Chekistas bolcheviques asesinando a un detenido
(Iván Vladimirov - 1869-1947)
Más de un millón de personas fueron asesinadas por motivos políticos o religiosos durante el Terror Rojo, entre 1918 y 1922, bajo la dictadura de Lenin. Desollar, empalar, crucificar o matar de hambre a los enemigos como arma política fue una de las aportaciones más características del comunismo.
elentir - 03/10/2017
Uno de los mitos históricos más aberrantes del siglo XX es presentar a Lenin como el dictador “bueno” de la URSS, y a Stalin como el “malo”, en un intento de salvar el mandato del primero.
Pero las cifras de víctimas mortales del leninismo, de noviembre 1917 a enero 1924, hablan por sí solas.
Más de un millón de personas asesinadas por motivos políticos o religiosos.
Entre 300.000 y 500.000 cosacos asesinados.
Cientos de miles de trabajadores y campesinos asesinados por hacer huelgas.
240.000 muertos en la represión de la rebelión de Tambov.
Más de 50.000 prisioneros de guerra blancos ejecutados.
Entre 3,8 y 6 millones de muertos por hambrunas entre rusos, kazajos y tártaros.
Una revolución comunista que abortó la democracia en Rusia
Para desmitificar a Lenin hay primero que romper otros mitos. El más básico es que cuando estalló la Revolución bolchevique el 7 de noviembre de 1917, los comunistas no derrocaron al Zar -que ya no reinaba- sino que abortaron la incipiente democracia en Rusia, aprovechando la crisis surgida entre conservadores y socialistas.
Era el comienzo de una sanguinaria dictadura que duraría más de 70 años, hasta la desaparición de la URSS en 1991
Tras el asalto violento al poder por parte de los comunistas, estalló una guerra civil que duró cinco años, y en la que -ya desde el poder- se enfrentaron los bolcheviques -que resultaron vencedores- contra todos sus rivales.
Era el comienzo de una sanguinaria dictadura que duraría más de 70 años, hasta la desaparición de la URSS en 1991.
Poco antes de esa revolución comunista, en el verano de 1917 Lenin escribió un libro, “El Estado y la Revolución”, trazando cómo sería su dictadura. Entre otras consideraciones, el futuro déspota tiraba de la demagogia más burda y arremetía contra la democracia parlamentaria:
“Decidir una vez cada cierto número de años qué miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar al pueblo en el Parlamento: he aquí la verdadera esencia del parlamentarismo burgués, no sólo en las monarquías constitucionales parlamentarias, sino en las repúblicas más democráticas.”
Lenin abogaba “por la destrucción del parlamentarismo burgués”, mediante el uso del crimen y del terror.
Funcionarios de la Cheka de Uman en 1920.
Lenin abogaba “por la destrucción del parlamentarismo burgués” mediante la violencia, el asesinato en masa y el terror.
Adelantaba con absoluta franqueza que la violencia la usaría “tanto para aplastar la resistencia de los explotadores como para dirigir a la enorme masa de la población, a los campesinos, a la pequeña burguesía, a los semiproletarios, en la obra de “poner en marcha” la economía socialista.”
Uno de los más estrechos colaboradores del dictador comunista, León Trotsky, escribiría: “¿Creéis realmente que podemos salir victoriosos sin utilizar el terror más despiadado?”.
Lenin multiplicó por 18 el aparato represor del Zarismo
Nada más tomar el poder los comunistas, empezaron a organizar su aparato represor. Una de las primeras medidas de la dictadura bolchevique fue instaurar la Chrezvycháinaya Komíssiya (más conocida como Cheka), un cuerpo de policía política fundado el 20 de diciembre de 1917, cuando Lenin llevaba algo más de un mes ejerciendo como dictador en concepto de “Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo”.
Métodos de la cheka: empalamiento, crucifixión o desollamiento de sus víctimas
La policía secreta zarista, la temible Ojrana, había llegado a tener a unos 15.000 miembros, encargados de detener a enemigos políticos, encarcelarles, torturarles e incluso ejecutarles sin ninguna orden judicial.
