1493, y se iba a decidir si los Balcanes pertenecerían al
dominio religioso cristiano o mahometano por varios siglos, se efectuaba un concilio en una iglesia local de la ciudad sitiada, discutiéndose los siguientes problemas: ¿Qué color tenían los ojos de la Virgen
María? ¿Qué Sexo tienen los ángeles? ¿Qué sucedería si una mosca
cayese en agua bendita? ¿Sería santificada la mosca y el agua contaminada? Lo anterior puede ser solo un leyenda de estos tiempos, pero
si leen los periódicos de las iglesias, se darán cuenta que hoy se están
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discutiendo las mismas insignificancias. La amenaza del comunismo y
los sufrimientos de la Iglesia Subterránea casi nunca son mencionados.
Hay discusiones interminables, sobre asuntos teológicos, rituales, y
otras cosas no esenciales. En una fiesta, alguien pregunto: “¿Si estuviera en un barco que está a punto de hundirse y pudiera tomar un
solo libro de la biblioteca de a bordo, que libro escogería? Uno contesto “La Biblia”, otro “Shakespeare”, pero un escritor dio la respuesta
más acertada “Yo escogería un libro que me explicara cómo construir
un bote y como llegar a tierra firme; una vez allí, estaría en condiciones de leer lo que quisiera.”
Mantener la libertad de culto para todas las denominaciones y libertad de expresión para todas las doctrinas y sentir pesar cuando se
pierde todo esto debido a las persecuciones comunistas, es mucho
más importante que insistir sobre determinada opinión teológica.
Jesús dijo: “La verdad os hará libres”; de la misma manera, solo “la
libertad puede darnos la verdad.” En vez de discutir acaloradamente
sobre cuestiones sin importancia, deberíamos unirnos en esta lucha
de la libertad en contra de la tiranía del comunismo.
Sufro también al saber de los padecimientos de la sufrida Iglesia tras
la Cortina de Hierro. Habiendo pasado por esos sufrimientos puedo
apreciarlos más.
En el mes de Junio de 1966, los diarios soviéticos Izvestia y Derevenskais Jizn acusaron a los bautistas rusos de enseñar a sus miembros a matar a sus hijos con el fin de expiar sus pecados. Es la misma
vieja acusación del asesinato ritual, de que se acusaba a los judíos.
Pero se lo que esto significa. Yo estaba en la prisión de Cluj, en Rumania, en 1959, con el preso Lazarovici, acusado de haber dado muerte a
una joven. Tenía solo 30 años, pero sus cabellos se habían tornado
totalmente blancos de un día para otro, a causa del dolor de las torturas. Parecía un anciano. No tenía uñas, pues se las habían arrancado,
con el fin de hacerlo confesar un crimen que no había cometido. Después de un año de torturas se logró establecer su inocencia y fue
puesto en libertad, pero la libertad ya no significaba nada para él. Ya
era un hombre destruido para siempre.
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Otras personas leen los artículos de los diarios y pueden reírse con
las absurdas acusaciones de la prensa soviética en contra de los bautistas. Yo sé lo que estas significan para los acusados.
Es horrible estar en el occidente y tener constantemente tales imágenes ante los ojos de uno.
¿Dónde está ahora el Arzobispo Yemogen, de Kalgua (URSS) y los
otros siete obispos que protestaban contra los excesos de cooperación con el régimen soviético, que puso en práctica el Patriarca Alexei
y el Arzobispo Nikodin, quienes son meros instrumentos en las manos
de los comunistas? Si no hubiese visto morir a mi lado a los obispos
rumanos que protestaron, no me preocuparía por la suerte de estos
otros obispos piadosos.
Los ministros Nicolai Eshliman y Gleb Yakunin fueron disciplinados
por el Patriarca porque pidieron libertad religiosa para la iglesia. El
occidente solo conoce ese detalle, pero yo estuve en prisión con el
Padre Ioan, de Vladimireshti, Rumania, a quien le sucedió lo mismo.
Aparentemente era solo una medida “disciplinaria” eclesiástica. Más,
nuestros dirigentes de la iglesia oficial, al igual que todos los dirigentes de la iglesia oficial comunista, son pagados por la Policía Secreta.
Los que son castigados por ellos, sufren también la más eficiente “disciplina” – torturas, golpes y drogas – de la prisión.
Tiemblo ante el sufrimiento de aquellos que son perseguidos en el
mundo comunista. Tiemblo pensando en el destino eterno de sus torturadores. Tiemblo también, por los cristianos occidentales que no
prestan ayuda a sus hermanos perseguidos.
En el fondo de mi corazón, quisiera no verme envuelto en tan inmensa batalla. Preferiría retirarme a algún lugar tranquilo donde pudieses
descansar. Pero me es imposible, pues el comunismo está a la puerta.
Cuando los comunistas invadieron el Tibet, terminaron con aquellos
que solo se interesaban en las cosas espirituales. En nuestro país terminaron con todos los que deseaban alejarse de la realidad. Se disolvieron iglesias y monasterios, manteniendo solo algunos para engañar a los extranjeros. Por medio de esta quietud y descanso a que tanto aspiro, podría escapar de la realidad, pero sería demasiado peligroso para mi alma también.
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Estoy obligado a dirigir esta batalla, aun cuando ello me signifique
grave riesgo personal. Si desaparezco, tengan la completa seguridad
que he sido raptado por los comunistas. Me raptaron en la calle en
1948, y me encarcelaron bajo nombre supuesto. Nuestra Secretaria
de Estado, en esos años, Ana Pauker, contesto al Embajador sueco, Sir
Patrik von Reuterswaerde: “¡Oh!, ¿Wurmbrand?, está paseando por
las calles de Copenhague.” El Embajador en esos momentos tenía en
sus bolsillos una carta que yo había logrado enviarle desde la prisión.
Sabía que ella le estaba mintiendo. Esto puede volver a suceder. Si soy
asesinado, mi asesino será alguien asignado por el partido comunista.
Nadie en el mundo, fuera de ellos, tiene motivos para matarme. Si llegan a sus oídos rumores sobre mi depravación moral, mis robos, mi
homosexualidad, adulterio, desconfianza en la solidez de mis principios políticos y mis mentiras, serán estos, solo el cumplimiento de la
amenaza que me hizo la Policía Secreta: “¡Le destruiremos moralmente!”
Se, de muy buena fuente, que los comunistas rusos han prometidos
asesinarme debido al testimonio que preste ante el Senado norteamericano. Trataran de extorsionarme, aterrorizando a mis amigos en
Rumania. Tienen medios para hacerlo y no vacilaran en usarlos.
Sin embargo, a pesar de ellos, no puedo callar. Es deber de Uds. estudiar y considerar todo lo que aquí relato. Aunque digan que mis sufrimientos me ha causado un delirio de persecución, deben preguntarse a sí mismos, ¿Cuál es ese terrible poder del comunismo que hace
que sus ciudadanos sufran de semejantes complejos? ¿Qué poder es el
que lleva a padres en la Alemania Oriental a tomar a un niño en una
maquina topadora para así pasar a través de las alambradas de púas,
aun al riesgo de ser balaceados junto con toda su familia? ¿Qué es este
terrible poder del comunismo, que inspira a los seres tales complejos?
¡El occidente duerme, y es hora que despierte!
Los hombres sufren, buscan a un “responsable”, alguien a quien culpar por su situación. Encontrar a ese “alguien” alivia la carga. Yo no lo
puedo hacer.
No puedo culpar a ciertos guías de la iglesia occidental que cooperan
con el comunismo, pues el mal no viene de ellos. Es mucho más anti-
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guo. Estos mismos dirigentes son víctimas de un mal que se arrastra
desde muchos años. Ellos no crearon la caótica situación actual de las
iglesias; la encontraron así.
Desde que estoy en el occidente he visitado muchos seminarios teológicos. Allí escuche conferencias sobre la historia de las campanas y la
historia de los himnos litúrgicos, de leyes canónicas hace tiempo en
desuso, o sobre reglamentos de la iglesia, que no existen. He visto enseñar a los estudiantes de teología la poca veracidad de la Biblia en su
historia de la Creación, y de Adán; negar el Diluvio y los milagros de
Moisés; sostener que las Profecías fueron escritas después de su
cumplimiento; que el nacimiento virginal es un mito, como también lo
es la resurrección de Jesús, que sus huesos permanecen enterrados
en algún lugar; que las Epístolas no son auténticas, que el Apocalipsis
fue escrito por un loco. A pesar de todo esto la Biblia – sostienen – es
un libro sagrado (esto quiere decir que el Libro Sagrado es más mentiroso que un diario comunista).
Esto es lo que los dirigentes actuales de algunas de las iglesias aprendieron en los seminarios. Este es el ambiente que viven. ¿Por qué han
de ser fieles a (en lugar de) un Maestro de quien se dicen tantas barbaridades? ¿Cómo van a respetar una iglesia en la se puede enseñar
libremente que Dios está muerto?
Son guías de la iglesia oficial, no de la Novia de Cristo. Son dirigentes
de una iglesia en la cual muchos han traicionado a su Maestro. Cuando se encuentran con alguien de la Iglesia Subterránea – martirizada
y sufrida – lo miran como a un ser extraño.
Por otra parte, no está bien juzgar a los hombres basándose en algunas de sus actitudes Si lo hiciéramos, seriamos como los fariseos, que
creyeron malo a Cristo porque El no respeto sus reglamentos y ordenanzas sobre la observación del Sábado.
Ellos cerraron sus ojos enteramente a lo que aun a su vista hubiera
sido hermoso en Jesús.
Estos mismos dirigentes de la iglesia, aunque estén equivocados respecto al comunismo, pueden estar en lo cierto en otras cosas y ser
personalmente sinceros en sus creencias.
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Y aun en lo que están equivocados, pueden cambiar.
Una vez estuve en Rumania con un Obispo Metropolitano Ortodoxo,
que era espía de los comunistas y delataba a sus propias ovejas. Tome
su mano entre las mías y le conté la parábola del Hijo Prodigo. Estábamos en su jardín y atardecía. Le dije: “Vea usted con que amor Dios
recibe al pecador arrepentido. Recibe con gozo, aun al obispo que se
arrepiente” Le cante himnos cristianos. Este hombre se convirtió.
En prisión compartía la misma celda con un sacerdote Ortodoxo, que
con la esperanza de ser libertado, escribió artículos elogiando el
ateísmo. Le hable y rompió lo que había escrito, perdiendo así toda
posibilidad de ser puesto en libertad.
No puedo responsabilizar a nadie, no puedo aliviar de esta manera el
peso que llevo en mi corazón.
Tengo otro pesar. Aun mis mejores amigos no me comprenderán. Algunos me acusan de amargura y resentimiento contra los comunistas,
lo que yo sé muy bien que no es cierto.
El escritor Mosaico Claude Montefiori dijo que la actitud de Jesús hacia los escribas y fariseos, y la pública denuncia que hizo de ellos, era
contraria a su mandato de amar a nuestros enemigos y bendecir a los
que nos maldicen. El doctor W. R. Matthews, recientemente jubilado
como decano de la iglesia de San Pablo, en Londres, dice que esto es
una incoherencia e inconsistencia en Jesús. Lo acusa diciendo que Jesús… ¡no era un intelectual!
La idea de Montefiori sobre Jesús estaba errada. Jesús amaba a los
fariseos, aun cuando los denuncio públicamente. Y yo amo a los comunistas y sus “instrumentos” en las iglesias, aunque también los denuncio.
Constantemente me dicen: “¡Olvídate de los comunistas. Preocúpate
solo de las cosas espirituales!”
Encontré a un cristiano que había sufrido bajo los nazis y el cual me
dijo que estaría siempre de mi parte, mientras yo testificara de Cristo,
pero que no hablara palabra alguna contra el comunismo. Le pregunte si acaso los cristianos que lucharon contra Hitler en Alemania esta-
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ban equivocados y debieron haber hablado solamente de la Biblia, sin
denunciar al tirano. Me contesto: “¡Pero Hitler mato a seis millones de
judíos! ¡Teníamos que hablar en su contra” Le conteste: “El comunismo ha hecho lo mismo, ha asesinado a treinta millones de rusos, millones de chinos y otros. Ha asesinado a judíos también. ¿Debemos
protestar solamente por la muerte de los judíos y no por la muerte de
los rusos?” Me respondió: “¡Esto es muy diferente!” No recibí otra explicación.
He sido golpeado por la policía en los tiempos de Hitler y también en
el tiempo de los comunistas; no he podido notar diferencia alguna:
¡dolían igual!
El cristianismo debe luchar en contra de muchas clases de pecado, no
solo contra el comunismo. No estamos obsesionados por este solo
hecho. No obstante, por el momento, el más grande y peligroso
enemigo del cristianismo es el comunismo. ¡Debemos unirnos contra
el!
¡Quiero volver a insistir! La meta del hombre es ser como Cristo. El
objetivo principal del comunismo es evitarlo. Son fundamentalmente
antirreligiosos. Creen que después de muerto, el hombre se trasforma
en sales y minerales, nada más. Desean que la vida entera sea vivida
al nivel de lo material.
Se preocupan solo de las masas. Su palabra es la misma del demonio
en el Nuevo Testamento, que dio cuando se le pregunto su nombre:
“Somos legión.” La personalidad – el más grande don que Dios dio a
los hombres – debe ser aplastada. Han encarcelado a un hombre porque lo encontraron leyendo un libro del Alfred Ader, “Psicología Individual”. Los oficiales de la policía gritaron: “¡Ah, individual, siempre
individual! ¿Por qué no colectiva?”
Jesús en cambio, desea que seamos individuos con nuestra propia
personalidad. Por eso no existe posibilidad alguna de llegar a algún
arreglo con comunistas. Ellos lo saben. Su revista Nauka i Reeligía
(Ciencia y Religión), dice: “la religión es incompatible con el comunismo; le es hostil… El contenido del programa del partido comunista
es un golpe mortal para la religión… es un programa para la creación
de una sociedad atea, en la cual la gente será liberada para siempre de
la esclavitud religiosa.”
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¿Puede el cristianismo coexistir con el comunismo? A esto los comunistas responden “…el comunismo es un golpe mortal para la religión.”
