Gemoterapia, falsa terapia alternativa de la Nueva Era.
Una de las terapias alternativas que está alcanzando gran difusión actualmente es la gemoterapia. Estas terapias son ajenas a la razón y a la lógica, y sin embargo tienen gran influencia, en especial entre el público femenino, tal como señala Vicente Jara, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) en un artículo que ha publicado Aleteia. Lo reproducimos a continuación.
La gemoterapia, como su nombre indica, es una terapia, es decir un tratamiento de una enfermedad, de una disfunción o de un problema psicológico, basado en la capacidad de las gemas, o de las piedras preciosas, semipreciosas, o simplemente ornamentales, como son el cuarzo, la pirita, la obsidiana, el jaspe, la turquesa, el ojo de tigre o la malaquita, si bien en muchas ocasiones considera que cualquier piedra tiene sus propias características terapéuticas. En este último caso se hablaría de litoterapia.
La gemoterapia se engloba dentro de las terapias alternativas, alternativas en el sentido de contrarias y opuestas a las verdaderas ciencias de la medicina, la farmacología, la mineralogía, la química, las diferentes disciplinas médico-sanitarias desde la fisiología hasta la cardiología, pasando por la neurología o la psiquiatría en su estudio científico, contrastado y experimental de las diversas patologías, y las propiedades químicas de los minerales y las rocas.
Es en suma un conjunto de recetas mágicas e irracionales que entra dentro del conjunto amplio de pseudo-terapias relanzadas por la Nueva Era, ajenas a la razón y a la lógica, y sin embargo de gran influencia en todo el mundo, también en Occidente, en especial entre el público femenino.
Algunas afirmaciones sobre algunas gemas
Existe una diversidad inmensa de propiedades atribuidas a las gemas que en muchos casos son contrarias dependiendo de las civilizaciones y sus ubicaciones, ya sea la China ancestral, o los remedios greco-romanos clásicos, o las recogidas por los pueblos mesoamericanos y andinos anteriores a la llegada de los españoles.
Si bien esto es una contradicción, pues atribuye propiedades distintas a similares gemas, hoy en día en los manuales de gemoterapia encontramos la misma diversidad de remedios y contradicciones, como también tenemos en los horóscopos realizados por diferentes astrólogos, oponiéndose muchas veces entre ellos. Igualmente, ninguno de los autores muestra resultados médicos ni clínicos que avalen sus afirmaciones, simplemente escriben libros y folletos sin ninguna argumentación ni prueba.
Esta terapia alternativa dice que el ágata de color rojo ayuda a aumentar la fuerza, la vivacidad y la energía. O que el ónix negro influye en los aspectos espirituales del ser humano; y con la amatista ayuda a meditar. También afirma que la esmeralda mejora la visión; o que el ámbar ayuda en enfermedades dérmicas, erupciones cutáneas, o incluso en enfermedades de los pulmones y la respiración. ¿Cómo puede ser esto, siendo aspectos tan diferentes y órganos tan dispares? ¿Algún experimento científico? Nada.
Interesante es la turmalina negra, que esta pseudo-ciencia califica como capaz de aumentar las defensas. ¿Cómo es posible que la turmalina, un ciclosilicato que tiene sodio, calcio, aluminio, hierro o litio, y cuya propiedad más diferencial frente a otras gemas es la capacidad piroeléctrica y piezoeléctrica, lo que lleva a un gradiente de iones positivos y negativos en sus extremos, ayude en el sistema inmunitario, a los procesos de defensa de los macrófagos o los linfocitos? ¿Cómo hace esto?
Ninguna respuesta ni explicación, ningún experimento contrastable. Ninguna prueba farmacológica, experimental, datos que avalen un proceso patológico con dosis y resultados sobre pacientes. Estas afirmaciones curativas de las gemas son falsa ciencia. Y son engaño que puede llevar a muy graves consecuencias en pacientes que dejan la medicina científica, en definitiva, la única medicina verdadera. Y aunque las simultaneen son un engaño a la credulidad y poca formación de muchísimas personas.
