El Dios de la Nueva Era ¿es el mismo Dios de la fe católica? A esta pregunta ha contestado monseñor Raúl Berzosa, obispo de Ciudad Rodrigo y miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), en el portal católico Aleteia, afirmando que la concepción de la suprema divinidad y de Cristo no tiene nada que ver con la revelación.
¿Es compatible el Dios de la New Age con el Cristianismo? “Claramente no, porque no existe lugar para un Dios Personal, Creador y Redentor, Trinidad, como creemos los cristianos. Para acceder al Dios de la Nueva Era, no se necesitan mediaciones (Iglesias u organizaciones) lo importante es abrirse a lo divino, ‘al potencial’ que ya habita en nuestro interior”, señala el prelado, autor del libro Nueva era y fe cristiana (BAC, 1995).
En su artículo, monseñor Berzosa explica cómo es la divinidad que defiende la Nueva Era, que se desdobla en dos realidades: un principio de totalidad y una divinización de la Madre Tierra, aboliendo el Dios personal de la revelación bíblica.
El Cristo plural
La Nueva Era, además, habla de un “Cristo total", “capaz de unificar las fuerzas espirituales de la humanidad, resumidas en el triángulo Luz-Amor, Poder, y capaz de darnos el nuevo agua de la Era de Acuario; capaz de iniciarnos en nuevas formas de conciencia e iluminación interior. Cristo es el paradigma de la humanidad, de la religión, y de la unión de las culturas orientales y occidentales”.
Así el nuevo Cristo que propugna esta espiritualidad se llamará también “Logos Solar", y equivale al Maestro de la Verdad, que se reencarna, en cada época zodiacal, en maestros espirituales, y que consumará la evolución en Acuario bajo el nombre de Maitreya. El obispo afirma que en estas propuestas “el nuevo Evangelio, el de Acuario, será capaz de fusionar y fundir todas las tradiciones espirituales en una nueva iniciación mística de ese mismo Cristo. Es la espiritualidad del Cristo-Cósmico, del Cristo-Energía, del Espíritu Crístico-Universal, antes encarnado en grandes personalidades religiosas: Buda, Krishna, Jesús de Nazaret, Mahoma”.
¿Se puede hablar de una nueva teología cósmica en esta nebulosa espiritual? D. Raúl Berzosa contesta: “sí, capaz de cubrir el vacío y sin sentido del hombre y la sociedad actuales, y abrir a una nueva liberación más integral que la meramente racionalista-ilustrada o práxica. Es una cosmología inspirada en la visión de Teilhard de Chardin, pero dando un paso más: es la evolución transformadora de la cosmogénesis a la biogénesis; y de la biogénesis a la antropogénesis. Una vez vivenciada la antropogénesis como conciencia colectiva y vivencia del amor total, se pasará a la noogénesis superior”. Al final, nos movemos “dentro de un inmanentismo (sólo un mundo: el nuestro) y de un panteísmo (todo es a la vez natural y divino)”.
Una espiritualidad sin instituciones
Desde aquí se entiende la religiosidad del ser humano: “la persona humana, según la New Age, es religiosa en el fondo de su existencia, pero no religiosa o religada a un Dios personal. Es religiosa en relación a un sentimiento y percepción originaria de la vida, la inmersión en la corriente ’sobrenatural’ de la vida misma”. Así se acaba con todo lo institucional, con lo dogmático y lo formulado teológicamente en las Iglesias y comunidades religiosas.
Porque, en el fondo, tal como resume monseñor Berzosa, en la Nueva Era “el camino de la salvación está escondido en el propio ‘yo’. Hay que encontrar ‘la nueva conciencia integral’ o ‘la iluminación definitiva’ en el encuentro con uno mismo, traducido, a su vez, en un ‘Sí mismo transpersonal’ que abarca la totalidad, como energía cósmica que fluye por toda la realidad”.
La mística que propugnan pretende ser universal, y se basa en el reconocimiento de la realidad de Dios (llámelo cada cual como quiera), la relación del hombre con esa divinidad (no importa cuál sea la creencia) y la inmortalidad del espíritu humano. Así, como señala la teórica de la Nueva Era Consuelo Martín, “es religioso quien conoce vivencialmente el sentido misterioso de la vida”. Las religiones, como organizaciones, carecen de valor desde el punto de vista de la verdad. Sólo tienen un valor social o histórico.
Continuando con esta reflexión, monseñor Berzosa señala que en la Nueva Era la oración “se tiene que convertir en oración de ofrecimiento, y de plenitud de Ser. El camino de la oración es encontrar nuestra forma adecuada, aquí y ahora, de volver a unirnos a la Realidad, de religarnos. La decisión de estar unidos, de ser auténticos, de ser verdaderos, de tomar conciencia”. Se acaba así con una relación de alteridad, algo propio de las religiones tradicionales según Consuelo Martín.
Esto trae consigo unos desafíos teológicos de la New Age al cristianismo, que el obispo de Ciudad Rodrigo resume basándose en el experto Michael Fuss: “están en juego, al menos, las siguientes realidades: la interpretación de lo religioso en clave ‘panenteísta’, fusionando cosmos-hombre y divinidad, sin la necesidad de recurrir a un Dios Trascendente. La no necesidad de un Cristo Mediador-Salvador, sino sólo como maestro interior. La oración como ‘potencial humano’ y no ‘divinización en un diálogo interpersonal’ con Dios”. En resumen, está en juego la profundización de los principales dogmas cristianos: el trinitario, el sentido de lo cristológico y pneumatológico, y el sentido de la Iglesia y de la espiritualidad propiamente cristiana. Se debe intentar un verdadero diálogo entre religiones.
El artículo íntegro, en Aleteia.
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