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5
LA INVENCIBLE Y EXTENSA
IGLESIA SUBTERRANEA
ablare nuevamente sobre la Iglesia Subterránea, que funciona en circunstancias muy difíciles. El ateísmo es la religión del Estado en todos los países comunistas. Se les da
cierta libertad religiosa a los ancianos, pero los niños y
jóvenes no deben creer. Todos los medios de difusión –
radio, televisión, cine, teatro, prensa e imprentas – se emplean con el
objeto de borrar toda creencia en Dios.
Los medios que posee la Iglesia Subterránea son insuficientes e incapaces para oponerse a las inmensas fuerzas del estado totalitario. Los
ministros, predicadores y pastores clandestinos rusos no han tenido
estudios teológicos. Hay pastores que ni siquiera han podido leer una
Biblia completa por ser tan escasas.
Les relatare la manera como han sido ordenados. Conocimos a un joven ruso que era ministro secreto. Le preguntamos quien lo había ordenado. Contesto “No tenemos realmente un obispo que cuente con la
aprobación del partido comunista. Por esta razón, diez de nosotros
fuimos hasta la tumba de un obispo que murió como mártir. Dos pusimos nuestras manos sobre la lápida y los demás formaron un circulo en derredor, y le pedimos al Espíritu Santo que nos ordenara. Estamos seguros de haber sido ordenados por las manos horadadas de
Jesús.”
¡Para mí, la ordenación de ese joven es válida ante Dios!
Hombres ordenados en esta forma, que no han tenido ningún estudio
teológico y que muchas veces saben muy poco de la Biblia, llevan adelante la obra de Cristo.
H
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Es como la iglesia de los primeros siglos. ¿A qué seminario asistió esa
gente, que estremeció al mundo en nombre de Cristo? ¿Sabían todos
ellos leer acaso? ¿De dónde sacaron todas las Biblias? Dios les hablo.
Nosotros, los de la Iglesia Subterránea, no tenemos catedrales, pero
¿hay catedral más hermosa, que el cielo que observábamos cuando
nos reuníamos en los bosques? El canto de los pájaros reemplazaba al
órgano. La fragancia de las flores era nuestro incienso. Las ropas raídas de algún mártir recién salido de la prisión, causaba más impresión que un habito clerical. Teníamos a la luna y las estrellas por cirios. Los ángeles eran los acólitos que las encendían.
¡Jamás podré describir la belleza de esta iglesia!
A menudo, después de celebrar un servicio secreto, algunos cristianos
eran sorprendidos y enviados a prisión. Allí los cristianos lucen sus
cadenas con el gozo con que una novia luce la más linda joya regalada
por el novio. En prisión los ánimos están tranquilos. Al recibir el beso
y el abrazo de Dios, no cambiarían su condición ni por la de un rey. He
encontrado cristianos verdaderamente gozosos solo en tres lugares:
en la Biblia, en la Iglesia Subterránea y en la cárcel.
La Iglesia Subterránea es oprimida, pero también cuenta con muchos
admiradores y amigos, aun en la Policía Secreta y entre los miembros
del gobierno. A veces estos creyentes secretos protegen a la Iglesia
Subterránea.
Recientemente los diarios rusos se quejaron del creciente número de
los que son incrédulos solo de nombre. Estos, explicaba el diario, son
incontables hombres y mujeres que ocupan posiciones de privilegio
dentro del comunismo, en las oficinas del gobierno, departamentos de
propaganda y en todas partes y que fingen ser comunistas pero en su
fuero interior son creyentes y miembros de la Iglesia Subterránea.
La prensa comunista relato la historia de una joven que trabajaba en
el Departamento de Propaganda. Después de su trabajo diario regresaba a su casa a recibir a su marido, que también volvía de sus labores
a esa hora. Después de cenar, el matrimonio se reunía a un grupo de
jóvenes de otros departamentos del mismo edificio para tener estudios bíblicos secretos y reuniones de oración. Esto está sucediendo en
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todo el mundo comunista. Decenas de miles de estos “supuestos incrédulos” existen en cada país comunista. Estiman mejor no asistir a las
iglesias oficiales, donde serán espiados y en donde escucharan un
Evangelio insípido. En cambio permanecen en sus posiciones de autoridad y responsabilidad, para que después allí, con sigilo y éxito, puedan testificar de Cristo.
La fiel Iglesia Subterránea cuenta con miles de miembros en tales lugares. Celebran reuniones en sótanos, desvanes, departamentos y hogares.
En Rusia ya nadie recuerda las discusiones que había en pro o en contra del bautismo de párvulos o de adultos, o en torno a la infalibilidad
papal. No son pre o post milenialistas. No pueden interpretar las profecías, y no se pelean respecto a ellas. En cambio a menudo me llama
la atención la manera como prueban la existencia de Dios a los ateos.
Sus respuestas a los ateos son sencillas: “Si fueran invitados a un banquete donde hubiera toda clase de platos exquisitamente preparados,
¿creerían Uds. que se habrían preparado solos? ¡La naturaleza misma
es un banquete preparado para nosotros! Uds. tienen tomates, duraznos, leche y miel. ¿Quién ha preparado todo esto para el hombre? La
naturaleza es ciega. Si no creen en Dios, ¿Cómo pueden creer que una
naturaleza ciega pudo preparar las cosas que justamente necesitamos, y en tal cantidad y variedad?
Pueden probar que existe la vida eterna. Una vez escuche a uno decirle a un ateo: “Supongamos que fuera posible hablar con un embrión
en el vientre de su madre, y que le dijéramos que su estado embrionario es corto y que después le espera una larga vida futura. ¿Qué
contestaría el embrión? Diría lo mismo que dicen ustedes, los ateos,
cuando les hablamos del Paraíso y el Infierno. Diría que la vida dentro
del vientre de su madre es la única vida, y que todo lo demás son patrañas religiosas. Pero si el embrión pudiera pensar, se diría a sí mismo: “Aquí me están creciendo los brazos, pero no los necesito; ni siquiera los puedo estirar. ¿Para qué me crecerán? Probablemente los
voy a necesitar para un estado futuro de mi existencia. Me crecen (en
lugar de creen) las piernas, pero tengo que tenerlas encogidas. ¿Por
qué crecerán? Tal vez me espera una vida en un mundo más grande,
donde tendré que caminar. Comienzan a desarrollarse mis ojos, aunque estoy en completa oscuridad y no los necesito. ¿Para que los quie-
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ro? A lo mejor, afuera hay un mundo de luz y color. Así, si el embrión
pudiera reflexiona sobe su desarrollo, llegaría a la conclusión que fuera del vientre de su madre hay otro mundo, aunque por el momento
no lo pudiese ver. Lo mismo sucede a nosotros. Cuando somos jóvenes tenemos vigor, pero carecemos de experiencia para encauzarlo en
la forma más provechosa. Cuando, con el paso de los años hemos adquirido cordura y conocimientos, la carroza fúnebre nos lleva a la
tumba. ¿Con que fin adquirimos todos estos conocimientos, si ya no
nos sirven de nada? ¿Para qué le crecen brazos, piernas y ojos al embrión? Es para la vida que ha de seguir. Así es para nosotros. Aquí adquirimos experiencia, conocimientos y sabiduría para la vida futura.
Estamos preparados para servir en un nivel más alto después de la
muerte”.
La doctrina oficial comunista asevera que Jesús nunca existió. Los
miembros de la Iglesia Subterránea dan fácil respuesta a eso: “¿Qué
diario lleva usted en su bolsillo? ¿Es la Pravda de hoy o de ayer? ¡Déjeme mirar, ah… 14 de enero de 1964! ¿Desde cuándo empiezan a
contar los años de la era actual? ¿Desde el tiempo de UNO que no
existió, ni tuvo ninguna actuación en el mundo? Dicen que El no existió y sin embargo cuentan los años desde su nacimiento. El tiempo
existía desde antes que el viniera, pero cuando El vino, le pareció a la
Humanidad que había vivido en vano y que su verdadera vida comenzaba en ese momento. Su propio diario comunista es una prueba de la
existencia de Jesús no fue un personaje ficticio.”
Los pastores en el occidente consideran, por lo general, que todos los
asistentes a la iglesia son cristianos convencidos de la verdad, pero no
es así. Es raro escuchar un sermón que pruebe la verdad de nuestras
creencias. Pero tras la Cortina de Hierro hay hombres que jamás han
estudiado para ello, y que sin embargo dan a sus convertidos una sólida base de fe.
No existe una clara división que permita señalar el punto en que termina la Iglesia Subterránea, que es el más grande bastión o baluarte
del cristianismo, y comienza la iglesia oficial. Están entremezcladas.
Muchos de los pastores “títeres” desarrollan paralelamente un ministerio secreto que sobrepasa las limitaciones impuestas por los comunistas.
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La Iglesia Oficial, la iglesia de los colaboracionistas, tiene una larga
historia.
Comenzó inmediatamente después de la Revolución Socialista Soviética, con la “Iglesia Viviente” que presidía un sacerdote llamado Sergio. Esta “Iglesia Viviente” proclamaba abiertamente durante ese
tiempo, en Moscú: “Nuestro objetivo no es reconstruir la iglesia, sino
abolirla y terminar, de una vez por todas, con la religión.” ¡Lindo programa para una iglesia!
En todos los países hemos tenido individuos como Sergio.
En Hungría, entre los católicos fue el Padre Valgo. El, junto con algunos ministros protestantes apoyaron a los comunistas en sus afanes
de obtener el completo control del Estado.
En Rumania, los comunistas llegaron al poder con la ayuda de un sacerdote ortodoxo llamado Burducea, un antiguo fascista que buscaba
justificar sus pecados pasados contra los Rojos, tornándose más “rojo” que sus propios jefes. Este sacerdote se mantuvo de pie cerca de
Vishinsky, Secretario de Estado Soviético, sonriendo en tacita aprobación cuando aquel declaro, durante la inauguración del nuevo gobierno comunista: “Este gobierno construirá para ustedes un paraíso
terrenal, por lo que ya no necesitaran uno celestial”.
En lo que se refiere al Arzobispo Nikodin de Rusia, existen suficientes
antecedentes y pruebas para señalarlo como espía del gobierno. El
mayor Deriabin, que deserto de su puesto en la Policía Secreta rusa,
ha testificado que Nikodin era agente de ese servicio.
La misma situación predomina en casi todas las denominaciones. Los
actuales dirigentes bautistas rumanos fueron impuestos por la fuerza.
Su deber es denunciar a los cristianos reales. Con la directiva bautista
rusa sucede lo mismo. Tachici, presidente de los adventistas rumanos,
me contó que había sido espía de la Policía Secreta rusa desde el
mismo día en que asumieron el poder.
En lugar de clausurar todas las iglesias, aunque ya han cerrados muchos miles, los comunistas, con aviesas intenciones, decidieron permitir el funcionamiento de algunas pocas iglesias oficiales. Sus propósitos eran usarlas como “ventanas” a través de las cuales podían obser-
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var, controlar y, eventualmente destruir a los cristianos y al cristianismo. Decidieron que sería mejor permitir que la estructura de la
iglesia permaneciera, y convertirla en instrumento para el control de
los cristianos, y como un medio para engañar a los turistas que llegan
a sus países. Se me ofreció una de esas iglesias, con la única condición
de que, como pastor, delatara a sus miembros a la Policía Secreta. Me
parece que los occidentales, acostumbrados a que todas las cosas
sean o una cosa u otra – blanco o negro – no pueden entender eso.
Pero la Iglesia Subterránea no aceptara jamás a las iglesias controladas, como substituto de una evangelización significativa y efectiva
para “toda criatura”, incluyendo a la juventud.
A pesar de algunos dirigentes traidores, se observa una real vida espiritual de los miembros de la iglesia oficial (tengo la idea que sucede lo
mismo en muchas iglesias occidentales. Las congregaciones son fieles
a veces, no por causa de sus guías, sino a pesar de ellos).
La liturgia ortodoxa ha permanecido igual y alegra los corazones de
los ministros de la iglesia, a pesar de que en sus sermones alaban a los
comunistas. Los luteranos, presbiterianos y otros protestantes cantan
los mismos himnos antiguos y hasta los sermones de los traidores
deben mencionar algo de las Escrituras.
La gente se convierte hasta por la influencia de hombres reconocidos
como traidores; saben positivamente que llevaran la noticia de sus
conversaciones a la policía; que tienen que esconder su fe del mismo
ser que los convirtió con sus corruptos sermones. Ese es el gran milagro de Dios, que halla su paralelo en las palabras simbólicas de Levítico 11:37: “Si cayere algo de los cadáveres (que de acuerdo a la ley de
Moisés eran impuros) sobre alguna semilla que se ha de sembrar, será limpia.”
La veracidad nos obliga a confesar que no todos los guías ni siquiera
todos los jefes de las iglesias oficiales, son miembros del partido comunista.
Algunos miembros de la Iglesia Subterránea tienen también puestos
importantes en las iglesias oficiales, exceptuando los que deben luchar a escondidas. Ellos se preocupan por que el cristianismo sea una
fe luchadora y no tibia. Cuando la policía llego para clausurar el Monasterio de Vladimireshti, en Rumania, y en muchos otros lugares de
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Rusia, les fue bastante mal. Algunos comunistas han pagado con sus
vidas el crimen de tratar de suprimir la religión.
Pero las iglesias oficiales están escaseando. Creo que en toda la Unión
Soviética no quedan más de cinco o seis mil iglesias. (En los Estados
Unidos, con la misma población, hay cerca de trescientas mil.) A menudo esas iglesias son solo pequeñas piezas, no una “iglesia” en el
verdadero sentido de la palabra.
En Moscú llevan a las visitas extranjeras a ver una iglesia repleta de
fieles. Es la única iglesia protestante de la ciudad. Los visitantes se
extrañan de la libertad de culto que existe. “¡Hasta las iglesias se ven
llenas de gente!”, exclaman con gozo. ¡No se dan cuenta de la tragedia
que significa una sola iglesia protestante para siete millones de almas!
