Ídolo demoníaco "Santa Muerte".
Luis Santamaría, el 15.02.17 a las 11:46 AM
Ante el aumento de templos dedicados a la Santa Muerte en la frontera de México con los Estados Unidos, la Iglesia Católica insiste a la población en no integrarse en este culto anticristiano, ya que la adoración y la veneración a esta “religión” tiene sus orígenes en el satanismo, según informa Ever Chávez en el medio mexicano Net Noticias
Así lo afirmó el Obispo de Ciudad Juarez (estado de Chihuahua), monseñor José Guadalupe Torres, quien consideró que los dirigentes de esta doctrina ocultista sólo se aprovechan de la necesidad de la gente en todos los sentidos. “Por dicha razón nosotros como Iglesia exhortamos a todas estas personas que mejor se reúnan en una congregación donde se resalte el cristianismo”, afirmó.
Torres comentó que la clase de enseñanza que tienen estos grupos que adoran a la Santa Muerte no tiene principios bíblicos verdaderos.
Así es su “catedral” en Pachuca
Una luz tenue ilumina la efigie de Jesús Malverde, “patrono” de los pobres y los necesitados, objeto de culto en el narcotráfico de cuna sinaloense, como el de Joaquín Guzmán (“El Chapo”). Supuesto artífice de curas, limpias y amarres, este personaje es tan sólo uno de los tantos que alberga la controvertida Catedral de la Muerte en Pachuca (Estado de Hidalgo). Lo cuenta Axel Chávez en el medio mexicano La Silla Rota.
Por el pasillo donde se encuentra el altar a Jesús Juárez Mazo, nombre real de este “santo”, que la Iglesia Católica no reconoce, se ubican dos esculturas de dos metros de altura, de la Santa Muerte –o Niña blanca, como también se le conoce– una lo escoltan en la oscuridad eterna, sobre estos cuartos en los que la luz nunca se posa.
Latas de cerveza y licor, rosas marchitas, hojas negras con vestigios de color rojo-sangre que caen del racimo al que pertenecieron, completan el retablo donde Malverde, con la Virgen de Guadalupe y San Judas Tadeo al fondo, casi imperceptibles, “se erige como deidad misericorde”, según asegura el brujo segundo, Guillermo Pelcastre González, hijo del fundador de esta catedral.
El patrón de los narcotraficantes
“Es el santo patrón de los narcotraficantes, pero nosotros lo ocupamos más para que te rinda el dinero, para protección. Todo el dinero del narco, (Malverde) lo ocupaba para ayudar a gente pobre, a los necesitados. Nosotros, entonces, lo ocupamos para abrir caminos a la abundancia”, expuso el chamán, segundo en la estructura jerárquica de este santuario.
Aquí han llegado políticos, doctores, comerciantes, de todos los ámbitos, dice, para pedir salud, trabajo, una cura, bienestar o quitar un amarre o embrujo. Al santo de los narcos, acota, no sabe si algún capo le reza, porque jamás se pregunta el oficio de los devotos.
Señala que para revertir embrujos como “salación” o accidentes a los que, por la magia negra, se está expuesto, se hacen limpias espirituales: es un ritual con agua de flores de panteón, lociones, manzanas y, si el agravio es mayor, con cabezas de puerco, que después se ofrendan a los santos con los que curan. Sangre de toro y licores como tequila o mezcal, cuando se utilizan en este prolegómeno, también se le dedican a la Muerte.
La fruta e insumos no perecederos que ofrendan aquí, se obsequian, después, en los barrios altos de Pachuca, a donde acuden cada semana. “Lo hacemos porque son la gente que más lo necesita. Puede ser que no crean en la Santa Muerte, pero nosotros lo regalamos porque son los que más lo necesitan”, insiste el brujo.
A la entrada a este recinto, marcado con el número 333, la mitad de la cifra de “la bestia” que refiere el Apocalipsis, una pintura de la Muerte con guadaña, y bajo ella bultos de yeso y cemento donado para continuar con la edificación de este templo, en la colonia Nueva Hidalgo, a metros del panteón municipal, de donde se obtiene el agua de ritual.
