Un ritual de protección para ‘cerrar el cuerpo’ vincula diferentes tradiciones religiosas en Brasil, tal como cuenta Adam Lee en un artículo que ha sido publicado en español en el medio digital Global Voices gracias al trabajo de traducción de Andrea González. Lo reproducimos a continuación.
Cuando el comercio de esclavos llegó a Brasil en el siglo XVI, las creencias religiosas africanas y sus rituales lograron sobrevivir el largo y peligroso viaje junto con él. Por siglos, dichas creencias lograrían unificar a muchos descendientes de esclavos, que se estima fueron cuatro millones, que fueron llevados a este país, mediante las modernas religiones afrobrasileñas del Candomblé y Umbanda.
Durante el mismo periodo de colonización, 700.000 inmigrantes portugueses se asentaron en Brasil, trayendo consigo su propia clase de Catolicismo particular. Algunos de esos colonos intentarían hacerse de un hogar en el imperdonable desierto del Sertão. Los dos grupos étnicos lograrían compartir no solo gran parte de la misma región –el noreste– sino que también un aspecto importante entre sus religiones –un ritual conocido como fechamento de corpo o cierre del cuerpo.
El fechamento de corpo se basa en una plegaria de protección que tiene como efecto un corpo fechado o cuerpo cerrado. El objetivo de este ritual es protegerlo contra el mal –sea este espiritual, físico o ambos. Si se buscaba resguardar la integridad física, el receptor del mismo creería estar a salvo de ataques sin importar el arma que fuese, incluyendo las armas blancas, de fuego o inclusive del veneno de serpiente. Entonces, ¿cómo se transformó el fechamento de corpo en un hilo conductor que traspasó tradiciones religiosas tan distintas en Brasil? La historia comienza hace más de quinientos años.
El Catolicismo como pantalla
En el siglo XV los portugueses fueron a África en busca de una ruta hacia la India; comenzaron a producir caña de azúcar y después se cambiaron a una industria más lucrativa, la esclavitud. Durante ese mismo periodo, en África subsahariana, los misioneros provenientes de Portugal arribaron con el objetivo de convertir a los lugareños.
La manifestación posterior de los sistemas de creencias africanas en Brasil sugiere que su misión no fue exitosa totalmente. En lugar de que los africanos cambiaran fundamentalmente sus creencias, terminaron complementándolas y disfrazándolas con elementos del Catolicismo, la religión de los esclavizadores portugueses. Una de las creencias que se cubrió con esa pantalla católica fue el ritual del cuerpo cerrado.
En ese tiempo los primeros africanos que llegaron a Brasil fueron de ascendencia Yoruba, un pueblo que ocupaba la región donde hoy se encuentra Nigeria, Benín y Togo. La religión que profesaban era Candomblé, pero como llegaron al país en calidad de esclavos, no podían adorar libremente a sus dioses […] Debido a esta prohibición, ellos comenzaron a relacionar sus dioses con los santos católicos para practicar su fe en secreto. Aunque estos santos son cuantiosos, existen divinidades que son identificados con más de uno. Por ejemplo: Oxóssi, el rey de la cacería, es asociado con San Jorge y San Sebastián.
El candomblé como religión se formalizó en el siglo XIX. Después llegó Umbanda en el siglo XX, que es prácticamente una mezcla del Candomblé y el Espiritismo, que en sí es un movimiento religioso que cree en la existencia de espíritus y la reencarnación.
Las dos religiones africanas se “comparan con el Cristianismo y el Islam” ya que “poseen bases, ritos, visiones e interpretaciones completamente diferentes”, según el blog Tenda de Umbanda Filos da Vovó Rita, el cual es administrado por un terreiro (templo) Umbanda en Santa Catarina. No obstante, en el blog explican que tanto Candomblé como Umbanda comparten ciertas características en común, como la devoción a los dioses conocidos como Orixás y el uso de collares y tambores.
Además, las dos practican el ritual del cuerpo cerrado. Otro aspecto interesante del mismo –también llamado ‘kura’ o cura– es que se practica usualmente cada año en Viernes Santo, previo a la fiesta cristiana de la Pascua, en los templos de todo Brasil. Las curas son incisiones que realizan en el cuerpo del novato ya iniciado en Candomblé, en parte representan el símbolo de cada tribu, como símbolo de cada templo, pero estas tienen el objetivo de cerrar el cuerpo del iniciado para protegerlo de todo tipo de influencias negativas.
Con este fin, realizan las incisiones (lo que llamamos “cortaduras”) y dentro de las mismas se coloca un polvo, que sirve para proteger al iniciado. Este consiste en una mezcla de varias plantas y substancias, pero el tipo que se emplea para las Curas también contiene las hierbas específicas para la deidad del iniciado que recibe la aplicación.
Por otro lado, en la religión Umbanda generalmente se emplean métodos menos invasivos para “cerrar” el cuerpo. En lugar de hacer incisiones, el líder del templo utilizará una mezcla de hierbas y otros ingredientes para hacer cuidadosamente el símbolo de la cruz en diferentes partes del cuerpo de la persona que se somete a este ritual.
Los ingredientes varían. Según el blog Sete Porteiras, los elementos que se utilizan comúnmente son llaves, tiza blanca, hierbas, aceite de oliva, cadenas, amuletos, plegarias, velas, agua, conchas, cadenas de acero y ajo. Cada líder de templo tendrá su manera particular de manipular elementos físicos hechos para obtener la protección astral.