Ni aun las habitaciones, que hacen el papel de iglesia, están al alcance
de un ochenta por ciento de la población de la Unión Soviética. Estas
multitudes deben o ser olvidadas o evangelizadas por el sistema de
trabajo clandestino. No queda otra opción.
Mientras más avanza el comunismo en un país, más están las iglesias
oficiales obligadas a trabajar en forma subterránea.
En los edificios de las iglesias oficiales clausuradas se celebran las
reuniones de las organizaciones antirreligiosas.
Como la iglesia subterránea se “nutre” de la literatura atea
La Iglesia Subterránea sabe cómo usar incluso la literatura atea. Se
nutre de ella como Elías fue alimentado nada menos que por los cuervos.
Con mucha habilidad y empeño los ateos ridiculizan y critican los versículos bíblicos. Publican libros tales como La Biblia Cómica y la Biblia
para creyentes e Incrédulos. Se empeñan en demostrar la estupidez de
los versículos bíblicos, y con este fin citaron muchos de ellos. ¡Qué
alegría nos causaba! La crítica era tan absurda, que nadie la podía tomar en serio. No obstante, hicieron millones de copias llenas de citas
bíblicas increíblemente hermosas, aunque ridiculizadas por ellos. En
el pasado, los “herejes” sentenciados a morir quemados por la Inquisición, eran llevados en procesión al lugar del suplicio y eran obligados a lucir ridículas vestimentas que mostraban llamas infernales y
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toda suerte de demonios u otras figuras parecidas. ¡Cuán santos eran
esos “héroes”! De esta manera, la Biblia mantiene su autenticidad y
veracidad, aunque sea el demonio quien cite sus versículos.
Los impresores comunistas recibieron, con mucha alegría, miles de
cartas solicitando este tipo de literatura en que se citaban versículos
bíblicos a objeto de ridiculizarlos. Lo que no sabían era que esas cartas eran enviadas por la Iglesia Subterránea, que ante la imposibilidad
de obtener de otra manera ejemplares de las Escrituras, recurría a ese
ingenioso sistema para conseguirlas.
También sabíamos perfectamente cómo aprovechar reuniones ateas.
En cierta oportunidad en que un profesor pretendía demostrar que
Jesús era solo un mago, tenía ante sí un jarro con agua, al que le introdujo un polvo que torno rojo su contenido: “Esto es todo el milagro” –
exclamo – Jesús había escondido en sus mangas un polvo similar, con
cuya ayuda pretendió haber cambiado espectacularmente el agua en
vino.
“Como mago, soy superior a Cristo, pues puedo ahora cambiar el vino
en agua”. Diciendo esto lanzo otro tipo de polvos en el jarro que, neutralizando al anterior, aclaro el líquido, tornándolo transparente.
Luego arrojo de nuevo otro polvo y se volvió rojo.
En ese momento se levantó de su asiento un cristiano y le dijo: “Usted
nos ha asombrado, camarada profesor, y desearía pedirle una sola
cosa: beba un poco de su vino.” El profesor respondió que no podía
hacerlo, explicando: “Los polvos que use son venenosos.” La respuesta del cristiano no se hizo esperar: “Esta es la diferencia entre usted y
Jesús. El con su vino nos ha proporcionado inmensa felicidad durante
dos mil años, mientras que usted nos envenena con el suyo.” El cristiano fue a prisión, pero el relato de este incidente se esparció por
todas partes, contribuyendo a fortalecer la fe.
Somos débiles, pequeños David, pero somos más poderosos que el
Goliat ateo, porque Dios está de nuestra parte. La verdad nos pertenece.
En otra ocasión, un conferencista comunista daba una charla atea en
una fábrica. A todos los operarios los obligaron a concurrir. Entre
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ellos, muchos eran cristianos. Se sentaron en silencio, a escuchar argumento tras argumento contra Dios, y con respecto a la estupidez
que significaba creer en Cristo. El conferencista procedió a probar
que no existe el mundo espiritual, que no hay Dios, ni Mas Allá, que el
hombre es solamente materia y no tiene alma. Insistió una y otra vez
que solo la materia existe.
Un creyente se puso de pie y pidió permiso para decir unas palabras.
Cuando le fue concedido el permiso, tomo una silla plegadiza, la alzo y
la arrojo contra el suelo. La observo durante un momento y después
avanzo hasta acercarse al conferencista, a quien dio un fuerte golpe
en la cara. Como era lógico, causo la indignación de aquel. Enrojecido
de ira, y en medio de horribles obscenidades, llamo a sus camaradas
comunistas para que arrestaran al atrevido, exclamando: “¿Cómo se
atreve usted a golpearme, que razón tiene para ello?” El cristiano replico: “Acaba usted de probarnos que miente. Usted ha dicho que todo
es materia, y nada más que materia. Lance una silla al suelo, y como
es solo materia, no se enojó por ello. Es pura materia. Al golpearle a
usted, ¡su reacción ha sido muy distinta! ¡La materia no se irrita ni se
enoja; pero usted si lo hizo! Por lo tanto camarada profesor usted está
equivocado. El hombre es almo más que materia: ¡es un ser espiritual!
En forma similar, en miles de oportunidades, los cristianos de la Iglesia Subterránea refutaban y desbarataban aun los más convincentes
argumentos ateos.
Estando en prisión, un comisario político, en forma bastante ruda, me
pregunto: “¿Hasta cuándo va usted a creer en su ridícula religión?” Le
conteste: “he visto a muchos ateos que en su lecho de muerte se han
lamentado de su incredulidad y, arrepintiéndose, han acudido a Cristo. ¿Se imagina usted a un cristiano que, al ver acercarse la muerte, se
lamente de haber sido cristiano y recurra a Lenin o a Marx para que lo
rescaten de esa fe?” Riéndose, exclamó: “¡Formidable respuesta!”
Continué: “Cuando un ingeniero construye un puente, el hecho que lo
cruce un gato no prueba su resistencia, sino cuando lo atraviese un
tres. El hecho que Ud. pueda ser ateo cuando todo marcha bien, no
prueba la verdad del ateísmo; este se desmorona en los momentos de
grave crisis.”
Citándole libros de Lenin pude probarle que, siendo aquel Primer Ministro de la Unión Soviética, solía orar cuando las cosas no marchaban
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bien. Estamos tranquilos y tranquilamente esperamos el desarrollo
de los acontecimientos. Son los comunistas los que están intranquilos
y los que lanzan, una y otra vez, nuevas campañas anti – religiosas.
Por esto ellos prueban lo que San Agustín dijo: “El corazón no halla
descanso hasta encontrarlo en Ti.”
Por qué los comunistas aún pueden ser ganados
La Iglesia Subterránea, si es ayudada por ustedes los cristianos libres,
ganara el corazón de los comunistas y cambiara la faz de la tierra. Los
ganara para sí, porque no es normal ni natural ser comunista. Aun los
perros desean tener su propio hueso. El corazón de los comunistas se
rebela ante el papel que hacen y los absurdos que están obligados a
creer.
Cuando los comunistas individuales aseveraron que la materia es todo, que nosotros no somos más que un puñado de compuestos químicos, y que después de muertos nos convertimos en sal y minerales,
era el momento de preguntarles: “¿Cómo es que los comunistas de
tantos países han dado sus vidas por su ideal? ¿Tienen ideal los compuestos químicos? ¿Pueden los minerales sacrificarse por los demás”?
Para estas preguntas no tienen respuesta.
Se nota algo positivo, aun en el recrudecimiento de la ebriedad en los
comunistas. Ello se debe al ansia de una vida más amplia, que no la
puede proporcionar el sistema. El ruso, en general, es una persona
seria, generosa y de gran corazón. El comunismo es hueco y superficial. Por lo tanto, el ruso busca el lado serio de la vida, y al no encontrarlo, ahoga sus inquietudes en el alcohol. Cuando esta bebido, expresa su horror ante la vida bestial y falsa que debe llevar. Durante
algunas horas el alcohol lo libera de ese peso, así como la verdad lo
liberaría para siempre, si él lo supiera.
Durante la ocupación rusa de Bucarest, una vez sentí un irresistible
impulso de entrar en una taberna. Pedí a mi esposa que me acompañara. Entonces vi a un capitán ruso, que revolver en mano, amenazaba a los presentes, exigiendo que se le diera de beber. No deseaban
atenderlo, pues ya había bebido más de la cuenta y estaba bastante
ebrio. Los parroquianos estaban aterrorizados. Hable con el tabernero, que me conocía, y le pedí que le sirviera otro trago al capitán,
prometiéndole que yo me sentaría con él, para tranquilizarlo. Nos tra-
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jeron botella tras botella. En la mesa se pusieron tres vasos. El capitán, muy cortésmente, servía los tres vasos… y se los bebía; mi esposa
y yo no bebimos. Estaba acostumbrado al alcohol. Comencé a hablarle
de Cristo y me escucho con inusitada atención.
Por fin, dijo: “Ya que me han dicho quiénes son ustedes, les voy a decir ahora, quien soy yo. Soy un sacerdote ortodoxo, que estuvo entre
los primeros que renunciaron a su fe, cuando empezó la gran persecución desatada por Stalin. Fui de aldea en aldea, dando conferencias,
negando la existencia de Dios y confesando que yo, como sacerdote,
había sido un embaucador. “Soy un embaucador” – les decía – “tal
como lo son todos los otros ministros y pastores.” Debido a mi fervor
me conquiste el aprecio de todos y pronto me hicieron oficial de la
Policía Secreta. El castigo que Dios me envió fue tremendo, ¡debía
asesinar a inocentes cristianos, después de haberlos torturado! Ahora
bebo buscando olvidar lo que hice, pero todo es en vano”
Muchos comunistas se suicidan. Así lo hicieron sus dos más grandes
poetas, Essein y Maikoski. También se suicidó el gran escritor Fadeev.
Acababa de terminar su novela que título “Felicidad”, en la que sostenía que la felicidad consiste en trabajar incansablemente por el comunismo. El mismo se sintió tan feliz con ello, que termino pegándose
un tiro, apenas terminada la novela. Era demasiado para su alma soportar el peso de tan inmensa mentira. Joffe y Tomkin, grandes dirigentes y luchadores comunistas, en Los Tiempos del Zar, no pudieron
soportar el comunismo hecho realidad, y también terminaron quitándose la vida.
Los comunistas son desdichados. También lo son sus grandes dictadores. ¡Que desdichado era Stalin! Después de hacer matar a casi todos sus antiguos camaradas, vivía en continua zozobra, pensando que
alguien pretendía envenenarlo o asesinarlo. Tenía ocho dormitorios,
que eran cerrados herméticamente como una caja de caudales. Nadie
sabía en cuál de estos dormitorios dormiría cada noche. No probaba
bocado sin que el cocinero lo probara primero en su presencia. El comunismo no hace feliz a nadie, ni siquiera a sus dictadores. Necesitan
mucho a Cristo.
Derrocando al comunismo, no solo libraríamos a sus víctimas, sino
también al comunista mismo.
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La Iglesia Subterránea representa una necesidad imperiosa para
nuestro pueblo esclavizado. ¡Ayúdenla!
El rasgo más distintivo de la Iglesia Subterránea es su dedicación y su
fe.
Un ministro protestante que escribe bajo el pseudónimo de “George”,
cuenta en su libro respecto a la Iglesia Subterránea el siguiente incidente: Un capitán del ejército ruso se acercó a un ministro, en Hungría, y pidió hablar a solas con él. El muchacho era muy joven e impetuoso, y se sentía muy importante y consciente de su papel conquistador. Fue llevado a una pequeña sala de conferencias, y al cerrarse la
puerta tras él, vio un crucifijo en la pared.
“Usted sabe que ese asunto es mentira. ¡Vamos, ahora que estamos
solos, admita que nunca creyó en la patraña que Cristo es Hijo de
Dios!”
El ministro sonrió: “Pero mi pobre joven, ¡¡por supuesto que creo y es
totalmente cierto!!”
“¡No le permitiré estas bromas!”, grito el capitán. “¡Esto es serio, no se
ría usted de mí!”
Saco su revólver, y encañonando al pastor, le dijo: “Si no admite su
error, disparare.”
“No puedo admitir que estoy errado, cuando estoy en la Verdad.
Nuestro Señor es en verdad el Hijo de Dios”, dijo el ministro.
El capitán arrojo el arma al suelo y se abrazó al hombre de Dios. Sus
ojos se llenaron de lágrimas.
“¡Es verdad!”, grito, “¡Es verdad; yo también creo pero no creí que los
hombres morían por esta verdad, hasta que lo descubrí por mí mismo. ¡Oh, gracias, usted ha fortalecido mi fe con sus palabras. Ahora yo
también puedo morir por Cristo, pues Ud. me ha indicado como.”
He conocido otros casos similares. Cuando los rusos ocuparon Rumania, dos soldados rusos armados entraron a una iglesia y dijeron: “¡No
creemos en su fe. Los que renuncien a ella, pasen a la derecha!” Algunos se colocaron a la derecha. Estos recibieron órdenes de regresar a
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sus hogares. Corrieron como perseguidos por el diablo. Cuando los
soldados rusos quedaron solos con los cristianos restantes, los abrazaron, diciendo: “Nosotros también somos cristianos, pero deseábamos tener comunión solo con aquellos que aman tanto a la verdad
que estén dispuestos a morir por ella.”
Estos son los hombres que luchan por el Evangelio en nuestros países. No solamente luchan por sus creencias y su fe, también lo hacen
por la libertad.
En muchos de los hogares cristianos occidentales, se pasan horas enteras escuchando música mundana. En nuestros hogares también se
puede escuchar música a todo volumen; pero se toca solamente para
que los vecinos no puedan oír la charla acerca del evangelio y darse
cuenta de nuestros trabajos clandestinos, y delatarnos a la policía.
¡Cómo se regocijan en las raras ocasiones en que se encuentran con
auténticos cristianos del occidente!
El que escribe estas líneas es solo un hombre insignificante. Pero soy
la voz de los que están sin voz, de esos que están amordazados y jamás son representados en el occidente. En su nombre, pido mucha
sinceridad en la fe y en la discusión de los problemas cristianos. En su
nombre, pido para ellos vuestras oraciones y ayuda material para la
leal y sufrida Iglesia Subterránea, de los países comunistas.
