"La humanidad no encontrará la paz hasta que no vuelva con confianza a mi Misericordia" (Jesús a Sor Faustina)

domingo, 18 de junio de 2017

Por razones de salud, es altamente desaconsejable acudir a curanderos y terapias alternativas



Es cierto que existen técnicas tradicionales que pueden mejorar la salud, pero es importante conocer sus límites, tal como explica Mónica Costa en un artículo publicado en el portal Aleteia. Hay muchas razones por las que las personas nos ponemos en manos de curanderos, desde la desesperación por el diagnóstico de una enfermedad sin cura, el cansancio de terapias que no han tenido mucha efectividad, hasta la ingenuidad de creer en curas “naturales” simplemente basadas en testimonios y sin base científica.

No hablamos de algo nuevo. Ya en El Quijote se nombra el bálsamo de Fierabrás que se toma el caballero para curar sus heridas en alguna de sus palizas. Según la leyenda, el bálsamo de Fierabrás es el que se utilizó para embalsamar a Jesucristo después de su muerte, y tenía el poder de curar las heridas a quien lo bebiera, además de ser una fórmula secreta. Porque éstas son las características de las llamadas pseudociencias: mezclar necesidad, secretismo y algún tipo de esoterismo, sea religioso o sea de devoción a la naturaleza o de tradiciones ancestrales.

Establecer los límites es difícil. La homeopatía, que no tiene estudios científicos que lo avalen, pero que se vende en farmacias, ¿es una pseudociencia? ¿Y la acupuntura? ¿Y la reflexoterapia? ¿Y la magnetoterapia? Son pseudociencias, aunque sí es cierto que existen técnicas tradicionales, de nuestras abuelas o de otras culturas, o algunos productos de alimentación que sirven para aliviar algunos síntomas o influyen en la mejora general de nuestro estado de salud. La valeriana relaja, los lácteos son buenos para el calcio de los huesos, la acupuntura puede servir para bajar el dolor o la ansiedad, la magnetoterapia puede ayudar a acelerar la cicatrización muscular, e incluso la homeopatía podría reforzar de alguna manera nuestro sistema inmunológico.

Pero es importante conocer sus límites. No podemos curar el cáncer con cambios de hábitos de alimentación o una mezcla de hierbas medicinales. La magnetoterapia no puede sustituir la medicación contra la hipertensión arterial. La acupuntura y la reflexología no curan una Esclerosis Múltiple. La homeopatía no sirve ante una infección generalizada, como ha demostrado la reciente muerte en Italia de un niño a causa de una infección de oído por no querer los padres darle antibiótico.

Es importante recordar un hecho evidente que a veces olvidamos. ¡No es cierta la frase de que son técnicas milenarias que ya utilizaban nuestros abuelos y les iba bien! La cruda realidad es que la mortalidad infantil y de adultos se ha reducido de forma drástica los últimos cien años gracias a los avances de la medicina clásica.

Hace mil años en China, y en la época de nuestros bisabuelos en nuestro país, la gente se moría muchísimo más que ahora y por causas que ahora tienen una fácil solución. Ya no nos morimos de gripe, pocos niños y madres mueren de parto, la apendicitis no es ya sinónimo de peligro vital, muchos cánceres tienen curación, por poner algunos ejemplos.

Otro elemento a tener en cuenta es la falta de formación médica de quienes lo practican. Para ser fisioterapeuta ha sido necesario hacer la carrera de enfermería y especializarse. Para hacer reflexoterapia solo es necesario hacer un cursillo de dos meses que imparte otra persona que también ha hecho un cursillo de dos meses, por ejemplo. Cuando se trata de tocar los pies, esto no es tan importante, pero sí cuando hay que pinchar agujas o manipular los huesos de la espalda, por ejemplo.

O sea que ante pseudomédicos, chamanes y curanderos que ofrecen este tipo de terapias tradicionales, podemos escuchar y probar (siempre y cuando se limiten a técnicas terapéuticas y no añadan componentes religiosos, en cuyo caso se desaconsejan por poder ser tapadera de fenómenos sectarios), pero saber que no lo curan todo, y es importante avisar a nuestro médico de cabecera, porque algunos de ellos pueden tener consecuencias en nuestras afecciones y estado de salud. Por ejemplo, un tratamiento diurético no es aconsejable a una persona con problemas de calcio en los huesos.

Capítulo aparte se merecen los curanderos que saben y conocen que su técnica es mentira, y la utilizan para aprovecharse de la desesperación de personas que han sido desahuciadas. Para ayudar a las personas ante estas prácticas, la Organización Médica Colegial de España, ha puesto en marcha el Observatorio contra las Pseudociencias que ha denunciado ya 120 páginas web que prometen curaciones basadas en beber lejía rebajada o introducirse agua de mar por el ano, entre otras. Recordemos el caso de Mario Rodriguez, que con 21 años dejó la quimioterapia contra la leucemia para seguir un tratamiento a base de hongos, y murió en solo seis meses.

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