El lunes 26 de octubre ha comenzado en el Tribunal Correccional de Bruselas una audiencia especial: se trata de un juicio contra la Iglesia de la Cienciología. No es, como ha ocurrido en otras ocasiones y en otros países, solamente un proceso contra dirigentes y miembros de este controvertido movimiento, sino que está acusada la misma organización. En concreto son juzgados once miembros de la Iglesia de la Cienciología de Bélgica, la propia Cienciología belga e incluso la Iglesia de la Cienciología de Europa. Lo cuenta Luis Santamaría del Río, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) en Aleteia.
Los cargos de los que les acusan son de fraude, ejercicio ilegal de la medicina, violación de la vida privada de los miembros y extorsión, además de pertenencia a organización criminal. El juicio comenzó el lunes 26 con la declaración de un ex adepto de la secta que fue su tesorero en Bélgica hace años, según publica el diario Le Soir. Explicó, entre otras cosas, que la venta de materiales cienciológicos reportaba al grupo unos ingresos de 5.000 euros semanales, de los que 3.000 eran empleados para pagar los sueldos del personal. Otros porcentajes del dinero eran enviados a la central europea de la organización (en Copenhague) y a la sede mundial (Los Ángeles). Algo que, según el ex tesorero, era “fiscalmente legal”.
Funcionamiento y financiación
Pero más allá de los ingresos “legales” por la venta de libros, DVDs y otros materiales para uso de los adeptos, otra importante fuente de financiación estaba integrada por las donaciones de los miembros y empleados, una práctica habitual. Y aquí se habló del ejercicio de “auditación”, algo propio de la secta, una especie de interrogatorio o “confesión” hecha por un “auditor” a alguien que forma parte del grupo y quiere evolucionar hacia el estado de “clear” (claro), y que se hace con la utilización de un aparato llamado “E-meter”. Un miembro de la Cienciología, según se dijo en el juicio, pagó 10.000 euros para poder convertirse en “auditor profesional”.
También se ha explicado la trayectoria que recorren los miembros del grupo, llamada “el puente a la libertad total”, y para la que se proponían como elementos necesarios el ejercicio físico, la sauna y los complementos alimenticios. Todo ello, por supuesto, con importantes desembolsos económicos a modo de pago. Como le dijo el presidente del Tribunal a una ciencióloga que defendió su derecho a gastar el dinero que quisiera para lograr su curación, “tienes que ser rico para ser cienciólogo”.
Otra persona que prestó su testimonio a Le Soir fue Alex, que trabajó tres meses como administrador en la secta pero no llegó a cobrar ni un céntimo de su sueldo. Por eso dice sin rodeos: “abusaron de mi confianza”. Su función, explica, era convencer a los adeptos para que no abandonaran sus tratamientos y prácticas, cuando algunos de ellos llegaron a gastar hasta 20.000 euros.
Problemas legales
Tal como señalaba la agencia Efe en sus informaciones previas al inicio del juicio belga, éste se inicia después de casi veinte años de instrucción. La investigación se inició en 1997, a raíz de las denuncias presentadas por ex miembros de la organización. Una segunda indagación tuvo lugar tras la denuncia efectuada por la oficina regional de empleo de Bruselas, según la cual la Iglesia de la Cienciología era sospechosa de publicar ofertas de empleo falsas.
Como es natural, los portavoces de la secta han rechazado todas las acusaciones, y han aludido a lo que se agarran siempre: se trataría de una persecución por tratarse de una minoría religiosa, de un ataque a sus creencias. Pero, como puede observarse, en los cargos que se juzgan no aparece ni un solo aspecto doctrinal, sino unas prácticas más que dudosas y unos daños a las personas muy determinados.
La Iglesia de la Cienciología (llamada en España y en otros países ahora “Iglesia de Scientology”) fue fundada en 1954 por el escritor norteamericano de ciencia ficción Lafayette Ronald Hubbard. Dice contar con alrededor de doce millones de adeptos repartidos en 8.000 centros de 165 países, aunque es una organización conocida por inflar sus cifras, considerando miembros en ocasiones a todas las personas que pasan por sus cursos y actividades.
Su situación legal es diversa en los distintos países en los que se encuentra. La secta suele hacer publicidad de los países que la consideran una entidad religiosa (como España, donde están inscritos en el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia por orden de la Justicia tras muchos años de proceso judicial), pero en otros países se rechaza este carácter religioso.
De hecho, otra noticia muy reciente es la pérdida del estatus fiscal de “institución de beneficencia pública” en Holanda y las ventajas fiscales que implica esta consideración, en una sentencia dictada por el tribunal de La Haya el pasado 21 de octubre. Según publica NL Times, el tribunal decidió que las ventas que hace la Iglesia de la Cienciología de costosos cursos y sesiones de terapia están claramente dirigidas a obtener una ganancia, y por lo tanto no procede que esté en la lista de caridad de las autoridades fiscales.
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