"La humanidad no encontrará la paz hasta que no vuelva con confianza a mi Misericordia" (Jesús a Sor Faustina)

jueves, 25 de noviembre de 2021

Espíritu beguino, espíritu gnóstico, espíritu anticristiano



La “teóloga” española Cristina Inogés Sanz, una de las relatoras del inicio del Sínodo, se define a sí misma como “teóloga de espíritu beguino”[1]. Esta auto-declaración nos lleva a preguntarnos: ¿qué es un “espíritu beguino”? La respuesta nos la da la Real Academia Española, según la cual, la definición de “beguino” es: “begardo, da. Del fr. begard, y este del neerl. beggaert “monje mendicante”. 1. adj. Seguidor de doctrinas análogas a las de los gnósticos e iluminados, que, en los siglos XIII y XIV, defendía, entre otras cosas, la impecabilidad del alma humana cuando llega a la visión directa de Dios, lo cual creía posible en esta vida. Apl. a pers., u. t. c. s.”[2].

Según esta definición, un begardo es un hereje gnóstico que afirma que, ya en esta vida terrena, es posible la visión directa de Dios, lo cual es un grave error, ya que dicha visión sólo es posible en la otra vida, en la vida eterna y solo recién cuando el alma ha sido glorificada; recién entonces tiene lugar la visión directa de Dios Uno y Trino. Afirmar, como lo hace esta “teóloga”, que es posible, ya desde esta vida terrena, tener una visión beatífica de la Santísima Trinidad, es una herejía que va en contra de las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo y de todo el Magisterio de la Iglesia Católica. La pregunta entonces es la siguiente: ¿qué hace, en un sínodo de la Iglesia Católica, una hereje gnóstica –ella misma se proclama ser de “espíritu beguino”-, que no solo no quiere convertirse a la verdadera religión católica, sino que pretende que los católicos nos convirtamos en otros tantos herejes como ella? En pocas palabras, su presencia y participación en un sínodo católico no tiene sentido ni razón de ser.


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