Luis Santamaría, el 17.06.16
“Nunca podrían llegar a imaginarse el poder que tienen los hechiceros en África. Hasta políticos del más alto nivel acuden a ellos cuando quieren ganar las elecciones o hacerse millonarios”, decía sin bajar la vista Perpetua Senkoro. Natural de Tanzania, abogada de derechos humanos, de sensible tez blanca y problemas de vista, es una de las representantes de la organización Under The Same Sun (UTSS) que vela por los derechos de las personas con albinismo. Lo cuenta desde Antananarivo (Madagascar) Carolina Valdehíta, en El Mundo.
Senkoro no es excepción. Rozando la treintena, gozosa de vivir en una de las ciudades más importantes y, probablemente, la más desarrollada de Tanzania, Perpetua sabe que está a salvo de la magia negra. Pero no se puede decir lo mismo de otras personas que, como ella, han sido perseguidas por la brujería tradicional.
Rituales para todo
África tiene la capacidad de sorprender y razonar sobre cualquier inverosimilitud a ojos occidentales. La persistencia de la brujería como alternativa a la medicina moderna, como solución de cualquier mal pasajero o como método de cambiar el futuro, es una práctica arraigada, mantenida y casi inamovible.
Conseguir amor, dinero o éxito profesional es muy sencillo, sólo hay que pagar a un “witchdoctor” –cuya traducción más cercana en castellano vendría a ser curandero, brujo o hechicero–, y él se encargará de garantizar al cliente su futuro deseado. Eso sí, si el ritual no funciona, la culpa nunca será del maestro, sino del solicitante, quien probablemente no ha cumplido sus directrices como debiera haberlo hecho.
En cualquier mercado local a lo largo de la mayoría de los países del África Subsahariana se pueden encontrar útiles de todo tipo con el fin de proporcionar cuidados milagrosos. Desde ungüentos para curar cualquier tipo de problema cutáneo, polvos para que los hombres consigan unos músculos de infarto o pócimas para mejorar el rendimiento sexual. Para ellas, milagros para aumentar la libido y plantas contra todos los males habidos y por haber.
Pero eso es sólo lo que se puede ver en los mercados a pie de calle. La realidad para con los witchdoctors conlleva una trastienda plagada de artes macabras. Huesos de animales y hasta de personas, cabellos y animales vivos son algunos de los “ingredientes” clave a la hora de llevar a cabo sus remedios milagrosos.
Persecución de los albinos
Los albinos han sido objeto de múltiples persecuciones al pensar que tienen propiedades curativas, aportan ganancias y quitan el mal de ojo. Gran parte de la población rural de Malawi, Tanzania y otros países colindantes siguen manteniendo la creencia de que partes del cuerpo de las personas con albinismo tienen poderes mágicos: su cabello ha sido rasgado a la fuerza en más de una ocasión y partes de su cuerpo (dedos, manos, brazos e incluso genitales) mutiladas para hacer magia.
Aunque tratan de huir de la marginalización de los colectivos y de la persecución racial, el día a día es otra cosa. Desde el mes de marzo, el número de casos de violencia, acoso y matanza de albinos en Malawi aumentó escandalosamente. A principios de ese mismo mes la justicia social se cobró su propio peaje: siete personas fueron quemadas vivas acusadas de practicar brujería y de tener en su poder huesos de humanos con albinismo con los que pretendían hacer rituales.
Hace unos días el gobierno de Malawi decidía poner fin a la racha de asesinatos yendo directamente a la raíz del problema: los witchdoctors. Desde finales de 2014, la policía ha registrado 69 casos de ataques contra albinos y al menos 18 asesinatos, aunque Amnistía Internacional señala que pueden ser muchas más, ya que generalmente los asesinatos suelen ser silenciados.
A tal efecto, Naciones Unidas alertó en el mes de abril a las autoridades locales que las personas con el gen del albinismo estaban en “peligro de extinción” de no frenarse sus matanzas indiscriminadas. Según el presidente de Malawi, Peter Mutharika, en el país conviven cerca de 10.000 albinos a quienes hay que proteger: “la superstición, la necedad y la ignorancia” son las principales motivaciones de las matanzas de albinos. Recientemente ha asegurado también que las penas para quienes persigan y traten de dañar al colectivo serán mucho mayores.
Denuncias de clientes “insatisfechos”
Sin embargo, no ha sido el acoso a este grupo con problemas de melanina lo que ha llevado al gobierno a prohibir estas artes de magia negra, sino una denuncia de varios clientes insatisfechos. Un tribunal de la ciudad de Mzuzu, en el norte del lago Malawi, muy famosa por su producción de café y miel, fue quien tomó la decisión de comenzar a poner freno al poder de los brujos.
Tres personas demandaron a dos brujos alegando que no habían hecho un buen servicio y no habían conseguido dar los resultados deseados por los clientes. Sus quimeras no eran otras que la vuelta de un amor del pasado y de las pertenencias robadas por un ladrón. Los brujos hicieron sus rituales de turno cobrando su dinero, pero su efectividad no se palpó por ninguna parte.
Según la agencia de noticias AFP, uno de los demandantes, llamado Olwadls Phiri, tiene un primo con albinismo, y su denuncia fue motivada en parte también a la persecución a la que son sometidos y a su pensamiento de que “los witchdoctors son la principal causa de muerte de los albinos”. Si bien la creencia tradicional poco a poco se va liberando de los estigmas ante este colectivo, aún queda mucho por hacer.
(http://infocatolica.com/blog/infories.php/1606171049-malawi-el-gobierno-pone-coto#more31140)
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