Vamos a ganar a los comunistas, en primer lugar porque tenemos a
Dios de nuestra parte.
En segundo lugar, porque nuestro mensaje corresponde a las más
profundas necesidades del corazón y las satisface.
Algunos comunistas que habían estado presos bajo el régimen nazi,
me confesaron que habían orado en los momentos más difíciles. Hasta
me ha tocado ver morir oficiales comunistas, con las palabras “Jesús,
Jesús”, en sus labios.
Ganaremos, porque toda la herencia cultural de nuestros antepasados
esta de nuestro lado. Los rusos pueden prohibir todo lo escrito por
cristianos contemporáneos, pero hay libros de Tolstoi y Dostoievsky
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donde la gente encuentra la Luz de Cristo. Sucede lo mismo con Goethe en Alemania Oriental y con Szienkiewicz, en Polonia, y otros.
El más grande escritor rumano fue Sadoveanu. Los comunistas han
publicado su libro “La Vida de los Santos”, bajo el título “Leyendas de
los Santos”, pero aún bajo este título, las vidas ejemplares de los santos son inspiradoras.
No pueden excluir las reproducciones de los cuadros de Rafael, Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci, que aparecen en la Historia del Arte.
Estos cuadros hablan de Cristo.
Cuando hablo sobre Cristo con un comunista, sus más profundas necesidades espirituales son mis aliadas. Su más grande dificultad no es
el no poder refutar mis argumentos, sino el no poder acallar la voz de
su propia conciencia, que esta de mi parte.
¡He conocido personalmente a profesores del marxismo quienes, antes de dar una conferencia atea, oraban a Dios para que El los ayudara
en eso! He sabido de comunistas que caminaban muchas millas para
asistir a una reunión secreta. Si eran descubiertos negaban haber
asistido a ella. Luego lloraban arrepentidos, por no haber tenido valor
para defender la fe que los había impulsado a asistir a esa reunión.
¡Son hombres, después de todo!
Una vez que el individuo ha llegado a la fe, aunque sea muy primitiva,
la misma crece y se desarrolla. Estamos seguros que al fin la fe triunfara, porque la Iglesia Subterránea ha conocido este triunfo una y otra
vez.
Cristo ama a los comunistas. Pueden y deben ser ganados para Cristo.
Solamente pueden ser ganados por la Iglesia Subterránea que está
detrás de la Cortina de Hierro.
Aquellos seres que deseen satisfacer el ansia del corazón de Jesús, de
salvar las almas de toda la humanidad, deben ayudar a la Iglesia Subterránea a proseguir su labor. Jesús dijo: “Enseñad a todas las naciones”. Jamás hablo de detenerse frente a la Cortina de Hierro. La fe de
Dios y la Gran Comisión nos obliga a pasar más allá de esa cortina y
llegar a esos hombres – que representan la tercera parte de la humanidad – que viven esclavizados por el comunismo.
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Podemos llegar a ellos, colaborando estrechamente con la Iglesia Subterránea que ya está allí.
Tres grupos compones la Iglesia Subterránea
Primero: los pastores y ministros
remplazados por los comunistas
Tres son los grupos que componen la Iglesia Subterránea en los países comunistas. El primero lo forman miles y miles de ex – pastores y
ministros que han sido sacados de sus iglesias y arrancados de sus
rebaños, por negarse a tergiversar el Evangelio. Muchos de ellos han
vivido años de prisión y torturas por causa de su fe… Puestos en libertad, han vuelto a reasumir sus ministerios, trabajando secreta y clandestinamente en la Iglesia Subterránea. Aun cuando los comunistas
hayan clausurado sus iglesias, o los hayan remplazado por otros pastores “más dignos de confianza”, continúan su ministerio más efectivamente en reuniones subterráneas, en graneros, desvanes, sótanos,
pastizales de noche, o en cualquier otra parte. Estos hombres son
mártires vivientes, que no cesaran en su ministerio, a pesar del riesgo
de nuevos encarcelamientos y mayores torturas.
Segundo: la iglesia laica
Este segundo grupo lo forman un vasto ejército de hombres y mujeres
laicos. Debe entenderse que no existen cristianos nominales, poco
entusiastas, y poco decididos en Rusia y China. El precio que los cristianos pagan es demasiado alto. Debe recordarse también que las
persecuciones siempre han producido mejores cristianos, los cuales
dan testimonio de su fe y atraen y ganan almas. La persecución hecha
por los comunistas ha tenido un resultado muy distinto al esperado,
ya que ha creado cristianos sinceros, decididos, luchadores, de los
cuales no se ven muchos en las naciones libres. Ellos no pueden comprender como se puede ser cristiano y no anhelar luchar por conquistar a las almas que los rodean.
La Estrella Roja (órgano del Ejército ruso) ataco a los cristianos rusos,
expresando: “A los adoradores de Cristo les agrada asir a todos con
sus ambiciosas garras” Pero sus inmaculadas vidas cristianas le ganan
el respeto y el afecto de sus vecinos y coterráneos. En cualquier pue-
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blo y ciudad, los cristianos son los más queridos y apreciados residentes. Cuando una mujer está demasiado enferma para cuidar a sus hijos, es una madre cristiana la que viene a ayudarle con ellos. Cuando
un hombre está demasiado enfermo para salir a cortar leña, es un
cristiano el que viene a hacerlo. “Viven” su cristianismo y cuando testifican por Cristo, la gente escucha y cree, porque han visto a Cristo en
sus vidas.
Dado que solo un ministro autorizado puede predicar en las iglesias,
millones de cristianos dedicados y fervorosos, en cada rincón del
mundo comunista predican, testifican y ganan nuevas almas en los
mercados, las plazas y cualquier lugar en donde van. Los diarios comunistas conocen el hecho que los carniceros cristianos deslizan copia de los evangelios en los paquetes con carne que entregan a sus
clientes. La prensa comunista reconoce que algunos cristianos que
ocupan puestos de responsabilidad en imprentas y diarios, se introducen de noche en los talleres para imprimir a escondidas algunos
miles de copias de literatura cristiana, saliendo antes del amanecer
sin ser vistos. La prensa comunista también reconoce que los niños
cristianos en Moscú han recibido, de “alguna fuente”, Evangelios que
copian a mano, para colocarlos después en los bolsillos de los abrigos
que sus profesores han dejado colgados en los percheros. Este vasto
ejercito de laicos es ya una fuerza misionera poderosa, efectiva y ganadora de almas en cada país comunista.
Ex misioneros en Cuba comunista han declarado que se ha formado
en ese país una “iglesia laica” que ha tomado el lugar de los auténticos
ministros y pastores que fueron perseguidos, encarcelados y remplazados por “ministros” comunistas.
Estos millones de fervientes, sinceros y dedicados creyentes de la
iglesia laica, han sido purificados por el fuego de las persecuciones
con que los comunistas creyeron aniquilarlos.
Tercero: pastores y ministros oficiales, que se
niegan a ser controlados y silenciados
El tercer grupo, parte vital de la Iglesia Subterránea, es el gran número de pastores fieles de las “Iglesias oficiales” controladas y amordazadas. La Iglesia Subterránea no está completamente separada de la
Iglesia oficial. Muchos países comunistas como Yugoslavia, Polonia y
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Hungría, tienen pastores de la iglesia oficial que trabajan secretamente en la Iglesia Subterránea. En algunos países existe una interrelación entre ambas. A estos pastores se les prohíbe hablar de Cristo
fuera de los pequeños recintos que son sus iglesias. No se les permite
reuniones juveniles o infantiles. Los no creyentes temen asistir a ellas.
A los pastores les está prohibido acudir a la casa de algún miembro
enfermo, para consolarlo y orar con él. Están encerrados en un círculo
tal de reglamentos y ordenanzas, decretadas por los comunistas, que
sus “iglesias” han perdido todo sentido. A menudo estos pastores, enfrentados a ese círculo de controles que convierten en una farsa grotesca la llamada “libertad religiosa”, y haciendo gala de un tremendo
valor, arriesgan su libertad, ejerciendo un ministerio secreto a los niños y la juventud, en hogares cristianos y sótanos. Secretamente reciben y distribuyen literatura cristiana a las almas hambrientas. Arriesgan su libertad al desatender las limitaciones oficiales que se les imponen, ministrando entre las almas hambrientas que los rodean. Aparentemente dóciles y obedientes, arriesgan todo en su afán de cumplir con su ministerio, que es esparcir la Palabra de Dios. Varios hombres como estos fueron descubiertos en Rusia recientemente y condenados a largos años de cárcel.
Ellos son las partes vitales de la Iglesia Subterránea. Ex – pastores –
descubiertos y perseguidos por los comunistas; la iglesia laica; pastores oficiales, que además continúan con un ministerio clandestino
mucho más eficaz y de un alcance mucho más amplio que el autorizado – todos estos están trabajando en la Iglesia Subterránea, la que
existirá hasta que el comunismo sea derrotado.
En algunas regiones, uno de los grupos es más activo que los otros
dos, pero todos están presentes, trabajando por Cristo, con grave
riesgo de ser descubiertos.
Un hombre que viaja constantemente por los países comunistas y que
se interesa profundamente por los asuntos religiosos, al volver de su
último viaje declaro que jamás durante ellos había conocido ninguna
Iglesia Subterránea.
Es como viajar por África Central, en medio de tribus salvajes y expresar al regreso: “He investigado concienzudamente; les he preguntado si hablan en prosa y me han respondido que no.” La verdad es
que todos hablan en prosa, sin saberlo.
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Los cristianos de los primeros tiempos no sabían que eran cristianos.
Si se les hubiese interrogado acerca de religión, habrían respondido
que eran judíos, israelitas, que creían en Jesús como el Mesías, hermanos, santos, hijos de Dios. El nombre de “cristianos” se les aplicó
por primera vez, mucho más tarde en Antioquia.
Ninguno de los partidarios de Lutero sabía que eran luteranos; Lutero
mismo protesto enérgicamente de ese nombre.
“Iglesia Subterránea” es el nombre dado por los comunistas y por los
investigadores y observadores occidentales de la situación religiosa
en aquellos países, a una organización secreta que se formó espontáneamente en todo el mundo dominado por el comunismo. Sus miembros no se refieren a ella por ese nombre. Se llaman a sí mismos cristianos, creyentes, hijos de Dios. Pero, dirigen un trabajo clandestino,
se reúnen secretamente, predican el Evangelio en reuniones secretas
a las que muchas veces asisten precisamente los extranjeros que sostienen no haber conocido la Iglesia Subterránea. Es un nombre muy
apropiado, acuñado por sus adversarios y por aquellos que, desde el
extranjero, observan con asombro, admiración y afecto a esa maravillosa organización secreta.
Usted puede viajar durante años por el occidente, sin jamás llegar a
conocer una red de espionaje soviético; lo que no significa que no
exista. Lo que sucede es que esa organización no es tan entupida como para mostrarse ante los ojos del curioso.
En el siguiente capítulo cito extractos de la prensa soviética que
prueba la existencia y creciente importancia de esta valerosa Iglesia
Subterránea.
96
6
COMO EL CRISTIANISMO ESTA
DERROTANDO AL COMUNISMO
a he relatado nuestras propias experiencias en lo relativo a
diseminar secretamente el mensaje de Cristo en el ejército
ruso, como asimismo en la Rumania Comunista. He apelado a
Uds. para ayudar a predicar a Cristo a los comunistas y a los
pueblos oprimidos por ellos.
¿Es mi desafío “visionario” e “irrealizable?
¿Es práctico?
¿Existe la Iglesia Subterránea ahora en Rusia y otros países? ¿Es todavía factible tal labor subterránea en esas regiones?
A estos interrogantes podemos responder con muy buenas noticias.
En estos momentos el comunismo celebra medio siglo de poderío.
Pero su victoria es, al mismo tiempo, su derrota. El cristianismo es
quien ha ganado, no el comunismo. La prensa llena de informaciones
sobre la Iglesia Subterránea. Esta Iglesia ha obtenido tal fuerza que,
por primera vez, está trabajando casi públicamente, lo que no deja de
alarmar a los comunistas. Estas noticias son confirmadas por informes que poseemos y que nos han sido proporcionados por otras fuentes.
Recuerde que la Iglesia Subterránea es igual que un témpano. Gran
parte de su masa está bajo el agua, pero un pequeña porción esta visible.
Y
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En las páginas siguientes doy un corto resumen de las noticias más
importantes.
La cima del témpano
El 7 de noviembre de 1966, en Suhumi (Caucazo), la Iglesia Subterránea celebro una grandiosa manifestación al aire libre. Muchos creyentes vinieron de otras ciudades para asistir a esa reunión. Después del
llamado al Altar, cuarenta y siete jóvenes aceptaron a Cristo y fueron
bautizados en el mismo lugar – en el Mar Negro. Tal como en los
tiempos bíblicos.
No hubo un periodo de instrucción previa. Después de cincuenta años
de dictadura comunista, en que no ha sido posible adquirir Biblias u
otros libros cristianos, y debido a la carencia de seminarios, los ministros de la Iglesia Subterránea no tienen educación teológica; pero
tampoco la tenía Felipe, el diacono, cuando el eunuco, con quien había
hablado durante menos de una hora, le pregunto: “Vea, aquí hay agua,
¿Qué impide que yo sea bautizado?” De inmediato fueron al agua y el
convertido fue bautizado (Hechos 8:36-38).
En el Mar Negro hay suficiente agua, y la Iglesia Subterránea ha empezado otra vez con las prácticas de los tiempos bíblicos.
Uchitelskaia Gazeta (Revista de los Profesores), del 23 de agosto de
1966, informó que en Rostovon-Don, algunos bautistas, que se negaron a inscribir a sus miembros de acuerdo con la ley y obedecer a los
supuestos “dirigentes” nombrados por los comunistas, organizaron
un desfile callejero.
Fue un primero de Mayo. Así como Jesús hizo Sus milagros en día sábado, desafiando a los fariseos opositores, la Iglesia Subterránea también elige los días de celebración comunista para desafiar las leyes
comunistas.