Mujeres asesinadas por la Cheka de Járkov, Ucrania. Aún vivas, los chekistas les cortaron los pechos y les quemaron los genitales, introduciéndoles carbones dentro.
Mujeres asesinadas por la Cheka de Járkov, Ucrania. Aún vivas, los chekistas les cortaron los pechos y les quemaron los genitales, introduciéndoles carbones dentro.
A finales de 1918 la Cheka ya tenía 40.000 agentes, y dos años más tarde ya eran 280.000 chekistas. En tres años los bolcheviques había multiplicado por 18 el volumen del aparato represivo del zarismo.
Si la Ojrana se había caracterizado por sus métodos brutales, la Cheka comunista superó en todos los sentidos el grado de crueldad de su predecesora zarista.
Entre sus métodos de tortura y de asesinato contra disidentes políticos, clérigos ortodoxos y otras personas consideradas enemigas por los bolcheviques hay que citar salvajadas como las siguientes, documentadas por el historiador ruso Alexander Nikolaevich Yakovlev y por los Archivos Estatales de la Federación Rusa, entre otras fuentes:
Lapidaciones, es decir, apedrear al reo hasta quitarle la vida.
Crucifixiones, un método usado contra muchos sacerdotes y religiosos.
Estrangulamientos.
Arrojar a los reos a calderos de brea hirviente.
Ahogamiento de reos en aguas heladas.
Arrancarles el cuero cabelludo a los reos. Una práctica que se hacía, por ejemplo, en la Cheka de Járkov, en Ucrania.
Ahorcamiento.
Obligar a los reos a ingerir plomo fundido.
Empalamiento.
Matar a los reos arrojándolos a altos hornos.
Castraciones.
Enterrar a reos vivos, práctica perpetrada en la Cheka de Kremenchuk
Desollamientos, es decir, arrancarle la piel a tiras a los reos. La Cheka de Járkov usaba la piel arrancada a los presos para elaborar guantes.
Piel arracada de las manos de detenidos en el sótano de la Cheka de Járkov, Ucrania. Los chekistas utilizaban peines metálicos y tenazas para aplicar esta horrenda tortura.
Escalfar al reo, es decir, arrojarle agua hirviendo hasta matarlo.
Decapitaciones.
Desnudar a reos, atarles y arrojarles agua fría en pleno invierno hasta congelarles, una práctica de la Cheka de Orel, a 360 Km de Moscú.
Matar a los reos tirándolos al mar o a un río maniatados (es lo que hacía periódicamente con sus prisioneros la Cheka de Kholmogory en el río Dvina).
Atar a víctimas desnudas en torno a barriles rodeados de clavos, y hacerlos rodar hasta que los reos morían, una práctica de la Cheka de Voronezh.
Atar jaulas con ratas a los cuerpos de los presos y atizar a los roedores con hierros candentes hasta que se abrían paso entre los intestinos de los reos, una práctica usada por la Cheka de Kiev y que años después incluiría George Orwell en su famosa novela “1984”.
Más de un millón de personas fueron asesinadas por motivos políticos o religiosos durante lo que se conoce como el Terror Rojo, entre 1918 y 1922, la época más dura de la dictadura de Lenin.
Para que nos hagamos una idea, según el historiador británico Hugh Thomas, las víctimas de la represión franquista suman unas 100.000 personas, entre los asesinados durante la Guerra Civil y la represión de la postguerra.
Es decir, que en poco más de seis años de dictadura Lenin asesinó a diez veces más gente que la dictadura franquista en casi 40 años.
Sin embargo, muchos ultraizquierdistas españoles que llaman “genocida” a Franco no tienen reparos en proclamar su admiración por Lenin, como por ejemplo el diputado de Izquierda Unida Alberto Garzón.
Los granjeros I. Afanasyuk y S. Prokopovich, maniatados y desollados vivos en una Cheka en Ucrania.
