La Iglesia Católica ha condenado a la
masonería en los siguientes documentos:
Constitución "In Eminenti", de
Clemente XII (1738)
Constitución "Providas", de
Benedicto XIV (1751)
Letras Apostólicas "Ecclesiam a Jesu
Christo", de Pío VII (1821)
Constitución "Que Graviora", de
León XII (1825)
Encíclica "Traditi Humilitati",
de Pío VIII (1829)
Encíclica "Mirari vos", de
Gregorio XVI
Encíclica "Qui Pluribus", de Pío
IX (1846)**.
Encíclica "Humanum Genus", de
León XIII (1884).
Encíclica "Dall'alto dell'Apostolico
Seggio", León XIII (1890).
Encíclica "Inimica Vos Papa", de
León XIII (1892).
Encíclica "Custodi Di Quella
Fede", de León XIII (1892).
Encíclica "Humanun Genus", de
León XIII.
El 20 de abril de 1884 salió a la luz la
Encíclica HUMANUM GENUS, el documento más interesante y completo que la Iglesia
haya publicado contra la Masonería, de manos del inmortal León Xlll.
Es un documento que debiera vulgarizarse
en todas partes, pues nada ha perdido de su importancia y autoridad; antes al
contrario, cada día resplandece con más brillo la sabiduría del que lo dictó.
1.—INTRODUCCIÓN A LA ENCÍCLICA. Comienza
el Papa recordando que, después del pecado, el género humano quedó dividido en
dos ciudades, la de Dios y la de Satanás; la una que trabaja por restablecer el
reinado de Dios, mediante la obediencia a sus leyes y el reconocimiento de
Jesucristo y de su Iglesia, y la otra que trabaja por el reinado de Satanás,
con la desobediencia y la guerra a Dios, a Jesucristo y a su Iglesia.
2.—REINADO DE SATANÁS.—En esta guerra,
dice el Papa, la Masonería es un auxiliar poderoso del reinado de Satanás.
Entra después a probarlo, manifestando que está bien al cabo de la naturaleza e
intento de la Masonería "POR INDICIOS MANIFIESTOS, POR PROCESOS
INSTRUIDOS, POR LA PUBLICACION DE SUS LEYES, RITOS Y ANALES, ALLEGANDOSE A ESTO
MUCHAS VECES LAS DECLARACIONES MISMAS DE LOS COMPLICES". Los Papas no han
hablado, pues, a ciegas, de la Masonería ni la han calumniado.
3.- DISIMULO DE LOS PLANES. Expone el modo
de disimular sus planes: "Buscan hábilmente subterfugios, tomando la
máscara de literatos y sabios que se reúnen para fines científicos, hablan
continuamente de su empeño por la civilización, de su amor por la ínfima plebe,
que su único deseo es mejorar la condición de los pueblos y comunicar a cuantos
más puedan las ventajas de la vida civil".
4.—MONSTRUOSIDAD QUE CONDENA LA
RAZÓN.—Hablando de los juramentos y castigos a que se obligan y de la muerte
que han sufrido algunos como castigo de la Masonería, dice el Papa: "Esto
de fingir y querer esconderse, de sujetar a los hombres como esclavos con
fortísimo lazo y sin causa bastante conocida, de valerse para toda maldad de
hombres sujetos al capricho de otros, de armar los asesinos procurándose la
impunidad de sus crímenes, es una monstruosidad que la misma naturaleza rechaza
y, por lo tanto, la razón y la misma verdad evidentemente, demuestran que la
sociedad de que hablamos pugna con la justicia y probidad naturales".
5.—SUS FRUTOS DAÑOSOS. EN seguida
manifiesta el Papa que los frutos de la Masonería son dañosos y acerbísimos:
Para sustituir el naturalismo al
cristianismo en la civilización, se ha perseguido con odio implacable a la
Iglesia, al clero, a la enseñanza cristiana y sobre todo al Papado.
