"La humanidad no encontrará la paz hasta que no vuelva con confianza a mi Misericordia" (Jesús a Sor Faustina)

jueves, 3 de diciembre de 2015

La Iglesia Nativa Americana de México pide la legalización del consumo de peyote


Una conciencia sin Dios, endiosa a cualquier cosa, incluso a una hierba venenosa...

Luis Santamaría, el 28.11.15

Para los huicholes y rarámuris, pueblos indígenas autóctonos del norte de México, el peyote es parte fundamental de su propia cosmovisión ancestral. Debido a que sus efectos alucinógenos, dicha cactácea ha sido utilizada durante generaciones en la medicina tradicional autóctona, así como por sus sacerdotes como medio de comunicación con sus deidades. Lo cuenta Hugo Malagón en el medio Blasting News.

De la legalización de la marihuana… a las drogas rituales

Ahora el reciente fallo histórico de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de México (SCJN) a favor de cuatro ciudadanos, a quienes se les permitirá producir y consumir marihuana con fines recreativos, ha abierto las puertas para colectivos religiosos que buscan legalizar el peyote para usos religiosos.

El peyote es una pequeña cactácea silvestre sin espinas color verde cenizo que crece exclusivamente en el árido norte de México. En la medicina tradicional de algunos pueblos indígenas ha servido desde la antigüedad para tratar algunas enfermedades, pero más importante es el uso que le han dado pueblos como el huichol en sus ceremonias religiosas.

Por ello la Iglesia Nativa Americana de México (INAM), culto religioso que engloba a cerca de 5.000 adeptos del espiritismo huichol busca aprovechar la puerta jurídica que el debate acerca de la marihuana dejó abierta para legalizar, sólo para sacerdotes de la INAM y únicamente con fines religiosos, el cultivo regulado y la ingesta de peyote.

No es una confesión religiosa legal

La INAM, aunque ejerce como organización del culto, no cuenta con el reconocimiento de la Secretaría de Gobernación (Segob) por no reunir todos los requisitos que exige la Ley de Asociaciones Religiosas vigente en México. Por ello el tema de la legalización de peyote se ha vuelto un tema crucial, dado que reconocer jurídicamente el uso que se le da en la cosmovisión huichol legitimaría a la INAM como culto religioso.

A la fecha las prácticas huicholes con peyote están penadas por la ley, por lo que su legalización permitiría proteger a sus practicantes de cargos de narcotráfico por manipular dicha planta ilegalmente, además de otorgarles garantías de respeto a sus prácticas religiosas.

Dado que el tema de la marihuana se ha vuelto central para la actual administración mexicana es probable que el debate en torno a sus usos recreativos y medicinales se incremente entre la sociedad mexicana, cuestión que con toda probabilidad sea aprovechada por los activistas que tratan de poner en la mesa del debate una cuestión de tintes religiosos y étnicos que nunca se ha zanjado, principalmente para perjuicio de aquellos que tratan de mantener viva una ancestral tradición autóctona sin ninguna protección jurídica.

El grupo reclama libertad de culto

“Somos un grupo de personas que queremos que se nos reconozcan ciertos derechos englobados dentro de la libertad de culto y de conciencia”, afirmó en una entrevista con Efe la representante jurídica de la INAM, Cynthia Espínola.

Justo el día en que el tribunal supremo mexicano fallaba a favor del uso de la marihuana para fines recreativos en beneficio de cuatro ciudadanos, el 4 de noviembre, también anunciaba que asumía competencias sobre el recurso presentado por la INAM, aunque es probable que no analice el tema hasta 2016, tal como admite Espínola.

Como en el caso de la marihuana, en torno a la cual se ha abierto un debate inédito en México, los miembros de ese grupo esperan que la SCJN considere que la Ley General de Salud afecta al derecho al libre desarrollo de la personalidad y autodeterminación frente al consumo del peyote.

Cuestiona concretamente la constitucionalidad de un artículo de esa ley que clasifica al psicotrópico mescalina, el principal alcaloide del peyote, como sustancia sin valor terapéutico, susceptible de abuso y grave problema para la salud pública.

La lucha de este colectivo comenzó en realidad en 1994 con una primera solicitud fallida ante la Segob para obtener su registro y poder hacer un uso ritual de la planta. La dependencia, que tiene registradas 8.311 asociaciones religiosas en el país, rechazó una segunda solicitud de la agrupación en 2010. Tras agotarse todas las instancias judiciales, en 2014 la reclamación llegó a la SCJN.

Rituales por 20 dólares

Según Espínola, de 41 años y abogada de profesión, en el país “hay más de 5.000 personas que profesan este rito”, incluidos individuos “de todos los estratos sociales”, aunque “mucha gente no lo quiere hacer público”.

La INAM organiza rituales en parajes naturales como La Huasteca (zona serrana del norte del país), que son públicos y sólo cuestan unos 300 pesos (20 dólares) para gastos logísticos. Las ceremonias, que duran todo un fin de semana de trance producto de la ingesta de la planta masticada o en infusión, se efectúan en un teepe (tienda de los nativos americanos) y en un inipi o temazcal (baño de vapor con cedro y salvia).

El peyote, una cactácea que tiene “sabor ácido” aunque “difícil de describir”, detalla Espínola, no se comercializa como otras drogas. En mayo pasado fueron detenidos un sacerdote indígena y su aprendiz en el aeropuerto de Guadalajara (Jalisco) con la planta por narcotráfico, lo que derivó en denuncias de organismos de derechos humanos.

Consumo indígena ancestral

Espínola, maestra en Estudios Internacionales por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (España), remarca que la base espiritual de la INAM proviene de grupos ancestrales como los coahuiltecos, los otomíes, los mexicas y sobre todo del pueblo wixárika (huichol), que vive en los estados de Jalisco, Nayarit, Durango y Zacatecas.

Con el peyote, que también se consume en San Luis Potosí, donde está la famosa localidad de Real de Catorce (destino de turistas extranjeros con ganas de emociones fuertes), estos colectivos hacían “rituales de sanación y curación” desde “tiempos inmemoriales”, explica.

La abogada, asesora de la Secretaría Académica del Instituto Nacional de Ciencias Penales, se inició hace cinco años en ese campo tras compartir con un novio la experiencia de subir una montaña y permanecer cuatro días sin beber ni comer, “no como un sacrificio sino como un encuentro con el espíritu”, aclara.

“Como dice el pueblo wixárika, es tu espíritu el que te habla a través de una planta; te ayuda a curarte en grados muy profundos en ésta y otras vidas”, agrega sobre las vivencias que tuvo con el peyote.

Asegura que “no es una droga” y “no es adictivo”, pues ella puede permanecer “tres meses” sin participar en los rituales, pero no aspira a que la SCJN avale su uso recreativo como ha hecho con la marihuana, porque ambas son “plantas de poder” a las que hay que tomar seriamente.

“No son peligrosas pero hay que respetarlas”, matiza, antes de manifestarse en contra de legalizar “abiertamente” el peyote por considerar que México no está “preparado” para semejante paso.

Tras aclarar que su colectivo “no va contra” ninguna religión, opina que detrás de la corriente internacional en favor de la legalización de la marihuana ve “un despertar de la conciencia” a nivel mundial y un debilitamiento de las religiones tradicionales. 

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