La salvaje persecución contra los cristianos y otras religiones
Con la Revolución bolchevique de 1917 se inició una persecución religiosa sistemática que supondría, a lo largo de la historia de la URSS, el asesinato de entre 12 y 20 millones de cristianos. En 1914 la Iglesia ortodoxa rusa tenía 55.173 iglesias, 29.593 capillas, 550 monasterios y 475 conventos: los comunistas clausuraron y destruyeron la amplia mayoría de ellos.
Antes de la Revolución también había 112.629 sacerdotes y diáconos y 95.259 monjes y monjas de la Iglesia ortodoxa
Algo parecido ocurrió con las 5.000 sinagogas judías y las 25.000 mezquitas musulmanas que había en territorio ruso en 1917. Antes de la Revolución también había 112.629 sacerdotes y diáconos y 95.259 monjes y monjas de la Iglesia ortodoxa. Los comunistas desataron contra ellos una brutal persecución.
Según Yakovlev, unos 3.000 sacerdotes, religiosos y monjas fueron asesinados ya sólo en 1918 con métodos tan brutales como los antes citados. Muchos laicos fueron acosados, torturados, detenidos y asesinados.
El historiador Dimitry V. Pospielovsky dio cuenta de la brutalidad de los rojos contra los sacerdotes con casos como los siguientes:
Un sacerdote de 80 años llamado Amvrosi fue brutalmente golpeado a culatazos antes de ser asesinado.
Otro sacerdote llamado Dimitri fue llevado a un cementerio y desnudado, y cuando trataba de santiguarse antes de ser asesinado, un bolchevique le cortó el brazo derecho.
Otro viejo sacerdote que intentaba detener la ejecución de un campesino fue golpeado, asesinado y desmembrado a sablazos por los bolcheviques. Esta forma de deshacerse de los cadáveres no fue un caso aislado entre los crímenes bolcheviques contra el clero ortodoxo.
En el Monasterio de San Salvador los rojos mataron al abad, de 75 años, escalfándole y decapitándole.
A Hermógenes, Arzobispo de Tobolsk y Siberia, le ataron piedras a la cabeza y le arrojaron al río Tura, donde murió ahogado.
En Voronezh a siete monjas las mataron hirviéndolas en un caldero de alquitrán.
En Pechora, un anciano sacerdote llamado Rasputin fue atado a un poste de telégrafo, tiroteado y su cadáver entregado a los perros para que lo devorasen.
Lenin ordenó la ejecución masiva de los sacerdotes contrarios al comunismo: fueron asesinados entre 14.000 y 20.000
En mayo de 1920 Lenin ordenó la ejecución masiva de todos los sacerdotes que fuesen contrarios al comunismo: fueron asesinados entre 14.000 y 20.000.
La represión de los granjeros Kulaks
Bolcheviques requisando grano a campesinos, en una obra del pintor lituano Ivan Vladimirov (1869-1947). Estas requisas provocaban un gran descontento y fueron, en gran medida, causantes de la letal hambruna de 1921 y 1922.
En el verano de 1918 los bolcheviques tuvieron que hacer frente a una rebelión de los kulaks, campesinos de Ucrania y del Cáucaso que eran propietarios de sus propias tierras y que se oponían a las políticas de colectivización comunistas y a la confiscación masiva de sus producciones de grano.
Lenin envió una orden escrita a los bolcheviques de Penza para que ahorcasen públicamente a por lo menos 100 renombrados kulaks, a fin de usarlos como escarmiento contra los demás, y para que tomasen rehenes para forzar a los demás a someterse a los comunistas.
En otra orden Lenin fue aún más claro: “Hay que formar inmediatamente una troika dictatorial (usted mismo, Markin y otro) implantar el terror de masas, fusilar o deportar a los centenares de prostitutas que hacen beber a los soldados, a todos los antiguos oficiales, etc. No hay un minuto que perder.”