Estudiando un caso concreto
Detengámonos un poco más en alguna de ellas, para examinar esta pseudo-terapia con algo más de detalle. Esta pseudo-ciencia considera que el jade verde ayuda en la salud emocional. ¿Qué hay de cierto en esto? La verdad es que esta roca es una roca metamórfica conformada por minerales de silicatos. Existen dos tipos, que es el jade nefrita y el jadeíta. El primero es rico en magnesio, en hierro, también en calcio; y el segundo en sodio y aluminio. En su forma de gema es la microcristalización de fibras entrelazadas. Sabemos que desde tiempos tempranos en civilizaciones antiguas se usaba para hacer adornos, e incluso servía de amuleto, como ocurre con muchas de las gemas y piedras ornamentales y semipreciosas.
La pregunta fundamental es: ¿qué tiene el jade para la salud emocional? Nadie ha demostrado que tenga nada, aparte del hecho de que quien desee tener un colgante o pulsera de jade, al serle regalada una de ellas aumente en su felicidad y en su entusiasmo. Pero nada más. En algunos casos se usa en sesiones de masaje, y la variedad nefrita, como indica el propio nombre, se pensaba en el siglo XVI y XVII tener propiedades reumáticas, de ayuda en cólicos o problemas de riñón. ¿Cómo puede hacerlo? Se desconoce. Tampoco hay pruebas de cómo puede servir esta roca para ayudar a un masaje.
Es más, si fuera sustituida por otra, ¿cambiaría el resultado del masaje? ¿En qué sentido? Es más, entendemos que el color del jade verde es estéticamente bello, y algunos suponen en este color sus propiedades, pero si aquel que recibe el masaje fuera ciego o se le cerraran los ojos, y se sustituyera la bella roca por otra fea y desagradable a la vista, ¿variaría algo el poder terapéutico del masaje? Y si se usa en combinación con otras gemas, la distancia, el peso u otras propiedades físicas, ¿en qué porcentaje hará variar las propiedades? Ninguna respuesta, ningún resultado científico.
Siguiendo con el efecto placebo, que lleva al autoengaño de quien cree que tiene propiedades el jade, por pura sugestión, planteemos el siguiente experimento. Podríamos buscar 100 personas que crean en las propiedades mágicas del jade y ponerles al cuello una bolsita con jade. Si bien de manera aleatoria y desconocida por ellos la mitad llevarían otra piedra diferente, sin saberlo el portador.
Por efecto placebo, al no saber la verdad de la piedra que portaban, en su creencia de llevar jade, sentirían las propiedades del mismo, que ellos mismos psicológicamente suponen están siendo aplicadas sobre ellos, ayudándoles en sus sensaciones de salud emocional y considerando que su vitalidad y optimismo se debe a esta roca ornamental. Pero nada habría de cierto en su creencia, al menos en la mitad, explicable por este efecto placebo.
Para la pseudo-ciencia del feng-shui el jade ayuda a limpiar el ambiente de energías negativas. Pero de nuevo no conocemos qué energías atrae la piedra, pues no parece que altere su temperatura, o su presión, ni la estructura mineral o atómica, ni molecular. ¿Cómo puede este mineral y sus componentes químicos hacer tal cosa, es decir, servir de acumulador de energías negativas, sea lo que sean estas? Porque si la energía se mide bajo el Sistema Internacional de Unidades con el Julio, y la conocemos en forma cinética, potencial, radiante, calor, eléctrica, térmica, etc., ¿qué significa ser energía negativa? No es algo científico, y no es medible.
Algunos hablan de que el jade verde tiene relación con el signo astrológico de libra, algo que tampoco acabamos de comprender, pues lo único que podemos encontrar, y que los autodenominados expertos en gemoterapia hasta desconocen al decir esto, es que hay una estrella en esta constelación de nombre “Beta Librae”, del tipo espectral B8V, es decir, de color azulado, si bien con tonalidades verdes; pero aparte de esta coloración, que es muy diferente del color verdoso del jade, no sabemos qué relación o influencia puede tener sobre la roca, o por qué no influye esta constelación en otras cosas de color verde, como la hierba primaveral, el color del mar, o los procesos de fotosíntesis, más cuando está a en torno a 160 años luz.