En el altar principal, una figura de la niña, de cinco metros, aproximadamente, que en el centro, en lo que sería su pecho, tiene dentro otra escultura de Jesucristo. Hay un olor a incienso y ajadas flores que perecen en ramos secos.
Respondió a una promesa
La catedral, que inició como un santuario, la construyó una familia que pidió intervención de la muerte para salvar a uno de sus integrantes: “Teníamos problemas con una de mis hermanas e hicimos la promesa de que, si nos la salvaba, haríamos un santuario. Salimos de ese problema y pusimos un local de cuatro por cuatro, pero poco a poco hemos ido creciendo. Por cada aportación que hacen las personas, nosotros ponemos otro peso”.
A la entrada hay un busto de Blue Demon, el luchador mexicano con 42 años de trayectoria sobre el cuadrilátero, a quien no se venera, pero del que se reconoce su donativo para erigir este centro de culto. El hijo de la leyenda del pancracio, destaca, acudió a la inauguración.
Entre 400 y 500 personas visitan diariamente este lugar. Los martes y domingo, que hacen rituales y misas –que aseguran que oficia un sacerdote católico–, llegan mil personas: “casi de toda la República tenemos creyentes, pueden venir desde Tijuana o Chiapas”, destaca el brujo segundo.
“Hay mucha gente que cree que por pedirle algo a la Santa Muerte su cobro va a ser llevarse un familiar suyo. Como hay gente que no la conoce puede decir eso, pero, en sí, le haces siempre la promesa que tú puedes cumplirle”.
Ofrendas a la Santa Muerte
A la niña blanca le llevan puros, hay restos de cabello en el suelo, junto a las veladoras; le han llevado ropa de recién nacido, para que curen un mal. Las ofrendas, entre el cúmulo de esculturas que convergen en este recinto, otrora nave de la Conasupo, incluyen rosas, manzanas y mezcal, bebida que más le dedican.
“Hay quienes dicen: ‘yo te pongo todo lo que falta o un millón de pesos para terminar la construcción’, pero nosotros no podemos aceptar ese tipo de donaciones porque estamos en Hacienda y tenemos que registrar de dónde vienen los recursos”.
“Hay gente que ha llegado y dice: ‘yo le pongo la cara de oro’, ‘yo le pongo la corona’, pero no lo podemos aceptar porque, aparte de Hacienda, luego quieren sentirse dueños de aquí y se creen con derecho de hacer algo”, replica. Lo que aceptaron, reconoce Pelcastre, fue una corona de oro “porque al creyente lo conocíamos desde hace tiempo”, la cual, sin embargo, no se exhibe en las sienes de las efigies.
Sincretismo con otros ritos de ocultismo
Además de culto dominical, en este predio se hacen “limpias espirituales y rituales para abrir caminos”; entonces, “no sólo ocupamos un santo: tenemos a Cristo, el ángel negro, a la Virgen de Guadalupe, a San Chárbel, la santería cubana y a la Santísima Muerte”.
El santoral de esta catedral, además, lo integran 12 deidades que son objeto de veneración. El Cristo negro, Jesús Malverde y Eleggua, que sincretiza con el Santo Niño de Atocha o con San Antonio de Padua, también son parte del canon. Entre ellos, asegura el chamán, no hay contraposición.
“Hay mucha gente que a veces llega trabajada con cosas negras, les hicieron brujería, entonces no podemos curarlos con Cristo o la Virgen de Guadalupe, tiene que ser con material negro, por eso tenemos al ángel negro o la santería cubana”.
El último aposento, entre paredes grises, piso sin pavimento, corresponde al que aquí llaman “el patrón”: el demonio, con cuernos, rostro de toro y alas, negras como todo su cuerpo. Tiene una veladora encendida y rezos acumulados de sus devotos.
Obispos, procesiones…
Para ser obispo, comenta Pelcastre González, “se requieren más de 20 años”, con la “niña” de fondo, en un recinto en el segundo nivel, junto a otro de santería cubana y uno más en el que, como sacrificio, hay animales disecados.