Los bolcheviques aplastaron la rebelión. Entre las ejecuciones masivas y los internamientos en el Gulag murieron 240.000 civiles
El Ejército Rojo sufrió 3 millones de deserciones en 1919 y 1920. El primer año fueron arrestados por la Cheka 500.000 desertores, y casi 800.000 el segundo. Miles de ellos fueron asesinados, y sus familias fueron tomadas a menudo como rehenes y asesinadas para chantajear a los desertores. Un reporte típico de la Cheka afirmaba lo siguiente:
“Provincia de Yaroslavl, el 23 de junio de 1919. La sublevación de desertores en el volost de Petropavlovskaya ha sido sofocada. Las familias de los desertores han sido tomadas como rehenes. Cuando empezamos a disparar a una persona de cada familia, los Verdes comenzaron a salir de los bosques y se rindieron. Treinta y cuatro desertores fueron fusilados como ejemplo.”
Entre agosto de 1920 y junio de 1921 se produjo en Tambov una gran rebelión antibolchevique con apoyo de desertores del Ejército Rojo, provocada por las masivas requisas ordenadas por los comunistas. Los rebeldes reunieron a un ejército de unos 40.000 hombres. Los bolcheviques aplastaron la rebelión. Entre las ejecuciones masivas y los internamientos en el Gulag murieron 240.000 civiles.
La brutal represión de los cosacos
Otro grupo que sufrió la brutal represión comunista fueron los cosacos, una etnia de origen turco. Muchos de sus miembros lucharon en el Ejército blanco, junto a los zaristas, en la Guerra Civil rusa.
Entre 1918 y 1919 llegaron a formar una República independiente, de carácter democrático. Los bolcheviques dirigieron contra ellos una durísima represión. El historiador Michael Kort ha estimado que entre 300.000 y 500.000 cosacos fueron asesinados en 1919 y 1920, de una población de 1,5 millones.
En primer plano, el cadáver del telegrafista Ponomarenko en la Cheka de Járkov, Ucrania. Le cortaron la mano derecha y muestra cortes profundos en la cabeza. Al fondo se ven los cadáveres de otras dos víctimas de los chekistas.
En primer plano, el cadáver del telegrafista Ponomarenko en la Cheka de Járkov, Ucrania. Le cortaron la mano derecha y muestra cortes profundos en la cabeza. Al fondo se ven los cadáveres de otras dos víctimas de los chekistas.
Doscientos huelguistas ejecutados sin juicio
Las huelgas también fueron sofocadas de forma sanguinaria. El 16 de marzo de 1919 la Cheka asaltó la factoría de Putilov, en la que sus trabajadores se habían declarado en huelga seis días antes, acusando al gobierno bolchevique de haberse convertido en una dictadura: 900 trabajadores fueron arrestados, y 200 ejecutados sin juicio alguno.
La represión violenta, los encarcelamientos, la toma de rehenes y los asesinatos en masa fueron los métodos más usados por los bolcheviques para sofocar estas huelgas, tanto en las fábricas como en el campo.
Lenin envió un telegrama a Vladimir Smirnov animando a utilizar el asesinato en masa contra los huelguistas
El 29 de enero de 1920, ante las huelgas de los trabajadores de la región de los Urales, Lenin envió un telegrama a Vladimir Smirnov animando a utilizar el asesinato en masa contra los huelguistas: “Me sorprende que usted tome el asunto con tanta ligereza y no ejecute inmediatamente un gran número de huelguistas por el delito de sabotaje.”
Incluso se recurrió a estos métodos para sofocar las protestas de trabajadores al ser obligados a trabajar en domingo, como ocurrió en Tula, un malestar que los bolcheviques atribuían, sin más, a una “conspiración contrarrevolucionaria forjada por espías polacos”.
Se estima que cientos de miles de trabajadores y campesinos rebeldes fueron ejecutados entre 1918 y 1922.
Asesinados por la Cheka de Kiev, Ucrania, en 1919.
Asesinados por la Cheka de Kiev, Ucrania, en 1919.
A finales de 1920 el propio Lenin dio su aprobación para el asesinato en masa de 50.000 prisioneros “blancos” y civiles en Crimea, a tiros o por ahorcamiento, en una de las mayores masacres de la Guerra Civil Rusa.