Las plegarias de protección de un bandido
Los afrobrasileños no fueron los únicos que practicaban la ceremonia para cerrar el cuerpo. Los campesinos residentes de origen portugués, quienes serían denominados como Sertanejos –similar a un vaquero estadounidense– también lo adoptaron. El Sertão, ubicado en las tierras remotas del noreste, es el desierto brasileño. Las bajas precipitaciones anuales en la región históricamente han conllevado a sequías y, en consecuencia, el suelo no se presta para el cultivo.
Allí la vida es cíclica, llena de sacrificios y luchas diarias, pero a pesar de ello, su población prevalece y continúa haciéndolo. Euclides da Cunha, un autor y periodista brasileño que brindó cobertura a la Guerra de los Canudos, una rebelión campesina que se suscitó a finales del siglo XIX en el Sertão, habló respecto a la longevidad y la fuerza del campesino, cuando dijo que “el sertanejo es, sobre todas las cosas, una fortaleza”.
La región es hogar de una cultura definida. Por siglos, las tradiciones orales se han mezclado y han dado lugar a una vasta literatura conocida como cordel; a estilos musicales como el forró, frevo, xaxado, samba de roda y samba de coco; y a festivales de invierno (durante la temporada de lluvia) que se enfocan alrededor de San Juan, el bautista.
La religión en el Sertão también tiene un giro único. Los campesinos crearon su propia clase de Catolicismo rural en Brasil, combinando “la magia, la superstición, la presencia de amuletos, plegarias de fortaleza y protección, rezadoras y devotos”, de acuerdo con el investigador social Max Silva D'Oliveira. Esto incluía la ceremonia del cuerpo cerrado.
Luis Carlos Mendes Santiago, autor de la tesis titulada O Mandonismo do Sertão (Despotismo del Sertão), describe varios métodos y ceremonias que se practican para cerrar el cuerpo en el Sertão. Estas, a veces, van más allá de simples plegarias. Por ejemplo, el rito descrito por la afamada antropóloga brasileña Câmara Cascudo consiste en que la persona debe permanecer de pie, con su pie derecho encima del izquierdo, dentro de una cubeta de agua, mientras recibe gestos con la mano hechos con una llave. En otro, una monja cose el pan sacramental – considerado como el cuerpo de Cristo – debajo de la piel de la persona, mientras realizan plegarias y movimientos ceremoniales.
Uno de los sertanejos de más alto perfil que practicó este ritual fue Virgulino Ferreira da Silva, mejor conocido como Lampião. Él fue el líder bandido más famoso de Brasil que operó en el noreste del país durante las décadas de 1920 y 1930. Billy Jaynes Chandler, autor del libro El Rey Bandido, lo compara con Jesse James, el bandido más famoso de EE.UU. A pesar de que Lampião constantemente y con mucha vehemencia quebrantaba la ley, él nunca cambió sus creencias religiosas, las cuales se extendían hacia lo místico.
El blog Lampião Aceso describe sus creencias en la era del vandalismo nómada: “…comúnmente se creía que aquellos que conocían alguna plegaria para cerrar el cuerpo, y que tomaban sus precauciones, estaban protegidos contra las enfermedades y las balas mortales de sus enemigos. Lampião y su pandilla recitaban esas plegarias a diario. El líder de los bandidos creía que el poder de la fe era suficiente para protegerlos de los peligros inherentes del Sertão […]. Otro guerrero, siglos antes, se transformó en un símbolo de protección divina: San Jorge, que corresponde, en mitología, al Orixá de ejércitos y guerreros. […] Lampião no solo incluía en su plegaria de cuerpo cerrado algunos elementos de la oración de San Jorge, sino que también la vasta esencia religiosa del pueblo de las tierras remotas”.
Además de recitar plegarias de protección, él también era conocido entre colegas y enemigos por su habilidad de ver “más allá”. Asimismo, sus enemigos en Forças Volantes –soldados que fueron contratados para combatir a los bandidos– también tomaban el significado de sus propios sueños a pecho. En el libro Lampião: Senhor do Sertão (Lampião: maestro del Sertão), la autora Elise Grunspan-Jasmin brinda una explicación detallada:
“Lampião no solo poseía el don de interpretar las señales que auguraban la buena fortuna, peligro o mala suerte. Se dice que fue excepcional pues tenía la intuición de un clarividente y, según algunos de sus compañeros, un sexto sentido: él ‘vio’ lo que sus enemigos trataban de ocultar y también lo que nadie era capaz de ‘ver’”.
Pese a que rezaba diariamente, Lampião, quien se tuvo que haber considerado invencible durante su reino de 16 años como el principal forajido de Brasil, al final fue traicionado y murió a manos de las tropas de la policía. Su cuerpo “cerrado” fue abierto literalmente y una parte del mismo fue exhibida públicamente para disuadir a otros que quisieran continuar su causa. Se podría decir que su muerte prueba que el ritual del cuerpo cerrado no funciona o quizá sus casi dos décadas como forajido demuestran lo contrario.
Lo más interesante de todo no es el hecho de que el ritual del cuerpo cerrado vive o muere con ciertas personas, sino que este prevalece a nivel cultural, después de muchos siglos, inclusive cuando es practicado por los descendientes de dos grupos sociales completamente diferentes. Aunque los rituales como el de cerrar el cuerpo no se originaron en Brasil, el hecho de que se arraigaron aquí, entre aquellos que tuvieron una vida difícil –los descendientes de esclavos y colonos del Sertão– no parece ser coincidencia. Quizá la razón por la que ha perdurado se encuentra en el paisaje, geográfico y religioso, donde este posee una mayor relevancia –un punto de convergencia que resulta ser Brasil.