¿Cómo influyen estas estrellas con el jade? ¿Han encontrado los impresionantes aparatos de análisis espacial alguna evidencia de esta compenetración entre esta constelación y las rocas de jade? Nada, ni remotamente. Esta roca también se la relaciona con el chakra del sentimiento, un lugar poco claro que sitúan las pseudo-medicinas hindúes y de la Nueva Era en el corazón como lugar de emociones, si bien sabemos por la ciencia experimental de base Occidental que estas se encuentran realmente en el cerebro, no en el corazón.
Otro aspecto de esta piedra que se afirma sin argumentos es que ayuda a la suerte, pero ningún experimento con una población de, supongamos 1.000 compradores de boletos de lotería, donde algunos de los compradores guarden el mismo en una caja de jade y además porten amuletos de jade, indicará una mayor tendencia a que les toque el premio frente a los compradores que nada de esto hicieran.
En definitiva, no hay prueba ninguna que avale lo que dice la gemoterapia del jade verde. Y esto valdría para cualquiera de sus piedras o rocas. No hay experimentos, no hay resultados contrastables, no hay ciencia, no hay argumentos ni razonamientos lógicos o científicos. No hay nada más que afirmaciones incluso opuestas sin base alguna. Esto es el pensamiento irracional, pensamiento no científico y pensamiento mágico, además de ser en muchos casos supersticioso.
ARRIBA
3. Si no funciona la gemoterapia, ¿por qué se practica tanto?
FUENTE: Aleteia
El uso de las piedras con fines mágicos, curativos y de adivinación es una constante en todas las civilizaciones. Lo explica Vicente Jara, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) en un artículo publicado en el portal Aleteia y que complementa el artículo anterior. Lo reproducimos a continuación.
Todas las civilizaciones han valorado estas rocas, desde los egipcios, los indios o los chinos, hasta los pueblos mediterráneos y los pueblos americanos o del Pacífico. Se les han atribuido propiedades estéticas, pero también de realeza y por lo tanto divinas, y con ello mágicas, curativas o de adivinación. Esto ha significado incluso la creación de libros sobre sus propiedades mágicas, los “lapidarios’’, como los de Muhammad Ibn Mansur, del siglo XII, o el traducido por el equipo de Alfonso X el Sabio en España, del siglo XIII, que fueron derivando en tratados más serios y científicos de mineralogía.
Se dice que las piedras, y con ello las gemas, son seres naturales de la misma tierra, lo cual es cierto, pero seguidamente se dice con igual rotundidad que forman parte del conjunto vital y energético, y por lo tanto ayudas para la vida y en unión con todo lo vivo. A esto se da un sentido místico y esotérico, de conocimiento antiguo y ancestral para derivar toda una serie de afirmaciones falsas y sin fundamento.
Algunos dicen que sus propiedades se activan al ser tocadas o llevadas en el bolsillo, o colgadas al cuello, o bien al ser colocadas sobre la columna vertebral, o en ciertos lugares del cuerpo, a veces calentando las gemas; o que muestran sus propiedades al ser colocadas debajo de la cama o en ciertos lugares de la misma casa. En ocasiones se recomienda embadurnarlas a ungüentos y aceites, o incluso hacer elixires bebibles con ellas al ser remojadas y sumergidas en líquidos. La multitud de formas de uso tampoco indica una organización clara sobre la forma de toma y aplicación, sino un desordenado recetario sin sentido.
Algunos tratados de gemoterapia consideran que la función de las gemas es la de distribuir la energía por el cuerpo, por el hogar, por el lugar de trabajo, etc., aspecto nunca experimentalmente vistos. Algunos llegan a mencionar el magnetismo como causa de sus supuestas propiedades terapéuticas, si bien esta propiedad no tiene realmente nada que ver con la energía magnética que estudian los científicos físicos, pues no se mide como ésta.