El primero de Mayo es día de fiesta para los comunistas; es día de organizar grandes demostraciones, con asistencia obligatoria. Pero esta
vez, la segunda fuerza de Rusia – La Iglesia Subterránea – también
hizo su aparición ese día en las calles.
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Llegaron mil quinientos creyentes. Los guiaba solamente el amor a
Dios. Sabían que arriesgaban su libertad. También sabían que en la
prisión les aguardaban las privaciones, hambre y torturas.
Todo creyente ruso conoce “El Manifiesto Secreto”, impreso por los
evangélicos cristianos de Barnaul, en el cual se describe como la hermana Hmra, de la aldea de Kulunga, recibió las noticias que su marido
había muerto en prisión. Cuando recibió el cuerpo de su marido, pudo
notar las huellas de las esposas en sus muñecas. Las manos, dedos y la
planta de los pies estaban horriblemente quemados. La parte baja del
estómago tenia marcas de cuchillos. El pie derecho estaba hinchado.
En ambos pies había señales de golpes. El cuerpo entero estaba cubierto de llagas, producidas por los horribles golpes.
Cada creyente que había venido a la demostración pública en Rostovon-Don sabía que ese también podía ser su destino. A pesar de todo
vinieron.
También sabían que este mártir, quien había dado su vida a Dios, solo
tres meses después de su conversión, fue sepultado ante una gran
multitud de creyentes que portaban letreros con el siguiente texto:
“¡Para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia”!
“¡No temáis a los que matan el cuerpo mas no pueden matar al alma!”
“Vi debajo del altar las almas de los que habían muerto por la palabra
de Dios”
El ejemplo de ese mártir inspiro a los concurrentes en Rostovon-Don.
Una verdadera multitud se juntó frente a una pequeña casita. Estaban
por todas partes, algunos en los terrados vecinos; otros, encaramados
en los árboles como Zaqueo en la antigüedad. Ochenta se convirtieron, en su mayoría jóvenes. De estos veintitrés eran ex – komsomols
(miembros de la Organización de Juventudes Comunistas).
Los creyentes cruzaron la ciudad, hasta las riberas del río Don, donde
se efectuaron los bautismos.
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Los automóviles de la policía llegaron hasta ese lugar, rodeando a los
creyentes. Sus intenciones eran detener a los hermanos responsables
(ya que les era imposible arrestar a los mil quinientos presentes).
Todos los allí reunidos cayeron entonces de rodillas, rogando a Dios
que defendiera a sus hijos, permitiéndoles finalizar el servicio de ese
día.
En seguida, los hermanos se juntaron hombro con hombro y rodearon
a los que presidían, con la esperanza de impedir que la policía los detuviera. Como puede comprenderse, la situación era muy tensa.
La revista Uchitelskaia Gazeta, informa que la “Ilegal” organización
bautista en Rostov-Don tiene una imprenta clandestina (en Rusia, el
término “bautista” incluye a los Evangélicos y Pentecostales), donde
se imprimen folletos y volantes en los que se exhorta a la Juventud a
mantenerse firmes en la fe. Uno de esos folletos pedía a los padres
cristianos que hicieran algo que considero muy oportuno “lleven a
sus hijos a los funerales para que aprendan a temer lo transitorio.”
También se les pedía que dieran a sus hijos una educación cristiana,
como antídoto al ateísmo con que se envenena a sus espíritus en las
escuelas comunistas.
Termina la revista preguntando: “¿Por qué son tan tímidos los profesores, en su obligación de inmiscuirse en la vida de esas familias cuyos hijos son idiotizados por la religión?
Esta “Revista de los Profesores” también relata lo sucedido durante el
juicio seguido contra uno de los miembros de la iglesia, que bautizaron secretamente a los convertidos. “Los jóvenes creyentes citados
como testigos, se portaron en forma prepotente y desafiante en la
corte comunista. Su comportamiento fue fanáticamente violento. Las
jóvenes que asistían al juicio observaban llenas de admiración a los
acusados, a la par que mostraban su desprecio por el público ateo
presente”.
Los miembros de la Iglesia Subterránea han arriesgado prisión y golpes para exigir mayor libertad religiosa frente al cuartel general del
Partido Comunista en Rusia.
100
Tenemos en nuestro poder un documento secreto emanado del Comité “Ilegal” de las Iglesias Evangélicas Bautistas de la Unión Soviética
que contradice y rechaza lo expresado en “Vida Soviética Hoy, (Nro. 6,
1963), por la “Unión Bautista”, organismo controlado por los comunistas y dirigido por el traidor Karen, en el cual se alaba la “humanidad” de los asesinos en masa de cristianos y se desfigura y agranda la
mal llamada “Libertad Religiosa” en ese país. Este documento ha sido
enviado de contrabando a occidente, por medio de canales secretos.
En este documento se da cuenta de otra heroica demostración pública, efectuada esta vez en Moscú mismo.
Traduzco el Manifiesto:
Comunicado urgente
“Amados hermanos y hermanas. Sea con ustedes las bendiciones y la
paz de Dios nuestro Señor Jesucristo.”
“Deseamos informarles que quinientos delegados de las iglesias cristianas bautistas, que viajaron a Moscú el 16 de mayo de 1966 con el
objeto de intervenir ante los organismos centrales del poder, se dirigieron a la Casa del Comité Central del Partido Comunista de la Unión
Soviética Socialista, pidiendo ser recibidos y escuchados.”
“Entregamos una petición que iba dirigida al Secretario General,
Brezhnev.”
Se dice que también en el Manifiesto, que estos quinientos representantes permanecieron todo el día ante el edificio. Era la primera demostración anti-comunista llevada a cabo en Moscú, y fue hecha por
la delegación de la Iglesia Subterránea. Al atardecer presentaron una
segunda petición a Brezhnev en la cual se quejaban de que un cierto
“camarada” Stroganov rehusó transmitir la petición a Brezhnev y los
amenazo.
Los quinientos delegados permanecieron en la calle toda la noche. A
cada rato pasaban automóviles, con el fin de salpicarlos de barro y
lodo y para insultarlos. A pesar de la lluvia y los insultos, permanecieron en su lugar frente al edificio del partido comunista hasta el amanecer.
101
Al día siguiente, los quinientos delegados fueron invitados a entrar al
edificio, para entrevistarse con algunas autoridades comunistas de
menor jerarquía, pero, “sabiendo que otros creyentes que habían sido
invitados por las autoridades a entrar en algún edificio, a menudo
eran golpeados si no había testigos presentes, la delegación rechazo
de plano la invitación y continuaron aguardando hasta ser recibidos
por Brezhnev.”
Entonces sucedió lo inevitable.
A las 13.45 llegaron veintiocho autobuses llenos de policías que iniciaron una brutal represión contra los creyentes. “Formamos un
circulo tomados de las manos, y empezamos a cantar el himno: “los
mejores días de nuestras vidas son los días en los que podemos cargar la cruz.” Los hombres de la policía secreta empezaron a golpear a
viejos y jóvenes, sin piedad. Sacaban a los hombres de la fila y los golpeaban en la cara y la cabeza y luego los tiraban en la calzada. A algunos hermanos los arrastraron por los cabellos para meterlos en los
autobuses. Si alguno trataba de escaparse era golpeado hasta quedar
sin sentido. Después que los vehículos estuvieran repletos de cristianos, se dirigieron a un lugar desconocido. Los cantos de nuestros
hermanos y hermanas se escuchaban desde los autobuses. Todo esto
sucedió ante la vista de una multitud de personas.”
Ahora continúa algo más hermoso. Después que los quinientos fueron
arrestados y seguramente torturados, el hermano G. Vins y otro dirigente, el hermano Hover (los reales pastores del rebaño de Cristo),
todavía tuvieron el valor de llegar hasta el Comité Central del Partido
Comunista – tal como después del arresto de Juan el Bautista, Jesús
empezó su predicación publica en el mismo lugar y con las mismas
palabras por las cuales Juan el Bautista fue arrestado: “Arrepentíos,
porque el reino de los cielos está cerca” (Mateo 4.17)
Vins y Hover solicitaron saber dónde se encontraba la delegación que
había sido arrestada, y demandaron se les pusiera en libertad. Estos
dos valientes cristianos desaparecieron del mundo. Después supimos
que habían sido llevados a la cárcel Lefortovskia.
¿Estaban atemorizados estos cristianos de la Iglesia Subterránea?
¡No!, inmediatamente, y arriesgando su libertad, otros hermanos se
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pusieron en campaña para publicar este manifiesto que tenemos frente a nosotros, que cuenta la historia de lo que sucedió, expresando,
que “porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no solo que
creáis en El, sino que también padezcáis por El” (Fil. 1:29). Exhortan a
los hermanos “a fin de que nadie se inquiete por estas tribulaciones;
porque vosotros mismos sabéis que para esto estamos puestos” (1ª.
Tes. 3:3) También citan Hebreos 12.2 piden a los creyentes “que
pongan los ojos en Jesús, el autor y consumador de la (en lugar de le)
fe, el cual, por el gozo puesto delante de Él, sufrió la cruz menospreciando el oprobio.”
La Iglesia Subterránea ha combatido abiertamente el envenenamiento ateo de la juventud en Rostov, Moscú y en toda Rusia. Están combatiendo contra el veneno comunista y contra los dirigentes traidores
de la Iglesia Oficial, de quienes dicen en uno de sus manifiestos secretos: “En nuestros días Satanás dicta y la “iglesia” acepta todas las decisiones que son contrarias a los mandamientos de Dios.” (Citado en
Pravda Ukaini, 4 de octubre de 1966).
Pravda Vostoka dio publicidad al juicio seguido contra los hermanos
Alexei Neverov, Boris Garmashov y Axen Zubov, que organizaron
grupos para escuchar el Evangelio transmitido desde una emisora
norteamericana. Captaban estos mensajes en cintas magnetofónicas
que luego circulaban entre los fieles. También fueron acusados de organizar reuniones secretas de evangelización, bajo la forma de “excursiones” y “círculos artísticos”. Así trabaja la Iglesia Subterránea, tal
como trabajaba la Iglesia Primitiva en las catacumbas de Roma.
Sovietskaia Moldavia, 15 de septiembre de 1966, se queja también de
que la Iglesia Subterránea imprime folletos en mimeógrafo, para ser
destruidos. Se congregan en los lugares públicos – aunque la ley los
prohíbe – y salen a dar testimonio de Cristo.
Este mismo diario dice que en un tren que iba de Reni a Chisinau, tres
jóvenes y cuatro niños cantaron un himno cristiano llamado “Dediquemos nuestra Juventud a Cristo”. El reportero dijo estar asqueado
de estos creyentes que predican “en las calles, en las estaciones, en
trenes, autobuses incluso en edificios públicos.” Esto es otra demostración de cómo la Iglesia Subterránea trabaja hoy en Rusia.
103
Cuando en el juicio de estos cristianos se anunció la sentencia por el
crimen de cantar himnos cristianos, ellos cayeron de rodillas, diciendo: “Nos entregamos en las manos de Dios. Te agradecemos, Señor,
que Tu nos hayas permitido sufrir por esta fe.” Luego el público, guiado por el “fanático” hermano Madan, comenzó a cantar en la sala del
Tribunal el himno por el cual sus hermanos acababan de ser sentenciados a prisión y torturas.
¡El primero de mayo, los cristianos de Copceag y Zaharovka, aldeas
que carecen de iglesias, organizaron en forma secreta un servicio en
el bosque!
También organizaron reuniones disimuladas como “fiestas de cumpleaños” (muchas familias cristianas compuestas por cuatro o cinco
miembros, celebran hasta treinta y cinco cumpleaños por año para
encubrir reuniones secretas).
Ni la prisión ni la tortura pueden amedrentar a los miembros de la
Iglesia Subterránea. Tal como sucedió con los primeros cristianos, la
persecución solo aumento su dedicación.
Pravda Ukraini, del 4 de octubre de 1966, dijo del hermano Prokefiev
– uno de los dirigentes de la Iglesia Subterránea rusa – que ya ha
cumplido tres sentencias de cárcel y que, apenas recobra la libertad,
comienza a organizar nuevas escuelas dominicales secretas. Ahora ha
sido arrestado de nuevo.
El escribió en un manifiesto secreto: “Al someterse a las ordenanzas
humanas (se refiere a las leyes comunistas), la iglesia oficial ha perdido la bendición de Dios.”
Cuando escuchen hablar de un hermano condenado a pena de cárcel,
no piensen que en las prisiones rusas se vive igual que en las prisiones occidentales. Estar preso en ellas significa hambre, torturas, y lavado de cerebro.
Nauka i Reeligía (Ciencia y Religión), No. 9, de 1966, advierte que los
cristianos imprimen literatura evangélica en el interior de las tapas
de Ogoniok – revista parecida a Look o Time. Además reparten libros
en cuya portada se puede ver Ana Karenina, novela de León Tolstoi, y
dentro de ella hay ¡una porción de la Biblia!
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También, para sus himnos usan la melodía de “La internacional”, pero sus versos alaban ¡a Cristo! (Kasakstanskaia Pravda, 30 de junio de
1966).
En una carta secreta publicada en Kulumda (Liberia), los cristianos
dicen que los dirigentes oficiales de los “bautistas”, “han destruido la
iglesia y sus verdaderos servidores en el mundo, de la misma manera
que los sumos sacerdotes, escribas y fariseos entregaron a Jesús a Pilatos.” Sin embargo, ¡La fiel Iglesia Subterránea sigue adelante!
¡La novia de Cristo continúa sirviéndole! Los mismos comunistas admiten que tengo razón cuando sostengo que la Iglesia Subterránea
atrae comunistas a Cristo. ¡Pueden ser ganados!
Bakinskii Rabochi. (El obrero de Baku), 27 de abril de 1966, reprodujo una carta de Tania Ciugunova (miembro de la Liga Juvenil Comunista) que fue ganado para Cristo. La carta fue confiscada por las autoridades comunistas:
“Querida tía Nadia, te envío las bendiciones de nuestro amado Señor.
