El cuarto sábado de noviembre los ucranianos recuerdan el Holodomor, uno de los mayores genocidios de la Historia, el terrible exterminio de siete millones de personas, dejándoles morir de hambre, por el gobierno de la dictadura socialista soviética. La palabra Holodomor proviene del ucraniano, y significa matar por hambre. El término fue utilizado por primera vez por el escritor Oleksa Musienko en un reportaje presentado a la Unión de Escritores Ucranianos de Kiev en 1988.
La muerte por inanición es una de las más horribles y espantosas que se puedan afrontar. En este caso representa, además una prueba más del carácter criminal del comunismo. Porque la orden de someter a la población civil ucraniana a una hambruna “artificial” partió de las tripas bien repletas, del Kremlin, una decisión política de la dictadura comunista de Stalin, que pretendía así “disciplinar” al “díscolo” campesinado de Ucrania, que no terminaba de darse cuenta de que llevaba ya quince años viviendo en el “paraíso” socialista, el “paraíso” de los trabajadores, el “paraíso” de “la gente”…
Durante los años 1932 y 1933 murieron, por esta causa, de 7 a 10 millones de ucranianos. El número exacto de víctimas aún no ha podido ser determinado por historiadores y demógrafos, ni tampoco sus tremendas consecuencias sobre las posteriores generaciones. Para ponerle rostro humano a la tragedia baste señalar que, a finales del verano de 1933 y sólo en la región de Kiev, se registraron en torno a 300.000 niños huérfanos sin hogar; un mes más tarde dos tercios de estas criaturas, unos 200.000, ya se dieron por muertas.
Por orden del gobierno comunista se prohibía todo tipo de comercio en las aldeas, se impedía el abastecimiento de productos alimenticios, se perseguía y se condenaba a diez años de prisión (que en la Rusia de la época equivalía a una muerte segura) o fusilamiento cualquier forma de utilización de pan como pago por el trabajo, en las regiones que no hubieran cumplido con las cuotas establecidas de entrega de granos. Los soldados soviéticos requisaban (robaban) cualquier almacenamiento, grande o pequeño, quemaban los campos de mies...
Se prohibía cosechar los campos, recoger comida… Si alguien, movido por el hambre o la de sus hijos, intentaba recolectar algo de comida, le esperaba, en el mejor de los casos, una descarga de fusilería… O la cárcel, donde moría por inanición al cabo de unas semanas. Testigos y/o familiares de los que lograron sobrevivir a esta matanza colectiva confiesan haber visto escenas espantosas y hablan del encarnizamiento con el que los hambrientos se arrojan sobre los poquísimos alimentos que podían llegar, de los gritos de los niños a los que el hambre impide dormir, casos de locura y de antropofagia... Es difícil imaginar la desesperación que puede llegar a provocar el hambre…
En la primavera de 1933 el Holodomor llegó a su punto culminante. Murieron 25.000 personas por día, 1.000 personas por hora, 17 seres humanos cada minuto... Probablemente, tomando en cuenta los resultados del censo poblacional del año 1937, la pérdida de vidas como consecuencia del agotamiento físico total, del tifus, de envenenamientos gastrointestinales, canibalismo, represiones, suicidios, debido al desorden psíquico y colapso social, representaba, en el territorio de Ucrania, a ocho millones de personas, aproximadamente.
Hablando de la Ucrania de hoy, se menciona su excepcional potencial agropecuario, debido a las grandes reservas de sus fertilísimas tierras negras, muy importantes a escala europea y también planetaria. No en vano se la llamaba "el granero de Europa", siendo, a comienzos del siglo pasado, uno de los mayores productores de trigo del mundo. Por eso es difícil concebir que este país y su pueblo hayan quedado en el ojo de tormenta de la mayor catástrofe mundial del siglo XX, y la mayor de la historia de Ucrania, maquinada como genocidio por hambre por la dictadura comunista.
Según el conocido científico estadounidense James Mace: "La colectivización forzada fue una tragedia para todo el campesinado soviético en general, pero para los ucranios fue una tragedia en particular”. Tomando en cuenta la casi total destrucción de las elites urbanas, la colectivización representaba su aniquilamiento como organismo social y factor político.
Por su direccionamiento antiucranio y por la magnitud en su aplicación, el Holodomor de los años 1932/33 se reveló como una de las armas más terribles de destrucción masiva y de esclavización social de los campesinos, utilizada por el régimen totalitario comunista. Pero, a pesar de su extraordinaria crueldad, el caso ucraniano no fue más que un capítulo del terror comunista en el mundo, que los historiadores cifraron, en 1998, en unos 100 millones de asesinatos acumulados a lo largo de su sanguinaria historia. Una terrible verdad sacada a la luz por los historiadores y reconocida como tal por todos los países civilizados y por las Naciones Unidas.
La ideología comunista puede ser respetable como lo pueden ser otras ideologías... La militancia comunista puede ser aceptable del mismo modo que lo pueden ser otras ideologías… Pero lo que no es respetable ni aceptable bajo ningún concepto es una dictadura comunista, como tampoco lo es ninguna otra dictadura…
Por eso, si te “ofenden” y “condenas” las dictaduras fascista o nazi, y “toleras” o “aplaudes” las dictaduras y/o dictadores comunistas “eres víctima del sistema y presa de la ignorancia”, como dice el meme que me llegó un día y que utilizo de vez en cuando para artículos como éste.
Un verdadero demócrata, ya sea conservador o progresista, liberal o democristiano… condena por igual cualquier tipo de dictadura. He conocido comunistas que condenaban la dictadura soviética... Por desgracia hoy en día, de éstos hay pocos, y lo más habitual es que condenen con vehemencia las dictaduras nazi o fascista, y en cambio toleren, justifiquen, aplaudan, incluso sean partidarios de las dictaduras comunistas, tan partidarios de ella que la quieren para la España del siglo XXI…
Ninguna condena del nazismo, fascismo o franquismo, tan de moda en la España actual, tendrá “autoridad moral” si no va acompañada de una condena similar al comunismo soviético, al socialismo criminal, que asesinó a cien millones de personas en el siglo XX. El Holodomor que recordamos hoy es sólo un botón de muestra de lo que hizo el socialismo criminal en el pasado, y de lo que será capaz de hacer en el futuro si no se hace una buena pedagogía sobre él.
Ni extrema derecha ni extrema izquierda… Paz, democracia, reconciliación, respeto y libertad. Eso es lo que quiero para la España del siglo XXI. Por tanto mi rechazo a todo tipo de ideologías extremas que, al amparo de la democracia, con el pretexto engañoso del bien del pueblo, de los obreros, de la gente o de quien sea, buscan implantar una dictadura…
Si nos informamos, si aprendemos de la Historia, si estamos avisados ¡NO PODRÁN!
José A. Cantarero
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