Como si ya no hubiera causado demasiado daño en su país, México, ahora los mexicanos "exportan" lo peor que podrían exportar, el ídolo demoníaco más abominable jamás conocido en la tierra, el espectro maligno conocido como "La Santa Muerte".
Luis Santamaría
Alejados de sus familias, a menudo explotados laboralmente, rodeados por una cultura ajena y por una lengua que con frecuencia no comprenden, un creciente número de mexicanos en Nueva York busca refugio en la adoración de la Santa Muerte. Lo cuenta la agencia Notimex.
Este culto se basa en la devoción a la representación del único destino que para todos es seguro en la vida, según dicen sus adeptos. Esta adoración de la Santa Muerte en Nueva York tiene un especial atractivo entre los mexicanos que son más vulnerables, aquellos que no serían bienvenidos a las iglesias tradicionales, tal como explican.
En las celebraciones en torno a la llamada “Niña blanca” conviven hombres solos, pero también abundan las familias y los niños pequeños, así como los miembros de la comunidad gay, lésbica, bisexual y transexual (LGBT) de la ciudad.
Las razones de una abominable, espantosa, horrenda y demoníaca “devoción”
Antonio Sánchez Romano organiza una vez al año en el condado del Bronx una cena y un rezo para la Santa Muerte que, conforme avanza la noche, se convierte en un baile, un festejo con música de mariachi en vivo y un espectáculo con bailarines de la comunidad transexual.
Más de 300 personas se reúnen en un salón de fiestas, en una celebración donde fluye la cerveza y la comida, y donde todo es de cooperación voluntaria. La tradición comenzó hace siete años y, de acuerdo con Sánchez Romano, cada vez congrega a más personas, sin necesidad de realizar publicidad alguna.
“Creo que sí ha crecido demasiado el número de seguidores, de gente que viene. Se corre la voz de uno a otro, y las familias invitan a una, y otra a otra. Es así nada más”, afirmó Sánchez Romano, originario de Tlapa de Comonfort, en el estado de Guerrero, y que prefiere lo llamen por el diminutivo de “Tony”.
Los donativos se colocan directamente en una urna frente a la Santa Muerte, una imponente estatua de tamaño natural que sostiene un globo terráqueo, ataviada con un vestido de novia, y que con las luces parpadeantes de colores azules y rojizos parece que guiña los ojos a sus devotos.
“La gente le pide salud, ayuda en el día a día. Se acercan a ella porque no tienen trabajo, en particular los hombres, o porque quieren dejar de tomar. Las mujeres se acercan para que les ayude a conseguir un novio o para tener un hijo”, reveló Tony.
Enriqueta Luna, quien emigró a Nueva York hace 19 años, también de Tlapa de Comonfort, asistió con toda su familia, dos hijas y dos nietas casi adolescentes, al rezo organizado por Sánchez Romano. Toda la familia de Luna es devota de la figura de la Santa Muerte.
“Tengo un hijo detenido en la cárcel, que inclusive tiene un tatuaje de la Santa Muerte. Les he dicho a mis hijos que ella no es mala, y que cuando Dios se sienta cansado de escucharlos, que también le pidan a ella, que ella los puede ayudar”, explicó Luna.
Ceremonias y mundo homosexual
Las reuniones comunitarias para rezar a la Santa Muerte se multiplican en Nueva York. Hay festejos comunitarios en los condados de Bronx, Queens y Brooklyn, y efigies de la Santa Muerte son constantes no sólo en tiendas de herbolaria y santería, sino en comercios de productos mexicanos.
Una de las ceremonias de rezos más concurridas de la ciudad es la que celebra cada agosto Arely Vázquez, una mujer transexual originaria de Guerrero, cuyas reuniones en el barrio de Jamaica, en Queens, son particularmente populares con la comunidad LGBT mexicana de la ciudad.
Un periodista mexicano-estadunidense radicado en Los Ángeles, Adrian Baumann, ha terminado de realizar un documental sobre la Santa Muerte en Nueva York, basado en los rezos organizados por Arely Vázquez. “Mucha gente, en especial de la comunidad LGBT no se siente aceptada en la Iglesia, y en cambio la Santa Muerte los acepta. Eso es algo que me llamó la atención de esta comunidad y que encuentro interesante, como un contra ejemplo a la intolerancia”, declaró Baumann.
Otro de los organizadores de encuentros de devotos de la Santa Muerte en Nueva York es Felipe López, que llegó a Nueva York en 1996 proveniente del poblado de Izúcar de Matamoros, en el estado de Puebla, y que tiene cuatro tatuajes de la Santa Muerte. “Yo la conocí cuando cruzaba al desierto como migrante. Se me apareció y me dijo que me iba a ayudar, que yo era uno de sus siervos. Estuve perdido como 12 horas, hasta que me reencontré con los del grupo”, manifestó López, que tiene más de 200 figuras de su “niña blanca”.
La devoción de López quedó sellada cuando al llegar a la casa de seguridad donde los “coyotes” los mantendrían por unas horas tras cruzar el desierto, vio en la sala una imagen de la Santa Muerte, lo que confirmó en su experiencia que la aparición del desierto había sido cierta.
Difusión comercial
La popularización de la Santa Muerte en Nueva York es visible también en los locales de herbolaria ubicados en el barrio de Harlem del este, un enclave de la comunidad mexicana en Manhattan, conocido simplemente como “El Barrio”.
Rosa María Chicas, dueña de la tienda La Casa de las Velas, que es el establecimiento más reciente de una seria de herbolarias que su familia comenzó en Nueva York en 1921, después de emigrar de Guatemala, aseguró que la demanda por la figura de la Santa Muerte comenzó hace ocho o 10 años. De acuerdo con su experiencia, quienes compran las figuras de la Santa Muerte son hombres jóvenes, de 25 a 40 años, la mayoría de los cuales son mexicanos, aunque también algunos dominicanos y centroamericanos.
De acuerdo con Lilian Escamilla, gerente del comercio Plaza México, en Harlem del Este, la Santa Muerte se vende en ese comercio tanto como las figuras de San Judas Tadeo, más que las de Malverde y apenas poco menos que las de la Virgen de Guadalupe. “Veo a los chicos que vienen a comprarla, que están solos en la ciudad, y pienso que se tienen que agarrar de algún fe. Es mucha la tristeza en el corazón. A veces ellos son felices sólo con hablar con nosotros del clima o de lo que sea. Les hace mucha falta algo en que creer”, opinó Lilian Escamilla.
(artículo extraído de: http://infocatolica.com/blog/infories.php/1411180354-los-mexicanos-llevan-el-culto)
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