Es chocante ver, que junto a los chocolates de mi supermercado, emergen tridentes de demonios, disfraces de vampiros y calabazas de aspecto atemorizante, destinadas al público infantil para su fiesta de Halloween. Pero lo que más sorprende, es que el mundo oscuro esté siendo catapultado a sus mentes no sin adoctrinamiento, por medio del fenómeno Harry Potter, cartoons, juguetes siniestros, o cuentos, introduciéndolos en la realidad del ocultismo, amable pero engañosamente presentado como magia blanca.
Que el satanismo y la brujería existen y van en aumento lo dicen las estadísticas de afiliados a estas sectas. Ex satanistas como Michel Arenas o Wilson Fernando López han dado su testimonio de lo que se celebra en Halloween: es la fiesta grande dedicada a Satanás en la que acontecen violaciones sexuales y se ofrecen sacrificios humanos y animales, a veces bebés recién nacidos de un miembro de la secta, o uno de los más de cien mil niños que desaparecen cada año.
En EEUU se imparten talleres extraescolares de esta “creencia”, se abren iglesias o se erigen estatuas a Lucifer, se hacen oraciones al Maligno en el espacio público o espectáculos iluministas de la élite, por ejemplo, con motivo de la inauguración del túnel de san Gotardo en Suiza.
Pero el satanismo también se promueve a través de artistas como Miley Cyrus quien acaba de dar una entrevista a la radio sueca diciendo cosas como:
“Satanás es un tipo realmente agradable”. "A veces él puede ser un poco malo también, pervertido”. “Recibo orientación de Satanás de manera bastante regular”."Mi relación con él es más fuerte que mi relación con mi padre terrenal”.
Ex oculistas afirman que participar en la fiesta de Halloween es participar de los maleficios y maldiciones que los demonios dejan caer sobre el mundo en esas fechas para perjudicar a los seguidores del Dios cristiano y favorecer el poder maligno sobre las almas y sobre las legislaciones.
No dejemos que esta fiesta masificada de promoción hollywoodense pueda hacer de nuestro niños unas víctimas inocentes uniéndolas al mal, por ignorancia, de forma temeraria y desconsiderada.
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