Cada 2 de noviembre, en el aniversario de este santuario, la feligresía realiza una procesión, con la efigie de la muerte, entronizada, frente al convoy, que con rezos y cánticos aletarga el camino hasta el centro histórico de Pachuca, para culminar con un ritual en el Reloj Monumental.
En la “Catedral de la Muerte”, la cera se derrite: el fuego escurre sobre las paredes del vaso y la mecha se acorta mientras la llama tenue ilumina, como un destello entre penumbra, la imagen de niña blanca. Malverde y el Cristo negro tienen su propia llama, en veladoras encendidas que resguardan, también, clamor y rezos.
Un altar improvisado al aire libre
La aparición de este tema en los medios de comunicación mexicanos es frecuente. Una de las últimas noticias viene de Guasave (Estado de Sinaloa), donde arropada con una tela brillante de color morada se ve a una estatua de la Santa Muerte, justo en el puente que une a la carretera 11 con la 300, a la altura de la comunidad Las Parritas, según leemos en Debate.
De acuerdo con automovilistas que transitaban por la vía estatal y se detienen al pasar por la zona donde se ha improvisado el altar, dicen que desde diciembre colocaron la imagen de la Santa Muerte en el puente.
Con el paso de los días las velas, vasos con agua, flores, botes de cerveza y otro tipo de ofrendas llegan durante el día y la noche. Primero la estatua de menos de un metro de altura lucía sola, después la cubrieron con una túnica, que deja ver sólo la parte superior, y a sus pies hay restos de tablas y otros objetos envueltos en hule negro amarrados con mecates.
El rumor entre algunos habitantes de la zona es que hombres que pertenecen a grupos de gavilleros son quienes acostumbran a poner el altar, pero nadie se atreve a asegurar quiénes y por qué la Santa Muerte aparece por la zona.
Aun cuando hay vecinos que preferirían que no existiera el altar comentan que no se atreven a tirarlo por temor a que les pueda pasar algo y mejor esperan a que pronto lo quiten antes de que las ofrendas a la Muerte sigan llegando.
“La Santa Muerte es un demonio”
En 2015, Religión en Libertad publicó el testimonio de Eduardo Hayen Cuarón, párroco de la Catedral de Ciudad Juárez, que explicaba que los temas de brujería o satanismo son cotidianos allí: “cada día que llego y me siento en el escritorio de esta oficina no falta una persona, dos, tres o más que venga a presentar este tipo de situaciones que está viviendo; algunas se solucionan con una bendición y una oración, pero otras necesitan oraciones más fuertes, de liberación, de exorcismo, porque están verdaderamente asediadas por espíritus malignos”.
En el caso concreto de Ciudad Juárez se da la confluencia de crimen, violencia, miseria y el culto supersticioso a la Santa Muerte. Sus devotos buscan poder y seguridad en una ciudad llena de asesinatos y suicidios: intuyen que la Muerte tiene el poder, controla las vidas y los acontecimientos, y piensan que se puede pactar con ella, servirla, consagrarse a ella, tomarla por Señora… todo tipo de pactos pensando que así los protegerá, que no los castigará.
Desde la Iglesia, por supuesto, se considera que es una mezcla de superstición y de pacto con lo demoníaco. Respecto a los que pactan con la Santa Muerte, el padre Hayen es claro: “No están protegidos y están abiertos a que les sucedan cosas que son obra del diablo, porque la Santa Muerte es un demonio, se ha vuelto muy popular por ignorancia religiosa, sobre todo cuando uno no tiene al Dios verdadero presente, se abre a cualquier tipo de creencias, incluso estas demoniacas, que son peligrosísimas”.
Como quien pacta con una mafia esperando cierta protección, muchos que se involucran en rituales o relaciones con la Santa Muerte terminan viendo que el precio es alto. “Estos espíritus, bajo este mundo tenebroso empiezan a influir en las vidas. Empiezan a surgir más enfermos mentales, personas trastornadas, efectos en las casas y en lo material; llaves que se abren solas, casas donde se ven sombras y todo ese tipo de fenómenos que ocurren por prácticas esotéricas y brujería”, afirma Hayen.
(http://infocatolica.com/blog/infories.php/1702151128-obispo-mexicano-exhorta-a-no)
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