Hoy en día se habla simplemente de energía o de energías, sin mayor precisión. Otras veces se emplea una terminología más difusa, como es reequilibrar, o armonizar, sin significado científico, tratando de la energía corporal o del universo, algo que tampoco tiene ninguna evidencia, y más bien ninguna prueba, resultando ser todo ello un conjunto de afirmaciones sin base, puramente mágicas e irracionales.
Para responder al origen de sus supuestas propiedades terapéuticas se hacen afirmaciones relativas a la energía celular, la influencia de las radiaciones en el cuerpo, los campos eléctricos y las propiedades musculares o nerviosas, y en general a los procesos bioquímicos; no obstante, estos aspectos son resultado de la investigación científica, y de un método de trabajo serio, racional y metódico que en nada se acerca a las afirmaciones vagas, generalistas e infundadas de la gemoterapia, que solo intenta apoyarse en ellas sin entenderlas, para ganar aceptación.
A veces se dice que las gemas, los minerales, las piedras o los cristales, son como baterías, y al llenarse de malas energías hay que limpiarlos, con métodos tan llamativos como mojarlos, calentarlos al fuego, someterlos a sonidos de campanillas o exponerlos a la luz de la Luna. Nada de científico tiene ni el estar cargados de energía alguna ni de limpiarse, sea lo que signifique esto, bajo estos métodos tan llamativos en pleno siglo XXI. En ocasiones también se da forma a las gemas, ya piramidal, esférica, ovoidal, o en formas de barras o puntas. Se considera que la geometría ayuda también en las propiedades que dicen tener.
La gemoterapia también habla de que las gemas pueden recoger nuestros deseos, al concentrarnos en ellos y deseando traspasarlos a la gema, de forma que así adquieren la información de nuestros deseos. Ligado a esto está lo que algunos llegan a decir, que las propiedades de las gemas dependen de la intuición, y que la piedra se liga a su poseedor, de forma que uno debe pensar e imaginar qué desea y busca, y de esa forma e intuitivamente coger la piedra entre muchas posibles que le está esperando. En definitiva, todo esto es superstición, pensamiento mágico, anti-científico, ilógico, absurdo y no contrastado ni con pruebas ni con evidencias, sino contrario a los resultados y conocimientos de la razón humana.
Se puede explicar por la ignorancia de muchas personas, por el deseo de creer en algo trascendental, por el vacío de la crisis de la religión cristiana en Occidente, por efectos psicológicos como el placebo, o por argumentos falaces o falsos como son el argumento basado en que se viene diciendo desde hace mucho tiempo (argumento “ad antiquitatem”), o que mucha gente lo cree (argumento “ad populum”), o incluso por el hecho de que la ciencia médica no ha descubierto las causas y remedios de algunas enfermedades, por lo que algunas personas tienden a probar otras opciones, aunque parezcan absurdas o descabelladas (argumento “ad diversum”).
Cuando creíamos que la razón y la ciencia marcaban el rumbo del hombre moderno, así como un pensamiento filosófico de base occidental y una religión cristiana de confluencia y entreveramiento de fe y razón, el siglo XIX y XX y el actual siglo XXI ha devenido en una fuerte irracionalidad y un elevado sentido mágico y pseudo-científico, en gran parte difundido por las tecnologías de la Información, como Internet, o los Medios de Comunicación Social, donde la verdad y la mentira se igualan en muchas ocasiones y se mezclan en un mundo relativista y de corrección política donde se considera que todas las opiniones tienen su valor y su lugar.
Y esto es muy peligroso, como dice mi hermano santo Tomás de Aquino, “error circa creaturas redundat in falsam de Deo scientiam” (Contra Gentiles, c. 3), es decir, “un conocimiento equivocado de las ciencias naturales, las criaturas, lleva a un falso conocimiento sobre Dios, el Creador”.