"Aunque faltaran otros testimonios, dice el Papa, consta suficientemente
lo dicho por el de los sectarios mismos, muchos de los cuales, tanto en
diversas ocasiones como últimamente, han declarado ser propio de los masones el
intento de dejar cuanto puedan a los católicos, con enemistad implacable, sin
descansar hasta ver deshechas todas las instituciones religiosas establecidas
por los Papas".
Con el solo hecho de admitir hombres de
toda religión, dice el Papa, se establece el indiferentismo práctico: "De
hecho la secta concede a los suyos libertad absoluta para defender que Dios
existe o que Dios no existe". Con lo cual se ve que niegan hasta las
verdades más fundamentales conocidas por la razón natural como la existencia de
Dios, espiritualidad e inmortalidad del alma.
Como consecuencia de esto viene el empeño
por la educación laica, libre, independiente y por propagar los incentivos a la
corrupción de costumbres. "Esto, dice León XIII, puede confirmar una cosa
más increíble de decirse que de hacerse; porque apenas hay tan rendidos
servidores de esos hombres sagaces y astutos, como los que tienen el ánimo
enervado y quebrantado por la tiranía de las pasiones, hubo en la secta
masónica quien dijo públicamente y propuso que ha de procurarse con persuasión
y maña que la multitud se sacie en la innumerable licencia de vicios, en la
seguridad de que así la tendrán sujeta a su arbitrio para atreverse a
todo".
Hace ver el Papa la doctrina naturalista
sobre la familia, el matrimonio civil, sin Dios; la licencia, igualdad y la
soberanía absoluta del pueblo; el ateísmo del Estado, cosa que se deriva del
naturalismo, y que es común a los masones con los comunistas y socialistas,
"a cuyos designios; dice el Papa, no podrá decirse ajena la secta de los
masones, como que favorece en gran manera sus intentos y conviene con ellos en
los principales dogmas".
¡Ojalá, dice León XIII, todos juzgasen del
árbol por sus frutos!
6.—REMEDIOS CONTRA LOS MALES. Indicando
los remedios contra los males ya causados y los peligros de mayores males por
parte de la Masonería, el Papa señala los siguientes:
1° Renueva las proposiciones y
prohibiciones de sus antecesores.
2° Recomienda a los Obispos que procuren
quitar la máscara a la Masonería, de modo que los masones sean conocidos como
son, y que "nadie por ningún título dé su nombre a la secta masónica...
Que a ninguno engañe aquella honestidad fingida.
Puede, en efecto, parecer a algunos que
nada piden los masones abiertamente contrario a la Religión y a las buenas
costumbres; pero como toda la razón de ser y la causa de la secta estriba en el
vicio y en la maldad, claro es que no es lícito unirse a ellos ni ayudarles en
modo alguno".
3° La instrucción religiosa de todos, el
fomento de la Ven. Orden Tercera de San Francisco y de la Sociedad de San
Vicente de Paúl.
4º El desvelo por la educación cristiana
de la juventud, y porque desde temprano se inspire a los niños y jóvenes el
horror que merecen las sociedades prohibidas por la Iglesia.
Finalmente, exhorta a la unión de los
buenos en la oración y en la acción, para conseguir el auxilio divino, sin el
cual serán infructuosos los demás medios.
El 26 de noviembre de 1983 la Congregación
para la Doctrina de la Fe, dirigida por el entonces Prefecto Cardenal Joseph
Ratzinger (hoy: Benedicto XVI), emitió una Declaración sobre la masonería
firmada por Juan Pablo II, confirmando el juicio negativo de la Iglesia
Católica sobre ella y la absoluta prohibición para los fieles y eclesiásticos
católicos de afiliarse a las logias. Este documento señala: "Por lo tanto,
el juicio negativo de la Iglesia sobre las asociaciones masónicas se mantiene
sin cambios ya que sus principios siempre se han considerado irreconciliables
con la doctrina de la Iglesia ("earum principia semper iconciliabilia
habita sunt cum Ecclesiae doctrina") y por lo tanto se continúa
prohibiendo ser miembro de ellas".
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