Tía Nadia, ¡Cuánto me ama! No somos nada delante de él. Tía Nadia,
creo que tu entiendes estas palabras: “Amad a vuestros enemigos,
bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y
orad por los que os ultrajan y os persiguen.”
La confiscación de esta carta significó el arresto del hermano Meter
Serebrennikov, quien fue el instrumento de la conversión de Tania y
otros jóvenes comunistas. El periódico comunista cita de una de sus
sermones: “Nosotros debemos creer en nuestro Salvador, como los
primeros cristianos lo hicieron. Para nosotros, la ley principal es la
Biblia. No reconocemos otra cosa. Debemos apurarnos para salvar a
los hombres del pecado, especialmente a la juventud.” Cuando se le
informo que la ley soviética prohíbe hablar de Cristo a la juventud,
respondió: “Para nosotros solamente la Biblia es la ley” - , respuesta
muy normal donde una cruel dictadura atea gobierna el país.
Luego, el diario comunita describe un “cuadro salvaje”: “Los jóvenes y
las niñas cantan himnos espirituales. Reciben el bautismo ritual y
cumplen con las peligrosas y traidoras enseñanzas de amar a nuestros enemigos”
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Bakinskii Radochi dice que muchos jóvenes y señoritas que pasan por
miembros de la Liga de Jóvenes Comunistas, son en realidad, ¡cristianos! Concluye el articulo con las siguientes palabras: “Que poco poder
tendrá la escuela comunista, que aburrida y falta de luz… si delante de
las propias narices de los indiferentes educadores, los pastores conquistan a sus discípulos.”
Kazakstanskaia Pravda, 30 de junio de 1966, se horrorizo al descubrir
que el mejor alumno, que tenía las más altas notas y calificaciones,
¡era un muchacho cristiano!
Kirgiskaia Pravda, 17 de enero de 1966, cita un párrafo de un panfleto
cristiano, dirigido a las madres cristianas: “Unamos nuestros esfuerzos y oraciones para poder dedicar a Dios la vida de nuestros hijos,
desde la cuna misma. ¡Salvemos a nuestros hijos de la influencia
mundana!” Estos esfuerzos se han visto coronados por el éxito. Los
mismos diarios comunistas lo testifican. El cristianismo avanza y progresa entre la juventud.
Un diario de Cheliabinsk, Rusia, describe como una señorita de la Liga
de Jóvenes Comunistas, llamada Nina, se hizo cristiana al asistir a una
reunión secreta.
Sovietskaia Justicia, Nro. 9, 1966, describe una reunión semejante: “Se
reúnen a medianoche. Escondidos, temerosos, desconfiando aun de
sus propias sombras, acudía la gente de todas partes. Los hermanos
reunidos llegaron a una pieza oscura, de techo bajo. Había tantos que
no era posible arrodillarse. Debido a la falta de aire se apagó la llama
de la antigua lámpara de gas. El sudor corría por todos los rostros.
Uno de los hermanos vigilaba en la calle, por si llagaba la policía.” Sin
embargo, Nina dijo que en una reunión igual, había sido recibida con
abrazos ternura y atenciones. “Ellos tienen, como yo tengo ahora, una
fe grande e iluminadora – una fe en Dios – Él nos protege. ¡No importa
que los komsomols que me conocen, pasen cerca de mí, en la calle, sin
querer reconocerme! ¡No importa que me desprecien y que me lancen
a la cara, cual bofetada, el término “bautista”! ¡Que lo hagan, no los
necesito!
Así también, otros jóvenes comunistas, como ella, han tomado la decisión de servir a Cristo hasta el fin.
106
Kazakstanskaia Pravda, del 18 de agosto de 1967, describe el juicio de
los hermanos Klassen, Brondar y Teleghin. No se nos dice cuál fue la
sentencia que se les dio, pero si cual había sido su “crimen”. Habían
enseñado a niños acerca de Cristo.
Sovietskaia Kirghzia del 15 de junio de 1967, se queja de que los cristianos “provocan la aplicación de medidas administrativas contra
ellos.” Así las inocentes autoridades comunistas, siendo continuamente provocadas por estos obstinados cristianos a arrestarlos, acaban
por hacerlo con otro grupo de ellos. Su “crimen” fue tener una imprenta ilegal y seis aparatos para encuadernar libros, con los cuales
imprimían literatura cristiana.
Pravda, del 21 de febrero de 1968 – informa que miles de mujeres y
muchachas fueron descubiertas usando cintas y cinturones sobre los
cuales había impresos versículos bíblicos y oraciones. Las autoridades investigaron y descubrieron que la persona responsable de lanzar
esta nueva moda (que yo recomendaría también en el occidente) era
nada menos que un miembro cristiano de la policía comunista, el
hermano Stasiuk de Liubertz. El periódico luego anuncia su arresto.
Las respuestas que dan los cristianos de la Iglesia Subterránea, cuando deben prestar declaraciones en las cortes comunistas, son de clara
inspiración divina. Un juez pregunto: “¿Por qué Ud. intentaba atraer
gente a su secta, que está prohibida?” Una hermana cristiana respondió: "Nuestra meta es ganar al mundo entero para Cristo”.
“Su religión es anti – científica…”, increpo el juez, en otra prueba, a
una señorita acusada – una estudiante -, a lo que ella respondió: “¿Sabe Ud. mas sobre ciencia que Einstein y Newton? Ellos eran creyentes.
Nuestro universo lleva el nombre de Einstein. En el colegio me han
enseñado que se llama universo Einsteniano. Einstein escribe: “Si pudiera purificar al judaísmo de los profetas y enseñar el cristianismo
como lo enseño Jesús, de lo que siguió después, especialmente el clericalismo, tendríamos una religión que salvaría al mundo de toda
perversidad social. Es sagrado deber de todo hombre predicar esta
religión hasta lograr el triunfo.” Y recuerde Ud., por otra parte, a nuestro gran filósofo Pavlov… ¿no dicen nuestros propios libros que él era
cristiano? Aun Marx, en el prefacio de su libro “El capital”, dijo: “El
cristianismo, especialmente, el protestantismo, es la religión ideal
para reformar los caracteres que han sido destruidos por el pecado”.
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Mi carácter fue destruido por el pecado. Marx me enseñó a convertirme en cristiana, para recobrarlo. ¿Cómo pueden ustedes, los marxistas, juzgarme por esto?
Es fácil comprender por qué el Juez no supo que contestar.
A esta misma acusación de tener una religión anti – científica, otro
cristiano contesto a sus jueces: “Estoy seguro que usted no es tan
gran científico que pueda compararse a Simpson, descubridor del cloroformo y muchas otras medicinas. El, cuando se le pregunto cuál era
su mayor descubrimiento, contesto: “No el cloroformo. Mi mayor descubrimiento fue reconocer que soy pecador y que podía ser salvo por
la gracia de Dios.”
La vida, el sacrificio personal y la sangre que están dispuestos a derramar por su fe es el mejor argumento que puede presentar la Iglesia
Subterránea para defender su fe. Forma lo que el renombrado misionero en África, Alberto Schweizer, llamo “la sagrada cofradía de los
que llevan el estigma del dolor.” Cofradía a la pertenencia a Jesús, Varón de dolores. La Iglesia Subterránea está unida a su Salvador por un
lazo de amor, y ese mismo lazo une a los miembros de la iglesia. No
hay fuerza en el mundo que pueda derrotarlos.
En una carta, que fue enviada de contrabando, la Iglesia Subterránea
sostiene: “No oramos para poder ser mejores cristianos, sino para ser la
única clase de cristianos validos ante Dios; cristianos igual a Cristo, esto
es, cristianos capaces de cargar la cruz, por la gloria de Dios.”
Con la sapiencia de las serpientes, de acuerdo a las enseñanzas de Jesús, los cristianos se niegan a dar los nombres de sus dirigentes,
cuando se les interroga al respecto.
Pravada Vostoka (la Verdad del Este), 15 de enero de 1966, nos cuenta como la acusada María Sevciuk, al serle preguntado quien la había
convertido, contesto: “Dios me atrajo hacia su congregación.” A otra
pregunta, “¿Quién es su dirigente?”, contesto: “No tenemos ningún
dirigente humano.”
Se le pregunto a un grupo de niños. “¿Quién les enseño a que renuncien a los Pioneros y se sacaran la corbata roja?” Respondieron: “Lo
hemos hecho por nuestra propia voluntad; nadie nos ha enseñado.”
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Aunque en algunos lugares es posible ver la “Cima” del témpano, en
otros lugares, los cristianos practican el auto bautismo, para evitar el
encarcelamiento de sus dirigentes. En algunas partes se bautiza en los
ríos. Tanto el bautizado como el bautizado llevan mascaras en sus
rostros, para evitar ser fotografiados.
Uchitelskaia Gazeta, del 30 de enero de 1964, describe una conferencia atea, en la aldea de Veronin, del distrito Volnecino-Korkii. Tan
pronto termino de hablar el conferencista, “los creyentes rebatieron
sus enseñanzas, con palabras y preguntas capciosas”, a las que el
hombre no supo responder. Les preguntaron: “¿De dónde sacan, ustedes los comunistas, los principios morales de que tanto hacen alarde – pero que no practican, tales como “no robar y no matar”? A renglón seguido le demostraron que tales enseñanzas se encuentran en
la Biblia, tan despreciada por los comunistas. El conferencista se turbo, y la reunión termino con una clara victoria para los cristianos.
Crece la persecución hacia la iglesia subterránea
Los cristianos de la Iglesia Subterránea hoy sufren más que nunca. En
la Rusia de hoy se persigue a todas las religiones. Para los cristianos
es muy doloroso saber de las opresiones a que se someten en los países comunistas a los judíos. No obstante, el objetivo principal del ataque es la Iglesia Subterránea. La prensa Soviética habla de una ola de
arrestos en masa, con los consiguientes juicios y sentencias condenatorias. En cierto lugar, ochenta y dos cristianos fueron internados en
un manicomio. Veinticuatro de ellos murieron a los pocos días, por
“exceso de oraciones” ¿Desde cuándo las oraciones matan? Pueden
Uds. imaginarse los padecimientos que debieron soportar?
El peor sufrimiento al que se les somete es que si se les sorprende
enseñando a sus hijos sobre Cristo, estos le son quitados para toda la
vida, y no tienen, siquiera, el derecho de visitarlos.
La Unión Soviética firmo la Declaración de las Naciones Unidas contra
“la discriminación en materia de educación”, que estipula: “los padres
deben tener el derecho de asegurar la educación moral y religiosa de
sus hijos de acuerdo a sus propias convicciones.” El traidor Karen,
dirigente de la Unión Bautista Oficial en la Unión Soviética, hablando
de lo antedicho, aseguro que en Rusia esto es una realidad… ¡y los ingenuos lo creen! – Ahora, escuchen lo que dice la Prensa Soviética.
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Sowjetskaia Russia, del 4 de junio de 1963, relata el caso de la bautista Markrinkowa, a quien le quitaron sus seis hijos porque les enseño
la fe cristiana y les prohibió usar la corbata roja de los Pioneros.
Cuando escucho la sentencia, dijo solamente: “Sufro por la fe.”
Es su obligación pagar por el mantenimiento de los niños que le fueron quitados. Ahora son paulatinamente envenenados con la doctrina
atea. ¡Madres cristianas, imaginen su agonía!
Uchitelskaia Gazeta nos cuenta que lo mismo le sucedió a Ignatti Mullin y a su esposa. El juez le ordeno que abandonara su fe. Les dijo:
“Escojan entre Dios y su hija. ¿Escogen a Dios?” El padre respondió:
“No renunciare a mi fe.”
Pablo dice: “Todas las cosas obran para bien…” He visto a niños que
fueron criados como cristianos, arrebatados a sus padres y colocados
en escuelas comunistas. ¡En vez de convertirse en ateos, esos niños
enseñaban su fe a los demás! La Biblia dice que, quien ama a sus hijos
más que a Él, no es digno de Él. Estas palabras tienen gran significado
detrás de la Cortina de Hierro.
Traten de estar una semana sin ver a sus hijos, y entonces conocerán
los sufrimientos de nuestros hermanos en Rusia.
Sería injusto hablar solamente de la Iglesia Subterránea Protéstate.
Los cristianos ortodoxos en la Rusia de hoy están totalmente cambiados. Millones de ellos han estado en la cárcel. Allí no tenían rosarios,
crucifijos, imágenes, incienso ni velas. Los laicos no contaban, ni siquiera con un sacerdote ordenado. Los sacerdotes no tenían sotanas,
pan de trigo ni vino de consagrar. No poseían santos, oleos, ni libros
de oraciones preparadas para leer. Por todo esto, descubrieron como
prescindir de esos objetos dirigiéndose directamente a Dios por medio de la oración. Empezaron a orar y Dios les envío su Espíritu Santo.
Un auténtico despertar espiritual, muy parecido al cristianismo fundamental, está invadiendo a los ortodoxos en Rusia.
Sucede así en Rusia, al igual que en los países satélites. Hay una Iglesia Subterránea Ortodoxa, que en realidad es evangélica, fundamental
y que está muy cerca de Dios manteniendo solamente por la fuerza de
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la costumbre un poco del ritual ortodoxo. Esta Iglesia Ortodoxa Subterránea también ha dado grandes mártires. ¿Quién podría decir donde se encuentra ahora el anciano arzobispo Yermogen, de Kalgua?, El
osó protestar contra la pérfida colaboración entre el Patriarcado y el
gobierno comunista ateo.
¡Cincuenta años de gobierno comunista! Y la prensa rusa está llena de
comentarios sobre la Iglesia Subterránea y de sus triunfos. Pasa a través de indecibles injusticias, no obstante, permanece fiel… ¡y crece!
Nosotros los rumanos hemos sembrado la semilla con nuestro trabajo
subterráneo dentro del ejército ruso. Así también lo han hecho otros
dentro de la misma Rusia y en países invadidos por ellos. ¡La semilla
ha dado fruto!
¡El mundo comunista puede ser ganado para Cristo! Los comunistas
pueden convertirse en cristianos. También pueden convertir y liberar
a los que son oprimidos por ellos, si nosotros vamos en su ayuda.