Las víctimas de este crimen se habían entregado, según relata Robert Gellately, tras la promesa bolchevique de que habría una amnistía para ellos si se rendían.
Matar de hambre: arma política
Uno de los episodios más dramáticos de la dictadura de Lenin fue la hambruna rusa de 1921 y 1922, que afectó a unos 27 millones de personas y mató a entre 3 y 5 millones y que fue provocada, en gran medida, por las requisas masivas de grano ordenadas por los bolcheviques, la denominada Prodrazvyorstka (copiada y ampliada por los comunistas, como otras cosas, de la Razvyorstka, la requisa de grano zarista en la Primera Guerra Mundial).
Este exterminio mediante el hambre no fue algo accidental o que la dictadura bolchevique tratase de evitar: se hizo de forma intencionada e incluso se buscó con ella un fin antirreligioso
El grano requisado se usaba a menudo para exportación. Este exterminio mediante el hambre no fue algo accidental o que la dictadura bolchevique tratase de evitar: se hizo de forma intencionada e incluso se buscó con ella un fin antirreligioso, como escribía Lenin en una carta al Politburó el 19 de marzo de 1922:
“Con tanta gente hambrienta que se alimenta de carne humana, con los caminos congestionados de centenares y de millares de cadáveres, ahora y solamente ahora podemos (y en consecuencia debemos) confiscar los bienes de la Iglesia con una energía feroz y despiadada. (…) Todo indica que no alcanzaremos nuestro objetivo en otro momento, porque solamente la desesperación generada por el hambre puede acarrear una actitud benévola, o al menos neutra, de las masas [hacia] nosotros.”
Bolcheviques requisando grano a campesinos, en una obra del pintor lituano Ivan Vladimirov (1869-1947). Estas requisas provocaban un gran descontento y fueron, en gran medida, causantes de la letal hambruna de 1921 y 1922.
Bolcheviques requisando grano a campesinos, en una obra del pintor lituano Ivan Vladimirov (1869-1947). Estas requisas provocaban un gran descontento y fueron, en gran medida, causantes de la letal hambruna de 1921 y 1922.
Este uso de las hambrunas como método para conseguir objetivos políticos ya lo había adelantado Lenin en 1891, cuando se negó a colaborar con una campaña de ayuda a los hambrientos de la ciudad de Samara.
Según Lenin el hambre tiene “numerosas consecuencias positivas”, pues “destruye no solamente la fe en el Zar, también en Dios”.
La hambruna rusa no fue la única en el territorio de la URSS durante la dictadura de Lenin. Hambrunas similares las sufrieron los kazajos (1919–1922, con 400.000 muertos) y los tártaros (1921-1922, entre 400.000 y 600.000 muertos), todos ellos bajo dominio soviético.
Sumando estas cifras a las de la hambruna rusa, tenemos entre 3,8 millones y 6 millones de muertos a causa del hambre, una situación provocada -insisto- por el propio régimen comunista.
A día de hoy, tipos como el diputado comunista Alberto Garzón aún se atreven a ensalzar a esa dictadura criminal diciendo que representaba “Paz, Pan y Tierra”…
Las hambrunas y las pésimas condiciones de vida dieron lugar a rebeliones en la URSS, hoy poco recordadas por la mayor parte del mundo. Una de las más significativas, además de la ya citada de Tambov, fue la de Kronstadt en marzo de 1921, cuando civiles, soldados y marinos de la flota soviética de Báltico se alzaron contra los bolcheviques.
Alberto Garzón
El diputado de Unidos Podemos, Alberto Garzón / EFE
El Ejército Rojo sofocó la rebelión ejecutando a miles de personas. Y a día de hoy, tipos como el diputado comunista Alberto Garzón aún se atreven a ensalzar a esa dictadura criminal diciendo que representaba “Paz, Pan y Tierra”…
(https://www.actuall.com/criterio/democracia/grandes-aportaciones-del-comunismo-asesinato-genocidio/)
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