por Luis Santamaría
El pasado 14 de junio, el Tribunal Superior de Casación y Justicia de Rumanía emitió condena en firme de prisión a 6 años contra el gurú Gregorian Bivolaru, fundador de la Escuela de Yoga Esotérico, también llamada Movimiento para la Integracion en el Absoluto Sublime (MIAS). La pena le ha sido impuesta por tráfico de personas y abusos sexuales repetidos a un menor de edad, siendo firme e irrevocable.
El Tribunal ha ordenado la extradición de Bivolaru al Gobierno sueco, del que obtuvo asilo político, aunque los trámites para su extradición podrían alargarse por espacio de al menos un mes. Decenas de seguidores de Bivolaru protestaron ante el edificio del Tribunal Superior el mismo día de la emisión de la condena en protesta por el juicio.
Uno de los jueces, Ionut Matei, recibió una carta con amenazas tras conocerse la sentencia definitiva, en la que se le sugería que no se condenara a Bivolaru ya que, si no, en caso contrario tanto él como su familia conocerían las consecuencias. La carta venía firmada bajo la rúbrica de “nosotros, los indignados”. Y en su final, le espeta al juez: “como usted puede sospechar, nosotros, los indignados, somos el mismo grupo (con métodos tan sólo conocidos por nosotros) que hizo un acto de Justicia Inmanente con el ex-primer ministro Adrian Nastase y que más tarde le llevó ante usted luego en el lugar de perpetrador, ya que como ustedes saben era otro cruel y duro enemigo de G.Bivolaru. Pronto verá que en este caso nos será mucho más fácil echarle del sistema judicial que en el caso de Adrian Nastase”.
El guru Bivolaru fue arrestado el pasado 2004, acusado de tráfico de personas y abuso sexual continuado de Madalina Dumitru, aprovechando su condición de profesor de yoga. La investigación judicial había determinado que entre 2002 a marzo de 2004 Bivolaru había perpetrado abusos sexuales contra Madalina Dumitru y que entre noviembre de 2000 y abril de 2003 se aprovechó de su posición de mentor espiritual y profesor de yoga para abusar de al menos otras dos menores de edad, Agness Arabella e Ilinca Simionescu.
Sin embargo, Bivolaru consiguió escapar del país y llegó a Suecia, en donde recibiría asilo político alegando persecución religioso-espiritual. Algo más tarde, diversos ex-miembros de la organización apuntaron a que el gurú pudiera estar ocultándose en París, desde donde continuaba dirigiendo el movimiento. Ciertamente, Bivolaru cambió su nombre por el de Magnus Aurolsson y pasó a residir en un apartamento situado en el barrio de Pigalle de París, cerca del Moulin Rouge, en un barrio lleno de clubes de striptease y tiendas de sexo.
Un año más tarde, sería detenido en abril de 2005 en Malmo (Suecia), donde conseguiria el estatus de asilo político. Ya a finales del 2005 Rumanía solicitó su extradición para sus causas penales, pero les fue rechazada tal petición.
El testimonio de los ex-miembros
El testimonio de Agnes Arabela Marques fue definitivo en el proceso judicial que se ha resuelto con la condena de Bivolaru. La modelo portuesa que actualmente tiene 29 años de edad, declaró que “me robó la virginidad, yo creía en él y en lo que me decía […] en octubre de 1999, Bivolaru empezó a hablarme de algunos aspectos de las enseñanzas de yoga que se referían a la actividad sexual, y en este contexto, afirmó que si tuviera relaciones sexuales con él -como maestro de yoga- podría llegar a ciertos niveles de espiritualidad tántrica. En esa casa siempre había varias chicas que tenían relaciones sexuales con Gregorian Bivolaru. Fue en este contexto que el 12 de enero de 2000, cuando tenía 15 años, tuve relaciones sexuales con Gregorian Bivolaru”.
Y continuaba indicando lo siguiente: “permanecí en Bucarest […] vivía en el apartamento de Gregorian Bivolaru, en la calle Muþat Constantin, nº3, planta baja […] allí iban numrosas estudiantes de yoga […] sé que en algún momento hubo un total de 12 menores con quienes Gregorian Bivolaru mantenía relaciones sexuales […] estaban unos pocos días o semanas, su lugar era ocupado por otras chicas […] este estado de cosa lo decidía el propio Bivolaru, que quería asegurarse de lo que llamaba ‘el estado de avalancha’, la idea conforme para mantener vivo el deseo sexual no es bueno vivir con la misma pareja durante mucho tiempo”. Además, insistía en la idea que “mantener relaciones sexuales con él, un maestro espiritual, podría ayudar a quemar rápidamente el karma, lo que significaba que podrías corregir rápidamente aquellos errores del pasado”.
Otras antiguas seguidoras de la Escuela de Yoga Esotérico, que llegaron a considerar a Bivolaru como una “divinidad”, se refirieron a los encuentros yóguicos en Costineþti, en donde se probaron las repetidas situaciones de abusos sexuales a menores y la obligación a realizar prácticas sexuales en trío con menores de edad, siempre con el recurso a la espiritualidad y el yoga tántrico.
En el juicio celebrado se puso en evidencia, igualmente, que Bivolaru “estaba interesado por un mito hindú según el cual iba a alcanzar cierta altura espiritual y poder si conseguía mantener relaciones sexuales con 1.000 niñas vírgenes […]. Bivolaru sabía la edad de cada una de las niñas de las que se aprovechó sexualmente, porque él recibía las fotos de las estudiantes de yoga y su fecha de nacimiento, siempre se escribían en la parte posterior de la foto”.
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