La prueba de que estoy en lo cierto es el auge que ha tomado la Iglesia
Subterránea dentro de la Unión Soviética, en China y en casi todos los
países comunistas.
Para mostrar a ustedes el noble comportamiento de nuestros hermanos cristianos bajo circunstancias terribles, cito a continuación algunas cartas enviadas desde Rusia. Las últimas nos llegaron desde prisiones de aquel país.
Como Varia, una joven comunista, encuentra a Cristo,
testifica y llega a ser condenada a trabajos forzados
Las primeras tres cartas son de María, la joven cristiana que llevo a
Varia a Cristo.
Primera Carta:
“…sigo viviendo aquí.” Todos me quieren mucho. También soy amiga
de un miembro de la célula local del Komsomol (Liga Juvenil Comunista). Ella me dijo: “No comprendo la clase de persona que eres. Aquí
muchos te insultan y te dañan, pero todavía, tú los amas.” Le conteste
que Dios nos ha enseñado a amar a todos; no solo a los amigos, sino
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también a los enemigos. Tiempo atrás, esta joven me hizo mucho daño, pero ore por ella de manera especial. Cuando me pregunto si acaso también la amaba a ella, la abrace y las dos nos pusimos a llorar.
Ahora oramos juntas.
“Por favor, ora por ella. Su nombre es Varia”.
Cuando escuchas a aquellos que ruidosamente niegan a Dios, parece
que realmente lo creen. No obstante la vida muestra que muchos de
ellos, aunque blasfeman con sus labios, en sus corazones sienten una
angustia tan grande que puedes oír los lamentos de sus corazones…
Esos hombres buscan algo, y desean cubrir su vacío interior con su
impiedad.
Tú hermana en Cristo, María.
Segunda Carta:
“En mi carta anterior te escribí acerca de Varia, la joven atea. Ahora
me apresuro a contarte a ti y a mis amados, de nuestra gran alegría:
Varia recibió a Jesús como su salvador personal, testificando públicamente ante todos.”
“Cuando creyó en Cristo y supo de la dicha de la salvación, ella al
mismo tiempo sintió gran pena. Le dolía haber propagado que no había Dios. Ahora está dedicada a expiar su culpa.”
“Cuando fuimos junto con Varia a la reunión atea, aunque le advertí
del peligro de la indiscreción, fue inútil. Varia insistió en ir y yo la
acompañe, para tratar de evitar un incidente. Después que se cantó el
himno comunista (ella no participo del canto), avanzo hasta colocarse
delante de la asamblea. Con mucho valor y sentimiento testifico ante
todos los allí reunidos, declarando que Cristo era su Salvador, y al
mismo tiempo pidió perdón a sus camaradas por haber tenido cerrados sus ojos espirituales hasta ese momento, y no ver que ella misma
iba a la perdición y estaba conduciendo a otros a ese mismo destino.
Les pidió que renunciaran a sus vidas pecadoras y que acudieran a
Cristo.”
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“Todos permanecieron en silencio y nadie se atrevió a interrumpirla.
Al terminar de hablar, canto, con su maravillosa voz, el himno cristiano: “No me avergüenzo de proclamar al Cristo que murió por defender Sus mandamientos y el poder de Su cruz”.
“Después que termino el himno… fue arrestada.
“Hoy estamos a 9 de mayo, no sabemos nada de ella, pero si estamos
seguros que Dios puede salvarla. ¡Oremos!
“Tu María”
Tercera Carta
“Ayer, 2 de agosto, pude conversar en la prisión, con nuestra querida
Varia. Mi corazón sangra cuando pienso en ella. Es que es tan joven.
Tiene solamente diecinueve años. Así también, como creyente en el
Señor, es solo un bebe espiritual. Pero ama al Señor de todo corazón y
ha seguido el camino más difícil. La pobre niña esta hambrienta.
Cuando supimos que estaba en la cárcel, comenzamos a enviarle paquetes, pero solo recibía un poco de lo que le enviábamos.”
“Cuando la vi ayer, estaba delgada, pálida y arruinada. Solo los ojos le
brillaban con la paz de Dios y con una alegría extraterrenal.”
“Si, mis amados, aquellos que no han tenido la experiencia de la maravillosa paz de Cristo, no pueden entenderlo… pero, cuan felices son
los que tiene esta paz. Para nosotros que estamos en Cristo, no debiera haber ni sufrimiento ni frustraciones que nos detuvieran.”
“A través de las rejas le pregunte: ¿Varia, no estas arrepentida de lo
que hiciste? No, contesto. Y si me libertaran, volvería a ese lugar para
hablarles del gran amor de Cristo. Estoy muy gozosa de haber sido
elegida por el Señor, para sufrir en su Nombre.”
“Les ruego con todo fervor, oren por ella, en forma muy especial. Probablemente la enviaran a Liberia. Le han quitado sus ropas y demás
pertenencias. Se ha quedado sin nada excepto lo puesto. No tiene familiares, y debemos proporcionarle las cosas más esenciales. Puse
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aparte la última remera que me mandaron. Si fuese deportada, se la
entregare. Creo que Dios le concederá fuerza y valor para soportar las
penalidades futuras. ¡Que Dios la guarde!”
“Tu María”
Cuarta Carta
“Querida María: Por fin puedo escribirte. Llegamos sin novedad a…
Nuestro campamento queda a 10 millas de la ciudad. No puedo describir nuestra vida aquí, en fin, tú la conoces; solamente quiero contarte algo de mí misma. Le doy gracias a Dios por darme salud y por
poder trabajar. Yo y la hermana “X” fuimos designadas para trabajar
en el taller. Trabajamos con las maquinas. El trabajo es difícil y la salud de la hermana “X” es mala. Yo debo hacer el trabajo de las dos.
Termino el mío y luego le ayudo. Trabajamos de doce a trece horas
diarias. Nuestro alimento, al igual que el tuyo, es muy escaso. Pero no
es sobre esto lo que deseo escribirte.”
“Mi corazón alaba y da gracias al Señor, porque por intermedio tuyo
me mostró el camino de salvación. Ahora estando en este camino, mi
vida tiene un objetivo; se a dónde voy por quien sufro. Siento deseos
de testificar a todo el mundo sobre la alegría de la salvación que tengo
en mi corazón. ¿Qué nos separara del amor de Cristo? ¡Nadie ni nada!
Ni la cárcel, ni el sufrimiento. Los sufrimientos que Dios nos envía,
solo nos fortalecen más y más en nuestra fe en El. Mi corazón esta tan
rebosante de la gracia de Dios! En el trabajo me insultan y castigan,
dándome trabajo extra, porque no puedo callar lo que el Señor ha hecho por mí. Me ha convertido en un nuevo ser; en una nueva criatura,
a mí, que estaba en el camino de la perdición. ¿Puedo callar después
de esto? ¡No, nunca! Mientras mis labios puedan formular palabras,
testificare por El a todos y contare a todos su amor por mí.”
“Camino al campamento nos encontramos con muchos hermanos y
hermanas en Cristo. Que extraño es, pero parece que el Espíritu Santo
nos avisa cuando estamos delante de los hijos de Dios, apenas los vemos. No es necesario hablar, desde el primer momento nos conocemos.”
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“Cuando nos conducían a este lugar, una mujer, en una estación, nos
dio comida y nos dijo dos palabras: “Dios vive””.
“La primera noche que llegamos aquí (era muy tarde), nos llevaron a
unos galpones bajo tierra. Saludamos a los que allí se encontraban,
con las palabras: “La paz sea con vosotros”. Con mucha alegría de
nuestra parte escuchamos salir de todos los rincones la respuesta:
“les recibimos en paz”… Desde ese instante, sentíamos que estábamos
en familia.”
“Sí. Así era en realidad. Aquí hay muchas personas que tienen a Cristo
en sus corazones, como su Salvador personal. Más de la mitad de los
presos son creyentes. Entre nosotros hay muy buenos cantantes y
predicadores del Evangelio. En la noche, cuando nos reuniones después de la jornada de dura labor, que hermosos resulta poder orar
juntos, a los pies de nuestro Salvador. En Cristo hay libertad en todo
lugar. He aprendido aquí muchos hermosos himnos espirituales, y
todos los días Dios me da más y más de Su Palabra. A los 19 años, por
primera vez en mi vida, celebre el nacimiento de Jesús. ¡Jamás olvidare esa hermosa fiesta! Tuvimos que trabajar todo el día. No obstante,
algunos de nuestros hermanos lograron llegar hasta el río. Rompieron
el hielo y prepararon el lugar donde durante la noche – de acuerdo a
la Palabra de Dios – siete hermanos y yo fuimos bautizados. ¡Oh, que
feliz soy y como me gustaría que tú, María, estuvieras conmigo, para
que así te pudiera dar amor, donde antes te daba odio, y así expiar en
parte el daño que te hice! Pero Dios nos ha colocado a cada una en un
lugar especial y debemos estar firmes donde Dios nos puso. Te ruego
que saludes a toda la familia de Dios. Dios recompensara tu trabajo
entre ellos, como me ha recompensado a mí también. Lee Hebreos
12.1-3”.
“Todos nuestros hermanos te saludan y se regocijan de que tu fe en
Dios sea tan inquebrantable y que dentro de tus sufrimientos tengas
alabanzas para El. Si escribes a otros hermanos, dales nuestros saludos”
“Tuya, Varia”
115
Quinta carta
“Querida María: Por fin encontré la oportunidad para escribirte unas
pocas líneas. Te puedo contar, querida, que con la gracia de Dios, la
hermana “X” y yo gozamos de buena salud y estamos bien. Ahora estamos en… Nos mandan a… donde permaneceremos.”
“Agradezco tu maternal preocupación por mí. Recibimos todo lo que
nos enviaste. Te agradezco aún más el más valioso de tus regalos: La
Biblia. Gracias a todos y cuando les escribas, te ruego les des las gracias por todo lo que han hecho por mí y les transmitas mis saludos.”
“Desde que el Señor me revelo el misterio de Su sagrado amor, me
considero la persona más feliz del mundo. Las persecuciones de que
soy objeto las considero como una gracia especial.”
“Estoy feliz porque desde los primeros días de mi conversión el Señor
me encontró digna de sufrir por El. Oren por mí, para que así puede
permanecer fiel al Señor hasta el fin.”
“Que el Señor los proteja y les de fuerzas para la sagrada batalla”
“La hermana “X” y yo los besamos a todos. Cuando estemos en… tal
vez tengamos oportunidad de escribirles de nuevo. No se preocupen
por nosotros. Estamos felices y jubilosas porque nuestra recompensa
en el cielo es grande. Mateo 5.11-12.”
“Tu Varia”
Esta es la última carta de Varia, la jovencita comunista que encontró a
Cristo; testifico por El y fue condenada a trabajos forzados. No se supo más de ella, pero su gran amor y testimonio por Cristo, nos muestra la belleza espiritual de la leal y sufrida Iglesia Subterránea dentro
de ese tercio del mundo que se encuentra bajo la dictadura comunista.
116
7
COMO LOS CRISTIANOS DE
OCCIDENTE PUEDEN AYUDAR
Mi mensaje para ustedes, de parte de la Iglesia Subterránea
He sido llamado “la voz de la Iglesia Subterránea”. No me siento merecedor de ser llamado la voz de tan honorable parte del cuerpo de
Cristo. Sin embargo, en tierras comunistas fui dirigente de una parte
de la Iglesia Subterránea. Por un milagro pude soportar y sobrevivir a
catorce años de prisión y torturas, incluyendo dos años en una celda
especial para los que se considera que están moribundos. Por otro
milagro aún más grande, Dios inexplicablemente me saco de la prisión y me hizo llegar al Occidente para hablar a los de la Iglesia Libre.
Hablo en nombre de mis hermanos, que yacen en innumerables e ignoradas tumbas. Hablo también por mis hermanos, que se reúnen en
forma secreta en bosques, sótanos, desvanes y otros lugares semejantes.
La Iglesia Subterránea de Rumania acordó sacarme del país y enviar
conmigo un mensaje a los cristianos libres del mundo. Por un milagro
logre salir y pude llegar hasta aquí, para cumplir el encargo que me
encomendaron los que permanecen allí trabajando, sufriendo, arriesgando sus vidas y muriendo en tierras comunistas.
El mensaje que traigo de la Iglesia Subterránea es:
“¡No nos abandonen!”
“¡No nos olviden!”
“¡No nos borren de sus mentes!”
117
“Dennos las herramientas que necesitamos. Estamos dispuestos a pagar el precio que significa usarlas.”
Hablo en nombre de la Iglesia silenciosa, la Iglesia Subterránea, la
Iglesia “muda”, que no tiene voz para gritar.
Escuchen las voces de sus hermanos y hermanas en tierras comunistas. Ellos no piden nada para huir, o para gozar de seguridad o una
vida más fácil. Piden solamente los medios para contrarrestar el progresivo envenenamiento de la juventud – la próxima generación – con
el ateísmo. Piden Biblias para poder sembrar con ellas la Palabra de
Dios. ¿Cómo pueden sembrarla si no las tienen?
La Iglesia Subterránea se parece a un cirujano que iba en un tren. El
tren choco con otro y cientos de personas quedaron tendidas en el
suelo, heridas y agonizantes. El cirujano se paseaba entre los moribundos diciendo: “¡Si solo tuviera mis instrumentos!” … “¡Si solo tuviera mis instrumentos!” Por supuesto que con sus instrumentos quirúrgicos podría haber salvado muchas vidas. Tenía deseos… pero no
tenía con que intervenir. Esto mismo es lo que sucede a la Iglesia Subterránea. Esta tan dispuesta a darlo todo. ¡Esta tan dispuesta a dar
mártires! ¡Esta pronta a arriesgar muchos, muchos años en prisiones
comunistas! Sin embargo toda su buena voluntad no sirve de nada, si
no tiene los medios para llevar a cabo su labor. El ruego de la fiel y
valiente Iglesia Subterránea, a ustedes que son libres, es: “¡Dennos los
medios - nuevos testamentos, Biblias, Literatura y ayuda – y nosotros
haremos el resto!”
