por Luis Santamaría
Por la noche, en plena naturaleza y en un lugar cargado de simbolismo. El monte Gibralfaro de Málaga capital se ha convertido en los últimos meses en el escenario elegido para practicar ritos de santería, propios de tradiciones religiosas de origen africano y muy extendido en países del Caribe, que dejan restos de una macabra estampa con aves sacrificadas como principal ofrenda a las divinidades a las que van dirigidos.
Según informaba recientemente el diario Málaga Hoy, el Grupo de Protección a la Naturaleza (Gruprona) de la Policía Local de Málaga ha iniciado una investigación a raíz del aviso de este periódico, que ha comprobado recientemente la existencia de restos de dos de estos rituales en puntos distintos del monte no muy alejados del camino principal.
Más allá de los problemas de suciedad y mala imagen que están generando estos actos en un lugar tan transitado por malagueños y turistas, el concejal de Seguridad en el Ayuntamiento de la capital, Julio Andrade, explicó el pasado 17 de julio que los autores podrían enfrentarse a una denuncia administrativa por infringir el artículo 38.a de la Ley de Protección de los Animales al provocar la muerte de estas aves de modo injustificado, incluso a un delito de maltrato animal si la autoridad judicial lo estima.
Detalles del ritual, analizados por los expertos
Frutas, flores, cestos y objetos de muy diversa índole, como collares, pintalabios, esmalte de uñas y hasta un mantón de manila, componen uno de los escenarios encontrado en el monte tras un rito de santería. Todo forma parte de un orden estudiado y nada se dispone al azar. Vicente Jara, miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES)-entidad formada en su mayoría por religiosos que estudian las sectas-, aseguró en un amplio informe:
“No es más que un ritual de la Santería, es un ritual de consulta y petición. Por un lado se han usado los diloggun para consultar o caracoles o conchas, de cara a los orishas. Es un ritual de petición de favores en el que un animal emplumado ha sido ofrecido. Se suele realizar en una cesta, que se ve en las fotografías del hecho, y también los elekes, es decir, los collares, que vemos en las fotografías que son de color negro y rojo. Hay además licor, usado para el soplado al animal a sacrificar, y por supuesto la vela, así como ofrecimiento de fruta y flores, un abanico, propio de la santería y de este tipo de rituales. En fin, lo encontrado en el escenario es un todo coherente con un ritual santero. No obstante, hemos de dilucidad a qué orisha se ha invocado. Tenemos una rosa roja, manteles rojos y plato blanco, símbolos de Shangó, junto con el collar rojo, su collar propio. Tenemos además rojo en el pintalabios y la pintura de uñas, también de similar color. Shangó es orisha de truenos, la danza, el fuego, orisha muy poderoso. Es muy típico en las consultas de sus seguidores. También el plátano es muy típico de ofrenda a Shangó, que podemos ver en las fotografías, siendo otros elementos de ofrenda la harina, leche, alpistes, cebadas, maíz…”.
Seguía relatando Vicente Jara que “en el escenario se puede ver un collar negro, que en principio no debería estar aquí, porque es el collar de Babalú Ayé, que no parece estar dentro del marco propio ritualístico, siendo muy raro el invocarle, ya que Babalú Ayé, es orisha de enfermedades y pestes. El escenario también mostraba al parecer un mantón de manila o similar de color negro, que junto con el collar de este color, sin ser algo bien hecho en la ejecución del ritual más purista -ya que debería alternarse el rojo y el negro en las cuentas del collar- podría apuntar a una mezcla de colores, el negro con el rojo, y así tendríamos al orisha Eleggua, orisha de encrucijadas y caminos, mentiroso y juguetón, y que en las adivinaciones a veces contesta en acertijos. Es amigo de Shangó, lo cual convierte a todos los datos en bastante coherentes, de ahí que pueda decantarme por él junto con Shangó en lo que puedo apreciar de lo ocurrido en el escenario. Además, dos de sus fiestas corresponden a San Antonio de Padua el 13 de junio, y San Pedro, el 29 de junio, fiesta cercana quizás a la fecha del suceso. Aunque el calendario de la santería no es tan marcado pudiendo dar mucha libertad a rituales fuera del tiempo propio”.
El también miembro de la RIES José Luis Vázquez Borau apuntaba el ritual para abrir caminos de la Santería: “El orisha Eleggua es el encargado de abrir y cerrar los caminos, es el orisha del destino, esto es, tanto para las cuestiones triviales de la vida, como en rituales con otros fines, por lo que Eleggua es el primer orisha en ser atendido en los rituales, la representación de Eleggua es la de un niño caprichoso, porque el destino de las personas es así, puede ir bien y de repente salir mal”.
Varias personas que transitan por ese camino a diario aseguraron que no se trata de algo puntual y que llevan meses viendo restos de este tipo de actos en el monte, que tienen lugar por la noche.
Sea como fuere, José Miguel Cuevas, profesor de Psicología en la Universidad de Málaga y experto en sectas, añadió que se trata de ofrendas de petición de ayuda y toma de decisiones “sin más importancia ni peligrosidad de ningún tipo”, ya que “estos rituales raramente está detrás de cultos coercitivos, de coacciones o amenazas”. Más bien, la santería es una creencia que recoge elementos del cristianismo y de tradiciones religiosas africanas que llegaron hasta países como Cuba, la República Dominicana y Puerto Rico en la época de la esclavitud.
Nada tienen que ver estos ritos con otros cultos sí relacionados con métodos de explotación, como el usado en algunas redes de prostitución mediante amenazas en las que se hace creer que se invocan enfermedades o la muerte si no se obedece a los captores. El también miembro de la Asociación Iberoamericana de Investigación de Abuso Psicológico, especializada en relaciones sectarias y dinámicas de abuso psicológico, dijo que “la clave la da el uso de elementos comunes en estos ritos muy prototípicos y totalmente normalizados en su cultura de origen”.
Decir finalmente, apuntaba de nuevo Vicente Jara, de la RIES, que “en cuanto a la peligrosidad, no se trata de nada puramente satánico, dentro de lo que por tal entendemos dentro del cristianismo. Es un ritual de una religión, africo-caribeña”.
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