"La humanidad no encontrará la paz hasta que no vuelva con confianza a mi Misericordia" (Jesús a Sor Faustina)

martes, 8 de enero de 2013

El ídolo pagano Gauchito Gil o la rebeldía de los católicos supersticiosos


         Ante la inmensa marea humana que acude en estos días,  a lo largo y ancho del país, pero sobre todo, en el litoral argentino, para rendir culto al ídolo pagano conocido con el nombre de “Gauchito Gil”, es necesario que los fieles católicos tengan bien presente que quienes llevan a cabo este culto comenten los pecados de superstición y de idolatría, puesto que NO se trata de un santo de la Iglesia Católica.
         Con respecto a la superstición, dice así el Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 2111: “La superstición es la desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone. Puede afectar también al culto que damos al verdadero Dios, por ejemplo, cuando se atribuye una importancia, de algún modo, mágica a ciertas prácticas, por otra parte, legítimas o necesarias. Atribuir su eficacia a la sola materialidad de las oraciones o de los signos sacramentales, prescindiendo de las disposiciones interiores que exigen, es caer en la superstición” (cfr. Mt 23, 16-22).
         Con respecto a la idolatría, el mismo Catecismo dice así, en su número2113: “La idolatría no se refiere sólo a los cultos falsos del paganismo. Es una tentación constante de la fe. Consiste en divinizar lo que no es Dios. Hay idolatría desde el momento en que el hombre honra y reverencia a una criatura en lugar de Dios. Trátese de dioses o de demonios (por ejemplo, el satanismo), de poder, de placer, de la raza, de los antepasados, del Estado, del dinero, etc. “No podéis servir a Dios y al dinero”, dice Jesús (Mt 6, 24). Numerosos mártires han muerto por no adorar a “la Bestia” (cfr. Ap 13-14), negándose incluso a simular su culto. La idolatría rechaza el único Señorío de Dios; es, por tanto, incompatible con la comunión divina” (cfr. Gál 5, 20; Ef 5, 5).
         En el caso del Gauchito Gil, se cometen ambos pecados, de superstición y de idolatría: de superstición, porque se desvía el culto debido al Dios verdadero, al rendir homenaje a alguien cuya presencia en los cielos no consta; de idolatría, porque es un evidente “culto falso del paganismo”, que “diviniza lo que no es Dios”.
Pero además -en el caso de católicos “fieles” del Gauchito Gil-, se suma un tercer pecado, y es de la contumacia o rebeldía a la Iglesia, que prohíbe rendir culto a “santos” paganos. Se trata de un acto de rebelión a su Magisterio, porque conociendo tal prohibición, no se tienen en cuenta las indicaciones de la Iglesia, que es “Madre y Maestra”. La actitud del bautizado católico tendría que ser, aun en el supuesto caso que fuera el Gauchito Gil quien le hubiera concedido el milagro favor –lo cual es imposible, tratándose de alguien que no se encuentra en el cielo-, la de no rendirle culto, ni público ni privado, y mucho menos en su corazón, por el solo hecho de ser la Iglesia la que pide que no se le rinda culto.
Por el contrario, lejos de acatar a la sabia voz de la Santa Iglesia Católica, vemos con tristeza cómo en estas asistencias masivas de “promesantes” del Gauchito Gil, la inmensa mayoría son fieles católicos que con su obstinada negativa a obedecer a la Iglesia, guiados por oscuras fuerzas, atribuyen santidad y poder de curación a quien no consta que sea santo, quitando de esta manera el culto debido al Hombre-Dios Jesucristo, a su Madre, la Virgen, y a los ángeles y santos que verdaderamente son santos, porque han sido reconocidos por la Iglesia.
Advertimos a los fieles católicos acerca de la falsedad del culto -público, privado, o realizado aunque sea solamente en el fuero interno- tributado al ídolo pagano conocido como “Gauchito Gil”, y hacemos extensiva esta advertencia al culto tributado a otros ídolos paganos como “La Difunta Correa” y “San La Muerte”.
A quienes se sientan tentados por estos cultos falsos e idolátricos, les dirigimos una fraternal advertencia, exhortándolos a abstenerse de tales desviaciones de la fe, por medio del Catecismo de la Iglesia Católica: “Estos ídolos vanos hacen vano al que les da culto: “Como ellos serán los que los hacen, cuantos en ellos ponen su confianza” (Sal 115, 4-5.8; cf. Is44, 9-20; Jr 10, 1-16; Dn 14, 1-30; Ba 6; Sb 13, 1-15,19). 

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