Como pueden ayudar los cristianos libres
Todo cristiano libre nos puede prestar ayuda inmediata, en las siguientes formas:
Los ateos son personas que no reconocen los orígenes invisibles de
sus vidas. No sienten el misterio de la vida ni del universo. La mejor
forma en que los cristianos pueden ayudar es guiarse ellos mismos no
por vista sino por fe, y llevando una vida de comunión con el Dios invisible.
118
Nos pueden ayudar viviendo una vida cristiana consistente, una vida
de sacrificios. Nos pueden ayudar protestando públicamente cada vez
que se persigue a los cristianos.
Los cristianos occidentales nos pueden ayudar pidiendo por la salvación de los comunistas. Orar por esto les puede parecer ingenuo. Nosotros orábamos por ellos y al día siguiente nos torturaban peor que
antes de orar. También la oración del Señor en Jerusalén fue ingenua,
pues lo crucificaron después de la oración, pero pasados algunos días
se golpeaban el pecho, y más de cinco mil se convirtieron en un día.
Para los otros, tampoco se perdió la oración. Cualquier oración que no
es aceptada por aquel por quien se intercede, vuelve a ti, envuelta en
bendiciones y se convierte en maldición para el que no la acepto.
Cumpliendo la palabra de Cristo, yo y muchos otros cristianos orábamos continuamente por Hitler y sus hombres, Ahora estoy seguro que
nuestras oraciones ayudaron a derrotarlo, tanto como las balas de los
soldados aliados.
Debemos amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos. Los
comunistas son nuestros semejantes tanto como son los demás.
Los comunistas son el resultado de nuestro incumplimiento de la palabra de Cristo, que dijo: “He venido para dar vida, y vida en abundancia” Todavía los cristianos no han dado vida abundante a todos. Han
dejado de lado a muchos que no han obtenido lo mejor de esta vida.
Estos se han rebelado y constituyen el partido comunista. Ellos a menudo son víctimas de las injusticias sociales. Ahora están amargados y
son crueles. Tenemos que combatirlos. Pero los cristianos, aunque
luchen contra un enemigo, lo comprenden y lo aman.
Somos culpables por el hecho que algunos sean comunistas. Somos
culpables de negligencia en nuestra labor. Debemos expiarla amándolos (esto es algo completamente distinto a tener simpatía por ellos) y
orar por ellos.
No soy tan ingenuo como para creer que solo el amor puede solucionar el problema de los comunistas. No recomendaría a las autoridades de un Estado que, para solucionar el problema del gansterismo
usaran solo amor. Tiene que haber una fuerza política, jueces y prisiones para los pandilleros; y no solamente para los pastores. Si los
gánster no se arrepienten, deben ir a prisión. Jamás usaría el término
119
“amor cristianos para contrarrestar la lucha política, económica o cultural contra el comunismo, sabiendo que no son más que bandidos en
una escala internacional. Los gánsteres cometen delitos, robando carteras; los comunistas roban países enteros. Sin embargo, el pastor y el
cristiano individual tiene que hacer todo lo posible por convertir al
comunista, cualquiera que sea su crimen, como también a sus inocentes víctimas. Tienen que orar por ellos con comprensión.
Urgentemente se necesitan Biblias,
Nuevos testamentos y evangelios
En segundo lugar, los cristianos libres nos pueden ayudar enviando
Biblias y porciones de ellas. Existen medios para poder introducirlas
en los países comunistas. Desde mi salida ya he mandado muchas que
han llegado sin problemas. Ciertamente hay maneras de enviarlas si
ustedes, los cristianos libres, las proveen para los hermanos de la
Iglesia Subterránea. Cuando todavía estaba en Rumania, personalmente recibí muchas Biblias enviadas por ciertos medios. No faltan
medios para mandarlas siempre que ustedes nos proporcionen con
que proveerlas.
Se necesitan con mucha urgencia. Miles de cristianos no han visto Biblias ni Evangelios en los últimos veinte a cincuenta años, ya sea en
Rusia o en sus países satélites.
Dos aldeanos muy sucios llegaron un día a mi casa. Habían venido de
su aldea con el fin de trabajar en las calles, limpiándolas de nieve.
Pensaban trabajar durante todo el inverno, porque querían juntar el
dinero necesario para comprar una Biblia vieja y raída, a fin de poder
llevársela hasta su aldea. Como acababa de recibir Biblias desde los
EE.UU., pude darles una nueva. No podían creer lo que sus ojos veían.
Trataron de pagarme con el dinero que habían ganado. No acepte.
Regresaron a sus pueblos llevándose la Biblia. Algunos días después
recibí una carta de sincera y rebosante alegría, agradeciéndome por
las Escrituras. ¡Estaba firmada por treinta aldeanos! Habían cortado
la Biblia cuidadosamente en treinta partes, que se intercambiaban
entre ellos.
Es patético escuchar a un ruso, cuando pide aunque sea una sola página de la Biblia. Con ella alimenta su alma. Se sienten felices si pue-
120
den cambiar una vaca o una cabra por una Biblia. Un hombre que conocí, cambio su anillo nupcial por un raído Nuevo Testamento.
Nuestros niños jamás han visto una tarjeta de Navidad. Si tuvieran
una, todos los niños de la aldea se juntarían y algún anciano podría
explicarles algo del Niño Jesús y la Virgen María y de allí seguiría con
la historia de Cristo y la salvación. Todo esto… ¡saldría de una tarjeta
de Navidad! Podemos enviarles Biblias, Nuevos Testamentos, literatura. Esta es una de las maneras en que ustedes pueden hacer algo.
En tercer lugar, tenemos que imprimir y enviar literatura especial
para neutralizar el veneno ateo que se le da a la juventud, desde el
kindergarten (o jardín de infantes) hasta la universidad, los comunistas prepararon “La Guía del Ateo”, que es la “Biblia” de los ateos. Se
usan versiones elementales para los más pequeños, y a medida que
estos avanzan, se emplean versiones más adelantadas de esta misma
Guía. Esta “Biblia” diabólica acompaña al joven a través de sus años
de estudio, envenenando su alma con el ateísmo. El mundo cristiano
jamás ha impreso un libro para contrarrestar “La Guía del Ateo”. Podemos y tenemos que imprimir uno, con la respuesta cristiana a tales
enseñanzas ateas. Debemos hacerlo de inmediato, pues la Iglesia Subterránea no tiene material que entregar a la juventud que ha estudiado este libro venenoso. La Iglesia Subterránea tiene las manos atadas
mientras no tenga literatura especial y en los idiomas de los países
dominados por el comunismo.
Nuestra juventud envenenada tiene que tener una respuesta - ¡La
respuesta es Dios! – la respuesta cristiana – nuestra respuesta! – Esta
es otra cosa en la cual pueden ayudarnos, colaborando a proveer esta
literatura como la respuesta a “La Guía del Ateo” – literatura ilustrada
juvenil y Biblias para niños.
La cuarta cosa que tenemos que hacer es “unir las manos” con los
miembros de la Iglesia Subterránea y darles los medios financieros
para viajar y trasladarse con el Evangelio, evangelizando en forma
personal. En este momento muchos están “inmovilizados” en sus casas por falta de fondos necesarios para pasajes en tren, en autobuses
y para gastos de alimentación mientras viajan. De esta manera están
imposibilitados de llegar aun a las aldeas a unos treinta o cuarenta
kilómetros de distancia, de donde los llaman para que asistan a las
reuniones secretas. Dándoles algunos dólares al mes (10 a 20), po-
121
demos “desencadenarlos” para que puedan responder a quienes los
reclaman desde ciudades y aldeas distantes a fin de que les lleven la
Palabra de Dios.
Los antiguos pastores que han estado en la prisión por su fe, tiene un
ardiente mensaje evangélico, tienen un gran amor por las almas perdidas, pero no tienen los medios para llevar el mensaje a ciudades y
aldeas. Unos pocos dólares al mes les proporcionarían los medios.
Los laicos cristianos deben también ser ayudados. Siendo cristianos,
apenas ganan lo suficiente para poder subsistir, y no les queda ni un
centavo para viajar de aldea en aldea y de pueblo en pueblo llevando
el Evangelio. Este es el “milagro” que unos pocos dólares al mes harían por ellos.
Los pastores de la Iglesia Oficial, que también trabajan en secreto con
gran riesgo, igualmente necesitan de fondos que se les deben proporcionar secretamente para estos propósitos. El “salario” que reciben
del gobierno comunista es bajísimo. La buena voluntad de estos pastores que arriesgan su libertad al desobedecer las órdenes del gobierno comunista, predicando el evangelio a los niños, jóvenes y adultos, en reuniones secretas, no es suficiente. Deben tener los medios
para poder proseguir su fructífera labor secreta.
Con 10 a 20 dólares mensuales ese miembro de la Iglesia Subterránea
puede predicar el Evangelio en un sector más amplio y efectivo. Esta
es otra de las maneras en que ustedes pueden ayudar.
También debemos transmitir el Evangelio por radio a los países comunistas. Por medio de estaciones en el mundo libre podemos alimentar espiritualmente a la Iglesia Subterránea que tanto necesita el
Pan de Vida. Como el gobierno comunista transmite sus propagandas
por onda corta, millones de rusos y los de otros pueblos esclavizados
tienen radios que recibirían nuestras transmisiones. Las puertas están abiertas para que esta clase de transmisión llegue a los oprimidos.
Debemos aprovecharla y propagarla. A toda costa la Iglesia Subterránea debe recibir el alimento espiritual que estas transmisiones les
pueden proporcionar. Esta es otra manera de ayudar a las Iglesias
Subterráneas en los países comunistas.
122
La tragedia de las familias de los mártires cristianos
Debemos prestar ayuda a las familias de los mártires cristianos. Cientos de miles están sufriendo en forma indescriptible y trágica. Cuando
se arresta a un miembro de la Iglesia Subterránea, su familia comienza a vivir un terrible drama. El gobierno considera ilegal el prestarle
ayuda. Esto lo hacen los comunistas con premeditación, para agudizar
los sufrimientos de la esposa e hijos, que quedan abandonados. Cuando se encarcela a un cristiano, las más de las veces esto significa tortura y muerte, aunque el sufrimiento apenas empieza. Su familia vive
en continuo sufrimiento. Puedo decir con seguridad y entera franqueza que si las congregaciones de las iglesias cristianas en el mundo libre no nos hubieran ayudado a mi familia y a mí, nunca habríamos
podido sobrevivir. Yo no habría podido llegar hasta ustedes para escribir estas palabras.
En estos momentos una nueva ola de terror y arrestos en masa, de
cristianos, se ha desencadenado en Rusia y otros países satélites. Cada día aparecen nuevos mártires. Aunque van a su tumba, y de allí a
recibir su recompensa, sus familias viven en horribles y trágicas condiciones. Podemos y tenemos que ayudarlas. Por supuesto, también
debemos ayudar a los hambrientos (en lugar de hambrientos) habitantes de India y de África. Sin embargo, ¿Quiénes son más merecedores de la ayuda cristiana que las familias de los mártires que han dado
su vida por Cristo, o que han sido torturados en las prisiones comunistas por defender su fe?
Desde mi liberación, La Misión Cristiana Europea ha mandado ya mucha ayuda a las familias de los mártires cristianos. Pero lo que se ha
hecho hasta ahora es poco, comparado con lo que podríamos hacer
con la ayuda de ustedes, la de sus familias y la de sus amigos.
Como un miembro de la Iglesia Subterránea que ha sobrevivido y escapado, he traído para ustedes este mensaje, un ruego, una petición
de los hermanos que han quedado allá.
Me han mandado aquí con un mensaje para ustedes. Por un milagro
logre sobrevivir para entregarlo.
Les he contado la urgencia que existe de traer a Cristo a muchos comunistas. También les he contado lo urgente que es enviar ayuda a
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las familias de los mártires cristianos. Les he mostrado la forma práctica en que ustedes pueden ayudar a la Iglesia Subterránea en su Misión de propagar el Evangelio.
Cuando me golpearon en las plantas de los pies, mi lengua lloraba.
¿Por qué lloraba mi lengua? No había recibido los golpes. Lloraba
porque la lengua y pies son partes del mismo cuerpo, y ustedes, cristianos libres, forman parte de ese cuerpo de Cristo, que es flagelado
en las prisiones comunistas, y que está dando ahora tantos mártires a
Cristo.
¿No pueden sentir ustedes nuestro dolor?
¡Nuevamente ha resucitado la Iglesia Primitiva en toda su belleza, sacrificio y dedicación en todos los países comunistas!
Mientras nuestro Señor agonizaba en su oración en el jardín de Getsemaní, Pedro, Santiago y Juan estaban a poca distancia del lugar
donde se gestaba el más grande drama de la historia, pero estaban
profundamente dormidos.
¿Qué parte le toca a usted en la ayuda a esta iglesia Mártir?
Pregunte a su pastor y a su iglesia si acaso está haciendo algo para
ayudar a sus hermanos y hermanas tras la Cortina de Hierro.
Tras las murallas de la Cortina de Hierro está aconteciendo de nuevo
el drama, coraje, y martirio de la Iglesia Primitiva y la iglesia libre está
dormida.
Nuestros hermanos allá, solos y sin ayuda de nadie, están librando las
batallas más importantes del siglo veinte, comparable solo con el heroísmo, valor y dedicación de la Iglesia Primitiva. Y la Iglesia Libre
duerme apática y ciega ante esa lucha y agonía, tal como dormían Pedro, Santiago y Juan durante la agonía de nuestro Salvador.
¿Va usted a dormir, mientras que la Iglesia Subterránea, sus hermanos en Cristo, sufren y luchan solos por el Evangelio?
¿Escuchara Ud. nuestro mensaje?
124
“¡Recuérdennos, ayúdennos!”
“¡No nos abandonen!”
He cumplido con mi propósito de entregarles el mensaje de la fiel y
martirizada Iglesia Subterránea de los países comunistas – de Sus
hermanos y hermanas que están sufriendo bajo el endeudado comunismo ateo.
Richard Wurmbrand
(1909 a 2001)
(http://www.tesoroscristianos.net/autores/Richard%20Wurmbrand/Torturado%20por%20Cristo.pdf)
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