Antes
de entrar propiamente en tema y para poder entender las razones por las cuales
el católico debe rechazar de plano este ritual, recordemos la definición de “superstición”,
según el Catecismo de la Iglesia Católica. Según el Catecismo, en su numeral 2111, la superstición es “la
desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone. Puede
afectar también al culto que damos al verdadero Dios, por ejemplo, cuando se
atribuye una importancia, de algún modo, mágica a ciertas prácticas, por otra
parte, legítimas o necesarias. Atribuir su eficacia a la sola materialidad de
las oraciones o de los signos sacramentales, prescindiendo de las disposiciones
interiores que exigen, es caer en la superstición (cfr. Mt 23, 16-22)”.
Entonces,
el Catecismo define a la superstición como una “desviación” –en otras
traducciones se dice “perversión”- de la religión y de su práctica y puesto que
nuestra religión católica está dirigida a adorar y honrar a Dios Uno y Trino,
la superstición es un pecado directo contra el Primer Mandamiento, desde el
momento en que afecta al culto debido que el Verdadero y Único Dios se merece. La
superstición pervierte o desvía el acto religioso de culto dirigido al Verdadero
y Único Dios –la Santísima Trinidad-, para orientarlo a algo –o alguien, el
Ángel caído- que no es Dios, realizando prácticas –el ritual supersticioso- que
no se origina en Dios ni conduce a Dios.
Existen
muchas prácticas supersticiosas –el ojo turco, la mano de Fátima, la cinta roja
contra la envidia-, que son diabólicas implícitamente y otras que son directamente
diabólicas –el culto al Gauchito Gil, a la Difunta Correa, a San La Muerte-;
dentro de las primeras se encuentra el ritual pagano de la “Fogata de San Juan
Bautista” y en esta última nos detendremos brevemente. Por un lado, para
justificarla, se atribuye su origen a una supuesta “tradición”, según la cual, el
padre de San Juan Bautista, Zacarías, “ordenó encender una gran hoguera que
serviría para dar a conocer a sus conocidos y parientes que su hijo ya había
nacido” [1]. Este
supuesto hecho, originada en ese entonces, habría dado origen a la “tradición”
y eso bastaría para justificar su práctica en la Iglesia Católica. Ahora bien,
llama la atención que para justificar un ritual pagano, se recurra a la “tradición”,
cuando en nuestros días, todo lo que tenga que ver con la Tradición es considerado
prácticamente una mala palabra; si recurrimos a la tradición para justificar un
rito pagano, entonces acudamos a la Tradición para practicar los verdaderos
ritos católicos de la Tradición. Continuando con el origen del ritual de la
fogata, muchos están de acuerdo en que el origen no está definido y que no
sería cristiano o católico, sino pagano; es así que muchos ubican a este rito
en el seno del paganismo europeo pre-cristiano: “Pese a que se sabe que el origen de la festividad fue pagano y
que coincidía con el solsticio de verano, las explicaciones de por qué
nuestros antepasados encendían
hogueras son muy diversas: una de las teorías apoya que los
habitantes del hemisferio norte encendían cada 21 de junio hogueras para purificarse y alimentar al sol
con el objetivo de animarle y darle fuerza para que no dejase de salir; pues a
partir de esa fecha, cada día esta estrella iluminaría al hemisferio norte
durante menos horas hasta la llegada del solsticio de invierno, momento en el
que se produciría la noche más larga del año. Otra teoría apunta a razones
mucho más románticas. De hecho, defiende que nuestros antepasados creían que el
sol estaba enamorado de la Tierra, y que cada año, justo el 21 de junio, se
negaba a abandonarla. Para homenajear la relación se festejaba y se encendían
hogueras. También hay quien apunta a los celtas como a los creadores de esta
tradición. Se dice que durante el solsticio de verano, este pueblo encendía
grandes hogueras para buscar la bendición de sus tierras y asegurarse de que
estas daban fruto suficiente para alimentarse. Además, a través del fuego
pedían a la divinidad un futuro próspero para las parejas de enamorados y
fertilidad para las mujeres”[2]. Con
esto se comprueba que el verdadero origen de este ritual es explícitamente
pagano, al cual se le ha pretendido dar un matiz cristiano, introduciéndolo en
el Nacimiento de San Juan Bautista, simplemente porque las fechas del solsticio
y de las prácticas paganas pre-cristianas coincidían.
Sin
embargo, hay otro elemento, más decisivo, para calificar a este ritual como
pagano y en consecuencia como completamente ajeno a la Santa Fe Católica y es
la casi interminable lista de prácticas supersticiosas que se realizan en este
ritual, prácticas las cuales ninguna conduce a Cristo, ni pide por la eterna
salvación del alma, ni por la conversión a Cristo, lo cual es de esperar en una
devoción cristiana. Así, nos encontramos, por ejemplo, con lo siguiente: en la
Fogata de San Juan se realizan prácticas tan bizarras como “conjuros para
atraer la buena fortuna”, “atraer la suerte con hogueras”, “atraer la suerte
colocando un huevo en la ventana”, “beber agua de manantial”, “cascar un huevo
en un vaso de agua para pedir un deseo”, “saltar las hogueras” (algunos dicen
que tres, otros que siete veces, pero todos con el mismo fin supersticioso:
pedir “buena suerte”), “saltar las olas a espaldas al mar”, “lanzar una trenza
hecha con flores o con cinta de colores a la persona amada en el momento de
saltar la hoguera”, “colocar un par de agujas en un cuenco profundo lleno de
agua y dejarlas flotar libremente”[3] y
una serie interminable de sandeces, bobadas y estupideces que no tienen, en
absoluto, nada que ver con una verdadera devoción tradicional católica. Cuando
revisamos estas prácticas, nos damos cuenta de que son todas sandeces y
estupideces sin sentido, propias de un culto maligno, pues el Demonio solo sabe
hacer cosas estúpidas y malvadas. Nunca puede provenir de Dios Uno y Trino una
práctica, como la Fogata de San Juan, en la que se ofenda Su Nombre Tres veces
Santo y se realicen prácticas absurdas y, peor todavía, malignas, porque se
trata de rituales supersticiosos y mágicos que desplazan a la Trinidad por una
desviación del culto religioso, culto supersticioso que, por su propia
definición, no se dirige al Único Dios Verdadero, sino a su Enemigo, el Ángel
caído.
Por
estas razones, la Fogata de San Juan es un rito pagano que NO debe ser practicado
por los católicos, bajo ningún concepto y bajo ninguna circunstancia.
[1] https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2022-06-23/rituales-san-juan-noche-hogueras-suerte-huevo_3133231/
[2] https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2022-06-22/origen-noche-de-san-juan-fiesta-hogueras_1582994/
[3] https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2022-06-22/origen-noche-de-san-juan-fiesta-hogueras_1582994/
Otras prácticas paganas y supersticiosas practicadas en la Noche de San Juan
son: colocar papas bajo la almohada (una de las patatas debe
estar entera, otra rasgada y la última sin piel. Al día siguiente se debe
introducir la mano bajo la almohada y extraer uno de los tubérculos: si se saca
la patata entera, el futuro estará lleno de prosperidad; la patata marcada
reflejaría una alternancia de momentos positivos y desdichados; por último, la
patata sin piel simbolizaría la mala suerte);
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